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Soy periodista; por lo menos eso dice el título que tanto trabajo me costó conseguir allá por el año 2006

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Sin embargo alguno de los que así se autodenominan no se cortan en manifestar que periodista: “es aquel que escribe en los periódicos”, o en los blogs, o en la hoja parroquial, o dice sandeces en una tertulia, con el único mérito de haberse acostado con fulano o fulana.


Desde siempre he tenido un gran respeto por esta profesión, lo que me ha llevado a formarme adecuadamente para hacer uso de la misma. Durante los primeros seis años de mi etapa de jubilado procuré recibir los estudios apropiados en la UMA, primero en comunicación audiovisual y después en periodismo.


¿A qué viene este preámbulo? Sencillamente a las sensaciones que me produjo la asistencia a la misa que cada año el Obispado Malacitano celebra en honor de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, a la que no falto ningún año. Por cierto, con escasa repercusión en los medios de difusión locales que no dudan en magnificar el día del dromedario o de los adoradores del gusano de seda. Nuestro patrón… Cosas veredes.


Ya han pasado diez años desde aquella primera vez en que me incorporé con amor y temblor a la Asociación de la Prensa de Málaga. Entonces me sentí un tanto desplazado por mi desconocimiento de los medios y de los integrantes del colectivo periodístico. A la comida con la que nos obsequió dicha Asociación asistieron no menos de 100 comensales. Me arrimé a la vieja guardia, que eran de mi edad o mayores que yo, que me acogió como si fuera uno de ellos.


Posteriormente se ha ido reduciendo el número de asistentes a dichos actos, en especial a la misa. Este año solo nos reunimos unos treinta en la Parroquia del Sagrario. La mayoría jubilados llenos de experiencia y amor por la profesión. Uno de los jóvenes, Antonio José Guerrero, director de “El sol de Antequera” homenajeado por su trayectoria, manifestó sus experiencias en un periódico que cumple los cien años y terminó confesando su militancia católica.


Comprendo que las nuevas generaciones estén por otro tipo de ideas y de celebraciones. Pero creo que todos debemos conmemorar nuestra pertenencia a esta bendita profesión que nos permite, a imitación de lo que hizo en su día San Francisco de Sales, formar, informar y entretener a nuestros coetáneos de una forma veraz y desinteresada. Entonces, con notitas por debajo de las puertas, hoy, desde los distintos medios de comunicación de los que disponemos.


La buena noticia de hoy me la transmiten esos viejos periodistas que yo, con los años que tengo, leía cuando era niño en aquellos diarios Sur, la Tarde y la Hoja del lunes, o escuchaba en las radios Nacional o Juventud. Algunos, desde sus más de 90 años siguen apareciendo en esa foto de familia que cada año guardo con ilusión. Para mí la buena noticia de hoy es que yo soy periodista.

Periodistas

Soy periodista; por lo menos eso dice el título que tanto trabajo me costó conseguir allá por el año 2006
Manuel Montes Cleries
domingo, 28 de enero de 2018, 11:21 h (CET)

Sin embargo alguno de los que así se autodenominan no se cortan en manifestar que periodista: “es aquel que escribe en los periódicos”, o en los blogs, o en la hoja parroquial, o dice sandeces en una tertulia, con el único mérito de haberse acostado con fulano o fulana.


Desde siempre he tenido un gran respeto por esta profesión, lo que me ha llevado a formarme adecuadamente para hacer uso de la misma. Durante los primeros seis años de mi etapa de jubilado procuré recibir los estudios apropiados en la UMA, primero en comunicación audiovisual y después en periodismo.


¿A qué viene este preámbulo? Sencillamente a las sensaciones que me produjo la asistencia a la misa que cada año el Obispado Malacitano celebra en honor de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, a la que no falto ningún año. Por cierto, con escasa repercusión en los medios de difusión locales que no dudan en magnificar el día del dromedario o de los adoradores del gusano de seda. Nuestro patrón… Cosas veredes.


Ya han pasado diez años desde aquella primera vez en que me incorporé con amor y temblor a la Asociación de la Prensa de Málaga. Entonces me sentí un tanto desplazado por mi desconocimiento de los medios y de los integrantes del colectivo periodístico. A la comida con la que nos obsequió dicha Asociación asistieron no menos de 100 comensales. Me arrimé a la vieja guardia, que eran de mi edad o mayores que yo, que me acogió como si fuera uno de ellos.


Posteriormente se ha ido reduciendo el número de asistentes a dichos actos, en especial a la misa. Este año solo nos reunimos unos treinta en la Parroquia del Sagrario. La mayoría jubilados llenos de experiencia y amor por la profesión. Uno de los jóvenes, Antonio José Guerrero, director de “El sol de Antequera” homenajeado por su trayectoria, manifestó sus experiencias en un periódico que cumple los cien años y terminó confesando su militancia católica.


Comprendo que las nuevas generaciones estén por otro tipo de ideas y de celebraciones. Pero creo que todos debemos conmemorar nuestra pertenencia a esta bendita profesión que nos permite, a imitación de lo que hizo en su día San Francisco de Sales, formar, informar y entretener a nuestros coetáneos de una forma veraz y desinteresada. Entonces, con notitas por debajo de las puertas, hoy, desde los distintos medios de comunicación de los que disponemos.


La buena noticia de hoy me la transmiten esos viejos periodistas que yo, con los años que tengo, leía cuando era niño en aquellos diarios Sur, la Tarde y la Hoja del lunes, o escuchaba en las radios Nacional o Juventud. Algunos, desde sus más de 90 años siguen apareciendo en esa foto de familia que cada año guardo con ilusión. Para mí la buena noticia de hoy es que yo soy periodista.

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