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Parece una obviedad, pero no lo es

El Presidente del Gobierno sólo es Presidente del Gobierno

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Conviene tenerlo presente a la hora de entender la situación en Cataluña hoy. El Presidente del Gobierno sólo es Presidente del Gobierno. Con capacidad y autoridad para ejercer el cargo de acuerdo con las competencias que el sistema y la legislación le otorgan. Pero con sólo esas competencias, ni una más.

Es notorio, público, concreto y claro. Y todo el mundo debería saberlo: Al Presidente del Gobierno sólo le corresponden las funciones de Presidente del Gobierno. Sin embargo, parece que su función no es conocida; y que sus competencias y capacidades son motivo de noticias y opiniones que llevan a la confusión y, también, a algo mucho peor. Esto puede ser debido a dos causas: Ignorancia inocente. O voluntad de crear equívocos para sacar beneficio.

Para corregir los errores que nacen por ignorancia, basta con buscar la realidad y, desde ella, repasar hechos, detectar qué puede haber dado lugar a premisas falsas, y razonar con lógica. No hace falta más.

Distinto es cuando los yerros no son inocentes y se han elaborado para conseguir un fin determinado. En estos días y en relación con la ‘Situación en Cataluña’, parece que los errores han sido buscados por quienes se amparan en ellos para tejer unos razonamientos tramposos con los que justificar intentos secesionistas y propósitos independentistas. Poco importa que las facultades del Presidente del Gobierno estén limitadas por la ley y que no tenga capacidad para hacer o no hacer lo que se le supone y atribuye. Lo que importa es crear una figura tiránica, imposible en un Estado de Derecho, para convertirla en dictador. Con la figura de dictador hecha y en oposición a ella, resulta fácil componer los argumentos que se necesiten para justificar toda suerte de dislates.

Está ocurriendo, y no parece casual que algunos personajes del momento hayan optado por manipular hechos y conceptos para moverse en torno a la figura de Presidente de Gobierno dictador. Es cierto que entre ellos están políticos independentistas de afiliación varia (Mas, Puigdemont, Vila, Campuzano, Junqueras, Tardá, Rufián, Colau, Domenech, Urkullu, Esteban...); y que también caen en el error (o buscan su amparo) otros que se dicen contrarios a la secesión (Iglesias, Garzón, Albano Dante...), periodistas de varios medios (mejor no citar nombres), y hasta el mismo Fútbol Club Barcelona. Pero también es evidente que una vez presente la figura del falso dictador a ella se pegan como lapas los empeñados en la confusión; unos buscando el efecto independentista con premio en las urnas próximas, y otros, también avispados, tratando de mantener el tipo nadando en varias aguas.

De esta forma, aparecen verdaderos fulleros en el razonamiento, o tramposos, que confunden a su antojo los poderes del Estado, que desprecian la autoridad y a los funcionarios, y que adulteran la lógica y los argumentos mezclando el Poder Judicial y sus autoridades con el Poder Ejecutivo (Presidente del Gobierno y ministros), a éste con el Poder Legislativo (diputados y senadores); y al Legislativo con los jueces y toda la Administración de Justicia. Lo que les interesa, parece claro, no es qué ha pasado, qué leyes se han podido violar, o cómo compensar a la sociedad del daño. Tampoco parece importar demasiado las leyes que son de aplicación en cada caso, las penas que esas leyes marcan, quien ha de aplicarlas, o cómo aplicarlas.

Únicamente importa, parece, algo que es superior al mismo Estado de Derecho, al interés nacional, al bienestar de todos los ciudadanos e incluso a los compromisos internacionales españoles. Lo primordial es crear la figura de un dictador Presidente del Gobierno al que achacar todo. Una vez convertido el presidente en todopoderoso (Rajoy en este caso), se buscan motivos para convertirlo en enemigo y se le hace responsable de:

- Lo que ha ocurrido: Por no haber actuado en algunos asuntos, tuviera o no capacidad para hacerlo. Por no haberse prestado al diálogo, aunque suene a componenda o éste comprometiera la integridad nacional. Por haber, o no haber, mirado al lado (especialmente en asuntos judiciales, actividades de la Fiscalía y reclamaciones ante el Tribunal Constitucional). O por mantener una postura propia que, en algún caso y para según quien, puede ser adecuada.

- Lo que está ocurriendo: Por ceñirse, o no, a sus propias competencias. O por haber propiciado, o evitado (esto va en función de ideologías y afanes de grupo) las consecuencias favorables o adversas a los intereses de unos colectivos indeterminados (grupo, localidades, autonomía, Cataluña y hasta España) a los que algunos, demasiados, dicen representar en exclusiva.

- Y lo que está por venir, sea lo que sea, que se aventura e inventa.

Con esto, lo que se produce es la distorsión de una realidad que se convierte en dual: La conforme al Estado de Derecho que define la Ley. Y la que, al servicio de intereses concretos, independentistas o no, desbordan el Estado de Derecho y las figuras del mismo, Presidente del Gobierno incluido.

Para reparar los yerros de quienes han fabricado la figura de un dictador todopoderoso encarnada en el Presidente del Gobierno, será bueno repasar e inhabilitar las premisas falsas que conducen a error y tratar de razonar con lógica. Pero no bastará, además, habrá que actuar, con firmeza, con las armas de la Ley y el Estado de Derecho, para defender la Ley y el Estado de Derecho.

El Presidente del Gobierno sólo es Presidente del Gobierno

Parece una obviedad, pero no lo es
José Luis Heras Celemín
lunes, 6 de noviembre de 2017, 07:47 h (CET)
Conviene tenerlo presente a la hora de entender la situación en Cataluña hoy. El Presidente del Gobierno sólo es Presidente del Gobierno. Con capacidad y autoridad para ejercer el cargo de acuerdo con las competencias que el sistema y la legislación le otorgan. Pero con sólo esas competencias, ni una más.

Es notorio, público, concreto y claro. Y todo el mundo debería saberlo: Al Presidente del Gobierno sólo le corresponden las funciones de Presidente del Gobierno. Sin embargo, parece que su función no es conocida; y que sus competencias y capacidades son motivo de noticias y opiniones que llevan a la confusión y, también, a algo mucho peor. Esto puede ser debido a dos causas: Ignorancia inocente. O voluntad de crear equívocos para sacar beneficio.

Para corregir los errores que nacen por ignorancia, basta con buscar la realidad y, desde ella, repasar hechos, detectar qué puede haber dado lugar a premisas falsas, y razonar con lógica. No hace falta más.

Distinto es cuando los yerros no son inocentes y se han elaborado para conseguir un fin determinado. En estos días y en relación con la ‘Situación en Cataluña’, parece que los errores han sido buscados por quienes se amparan en ellos para tejer unos razonamientos tramposos con los que justificar intentos secesionistas y propósitos independentistas. Poco importa que las facultades del Presidente del Gobierno estén limitadas por la ley y que no tenga capacidad para hacer o no hacer lo que se le supone y atribuye. Lo que importa es crear una figura tiránica, imposible en un Estado de Derecho, para convertirla en dictador. Con la figura de dictador hecha y en oposición a ella, resulta fácil componer los argumentos que se necesiten para justificar toda suerte de dislates.

Está ocurriendo, y no parece casual que algunos personajes del momento hayan optado por manipular hechos y conceptos para moverse en torno a la figura de Presidente de Gobierno dictador. Es cierto que entre ellos están políticos independentistas de afiliación varia (Mas, Puigdemont, Vila, Campuzano, Junqueras, Tardá, Rufián, Colau, Domenech, Urkullu, Esteban...); y que también caen en el error (o buscan su amparo) otros que se dicen contrarios a la secesión (Iglesias, Garzón, Albano Dante...), periodistas de varios medios (mejor no citar nombres), y hasta el mismo Fútbol Club Barcelona. Pero también es evidente que una vez presente la figura del falso dictador a ella se pegan como lapas los empeñados en la confusión; unos buscando el efecto independentista con premio en las urnas próximas, y otros, también avispados, tratando de mantener el tipo nadando en varias aguas.

De esta forma, aparecen verdaderos fulleros en el razonamiento, o tramposos, que confunden a su antojo los poderes del Estado, que desprecian la autoridad y a los funcionarios, y que adulteran la lógica y los argumentos mezclando el Poder Judicial y sus autoridades con el Poder Ejecutivo (Presidente del Gobierno y ministros), a éste con el Poder Legislativo (diputados y senadores); y al Legislativo con los jueces y toda la Administración de Justicia. Lo que les interesa, parece claro, no es qué ha pasado, qué leyes se han podido violar, o cómo compensar a la sociedad del daño. Tampoco parece importar demasiado las leyes que son de aplicación en cada caso, las penas que esas leyes marcan, quien ha de aplicarlas, o cómo aplicarlas.

Únicamente importa, parece, algo que es superior al mismo Estado de Derecho, al interés nacional, al bienestar de todos los ciudadanos e incluso a los compromisos internacionales españoles. Lo primordial es crear la figura de un dictador Presidente del Gobierno al que achacar todo. Una vez convertido el presidente en todopoderoso (Rajoy en este caso), se buscan motivos para convertirlo en enemigo y se le hace responsable de:

- Lo que ha ocurrido: Por no haber actuado en algunos asuntos, tuviera o no capacidad para hacerlo. Por no haberse prestado al diálogo, aunque suene a componenda o éste comprometiera la integridad nacional. Por haber, o no haber, mirado al lado (especialmente en asuntos judiciales, actividades de la Fiscalía y reclamaciones ante el Tribunal Constitucional). O por mantener una postura propia que, en algún caso y para según quien, puede ser adecuada.

- Lo que está ocurriendo: Por ceñirse, o no, a sus propias competencias. O por haber propiciado, o evitado (esto va en función de ideologías y afanes de grupo) las consecuencias favorables o adversas a los intereses de unos colectivos indeterminados (grupo, localidades, autonomía, Cataluña y hasta España) a los que algunos, demasiados, dicen representar en exclusiva.

- Y lo que está por venir, sea lo que sea, que se aventura e inventa.

Con esto, lo que se produce es la distorsión de una realidad que se convierte en dual: La conforme al Estado de Derecho que define la Ley. Y la que, al servicio de intereses concretos, independentistas o no, desbordan el Estado de Derecho y las figuras del mismo, Presidente del Gobierno incluido.

Para reparar los yerros de quienes han fabricado la figura de un dictador todopoderoso encarnada en el Presidente del Gobierno, será bueno repasar e inhabilitar las premisas falsas que conducen a error y tratar de razonar con lógica. Pero no bastará, además, habrá que actuar, con firmeza, con las armas de la Ley y el Estado de Derecho, para defender la Ley y el Estado de Derecho.

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