La espina dorsal de Barcelona ha tenido que ser cerrada al tráfico por el comportamiento incívico -¡qué importa uno más!- de miles de personas que se reunieron de noche con velas para apoyar a dos grandes y orgullosamente confesos delincuentes. Sí son los mismos que llamaron a sus huestes a secuestrar durante 19 horas a agentes de la Justicia, arrojándoles botellas y destrozando sus vehículos, cuando estaban recogiendo pruebas de delitos en el edificio de Hacienda.
La Diagonal inutilizada es un símbolo de la paralización y ruina en que están sumiendo sin escrúpulos, tras prometer el paraíso a sus incautos seguidores, los dirigentes secesionistas. Hoy ya han abandonado Cataluña todos sus Bancos y centenares de grandes empresas; el casi medio millón de empleados en el turismo también han visto descender casi un 20 por ciento sus clientes. Los daños tardarán lustros en repararse, aunque se adoptaran urgentes medidas de rehabilitación antes que las de permitan circular de nuevo por la Diagonal.
