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Nos transmiten demasiadas convicciones...que no pasan de engatusamientos de baja estofa

Convicciones ilusas

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La ilusión puede constituir un ramalazo de optimismo o la caída en un error de los gordos; dependerá de como sea utilizada en los quehaceres habituales, con que prudencia. Visto lo que nos deparan los ambientillos circundantes, el aparente contrasentido del título, confirma la definición nítida de gran parte de las convicciones que pretenden endiñarnos. Primer error, en vez de una explicación de los pormenores de cada convicción, el intento de su aplicación forzada chirría con estridencia. A pesar de sus presuntuosas proclamaciones, lamentamos con frecuencia su falta de rumbo. Nos aturden con declaraciones, decretos y normas, presentados como CONVICCIONES, pero con sus interiores ahuecados; los hechos posteriores las desnudan, no aparece la sensatez por parte alguna. Hasta que punto fueron pronunciamientos sinceros o pérfidos, supondrá una preocupación añadida, pendiente de cada situación. ¿Nos vendieron humo adrede?

Las razones enfrentadas a los sentimientos o los criterios adobados según los intereses particulares, motivan enormes tensiones. Lo referido enlaza con la CREDULIDAD, rayana en la estupidez generalizada. A no ser, que forme parte de la trama, en busca de aprovechar algún resto del pasteleo general; en ese supuesto, trocamos la credulidad en complicidad manifiesta. La credulidad pudo originarse por simple ignorancia, através de los servilismos apegados a una ideología o tras la ilusa convicción propia de formar parte de los beneficiados. Los orígenes pueden coincidir y sumar así sus potencialidades. Fiados y tranquilos, con dicho talante, percibiremos como placentera la pasividad. De tal modo, los razonamientos no encontrarán acomodo, por que exigirían un notable esfuerzo y una tenacidad consideradas como superfluas.

En el combate entablado entre tantas estrategias, perdemos el sentido de la realidad. La marabunta de datos y opiniones, nítidos o tendenciosos, acaban con nuestras reservas para reaccionar. Necesitaríamos de una cualidad adicional, del ARTE AUTÉNTICO y personal, para afrontar tantos acosos. El problema es evidente, este no se alcanza de cualquier manera; lo ha de conseguir uno mismo para sus actuaciones. Ese arte nos debiera conducir al contacto con la esencia de las cosas y de las personas; representaría un factor importante de resistencia ante tanto forzamiento. Es aconsejable la precaución con respecto a las soluciones mágicas tan cacareadas, venden humo y bagatelas con sus engaños repetidos. La experiencia personal es insustituíble también en esto. La delegación en otras personas o entidades, conlleva el riesgo de los cambalaches. Recordaré aquí, aquello del derecho a equivocarnos.

Si algo tenemos de artistas, hemos de sacarlo a flote y con rapidez. Será el único modo de recobrar las características auténticas como personas, ese fondo libre, misterioso y creativo, que nunca debimos perder; por que si no lo recuperamos, ejerceremos de crédulos e idiotas. La modernización acumula notables avances y los coloca en pedestales inaccesibles. El mercado…que no es libre. La ciencia…que ignora sus impotencias. El racionalismo…siempre insuficiente y liante. La proclamada secularización…empeñada en la creación de tétricos diosecillos terrenales. La sociedad del bienestar…de algunos a expensas de la mayoría. El exprimidor de la Banca…provocando unos escándalos cada vez mayores. La democracia plural…por que son numerosos los manipuladores, el pueblo queda alejado. Caímos en las fauces del VICIO FIJADOR de CONCEPTOS, sin preocupaciones sinceras por los significados subyacentes. En estas tesituras, ¿Quién atraerá al duende sabio requerido para la recuperación de una mínima dignidad y cordura? Insisto, precisamos de mucho arte para esta clarificación.

Como observamos en los múltiples escenarios, la orquesta desafina con desbarajustes lamentables. Con los vicios señalados, los significados dejados de lado y las palabras mal utilizadas, resulta complicado el entendimiento. Eso sí, todo el mundo pide y alaba el DIÁLOGO como solución ideal; pero con el fallo garrafal de no tomar en cuenta las mentiras comentadas y muchas otras, todo lo expresado es considerado valido por igual. El resultado no podía ser otro, el diálogo aborda conversaciones insustanciales; además de anárquicas, por que cada interlocutor alude a cosas diferentes, sin el menor respeto sobre ideas comunes o razonamientos mejor elaborados. Las diferentes jergas empleadas lucen objetivos encontrados, adaptan sus poses al interés del momento. Decía Unamuno, que la verdadera conversación es la que mantenemos en nuestro interior; sin embargo, ni eso, cuando los criterios desaparecen, el tipo de reflexión pierde su entidad. Al final, ¿A qué llamamos diálogo?

En las conversaciones o en los diálogos, tienden a introducirse diversos diablejos que emponzoñan los resultados finales. Vaya por delante que cualquier estrategia aprovecha cuando está al servicio de los manipuladores. Cuando en el recuento, todas las opiniones valen igual, es cuestión de contarlas y la mayoría decide. Automáticamente entra en acción el diablejo de las OPINIONES DISLOCADAS, por que están colocadas fuera de su lugar adecuado. Suman intervenciones, pero no valoran ni la oportunidad ni su fundamento. Veamos algunos ejemplos. El primero es muy frecuente, cualquier cantamañanas del espectáculo o más bien de los escándalos, reitera sus conceptos sobre ciencias o tendencias, acogidos por los medios de comunicación y presentados con una autoridad de la que carecen. En otro nivel, un psicólogo, un físico o un genetista, pretenden basarlo todo en los descubrimientos de su rama; representan perspectivas con fundamento, pero omiten la influencia de otras bases, científicas o no, que también existen. Es otra manera de escabullirse por la tangente, despreciando otros enfoques y mejores razones. Huyen de la mejor colaboración constructiva.

Gide vino a decir, que la obra de arte es un cristal en el que nos vemos reflejados; es decir, la mirada sobre la obra, traduce los matices característicos de quien observa. Tiene su importancia dicho punto de vista. Por mi parte, extendería el comentario ante cualquiera de las realidades circundantes. Miro el arte, la política, los medios de comunicación, las tareas educativas y los trabajos profesionales, como tantas otras ocupaciones; siendo muy clarificadora la figura del ESPEJO mencionado, con todas las consecuencias. No vale el comentario impersonal de la política, la profesión o la educación; si son esto o aquello. Es más importante y resolutiva la apreciación de la calidad humana reflejada por el espejo; será la que transforme, para bien o para mal, las diversas actuaciones.

Nos conviene celebrar la DIVERSIDAD. Contra lo que pudiera parecer, las hegemonías pujan con fuerza y con gran capacidad de aplastamiento. Nos embrujan con protagonismos hilarantes, pero vacíos; con declaraciones falseadas. Aunque nadie insista en la aclaración de sus contenidos. La antigua pesadilla continúa apenas sin variaciones. No hay regla fija, cada persona y en sus diferentes actuaciones expone su integridad característica. El decoro, la mejor dosis de verdad alcanzable, los sentimientos, las emociones y el respeto mutuo, deben ser participantes activos en el cotarro. Las consecuencias de reducirlo todo a unas apariencias estruendosas, degenera los ambientes y las personas.

Convicciones ilusas

Nos transmiten demasiadas convicciones...que no pasan de engatusamientos de baja estofa
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 20 de julio de 2012, 06:57 h (CET)
La ilusión puede constituir un ramalazo de optimismo o la caída en un error de los gordos; dependerá de como sea utilizada en los quehaceres habituales, con que prudencia. Visto lo que nos deparan los ambientillos circundantes, el aparente contrasentido del título, confirma la definición nítida de gran parte de las convicciones que pretenden endiñarnos. Primer error, en vez de una explicación de los pormenores de cada convicción, el intento de su aplicación forzada chirría con estridencia. A pesar de sus presuntuosas proclamaciones, lamentamos con frecuencia su falta de rumbo. Nos aturden con declaraciones, decretos y normas, presentados como CONVICCIONES, pero con sus interiores ahuecados; los hechos posteriores las desnudan, no aparece la sensatez por parte alguna. Hasta que punto fueron pronunciamientos sinceros o pérfidos, supondrá una preocupación añadida, pendiente de cada situación. ¿Nos vendieron humo adrede?

Las razones enfrentadas a los sentimientos o los criterios adobados según los intereses particulares, motivan enormes tensiones. Lo referido enlaza con la CREDULIDAD, rayana en la estupidez generalizada. A no ser, que forme parte de la trama, en busca de aprovechar algún resto del pasteleo general; en ese supuesto, trocamos la credulidad en complicidad manifiesta. La credulidad pudo originarse por simple ignorancia, através de los servilismos apegados a una ideología o tras la ilusa convicción propia de formar parte de los beneficiados. Los orígenes pueden coincidir y sumar así sus potencialidades. Fiados y tranquilos, con dicho talante, percibiremos como placentera la pasividad. De tal modo, los razonamientos no encontrarán acomodo, por que exigirían un notable esfuerzo y una tenacidad consideradas como superfluas.

En el combate entablado entre tantas estrategias, perdemos el sentido de la realidad. La marabunta de datos y opiniones, nítidos o tendenciosos, acaban con nuestras reservas para reaccionar. Necesitaríamos de una cualidad adicional, del ARTE AUTÉNTICO y personal, para afrontar tantos acosos. El problema es evidente, este no se alcanza de cualquier manera; lo ha de conseguir uno mismo para sus actuaciones. Ese arte nos debiera conducir al contacto con la esencia de las cosas y de las personas; representaría un factor importante de resistencia ante tanto forzamiento. Es aconsejable la precaución con respecto a las soluciones mágicas tan cacareadas, venden humo y bagatelas con sus engaños repetidos. La experiencia personal es insustituíble también en esto. La delegación en otras personas o entidades, conlleva el riesgo de los cambalaches. Recordaré aquí, aquello del derecho a equivocarnos.

Si algo tenemos de artistas, hemos de sacarlo a flote y con rapidez. Será el único modo de recobrar las características auténticas como personas, ese fondo libre, misterioso y creativo, que nunca debimos perder; por que si no lo recuperamos, ejerceremos de crédulos e idiotas. La modernización acumula notables avances y los coloca en pedestales inaccesibles. El mercado…que no es libre. La ciencia…que ignora sus impotencias. El racionalismo…siempre insuficiente y liante. La proclamada secularización…empeñada en la creación de tétricos diosecillos terrenales. La sociedad del bienestar…de algunos a expensas de la mayoría. El exprimidor de la Banca…provocando unos escándalos cada vez mayores. La democracia plural…por que son numerosos los manipuladores, el pueblo queda alejado. Caímos en las fauces del VICIO FIJADOR de CONCEPTOS, sin preocupaciones sinceras por los significados subyacentes. En estas tesituras, ¿Quién atraerá al duende sabio requerido para la recuperación de una mínima dignidad y cordura? Insisto, precisamos de mucho arte para esta clarificación.

Como observamos en los múltiples escenarios, la orquesta desafina con desbarajustes lamentables. Con los vicios señalados, los significados dejados de lado y las palabras mal utilizadas, resulta complicado el entendimiento. Eso sí, todo el mundo pide y alaba el DIÁLOGO como solución ideal; pero con el fallo garrafal de no tomar en cuenta las mentiras comentadas y muchas otras, todo lo expresado es considerado valido por igual. El resultado no podía ser otro, el diálogo aborda conversaciones insustanciales; además de anárquicas, por que cada interlocutor alude a cosas diferentes, sin el menor respeto sobre ideas comunes o razonamientos mejor elaborados. Las diferentes jergas empleadas lucen objetivos encontrados, adaptan sus poses al interés del momento. Decía Unamuno, que la verdadera conversación es la que mantenemos en nuestro interior; sin embargo, ni eso, cuando los criterios desaparecen, el tipo de reflexión pierde su entidad. Al final, ¿A qué llamamos diálogo?

En las conversaciones o en los diálogos, tienden a introducirse diversos diablejos que emponzoñan los resultados finales. Vaya por delante que cualquier estrategia aprovecha cuando está al servicio de los manipuladores. Cuando en el recuento, todas las opiniones valen igual, es cuestión de contarlas y la mayoría decide. Automáticamente entra en acción el diablejo de las OPINIONES DISLOCADAS, por que están colocadas fuera de su lugar adecuado. Suman intervenciones, pero no valoran ni la oportunidad ni su fundamento. Veamos algunos ejemplos. El primero es muy frecuente, cualquier cantamañanas del espectáculo o más bien de los escándalos, reitera sus conceptos sobre ciencias o tendencias, acogidos por los medios de comunicación y presentados con una autoridad de la que carecen. En otro nivel, un psicólogo, un físico o un genetista, pretenden basarlo todo en los descubrimientos de su rama; representan perspectivas con fundamento, pero omiten la influencia de otras bases, científicas o no, que también existen. Es otra manera de escabullirse por la tangente, despreciando otros enfoques y mejores razones. Huyen de la mejor colaboración constructiva.

Gide vino a decir, que la obra de arte es un cristal en el que nos vemos reflejados; es decir, la mirada sobre la obra, traduce los matices característicos de quien observa. Tiene su importancia dicho punto de vista. Por mi parte, extendería el comentario ante cualquiera de las realidades circundantes. Miro el arte, la política, los medios de comunicación, las tareas educativas y los trabajos profesionales, como tantas otras ocupaciones; siendo muy clarificadora la figura del ESPEJO mencionado, con todas las consecuencias. No vale el comentario impersonal de la política, la profesión o la educación; si son esto o aquello. Es más importante y resolutiva la apreciación de la calidad humana reflejada por el espejo; será la que transforme, para bien o para mal, las diversas actuaciones.

Nos conviene celebrar la DIVERSIDAD. Contra lo que pudiera parecer, las hegemonías pujan con fuerza y con gran capacidad de aplastamiento. Nos embrujan con protagonismos hilarantes, pero vacíos; con declaraciones falseadas. Aunque nadie insista en la aclaración de sus contenidos. La antigua pesadilla continúa apenas sin variaciones. No hay regla fija, cada persona y en sus diferentes actuaciones expone su integridad característica. El decoro, la mejor dosis de verdad alcanzable, los sentimientos, las emociones y el respeto mutuo, deben ser participantes activos en el cotarro. Las consecuencias de reducirlo todo a unas apariencias estruendosas, degenera los ambientes y las personas.

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