Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas
La crisis se ha desvanecido. El paro, ese monstruo que ha crecido en las últimas semanas, las condiciones de los jóvenes, los servicios públicos recortados… ¿Ya no existen?

El pueblo ya no existe

|

Sábado, 16 de septiembre de 2017. Las seis noticias protagonistas de uno de los más conocidos diarios nacionales versan sobre “El desafío catalán”. Otro rotativo dobla la apuesta: sus ocho nuevas más vistosas son tejidas con el tramo catalán. De sus portadas han desaparecido esos horribles testimonios de gente damnificada por la crisis económico-financiera.

No se nos puede olvidar que esos desahucios de familias enteras que estremecían y enojaban a la sociedad se siguen dando. Solo en el primer trimestre del año 2017, el periódico Público cifraba en 17.000 los lanzamientos inmobiliarios practicados. Tampoco se esfuman de nuestros cerebros esos barracones que tenían por colegio centenas de niños valencianos. Es evidente que no pueden desaparecer de nuestras mentes los inmigrantes que, entregando su vida a una ilusión, la perdían en el periplo, o eran heridos en las concertinas, o eran recibidos en crueles CIEs. Fulgen en mi memoria los 179.485 puestos de trabajo destruidos, la mayor cifra para un mes de agosto desde 2008, según el diario El Mundo.

Pero todo esto, la verdadera imagen de España, está siendo sometida a una suerte de pausa por los medios de comunicación y los partidos políticos. Estamos como en un tiempo muerto en todos estos dramas que entrañan lo más real de España. Parecemos absorbidos por la problemática catalana, que es tal y de una magnitud excesiva. ¿Tanto como para abstenerse de hablar de aquellos que son más vulnerables?

La cuestión identitaria es crucial, pues perfila una gran porción de nuestra vida. Empero, comer, tener una educación y una sanidad pública y de calidad, una Justicia decente y rápida, unas instituciones transparentes y participativas, una vivienda en la que poder construir un hogar, la posibilidad de hacer frente a los medicamentos que recetan los galenos, unas condiciones laborales que no linden con la explotación,… nos da la vida. España no es un partido de tenis entre la Generalitat de Catalunya y La Moncloa; es un joven trabajando doce horas por un sueldo pírrico, un colegio público que no recibe el dinero suficiente para alimentar a sus alumnos, un anciano que mantiene con su pensión a la familia de su hija y que hunde sus manos en la basura para comer… Esta descripción es sobre la que hay que verter todos nuestros esfuerzos.

Yo he escrito bastante sobre Catalunya, porque es un territorio al que estimo mucho, como una parte de mí. La conozco bien y sé de su problemática. En ningún caso pretendo minimizar los anhelos independentistas o los deseos unionistas. Sin embargo, creo que este conflicto, que ha se tener una solución inmediata, no puede apartar a la gente que sufre de nuestras cabezas y de nuestros corazones. Y, sobre todo: no se pueden apartar de las propuestas que se hagan desde los Poderes Públicos para combatirlo. Asimismo, Catalunya también es Guillém, ese joven que trabaja doce horas como camarero por un sueldo de novecientos euros sin apenas vacaciones, y Joana, que mantiene con su pensión de escasos seiscientos euros a su hija, a su yerno y a sus dos nietos. Guillém y Joana necesitan la atención de las autoridades para poder columbrar un futuro mejor, allende si pretenden una Catalunya fuera de España o dentro de ésta.

El pueblo ya no existe

La crisis se ha desvanecido. El paro, ese monstruo que ha crecido en las últimas semanas, las condiciones de los jóvenes, los servicios públicos recortados… ¿Ya no existen?
Marcos Carrascal Castillo
domingo, 17 de septiembre de 2017, 07:54 h (CET)
Sábado, 16 de septiembre de 2017. Las seis noticias protagonistas de uno de los más conocidos diarios nacionales versan sobre “El desafío catalán”. Otro rotativo dobla la apuesta: sus ocho nuevas más vistosas son tejidas con el tramo catalán. De sus portadas han desaparecido esos horribles testimonios de gente damnificada por la crisis económico-financiera.

No se nos puede olvidar que esos desahucios de familias enteras que estremecían y enojaban a la sociedad se siguen dando. Solo en el primer trimestre del año 2017, el periódico Público cifraba en 17.000 los lanzamientos inmobiliarios practicados. Tampoco se esfuman de nuestros cerebros esos barracones que tenían por colegio centenas de niños valencianos. Es evidente que no pueden desaparecer de nuestras mentes los inmigrantes que, entregando su vida a una ilusión, la perdían en el periplo, o eran heridos en las concertinas, o eran recibidos en crueles CIEs. Fulgen en mi memoria los 179.485 puestos de trabajo destruidos, la mayor cifra para un mes de agosto desde 2008, según el diario El Mundo.

Pero todo esto, la verdadera imagen de España, está siendo sometida a una suerte de pausa por los medios de comunicación y los partidos políticos. Estamos como en un tiempo muerto en todos estos dramas que entrañan lo más real de España. Parecemos absorbidos por la problemática catalana, que es tal y de una magnitud excesiva. ¿Tanto como para abstenerse de hablar de aquellos que son más vulnerables?

La cuestión identitaria es crucial, pues perfila una gran porción de nuestra vida. Empero, comer, tener una educación y una sanidad pública y de calidad, una Justicia decente y rápida, unas instituciones transparentes y participativas, una vivienda en la que poder construir un hogar, la posibilidad de hacer frente a los medicamentos que recetan los galenos, unas condiciones laborales que no linden con la explotación,… nos da la vida. España no es un partido de tenis entre la Generalitat de Catalunya y La Moncloa; es un joven trabajando doce horas por un sueldo pírrico, un colegio público que no recibe el dinero suficiente para alimentar a sus alumnos, un anciano que mantiene con su pensión a la familia de su hija y que hunde sus manos en la basura para comer… Esta descripción es sobre la que hay que verter todos nuestros esfuerzos.

Yo he escrito bastante sobre Catalunya, porque es un territorio al que estimo mucho, como una parte de mí. La conozco bien y sé de su problemática. En ningún caso pretendo minimizar los anhelos independentistas o los deseos unionistas. Sin embargo, creo que este conflicto, que ha se tener una solución inmediata, no puede apartar a la gente que sufre de nuestras cabezas y de nuestros corazones. Y, sobre todo: no se pueden apartar de las propuestas que se hagan desde los Poderes Públicos para combatirlo. Asimismo, Catalunya también es Guillém, ese joven que trabaja doce horas como camarero por un sueldo de novecientos euros sin apenas vacaciones, y Joana, que mantiene con su pensión de escasos seiscientos euros a su hija, a su yerno y a sus dos nietos. Guillém y Joana necesitan la atención de las autoridades para poder columbrar un futuro mejor, allende si pretenden una Catalunya fuera de España o dentro de ésta.

Noticias relacionadas

La libertad de expresión es un derecho fundamental que abarca las libertades de opinión, información y prensa, es esencial para ejercer otros derechos humanos y participar activamente en una sociedad libre y democrática, pero lo mismo en España que toda Europa, este derecho se enfrenta a desafíos y tensiones debido a la censura y a las restricciones.

Tras conocer por la prensa que un juzgado ha abierto diligencias de investigación por una denuncia contra su esposa, el presidente del Gobierno ha publicado una carta abierta dirigida a la ciudadanía en el antiguo Twitter, en la que afirma que: "Vive con impotencia el fango que se esparce sobre su mujer", y se pregunta si debe continuar o renunciar, motivo por el cual cancela su agenda, y se da de plazo hasta el próximo lunes, para meditar su futuro.

Pedro Sánchez habría dado por amortizada la actual legislatura y, con un golpe de efecto, anunciará presumiblemente el 29 de abril el adelanto de las Elecciones Generales para el próximo otoño, con la esperanza de renacer cual Ave Fénix y obtener unos resultados que le permitan conformar un Gobierno en solitario tras fagocitar los restos del naufragio de la efímera candidatura unitaria de izquierdas Sumar y con apoyos externos de los grupos nacionalistas periféricos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto