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Prestemos atenciòn, no califiquemos de azaroso lo que obedece a controles pèrfidos subyacentes

Juegos de azares y controles

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Cuando las cuestiones planteadas no están claras, las teorías explicativas se multiplican; quien pasa a su alrededor pretende la hegemonía de sus opiniones. Sabemos de la futilidad de dichas actitudes. La suma de opiniones no grantiza la resolución de las incógnitas. El mismo concepto del azar ya plantea grandes dudas sobre sí mismo. ¿Equivale la denominación de azaroso al simple DESCONOCIMIENTO? La complejidad de los mecanismos va desde las diminutas partículas al enorme Universo. Al fin, y como sucede con el caos, el azar tiene sus mecanismos de funcionamiento. Ahora bien, si ese fondo escapa en su mayor parte a los intelectos, no conviene disfrazarlo de teorías.

Al menos solemos atribir al azar tres EQUÍVOCOS importantes, lo cual contribuye a la falta de entendimiento de cuanto ocurre. Las espaldas curtidas del azar encubren con frecuencia los deseos propios, aún los más alocados; el que estos trabajaran en la sombra no les encaja como azarosos, sino xomo maniobras en funcionamiento no siempre detectable. Qué no diremos en cuanto a las intenciones ajenas subyacentes en las influencias ambientales, con toda clase de tendencias en acción. Para finalizar, como decía antes, con los imponderables de los enigmas de la existencia, de tramas enrevesadas, pero pocas veces atribuibles al simple azar. El concepto de azaroso requiere fundamentos específicos.

Hablamos del azar como si fuera algún `producto cósmico ajeno a los circuitos íntimos personales; olvidamos la complejidad del ente individual. ¡Son tantos los factores que lo configuran! El gobierno eficaz de esos componentes escapa a la capacidad personal. Surgen elementos descontrolados, con rasgos de un azar INTRÍNSECO, de consecuencias imprevistas. Ocupa los entresijos de la biología en su extenso panorama, no se libran las emociones, los instintos, ni el funcionamiento orgánico en particular. Lo inesperado aparece sin pedir permiso, pero nos introduce de lleno entre servidumbres y pequeños oasis de libertades, siempre incompletas, eso sí.

Aunque la referencia a órdenes determinados o azares viene a ser como la pescadilla desorientada, avanzamos persiguiendo la propia cola; al ir a morderla, ya desapareció. Echemos si no un vistazo al denominado orden NATURAL, argumento utilizado con cierta frecuencia; derecho, sentimientos, costumbres. Parece evidente su existencia, en la Naturalez de todos rigen unos mecanismos peculiares, nadie lo discute. Sin embargo, a la hora de las interpretaciones ya estamos ante la intervención del cacumen humano capaz de desvirtuar su propio nombre. Entramos en el extenso campo de la diversidad, sin metas resolutivas, por que las ramificaciones de lo natural originan realidades interminables en busca de una armonía superadora.

Si lo natural muestra complicaciones por doquier, las cosas se nos complican hasta lo inverosímil en lo tocante a la divinidad; sobre todo si tratamos del supuesto orden DIVINO, de su conocimiento y sus prácticas. La disputa entre las mentes privilegiadas por la comprensión de dichas alturas y las personas sencillas receptoras de revelaciones fascinates; sacan a colación las maneras en los acercamientos a la existencia misma de la divinidad, sus características y orientaciones de cara a la gente corriente. Las imprecisiones menudean, ¡Cómo es natural! Lo cual dificulta la coherencia de los simples mortales a la hora de las respuestas prácticas. Las seguridades y controles quedan fuera de lugar.

La realidad contemplada desde la versión de las actividades directas de los humanos, nos adentra en las expresiones artificiales, que por la carga de las voluntades e intenciones, bien pudiéramos denominarla como ARTIFICIOSA. El añadido de las impertinencias es notorio, las originan desde las mentes menos favorecidas a las privilegiadas; algo similar a lo observado con el buen juicio, sencillo, meritorio y poco dado a la abundancia, sea por la incapacidad de sus protagonistas o por la preponderancia de otros intereses dirigidos a peores objetivos. Los umbrales delimitadores de las bondades son también esquivos. El tiempo con su labor deletérea y las malversaciones, restan contundencia a los objetivos novedosos.

Es posible que esta confrontación entre el azar y las maniobras sea un elemento esencial de la deambulación humana; incertidumbre por doquier y respuestas contundentes en cuentagotas. Si bien las grandes teorías existenciales moldean las actitudes, las necesidades circunstanciales acucian, reforzando el predominio de la PRAGMÁTICA más o menos tecnificada; con frecuencia, esas maneras en las actuaciones son el único plan activado, sin echar de menos a otras reflexiones. ¡Son tantos los problemas domésticos, profesionales o sociales! Ir mucho más allá de la pregmática inmediata, de cada día, resulta meritorio y evitaría actaciones abusivas; permitiría planteamientos superadores.

Por el contrario, a la mencionada devoción por la conducta inclemente, rutinaria y dominadora, no le aportamos oposiciones constructivas adaptadas a las cualidades de la persona. Lejos de tales razonamientos, optamos por quedar al pairo de nuevo, a través de un ABANDONISMO necio y comodón. Con dicha actitud aumentamos el porcentaje azaroso o bien permanecemos bajo las normativas pergeñadas desde posiciones ocupadas por gente más activa. Las protestas posteriores y nuestros lamentos pierden consistencia, por que parten de la pasividad injustificada. Sucede así con las costumbres, movidas de los Ayuntamientos, algaradas pseudoculturales; creadoras de forzamientos inadecuados en pleno siglo XXI.

Las condiciones del azar son también un tanto PARADÓJICAS.Impresiona como el enemigo cósmico de las afirmaciones razonadas y de las negaciones impertérritas; fulmina la disyuntiva del Sí o del No, a base de sus apariciones esporádicas. Sin embargo, tamaña libertad de movimientos no podía ser completa. Detectamos como el azar origina situaciones propicias para la aparición de controladores y sujetos dominadores. Pero, así mismo, el control exacerbado, por sus propias limitaciones es propenso a las grietas. El azar rueda por cualquier ámbito. Evitemos la confusión, ni todos los azares aparentes lo son, ni las grandezas están libres de ellos. Y en medio, cada persona, receptora o actuante.

Los niveles de autodeterminación alcanzados rozan las características de lo sublime, en aras de una DESIGUALDAD manifiesta, con el horizonte abierto a la armonía del conjunto; aunque sólo con el aislamiento individual queda muy desmejorado el planteamiento. Llegan los imprevistos naturales, como impedimentos o como circunstancias favorables; como verdaderos condicionantes, puestos a disposición de los aspirantes a vivirlos..

Los azares promovidos desde los contubernios organizados por otros humanos, desvirtúan el concepto inicial. Entre la transparencia inevitable y los ocultamientos malintencionados, discurren tramas de gran calado; cuya calificación exige tener en cuenta gran cantidad de factores. El principal radica en el RESPETO a cada persona; tan esencial, como escasamente practicado.

Juegos de azares y controles

Prestemos atenciòn, no califiquemos de azaroso lo que obedece a controles pèrfidos subyacentes
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 1 de septiembre de 2017, 08:42 h (CET)
Cuando las cuestiones planteadas no están claras, las teorías explicativas se multiplican; quien pasa a su alrededor pretende la hegemonía de sus opiniones. Sabemos de la futilidad de dichas actitudes. La suma de opiniones no grantiza la resolución de las incógnitas. El mismo concepto del azar ya plantea grandes dudas sobre sí mismo. ¿Equivale la denominación de azaroso al simple DESCONOCIMIENTO? La complejidad de los mecanismos va desde las diminutas partículas al enorme Universo. Al fin, y como sucede con el caos, el azar tiene sus mecanismos de funcionamiento. Ahora bien, si ese fondo escapa en su mayor parte a los intelectos, no conviene disfrazarlo de teorías.

Al menos solemos atribir al azar tres EQUÍVOCOS importantes, lo cual contribuye a la falta de entendimiento de cuanto ocurre. Las espaldas curtidas del azar encubren con frecuencia los deseos propios, aún los más alocados; el que estos trabajaran en la sombra no les encaja como azarosos, sino xomo maniobras en funcionamiento no siempre detectable. Qué no diremos en cuanto a las intenciones ajenas subyacentes en las influencias ambientales, con toda clase de tendencias en acción. Para finalizar, como decía antes, con los imponderables de los enigmas de la existencia, de tramas enrevesadas, pero pocas veces atribuibles al simple azar. El concepto de azaroso requiere fundamentos específicos.

Hablamos del azar como si fuera algún `producto cósmico ajeno a los circuitos íntimos personales; olvidamos la complejidad del ente individual. ¡Son tantos los factores que lo configuran! El gobierno eficaz de esos componentes escapa a la capacidad personal. Surgen elementos descontrolados, con rasgos de un azar INTRÍNSECO, de consecuencias imprevistas. Ocupa los entresijos de la biología en su extenso panorama, no se libran las emociones, los instintos, ni el funcionamiento orgánico en particular. Lo inesperado aparece sin pedir permiso, pero nos introduce de lleno entre servidumbres y pequeños oasis de libertades, siempre incompletas, eso sí.

Aunque la referencia a órdenes determinados o azares viene a ser como la pescadilla desorientada, avanzamos persiguiendo la propia cola; al ir a morderla, ya desapareció. Echemos si no un vistazo al denominado orden NATURAL, argumento utilizado con cierta frecuencia; derecho, sentimientos, costumbres. Parece evidente su existencia, en la Naturalez de todos rigen unos mecanismos peculiares, nadie lo discute. Sin embargo, a la hora de las interpretaciones ya estamos ante la intervención del cacumen humano capaz de desvirtuar su propio nombre. Entramos en el extenso campo de la diversidad, sin metas resolutivas, por que las ramificaciones de lo natural originan realidades interminables en busca de una armonía superadora.

Si lo natural muestra complicaciones por doquier, las cosas se nos complican hasta lo inverosímil en lo tocante a la divinidad; sobre todo si tratamos del supuesto orden DIVINO, de su conocimiento y sus prácticas. La disputa entre las mentes privilegiadas por la comprensión de dichas alturas y las personas sencillas receptoras de revelaciones fascinates; sacan a colación las maneras en los acercamientos a la existencia misma de la divinidad, sus características y orientaciones de cara a la gente corriente. Las imprecisiones menudean, ¡Cómo es natural! Lo cual dificulta la coherencia de los simples mortales a la hora de las respuestas prácticas. Las seguridades y controles quedan fuera de lugar.

La realidad contemplada desde la versión de las actividades directas de los humanos, nos adentra en las expresiones artificiales, que por la carga de las voluntades e intenciones, bien pudiéramos denominarla como ARTIFICIOSA. El añadido de las impertinencias es notorio, las originan desde las mentes menos favorecidas a las privilegiadas; algo similar a lo observado con el buen juicio, sencillo, meritorio y poco dado a la abundancia, sea por la incapacidad de sus protagonistas o por la preponderancia de otros intereses dirigidos a peores objetivos. Los umbrales delimitadores de las bondades son también esquivos. El tiempo con su labor deletérea y las malversaciones, restan contundencia a los objetivos novedosos.

Es posible que esta confrontación entre el azar y las maniobras sea un elemento esencial de la deambulación humana; incertidumbre por doquier y respuestas contundentes en cuentagotas. Si bien las grandes teorías existenciales moldean las actitudes, las necesidades circunstanciales acucian, reforzando el predominio de la PRAGMÁTICA más o menos tecnificada; con frecuencia, esas maneras en las actuaciones son el único plan activado, sin echar de menos a otras reflexiones. ¡Son tantos los problemas domésticos, profesionales o sociales! Ir mucho más allá de la pregmática inmediata, de cada día, resulta meritorio y evitaría actaciones abusivas; permitiría planteamientos superadores.

Por el contrario, a la mencionada devoción por la conducta inclemente, rutinaria y dominadora, no le aportamos oposiciones constructivas adaptadas a las cualidades de la persona. Lejos de tales razonamientos, optamos por quedar al pairo de nuevo, a través de un ABANDONISMO necio y comodón. Con dicha actitud aumentamos el porcentaje azaroso o bien permanecemos bajo las normativas pergeñadas desde posiciones ocupadas por gente más activa. Las protestas posteriores y nuestros lamentos pierden consistencia, por que parten de la pasividad injustificada. Sucede así con las costumbres, movidas de los Ayuntamientos, algaradas pseudoculturales; creadoras de forzamientos inadecuados en pleno siglo XXI.

Las condiciones del azar son también un tanto PARADÓJICAS.Impresiona como el enemigo cósmico de las afirmaciones razonadas y de las negaciones impertérritas; fulmina la disyuntiva del Sí o del No, a base de sus apariciones esporádicas. Sin embargo, tamaña libertad de movimientos no podía ser completa. Detectamos como el azar origina situaciones propicias para la aparición de controladores y sujetos dominadores. Pero, así mismo, el control exacerbado, por sus propias limitaciones es propenso a las grietas. El azar rueda por cualquier ámbito. Evitemos la confusión, ni todos los azares aparentes lo son, ni las grandezas están libres de ellos. Y en medio, cada persona, receptora o actuante.

Los niveles de autodeterminación alcanzados rozan las características de lo sublime, en aras de una DESIGUALDAD manifiesta, con el horizonte abierto a la armonía del conjunto; aunque sólo con el aislamiento individual queda muy desmejorado el planteamiento. Llegan los imprevistos naturales, como impedimentos o como circunstancias favorables; como verdaderos condicionantes, puestos a disposición de los aspirantes a vivirlos..

Los azares promovidos desde los contubernios organizados por otros humanos, desvirtúan el concepto inicial. Entre la transparencia inevitable y los ocultamientos malintencionados, discurren tramas de gran calado; cuya calificación exige tener en cuenta gran cantidad de factores. El principal radica en el RESPETO a cada persona; tan esencial, como escasamente practicado.

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