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La actitud de Fernando Lugo de administrar con los mismos códigos del viejo orden político fortalece la antigua relación de fuerzas, inclinada desproporcionadamente a la derecha

Fernando Lugo se prestó a una comedia neo-nazi

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La incursión política del cura Fernando Lugo, que se acerca a su inexorable fin, se parece cada vez más a una comedia que empezó teniéndolo como único actor, y terminó teniéndolo como único espectador.

En la etapa final, la del Pato Rengo (Lame Duck) , de un gobierno del que se esperaba mucho más, el cura evidencia en un balance que solo se prestó a una comedia de neo nazis que le prodigaron su apoyo económico y mediático durante toda su campaña electoral y gran parte de su reinado.

Si bien el discurso de Lugo supo levantar en su momento esperanzas en ciertas izquierdas, las derechas oligárquicas del Paraguay siempre se mostraron compactas y convencidas de que podría doblegar cualquier atisbo de reforma que el luguismo pudiera representar.

Fue así que como mientras algunos esperaban la aplicación de reformas políticas y sociales, los otros esperaban políticas neoliberales de "modernización". Los actos y las medidas de gobierno, a un poco de culminar su mandato, parecen marcar una sola dirección política invariable: la derecha.

Lo anunciaban los principales puntales del proyecto luguista, personajes vinculados a través de ONG derechistas a USAID(Camilo Soares, Guillermina Kanonikoff, Raúl Monte Domecq) , y una prensa hegemónica controlado por la embajada norteamericana a través del National Endowment for Democracy y la SIP (Aldo Zucolillo, Humberto Rubin, ABC color, Radio Ñanduti), multimedias de empresarios enriquecidos con la dictadura anticomunista y los medios de la misma familia Stroessner.

La respuesta de los movimientos sociales y sus expresiones de izquierda, dentro y fuera del Estado, apuntó con timidez a movilizaciones y manifestaciones sociales dispersas, presentadas ante la opinión pública como impopulares, sin dirección política unificada.

Esta tendencia se verifica observando cómo distribuyó en los cargos de su gabinete ministerial entre sus aliados. Los Ministerios más importantes en recursos humanos y económicos fueron a parar a manos del reaccionario y derechista Partido Liberal, entregó a los partidos y los supuestos movimientos Progresistas solo recibieron Secretarias de Estado con escasos presupuestos en cualquier incidencia en materia social y política. Como puede verificarse fácilmente en los números, Lugo no realizó, ni siquiera intentó, modificar el Presupuesto General de Gastos de la Nación, cuyos ingresos provienen en un 82% de impuestos indirectos (que pagan las grandes mayorías del país) y en un 18% de impuestos directos (que proviene de las grandes empresas). Aunque en principio anunció reformas tributarias para aumentar los impuestos a la tierra de los latifundistas ya las exportaciones de carne y soja, pronto se acobardó y renunció a esa posibilidad. Para abordar los impactos de la crisis financiera en la economía global del Paraguay, creó un plan de acuerdo a las recetas neoliberales: el endeudamiento externo, que será pagado por el Estado de la plata que aportan las grandes mayorías en concepto de impuestos

Los representantes de la izquierda en su gobierno fueron encerrados en un cerco cada vez más estrechos, si no expulsados de sus cargos por presión de los que tienen la sartén en el mango: los oligarcas y los medios hegemónicos que los representan. Fue el destino del ex ministro de Defensa Luis Bareiro Spaini, y el ex canciller Ahmed Franco.

Ni Lugo ni sus secuaces comediantes encontraron la fórmula para modificar la fuerza compacta que une a la derecha paraguaya y le permite controlar con comodidad el Congreso, los municipios, las gobernaciones, las Fiscalías y Contralorías o los grandes medios masivos comerciales. Tampoco se vio afectado el sector hegemónico de la economía primaria y monoproductora que aqueja al país, el de los agroganaderos y agroexportadores.

El cerco institucional estatal, diseñado Lugo inmediatamente después de asumir el gobierno, más las decisiones que Lugo tomó con sus actos de gobierno marca la tendencia de una nueva derechización del país, quizá con la novedosa publicidad que le realiza la prensa reaccionaria, que la presenta como un supuesto giro hacia la izquierda “marxista y bolivariana”. Propaganda que, obviamente, solo puede convencer a infradotados carentes de cultura política.

Como era previsible en una relación de amor y odio, el cura y los neo nazis que lo apuntalaron iniciaron una etapa conflictiva de su relación, pues como lo advirtiera Lamartine, cuando el amor ha sido una comedia, definitivamente el matrimonio termina en drama y tragedia.

La verdadera percepción de la realidad indica que en realidad, nuestro héroe el cura con hijos Fernando Lugo apenas si se prestó a una comedia neo-nazi que se acerca a ese epílogo.

Fernando Lugo se prestó a una comedia neo-nazi

La actitud de Fernando Lugo de administrar con los mismos códigos del viejo orden político fortalece la antigua relación de fuerzas, inclinada desproporcionadamente a la derecha
Luis Agüero Wagner
miércoles, 25 de enero de 2012, 08:01 h (CET)
La incursión política del cura Fernando Lugo, que se acerca a su inexorable fin, se parece cada vez más a una comedia que empezó teniéndolo como único actor, y terminó teniéndolo como único espectador.

En la etapa final, la del Pato Rengo (Lame Duck) , de un gobierno del que se esperaba mucho más, el cura evidencia en un balance que solo se prestó a una comedia de neo nazis que le prodigaron su apoyo económico y mediático durante toda su campaña electoral y gran parte de su reinado.

Si bien el discurso de Lugo supo levantar en su momento esperanzas en ciertas izquierdas, las derechas oligárquicas del Paraguay siempre se mostraron compactas y convencidas de que podría doblegar cualquier atisbo de reforma que el luguismo pudiera representar.

Fue así que como mientras algunos esperaban la aplicación de reformas políticas y sociales, los otros esperaban políticas neoliberales de "modernización". Los actos y las medidas de gobierno, a un poco de culminar su mandato, parecen marcar una sola dirección política invariable: la derecha.

Lo anunciaban los principales puntales del proyecto luguista, personajes vinculados a través de ONG derechistas a USAID(Camilo Soares, Guillermina Kanonikoff, Raúl Monte Domecq) , y una prensa hegemónica controlado por la embajada norteamericana a través del National Endowment for Democracy y la SIP (Aldo Zucolillo, Humberto Rubin, ABC color, Radio Ñanduti), multimedias de empresarios enriquecidos con la dictadura anticomunista y los medios de la misma familia Stroessner.

La respuesta de los movimientos sociales y sus expresiones de izquierda, dentro y fuera del Estado, apuntó con timidez a movilizaciones y manifestaciones sociales dispersas, presentadas ante la opinión pública como impopulares, sin dirección política unificada.

Esta tendencia se verifica observando cómo distribuyó en los cargos de su gabinete ministerial entre sus aliados. Los Ministerios más importantes en recursos humanos y económicos fueron a parar a manos del reaccionario y derechista Partido Liberal, entregó a los partidos y los supuestos movimientos Progresistas solo recibieron Secretarias de Estado con escasos presupuestos en cualquier incidencia en materia social y política. Como puede verificarse fácilmente en los números, Lugo no realizó, ni siquiera intentó, modificar el Presupuesto General de Gastos de la Nación, cuyos ingresos provienen en un 82% de impuestos indirectos (que pagan las grandes mayorías del país) y en un 18% de impuestos directos (que proviene de las grandes empresas). Aunque en principio anunció reformas tributarias para aumentar los impuestos a la tierra de los latifundistas ya las exportaciones de carne y soja, pronto se acobardó y renunció a esa posibilidad. Para abordar los impactos de la crisis financiera en la economía global del Paraguay, creó un plan de acuerdo a las recetas neoliberales: el endeudamiento externo, que será pagado por el Estado de la plata que aportan las grandes mayorías en concepto de impuestos

Los representantes de la izquierda en su gobierno fueron encerrados en un cerco cada vez más estrechos, si no expulsados de sus cargos por presión de los que tienen la sartén en el mango: los oligarcas y los medios hegemónicos que los representan. Fue el destino del ex ministro de Defensa Luis Bareiro Spaini, y el ex canciller Ahmed Franco.

Ni Lugo ni sus secuaces comediantes encontraron la fórmula para modificar la fuerza compacta que une a la derecha paraguaya y le permite controlar con comodidad el Congreso, los municipios, las gobernaciones, las Fiscalías y Contralorías o los grandes medios masivos comerciales. Tampoco se vio afectado el sector hegemónico de la economía primaria y monoproductora que aqueja al país, el de los agroganaderos y agroexportadores.

El cerco institucional estatal, diseñado Lugo inmediatamente después de asumir el gobierno, más las decisiones que Lugo tomó con sus actos de gobierno marca la tendencia de una nueva derechización del país, quizá con la novedosa publicidad que le realiza la prensa reaccionaria, que la presenta como un supuesto giro hacia la izquierda “marxista y bolivariana”. Propaganda que, obviamente, solo puede convencer a infradotados carentes de cultura política.

Como era previsible en una relación de amor y odio, el cura y los neo nazis que lo apuntalaron iniciaron una etapa conflictiva de su relación, pues como lo advirtiera Lamartine, cuando el amor ha sido una comedia, definitivamente el matrimonio termina en drama y tragedia.

La verdadera percepción de la realidad indica que en realidad, nuestro héroe el cura con hijos Fernando Lugo apenas si se prestó a una comedia neo-nazi que se acerca a ese epílogo.

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