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Un armisticio inexplicable en medio de una guerra absurda sigue siendo ignorado por la historiografía legionarista paraguaya

El Diciembre olvidado de la Guerra del Chaco

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Mucho se habla desde la corriente legionarista paraguaya para denostar contra los héroes, pero por lo general se olvida el inexplicable armisticio concedido por el ejército del Paraguay a Bolivia cuando tenía a su merced al adversario.

Precisamente en estos días se cumplieron 78 años de uno de los mayores enigmas de la guerra del Chaco, que hasta hoy muy pocos han mostrado intenciones de desentrañar.

Una racha incontenible de victorias paraguayas había acabado coronada el 11 de Diciembre de 1933 con la toma de Centeno (Alihuatá) y la rendición de dos divisiones en Campo Vía.  La debacle anímica boliviana había sido total. Habían caído prisioneros más de  ocho mil hombres, entre ellos más de doscientos jefes y dos coroneles, y el armamento perdido por los bolivianos era superior a lo que poseía todo el ejército paraguayo para afrontar la guerra, al menos en lo que a fusiles respecta.

Los altos mandos de Bolivia dieron allí a la guerra por perdida y las pretensiones de la petrolera Stándard  Oil, oculta en los pliegues de la bandera boliviana, pudieron haber sido neutralizadas definitivamente luego de la acción, de no ser porque el gobierno paraguayo decidió ofrecer un armisticio.  La continuación de la guerra por dos años más costó solo al Paraguay dieciocho mil vidas más.

Actitud Inexplicable

La actitud inexplicable, en una de las tantas veces, había sido producto de una decisión del general José Félix Estigarribia.  Según su propia confesión, al recibir una notificación desde Asunción de que Bolivia proponía el armisticio de dos o tres semanas, contestó al día siguiente que “no habría inconveniente en ofrecer dicho armisticio, siempre que se lo acordara dentro de 48 horas a partir de la fecha en que nos encontramos”.

Estigarribia reporta también que a las 11 horas del día 19 de Diciembre de 1933 recibió un despacho en el que el ministerio de Defensa le comunicaba que el gobierno paraguayo había concretado el armisticio solicitado por Bolivia, y que duraría hasta el 30 del mes.

El prestigioso comandante Carlos Fernández, quien luego se emparentaría con Estigarribia, opinó que “el armisticio ofrecido por nosotros y aprovechado por Bolivia como una tabla de salvación, favoreció grandemente al enemigo, porque mediante esa tregua, que no esperaban, pudo sustraerse a su total destrucción y reorganizarse tranquilamente mediante los esfuerzos de hombres y materiales que recibía constantemente, y pudo así constituir un nuevo ejército”.

Previsible reacción boliviana

El mismo comandante del Ejército boliviano reconoce que fue sorprendido por la benevolente actitud paraguaya luego de Campo Vía.  Según su enfoque “después de la derrota de la novena división en Campo Vía, todo el mundo había esperado una persecución inmediata, llevada a cabo con toda la energía y hasta el último aliento del último soldado de parte del ejército paraguayo”.  Autores bolivianos como Roberto Querejazu, Jorge Antesana, Miguel Mercado, Roberto Ayoroa  y Félix Tabera, no dudan en reconocer que  aquel inexplicable armisticio fue “una tabla de salvación ofrecida por el ejército paraguayo”.

Al amparo del armisticio, Bolivia llamó a reservas y nuevos conscriptos, e hizo voluminosos pedidos de armas y municiones.  Para el día de Navidad de 1933, en que el cuartel general boliviano se trasladó a Ballivián, la reorganización era más que notoria.

Nuevos motivos de querella

Si algo no se asomó con el armisticio de Campo Vía a los campos encendidos del Chaco Boreal, fue la anhelada paz.   El grave error del gobierno liberal de Eusebio Ayala fue sintetizado en un telegrama del 7 de enero de 1934 por uno de sus principales ministros, el doctor Justo Pastor Benítez:

“1. El armisticio constituyó un serio peligro para el Paraguay, pese a que el 18 de Diciembre último el gobierno paraguaya fue el que propuso a la Comisión un armisticio de diez días. 2. El armisticio ha servido exclusivamente a los intereses del adversario.  Le ha permitido salvar del desastre numerosas , fortificarse en una línea de combate hoy bien preparada, acumular nuevos contingentes en el frente de batalla, reorganizar su transporte, movilizar reservas. 3. Más aún, durante la vigencia del armisticio el gobierno boliviano ha acusado al Paraguay de violar continuamente el armisticio valiéndose de falsas imputaciones como medio de propaganda.  4. El armisticio no ha creado un ambiente propicio para la paz, antes bien ha originado nuevos motivos de querella”.

Malestar en el ejército

El general boliviano Porfirio Díaz Machado en sus escritos afirma que con el armisticio las fuerzas del Paraguay se privaron de “dar fin a un ejército que se hallaba destruido”.

El calificado comandante Juan Bautista Ayala acusa a la conducción militar y política paraguaya de la guerra de haber traicionado los altos intereses de la nación, y el mismo pariente de Estigarribia, Carlos J. Fernández reconoce que su suegro se enajenó en la ocasión la buena voluntad de sus subordinados “al no consultarles, como otras veces, antes de  tomar la decisión de aceptar el armisticio”.

Las consecuencias se darían luego de la guerra.  La indisposición del ejército con el régimen liberal sería duradera, y solo se resolvería con la expulsión del Partido Liberal del poder el 17 de febrero de 1936.

Sería la última victoria de los combatientes paraguayos de la Guerra del Chaco.

El Diciembre olvidado de la Guerra del Chaco

Un armisticio inexplicable en medio de una guerra absurda sigue siendo ignorado por la historiografía legionarista paraguaya
Luis Agüero Wagner
jueves, 15 de diciembre de 2011, 07:49 h (CET)

Mucho se habla desde la corriente legionarista paraguaya para denostar contra los héroes, pero por lo general se olvida el inexplicable armisticio concedido por el ejército del Paraguay a Bolivia cuando tenía a su merced al adversario.

Precisamente en estos días se cumplieron 78 años de uno de los mayores enigmas de la guerra del Chaco, que hasta hoy muy pocos han mostrado intenciones de desentrañar.

Una racha incontenible de victorias paraguayas había acabado coronada el 11 de Diciembre de 1933 con la toma de Centeno (Alihuatá) y la rendición de dos divisiones en Campo Vía.  La debacle anímica boliviana había sido total. Habían caído prisioneros más de  ocho mil hombres, entre ellos más de doscientos jefes y dos coroneles, y el armamento perdido por los bolivianos era superior a lo que poseía todo el ejército paraguayo para afrontar la guerra, al menos en lo que a fusiles respecta.

Los altos mandos de Bolivia dieron allí a la guerra por perdida y las pretensiones de la petrolera Stándard  Oil, oculta en los pliegues de la bandera boliviana, pudieron haber sido neutralizadas definitivamente luego de la acción, de no ser porque el gobierno paraguayo decidió ofrecer un armisticio.  La continuación de la guerra por dos años más costó solo al Paraguay dieciocho mil vidas más.

Actitud Inexplicable

La actitud inexplicable, en una de las tantas veces, había sido producto de una decisión del general José Félix Estigarribia.  Según su propia confesión, al recibir una notificación desde Asunción de que Bolivia proponía el armisticio de dos o tres semanas, contestó al día siguiente que “no habría inconveniente en ofrecer dicho armisticio, siempre que se lo acordara dentro de 48 horas a partir de la fecha en que nos encontramos”.

Estigarribia reporta también que a las 11 horas del día 19 de Diciembre de 1933 recibió un despacho en el que el ministerio de Defensa le comunicaba que el gobierno paraguayo había concretado el armisticio solicitado por Bolivia, y que duraría hasta el 30 del mes.

El prestigioso comandante Carlos Fernández, quien luego se emparentaría con Estigarribia, opinó que “el armisticio ofrecido por nosotros y aprovechado por Bolivia como una tabla de salvación, favoreció grandemente al enemigo, porque mediante esa tregua, que no esperaban, pudo sustraerse a su total destrucción y reorganizarse tranquilamente mediante los esfuerzos de hombres y materiales que recibía constantemente, y pudo así constituir un nuevo ejército”.

Previsible reacción boliviana

El mismo comandante del Ejército boliviano reconoce que fue sorprendido por la benevolente actitud paraguaya luego de Campo Vía.  Según su enfoque “después de la derrota de la novena división en Campo Vía, todo el mundo había esperado una persecución inmediata, llevada a cabo con toda la energía y hasta el último aliento del último soldado de parte del ejército paraguayo”.  Autores bolivianos como Roberto Querejazu, Jorge Antesana, Miguel Mercado, Roberto Ayoroa  y Félix Tabera, no dudan en reconocer que  aquel inexplicable armisticio fue “una tabla de salvación ofrecida por el ejército paraguayo”.

Al amparo del armisticio, Bolivia llamó a reservas y nuevos conscriptos, e hizo voluminosos pedidos de armas y municiones.  Para el día de Navidad de 1933, en que el cuartel general boliviano se trasladó a Ballivián, la reorganización era más que notoria.

Nuevos motivos de querella

Si algo no se asomó con el armisticio de Campo Vía a los campos encendidos del Chaco Boreal, fue la anhelada paz.   El grave error del gobierno liberal de Eusebio Ayala fue sintetizado en un telegrama del 7 de enero de 1934 por uno de sus principales ministros, el doctor Justo Pastor Benítez:

“1. El armisticio constituyó un serio peligro para el Paraguay, pese a que el 18 de Diciembre último el gobierno paraguaya fue el que propuso a la Comisión un armisticio de diez días. 2. El armisticio ha servido exclusivamente a los intereses del adversario.  Le ha permitido salvar del desastre numerosas , fortificarse en una línea de combate hoy bien preparada, acumular nuevos contingentes en el frente de batalla, reorganizar su transporte, movilizar reservas. 3. Más aún, durante la vigencia del armisticio el gobierno boliviano ha acusado al Paraguay de violar continuamente el armisticio valiéndose de falsas imputaciones como medio de propaganda.  4. El armisticio no ha creado un ambiente propicio para la paz, antes bien ha originado nuevos motivos de querella”.

Malestar en el ejército

El general boliviano Porfirio Díaz Machado en sus escritos afirma que con el armisticio las fuerzas del Paraguay se privaron de “dar fin a un ejército que se hallaba destruido”.

El calificado comandante Juan Bautista Ayala acusa a la conducción militar y política paraguaya de la guerra de haber traicionado los altos intereses de la nación, y el mismo pariente de Estigarribia, Carlos J. Fernández reconoce que su suegro se enajenó en la ocasión la buena voluntad de sus subordinados “al no consultarles, como otras veces, antes de  tomar la decisión de aceptar el armisticio”.

Las consecuencias se darían luego de la guerra.  La indisposición del ejército con el régimen liberal sería duradera, y solo se resolvería con la expulsión del Partido Liberal del poder el 17 de febrero de 1936.

Sería la última victoria de los combatientes paraguayos de la Guerra del Chaco.

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