PeDesde la perspectiva que día a día traslada la calle, da que pensar que ALGUIEN, muy
listo, con otros, seguidores del listo, y con otros muchos “llenadores de plazas
mitineras” desea proclamar el fracaso de la quinta del 78.
Ese alguien muy listo, conocedor de los privilegios que otorga el poder y
autocomplaciente, como las elitistas falanges hitlerianas, por creerse pertenecer a la
raza limpia jamás contaminada con impuros mestizajes... ese alguien desea llevar a los
españoles a la convivencia fratricida de aquellos años que todos hemos querido olvidar.
Ese alguien, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, en una campaña de primarias
mitineras, copia fiel de aquellas anteriores, llamadas generales, mantiene un único
discurso: el del enfrentamiento ideológico viral.
Enciende los sentimientos de la supervivencia; sentimientos de egoísmo, de negación
del otro, de defenestración del opositor; sentimientos de odio que salpican todas las
pantallas de las televisiones, indefensas ante tantas mentiras y tanto enfrentamiento.
Ese señor, “de cuyo nombre no quiero acordarme” no sabe el daño que su discurso
hace en tantas y tantas aldeas, villas, pueblos y ciudades en las que, según su ideología
de la negación existen “unos vecinos malos” que hay que liquidar... Pedro, Pablo,
Patricia, Paloma... “P.P...P.P.”
Si España vuelve a los años del enfrentamiento, de las miradas de soslayo, del miedo al
vecino, del racionamiento de las libertades personales y morales... usted, don Pedro
Sánchez, será responsable.
Y todo, ¡qué pena!, por un sueldo anual y vitalicio para usted y, para su famosa
banda de aventureros políticos, cuatro años de prebendas.