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Nieves Fernández

Escribir a cuatro manos

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Escribir a cuatro manos y a dos cerebros podría ser equivalente a interpretar una obra musical en el piano, también a cuatro manos pero de forma sonora y espectacular. Las escritoras argentinas Graciela Montes y Ema Wolf han sorprendido al mundo literario con su obra “El turno del escriba” turnándose en escribir a dúo, capítulo a capítulo, en cada par de manos. La sorpresa fue doble para algunos al comprobar que dos autoras con tradición en textos para niños, hayan podido ganar el premio Alfaguara de novela; tal es el trato y condición que se suele dar al gremio de escritores de lo infantil, gremio al que modestamente pertenezco.

Vemos por la historia de la literatura que lo de escribir a cuatro manos viene de lejos, el mismísimo Cervantes nos presenta en su obra principal a Cide Hamete Benengeli, como autor verdadero del Quijote, sin sacarnos de dudas si el tal Cide Hamete, podría ser él mismo o el verdadero autor de quien hereda el tema y argumento de su parodia de caballerías.

También Federico García Lorca tuvo como proyecto escribir junto al guatemalteco Luis Cardoza y Aragón el libro “Adaptación del Génesis para music-hall”, pero la pérdida del poeta español hizo que Luis Cardoza no deseara publicar ese trabajo, perdiéndose para nosotros y para el mundo editorial.

Algo parecido ocurrió con otros dos autores de escritos a cuatro manos, precisamente en la misma editorial –Alfaguara- que premia ahora a las escritoras argentinas. El fallecido Terenci Moix y Pere Gimferrer escribieron a dúo “Historia de Cine”, pero después hubo remuéveda editorial y aunque Camilo José Cela, responsable en los años sesenta de la casa editora, aconsejó a los autores que guardaran una copia, desgraciadamente la única copia desapareció y no pudo publicarse; otras obras sí se publicarían para gloria de ambos escritores.

Tanto Graciela como Ema reconocen haberse comunicado en cantidad y calidad para escribir “El turno del escriba”. Interesantes son también las respuestas de otras dos escritoras chilenas, Ana María Giraldos y Jacqueline Balcells, al ser entrevistadas sobre la forma en la que trabajan, Ana María responde que trabaja “a cuatro manos y a una voz, así se forma un tercer escritor que no es Jacqueline ni soy yo, es una voz distinta”.

Otra pareja de autores al unísono son Miguel Barceló y Pedro Jorge Romero al crear “El otoño de las estrellas”, obra dual en todos los sentidos, novela en dos partes y, con dos ambientes diferentes.

Familiarmente, los hermanos Santiago y Andrés Rubín de Celis publican “Blake Edwards o atrapar un rayo en una botella”, confiesan al escribir juntos que “cada uno hace su parte y luego el otro corrige despiadadamente. Y los dedos son dos, no nos hacen falta las manos”.

La peculiar manera de escribir a cuatro manos ha sido practicada por tándem de escritores tales como Andreu Martín y Jaume Ribera en “Los dueños del paraíso”, o Nativel Preciado y José Antonio Marina cuando firman “Hablemos de la vida”, o Raúl del Pozo y Espido Freire con “La muerte atravesó el Paraninfo” donde al igual que Graciela y Ema lo hacen a turnos de capítulo.

Difícil es escribir bien con dos manos, con una sujetas el papel, con la otra rellenas espacios en blanco o, más modernamente, trabajas con ambas por igual, prestando dígitos y restando luminosidad a la pantalla. Difícil hacerlo en paridad de pareceres cuando el mundo se desboca hacia el individualismo en cualquier ámbito o convivencia, tanto más en literatura.

Un día, un ingenioso escritor cubano me propuso escribir juntos sobre un mismo tema, ejercicio y experimento escrito que dejé pospuesto, pero no olvidado. Dos plumas y cuatro manos, suena interesante. Cualquier día lo retomo, experiencias así merecen la pena.

Escribir a cuatro manos

Nieves Fernández
Nieves Fernández
domingo, 6 de marzo de 2005, 01:33 h (CET)
Escribir a cuatro manos y a dos cerebros podría ser equivalente a interpretar una obra musical en el piano, también a cuatro manos pero de forma sonora y espectacular. Las escritoras argentinas Graciela Montes y Ema Wolf han sorprendido al mundo literario con su obra “El turno del escriba” turnándose en escribir a dúo, capítulo a capítulo, en cada par de manos. La sorpresa fue doble para algunos al comprobar que dos autoras con tradición en textos para niños, hayan podido ganar el premio Alfaguara de novela; tal es el trato y condición que se suele dar al gremio de escritores de lo infantil, gremio al que modestamente pertenezco.

Vemos por la historia de la literatura que lo de escribir a cuatro manos viene de lejos, el mismísimo Cervantes nos presenta en su obra principal a Cide Hamete Benengeli, como autor verdadero del Quijote, sin sacarnos de dudas si el tal Cide Hamete, podría ser él mismo o el verdadero autor de quien hereda el tema y argumento de su parodia de caballerías.

También Federico García Lorca tuvo como proyecto escribir junto al guatemalteco Luis Cardoza y Aragón el libro “Adaptación del Génesis para music-hall”, pero la pérdida del poeta español hizo que Luis Cardoza no deseara publicar ese trabajo, perdiéndose para nosotros y para el mundo editorial.

Algo parecido ocurrió con otros dos autores de escritos a cuatro manos, precisamente en la misma editorial –Alfaguara- que premia ahora a las escritoras argentinas. El fallecido Terenci Moix y Pere Gimferrer escribieron a dúo “Historia de Cine”, pero después hubo remuéveda editorial y aunque Camilo José Cela, responsable en los años sesenta de la casa editora, aconsejó a los autores que guardaran una copia, desgraciadamente la única copia desapareció y no pudo publicarse; otras obras sí se publicarían para gloria de ambos escritores.

Tanto Graciela como Ema reconocen haberse comunicado en cantidad y calidad para escribir “El turno del escriba”. Interesantes son también las respuestas de otras dos escritoras chilenas, Ana María Giraldos y Jacqueline Balcells, al ser entrevistadas sobre la forma en la que trabajan, Ana María responde que trabaja “a cuatro manos y a una voz, así se forma un tercer escritor que no es Jacqueline ni soy yo, es una voz distinta”.

Otra pareja de autores al unísono son Miguel Barceló y Pedro Jorge Romero al crear “El otoño de las estrellas”, obra dual en todos los sentidos, novela en dos partes y, con dos ambientes diferentes.

Familiarmente, los hermanos Santiago y Andrés Rubín de Celis publican “Blake Edwards o atrapar un rayo en una botella”, confiesan al escribir juntos que “cada uno hace su parte y luego el otro corrige despiadadamente. Y los dedos son dos, no nos hacen falta las manos”.

La peculiar manera de escribir a cuatro manos ha sido practicada por tándem de escritores tales como Andreu Martín y Jaume Ribera en “Los dueños del paraíso”, o Nativel Preciado y José Antonio Marina cuando firman “Hablemos de la vida”, o Raúl del Pozo y Espido Freire con “La muerte atravesó el Paraninfo” donde al igual que Graciela y Ema lo hacen a turnos de capítulo.

Difícil es escribir bien con dos manos, con una sujetas el papel, con la otra rellenas espacios en blanco o, más modernamente, trabajas con ambas por igual, prestando dígitos y restando luminosidad a la pantalla. Difícil hacerlo en paridad de pareceres cuando el mundo se desboca hacia el individualismo en cualquier ámbito o convivencia, tanto más en literatura.

Un día, un ingenioso escritor cubano me propuso escribir juntos sobre un mismo tema, ejercicio y experimento escrito que dejé pospuesto, pero no olvidado. Dos plumas y cuatro manos, suena interesante. Cualquier día lo retomo, experiencias así merecen la pena.

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