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El amor al prójimo es la salvaguarda de los derechos humanos

Soy samaritano

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La Europa de los derechos humanos tiene que preservar el “delito de solidaridad”, como lo llama el periodista Rafael Poch cuando redacta su escrito en que trata el tema de la ayuda humanitaria que se ha presentado en pintoresca localidad francesa de Breil-sur-Roya, en donde una vez más se pone de manifiesto que en “la Europa sin norte, la solidaridad laica hacia otro ser humano, la caridad cristiana hacia Jesucristo que es cada refugiado, ya es delito, dice Poch El mismo periodista se hace esta pregunta. “¿Para qué sirve poner una sonda en Marte si no somos capaces de ayudar a estas personas?”

Cédric Herrou en Francia, Fredrik Önnevall en Suecia y algunos más, se enfrentan a ser juzgados por el “delito de solidaridad”. Europa y América han enloquecido. La iglesia católica pide privilegios porque se considera depositaria de la fe cristiana. ¿Qué es un cristianismo sin Cristo? Uno más de los humanismos aunque se denomine cristiano. Un humanismo sin Cristo es incapaz de enderezar la caótica situación en que se encuentra Europa.

La justicia francesa condenando a Herrou y la sueca a Önnevall, han abandonado su razón de ser. “Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las autoridades existentes han sido establecidas por Dios” (Romanos 13: 1). ¿Qué actitud deberían tomar los ciudadanos ante estas “autoridades establecidas por Dios”? “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella. Porque es servidor de Dios para tu bien” vv.3,4). Desgraciadamente las sentencias que se dictan por hacer el bien no están en la línea de alabar a quienes lo hacen. Todo lo contrario, promueven la indiferencia por miedo al castigo. Esta Europa injusta no es la que deseamos. No es la Europa democrática que deseamos sea.

¿Qué son estos inmigrantes que llegan a casa nuestra que carecen de los derechos que los animalistas exigen se den a los animales? Según Jesús son nuestro prójimo. Un doctor de la ley le preguntó a Jesús: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El Maestro le respondió con dos preguntas: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? El doctor de la ley responde: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dice: “Bien has respondido, haz esto, y vivirás”

Amar a Dios sobre todas las cosas es muy fácil decirlo y también es muy sencillo aparentarlo. Los fariseos eran muy hábiles en fingir una espiritualidad inexistente. Es por ello que Jesús los llama hipócritas. Jesús los desenmascara cuando dice. “Cuando ayunéis no seáis austeros, como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan, de cierto os digo ya tienen su recompensa” (Mateo 6:16). Reciben las alabanzas de los hombres porque desconocen su hipocresía.

Jesús, a quien no se le da gato por liebre porque conoce bien la interioridad del corazón humano, le dice al doctor de la ley que había respondido bien: “Haz esto y vivirás”. Este sabihondo de la ley que conoce muy bien la letra pero que es un ignorante respecto a su sentido espiritual, pretende eludir su responsabilidad, diciendo: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús no le responde con una disertación filosófica que dé pie a un debate inacabable que termine en tablas, y la pregunta, “¿quién es mi prójimo?” quede sin respuesta. Jesús le responde narrando la parábola que se conoce como la del “Buen samaritano”, una historia terrenal con significado espiritual.

Brevemente: Un hombre que transita por un camino poco transitado lo asaltan unos ladrones dejándolo tendido en el suelo medio muerto. Es esto que llega al escenario del crimen un sacerdote, que pasa de largo sin detenerse. Poco después llega un levita que hace lo mismo. Finalmente se aproxima un samaritano que al ver al hombre tendido en el suelo malherido, se detiene para auxiliarlo. Narrada la historia Jesús le pregunta al doctor de la ley: “¿Quién pues, de estos tres te parece que fue el prójimo que cayó en manos de los ladrones?” El doctor de la ley no pudo eludir la respuesta y dijo: “El que usó misericordia con él”. Y Jesús le dijo: “Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10: 25-37).

Es muy significativo que fuese un samaritano el que tuviese misericordia del hombre maltratado. Los judíos odiaban a los samaritanos por motivos raciales y religiosos. El contacto con un samaritano los convertía en impuros. Pues bien, una persona inmunda para los judíos, es la que mostró misericordia hacia el hombre necesitado de auxilio, Los religiosos que pasaron de largo eran judíos, que adoraban al Dios misericordioso, no dieron muestras de compasión. Ni las diferencias raciales, ni religiosas, ni de ninguna clase, debe ser motivo para mostrar misericordia al necesitado. Ante el inmigrante en apuros Jesús nos dice: “Vé, y tú has lo mismo”

La justicia corrompida que no tiene como modelo al Dios justo puede prohibir ayudar al inmigrante. Puede castigar a quienes lo hagan. El apóstol Pedro que fue azotado por el Sanedrín por hacer el bien, nos dice que si somos perseguidos por la justicia por hacer el bien: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

Soy samaritano

El amor al prójimo es la salvaguarda de los derechos humanos
Octavi Pereña
martes, 28 de marzo de 2017, 00:35 h (CET)
La Europa de los derechos humanos tiene que preservar el “delito de solidaridad”, como lo llama el periodista Rafael Poch cuando redacta su escrito en que trata el tema de la ayuda humanitaria que se ha presentado en pintoresca localidad francesa de Breil-sur-Roya, en donde una vez más se pone de manifiesto que en “la Europa sin norte, la solidaridad laica hacia otro ser humano, la caridad cristiana hacia Jesucristo que es cada refugiado, ya es delito, dice Poch El mismo periodista se hace esta pregunta. “¿Para qué sirve poner una sonda en Marte si no somos capaces de ayudar a estas personas?”

Cédric Herrou en Francia, Fredrik Önnevall en Suecia y algunos más, se enfrentan a ser juzgados por el “delito de solidaridad”. Europa y América han enloquecido. La iglesia católica pide privilegios porque se considera depositaria de la fe cristiana. ¿Qué es un cristianismo sin Cristo? Uno más de los humanismos aunque se denomine cristiano. Un humanismo sin Cristo es incapaz de enderezar la caótica situación en que se encuentra Europa.

La justicia francesa condenando a Herrou y la sueca a Önnevall, han abandonado su razón de ser. “Porque no hay autoridad que no venga de Dios, y las autoridades existentes han sido establecidas por Dios” (Romanos 13: 1). ¿Qué actitud deberían tomar los ciudadanos ante estas “autoridades establecidas por Dios”? “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella. Porque es servidor de Dios para tu bien” vv.3,4). Desgraciadamente las sentencias que se dictan por hacer el bien no están en la línea de alabar a quienes lo hacen. Todo lo contrario, promueven la indiferencia por miedo al castigo. Esta Europa injusta no es la que deseamos. No es la Europa democrática que deseamos sea.

¿Qué son estos inmigrantes que llegan a casa nuestra que carecen de los derechos que los animalistas exigen se den a los animales? Según Jesús son nuestro prójimo. Un doctor de la ley le preguntó a Jesús: “¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? El Maestro le respondió con dos preguntas: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? El doctor de la ley responde: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dice: “Bien has respondido, haz esto, y vivirás”

Amar a Dios sobre todas las cosas es muy fácil decirlo y también es muy sencillo aparentarlo. Los fariseos eran muy hábiles en fingir una espiritualidad inexistente. Es por ello que Jesús los llama hipócritas. Jesús los desenmascara cuando dice. “Cuando ayunéis no seáis austeros, como los hipócritas, porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan, de cierto os digo ya tienen su recompensa” (Mateo 6:16). Reciben las alabanzas de los hombres porque desconocen su hipocresía.

Jesús, a quien no se le da gato por liebre porque conoce bien la interioridad del corazón humano, le dice al doctor de la ley que había respondido bien: “Haz esto y vivirás”. Este sabihondo de la ley que conoce muy bien la letra pero que es un ignorante respecto a su sentido espiritual, pretende eludir su responsabilidad, diciendo: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús no le responde con una disertación filosófica que dé pie a un debate inacabable que termine en tablas, y la pregunta, “¿quién es mi prójimo?” quede sin respuesta. Jesús le responde narrando la parábola que se conoce como la del “Buen samaritano”, una historia terrenal con significado espiritual.

Brevemente: Un hombre que transita por un camino poco transitado lo asaltan unos ladrones dejándolo tendido en el suelo medio muerto. Es esto que llega al escenario del crimen un sacerdote, que pasa de largo sin detenerse. Poco después llega un levita que hace lo mismo. Finalmente se aproxima un samaritano que al ver al hombre tendido en el suelo malherido, se detiene para auxiliarlo. Narrada la historia Jesús le pregunta al doctor de la ley: “¿Quién pues, de estos tres te parece que fue el prójimo que cayó en manos de los ladrones?” El doctor de la ley no pudo eludir la respuesta y dijo: “El que usó misericordia con él”. Y Jesús le dijo: “Vé, y haz tú lo mismo” (Lucas 10: 25-37).

Es muy significativo que fuese un samaritano el que tuviese misericordia del hombre maltratado. Los judíos odiaban a los samaritanos por motivos raciales y religiosos. El contacto con un samaritano los convertía en impuros. Pues bien, una persona inmunda para los judíos, es la que mostró misericordia hacia el hombre necesitado de auxilio, Los religiosos que pasaron de largo eran judíos, que adoraban al Dios misericordioso, no dieron muestras de compasión. Ni las diferencias raciales, ni religiosas, ni de ninguna clase, debe ser motivo para mostrar misericordia al necesitado. Ante el inmigrante en apuros Jesús nos dice: “Vé, y tú has lo mismo”

La justicia corrompida que no tiene como modelo al Dios justo puede prohibir ayudar al inmigrante. Puede castigar a quienes lo hagan. El apóstol Pedro que fue azotado por el Sanedrín por hacer el bien, nos dice que si somos perseguidos por la justicia por hacer el bien: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

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