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Almudena Negro

Se va ZP. Pero no el zapaterismo

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Es comprensible la perplejidad (confieso que no me lo esperaba) ante el anuncio de Rodríguez Zapatero, en el que según me cuentan han pesado mucho razones familiares, de no concurrir como candidato a las Elecciones Generales de 2012. Porque el anuncio, que no supone la dimisión del presidente de gobierno como Secretario General del PSOE ni el adelanto de las elecciones generales, resultará demoledor.

Por un lado, las luchas intestinas en la formación del puño y la rosa, siempre son terribles, han comenzado. Pintan bastos. Históricamente en el PSOE siempre gana la facción más radical, menos democrática. Recuerden a Besteiro. Recuerden cómo el antaño influyente diario “El País” liquidó a Josep Borrell. Por otro lado, malo, muy malo para España el tener a ZP un año andando cual prota de The walking dead por Moncloa sabiendo que otro asumirá las consecuencias de sus actos. Da pavor. Malo también ha sido el anuncio para la oposición, que pierde, si es que alguna vez la tuvo, la iniciativa mediática. Sospecho que hace mucho que renunció a ello.

Para colmo, a buen seguro que los de siempre aprovecharán los cambios en la izquierda para tratar de volver a mover la barca rajoyista a ver si cuela. Desolados andan por su parte, por cierto, los zapateristas. Aquellos que sin el líder no serán nadie en el partido, sencillamente porque nada valen. Los que han hecho carrera a la sombra y la pelota del de León. Alguna ministra aún no se ha recuperado del susto. Sabe que su futuro político es inexistente.

Ojo a lo de las primarias en el seno del PSOE, que, visto el reciente antecedente madrileño, promete ser todo un espectáculo. Candidatos a la sucesión hay muchos. Rubalcaba y Chacón, por este orden, a la cabeza. Patxi López calla pero ansía. Sabe que su futuro en el País Vasco es incierto. José Blanco decidió hace tiempo apostar por el actual ministro del Interior. José Bono maniobra, pero su tiempo parece que ha pasado. La Hípica Almenara y su millonario patrimonio pesan como una losa sobre sus aspiraciones. Aunque haya quien le regale los oídos y le diga que es el momento. Sin duda, los próximo meses el PSOE se enfrascará de lleno en una guerra fratricida. Y las consecuencias las pagaremos todos los españoles: las reformas estructurales que urgentemente necesita España quedarán relegadas a segundo término. 2012 será un año de hieles para las clases medias, cada vez más empobrecidas.

Con todo, lo peor del asunto es que Zapatero se va pero no así el zapaterismo, que es el mal que nos aqueja. Porque todo lo acontecido en España en los últimos siete años, empezando por el contenido infame de las actas de ETA, no es obra de un solo hombre. ZP no es la causa. Es la consecuencia.

Trágicamente, parece que el PSOE no está dispuesto a renunciar a la senda nihilista, a la ingeniería social y al totalitarismo. No tienen intención de homologarse con la izquierda europea, sino que persisten en los pactos con nacionalismos propios de los fascismos del siglo XX y en la defensa de clichés marxistas que se vinieron abajo con la caída del muro de Berlín.

El Pacto del Tinell sigue plenamente vigente. Y mientras sea así, tanto da quién sea el sucesor. El problema, no se engañen, no era Zapatero. Es el propio PSOE. Seguimos igual.

Se va ZP. Pero no el zapaterismo

Almudena Negro
Almudena Negro
lunes, 4 de abril de 2011, 06:57 h (CET)
Es comprensible la perplejidad (confieso que no me lo esperaba) ante el anuncio de Rodríguez Zapatero, en el que según me cuentan han pesado mucho razones familiares, de no concurrir como candidato a las Elecciones Generales de 2012. Porque el anuncio, que no supone la dimisión del presidente de gobierno como Secretario General del PSOE ni el adelanto de las elecciones generales, resultará demoledor.

Por un lado, las luchas intestinas en la formación del puño y la rosa, siempre son terribles, han comenzado. Pintan bastos. Históricamente en el PSOE siempre gana la facción más radical, menos democrática. Recuerden a Besteiro. Recuerden cómo el antaño influyente diario “El País” liquidó a Josep Borrell. Por otro lado, malo, muy malo para España el tener a ZP un año andando cual prota de The walking dead por Moncloa sabiendo que otro asumirá las consecuencias de sus actos. Da pavor. Malo también ha sido el anuncio para la oposición, que pierde, si es que alguna vez la tuvo, la iniciativa mediática. Sospecho que hace mucho que renunció a ello.

Para colmo, a buen seguro que los de siempre aprovecharán los cambios en la izquierda para tratar de volver a mover la barca rajoyista a ver si cuela. Desolados andan por su parte, por cierto, los zapateristas. Aquellos que sin el líder no serán nadie en el partido, sencillamente porque nada valen. Los que han hecho carrera a la sombra y la pelota del de León. Alguna ministra aún no se ha recuperado del susto. Sabe que su futuro político es inexistente.

Ojo a lo de las primarias en el seno del PSOE, que, visto el reciente antecedente madrileño, promete ser todo un espectáculo. Candidatos a la sucesión hay muchos. Rubalcaba y Chacón, por este orden, a la cabeza. Patxi López calla pero ansía. Sabe que su futuro en el País Vasco es incierto. José Blanco decidió hace tiempo apostar por el actual ministro del Interior. José Bono maniobra, pero su tiempo parece que ha pasado. La Hípica Almenara y su millonario patrimonio pesan como una losa sobre sus aspiraciones. Aunque haya quien le regale los oídos y le diga que es el momento. Sin duda, los próximo meses el PSOE se enfrascará de lleno en una guerra fratricida. Y las consecuencias las pagaremos todos los españoles: las reformas estructurales que urgentemente necesita España quedarán relegadas a segundo término. 2012 será un año de hieles para las clases medias, cada vez más empobrecidas.

Con todo, lo peor del asunto es que Zapatero se va pero no así el zapaterismo, que es el mal que nos aqueja. Porque todo lo acontecido en España en los últimos siete años, empezando por el contenido infame de las actas de ETA, no es obra de un solo hombre. ZP no es la causa. Es la consecuencia.

Trágicamente, parece que el PSOE no está dispuesto a renunciar a la senda nihilista, a la ingeniería social y al totalitarismo. No tienen intención de homologarse con la izquierda europea, sino que persisten en los pactos con nacionalismos propios de los fascismos del siglo XX y en la defensa de clichés marxistas que se vinieron abajo con la caída del muro de Berlín.

El Pacto del Tinell sigue plenamente vigente. Y mientras sea así, tanto da quién sea el sucesor. El problema, no se engañen, no era Zapatero. Es el propio PSOE. Seguimos igual.

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