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Joan Vázquez, "Claude" en el musical "Hair, Love & Rock Musical”

“Disfrutar de este personaje me hace ser mejor”

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“Amor, paz y libertad”. Tres palabras que en la década de los sesenta, se convirtieron en todo un himno para una sociedad necesitada de nuevos valores. La igualdad racial y religiosa, la defensa del amor y la concordia o el pacifismo, fueron algunos de los temas que hicieron elevar la voz a la juventud de aquel entonces




Joan Vázquez, actor de "Hair, Love & Rock Musical".

Mónica González Álvarez

Imagino que los autores de Hair, Love & Rock Musical, influidos por la situación política en la que se encontraban inmersos –la guerra del Vietnam-, decidieron poner música a sus sentimientos, haciendo de este género teatral, todo un manifiesto de la defensa de la libertad individual.

Quizás por eso, ha acaparado tanto la atención del gran público desde su estreno el pasado 22 de diciembre en el Teatro Apolo de Barcelona. Se trata de un musical diferente, donde cada uno de los actores aporta su granito de arena, no sólo melódicamente, sino incluso emocionalmente. Como dice nuestro invitado, el actor y cantante Joan Vázquez: “con la música todo cobra una vida espectacular. Es como si la adrenalina fuera más alta”.

Joan interpreta a Claude, “un hombre más de mente que de hechos”, que forma parte de un grupo de hippies que viven en Central Park. Debido a la situación política que comentábamos, salen a relucir los sabores y sinsabores de una población que se sentía excluida por decir, “No a la guerra”.

A pesar de su juventud, Joan Vázquez lleva más de diez años sobre el escenario, inundando de frescura y alegría cada texto o cada canción que le ha tocado interpretar. De hecho, le hemos podido ver en funciones tan importantes como por ejemplo, Mamma Mía!, Rent o Los niños de historia. Actualmente, imparte clases de “educación auditiva” en la academia de OT 2011.


"Tienes que realmente sentir lo que estás diciendo"


Más de 15.000 personas, pasaron por las butacas del Teatro Apolo de Barcelona durante las primeras 20 funciones. Joan, ¿cómo se siente uno ante el inesperado éxito del musical Hair. Love & Rock Musical?

¡Afortunado! Porque la obra habla de unos valores que para mí como persona, no están muertos por más que sea del año 68. Habla de reivindicar, de decir las cosas que uno piensa en voz alta, de atreverse a ir contra el sistema, contra las cosas que aparentemente no nos gustan. Ver que eso, 40 años después, continúa siendo algo que emociona, que impacta al espectador y que todavía mueve masas, es muy excitante. Es reconfortante pensar que la gente recibe con la misma fuerza los valores en los que tú crees.

Imagino que también con cierta responsabilidad, ¿no?

Muchísimo, porque es un espectáculo que precisamente como habla de estas cosas, como políticamente se pronuncia tanto, como actor no lo puedes hacer a medias, tienes que realmente sentir lo que estás diciendo y optar por algo importante. Es una gran responsabilidad actuar desde este lado más honesto.

Como bien decías, la obra pertenece a los años sesenta. Joan, ¿en qué se diferencia la original puesta en escena de las posteriores versiones que se han ido haciendo? En concreto con esta española…

Creo que en poca cosa, porque esta producción ha intentado recuperar bastante el espíritu original de una puesta en escena, no muy virtuosa ni muy despampanante, sino más bien centrada en las emociones de los personajes, con una coreografía que no quiere romper muchos moldes, ni hacer muchos pasos, ni dar muchas espectacularidades, sino más bien ayudar a que la historia vaya y se dirija hacia al espectador y emocione al espectador.

¿Diferente? Quizás que en aquel momento, los personajes sí que podían estar viviendo esa realidad al mismo tiempo. O sea, era gente que vivía esa actualidad política y que por tanto, cuando protestaban de algo seguramente salían a la calle y seguían protestando de eso. En cambio a nosotros, nos viene un poco lejano, hemos tenido que crearlo más.


" Desde las masas se pueden mover cosas"


¿Y de qué trata Hair? ¿Con qué nos vamos a encontrar?

Va de un grupo de jóvenes, de un grupo de hippies que viven en Central Park, en un momento en que políticamente se está viviendo una situación muy tensa, como era la guerra del Vietnam. Entonces llamaban a filas a gente que no tenían oportunidades en la vida, como por ejemplo, la población afroamericana que era la más susceptible porque tenía poco acceso a la educación. Llamarte a filas tenía mucho que ver con no estar asignado a ningún instituto o a ninguna universidad. Concretamente, mi personaje tiene una línea un poco especial, porque no está muy relacionado con los hippies, sino que su conflicto se va distanciando de esta tribu. Pero básicamente, más que un hilo argumental, la función tiene flashes, momentos en que este grupo de gente protesta hacia lo que les rodea, y que en cierta manera les incomoda y piensan que no es una buena forma de seguir hacia el futuro.

De hecho, palabras como amor, paz y libertad inundan el escenario continuamente…

Claro, porque era un poco el lema de los hippies que se adecuó también al momento político que se vivía. Se intentaba tomar la iniciativa contra el pronóstico de las armas, de la guerra. Ellos tomaban la opción del amor, de la paz, de no involucrarse, de estar en esa especie de limbo activista pero no activo, como intentando no interaccionar de la misma manera que todos los demás estaban haciendo.

Pero la realidad es que hoy en día, todo suena más una utopía que a realidad, ¿o no?

Creo que sí y creo que no también. Pienso que estas utopías siempre se van repitiendo. Cuando hace cuatro o cinco años, tuvimos la desgracia de vivir otra vez la guerra de Irak, hubo otra vez la utopía de salir a la calle con banderas de arco iris, protestar y decir “paz”. Y aunque en cierta manera, no te transporta donde está habiendo el conflicto en ese momento, simplemente protestas y ya está. Desde las masas se pueden mover cosas.




Una escena del musical.


¿Se trataría como dices de un manifiesto de la defensa de los valores y libertades, no?

Sí. También coincidió que muchas minorías que hasta entonces no habían sido escuchadas, empezaron a emerger en los Estados Unidos. Por ejemplo, coincide también con el momento en que la población afroamericana deja de estar segregada. Eso es muy importante, porque mucha población que no había sido nunca escuchada, salía a la calle a hablar y a gritar en voz alta. También las minorías sexuales. Por ejemplo, los términos “homosexual” como lo entendemos ahora y la posibilidad de tener tendencias sexuales alternativas, nace con Stone Wall en el 68. Fue un momento en que en todo el mundo, muchos colectivos que no habían tenido voz, empiezan a tomar la identidad que 40 años después, se sigue manteniendo.

La década de los 60 es la época elegida para contar su historia. Joan, tú interpretas a Claude, uno de los chicos que conforman esa comunidad hippie. ¿Cómo lo definirías?

Indeciso, como un hombre más de mente que de hechos. Es alguien que tiene muchos ideales, que cree en muchas cosas, que sueña muchas cosas, pero que hay algo que le bloquea y le da miedo a la hora de decir: “vale pues yo opto por aquí, y si me equivoco me equivoco, y si tiro por esta línea pues que sea lo que sea, ¿no?”. Es alguien que tiene unos sueños -quiere ser director de cine-, tiene unas expectativas profesionales, pero que hoy podrían ser ésas y mañana podrían ser otras. Es decir, que está más bien perdido buscando dentro de ese momento, donde todo el mundo protesta y busca un sitio. Él también busca uno de manera fervorosa pero no acaba de encontrarlo, y entonces se encuentra que tiene un conflicto moral entre lo que su familia y la sociedad, teóricamente, esperan de él como americano, como hombre americano, de ir a luchar, de mostrar unos valores. Y por otra parte, la imposibilidad de demostrar que no cree en esos valores, pero tampoco se decanta por otros muy claros. Está ahí como en una especie de limbo.


"Me gusta este punto idealista, aunque luego no acabe de canalizarlo hacia ningún sitio"


¿Hay algo de Claude en Joan Vázquez?

Pues sí. Como todo ser humano, como todo adolescente en un momento determinado, hemos tenido este punto de: “¿qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que realmente sueño y qué es lo que la gente de alrededor espera de mí?”. Y muchas veces, en ese paso donde sales de la adolescencia y decides cosas, me he encontrado con que tirar hacia un lado suponía la desaprobación de gente que tenía al lado, y eso siempre te hace dudar. Porque en el fondo como ser humano, quieres satisfacer a la gente, buscas el afecto, buscas la confirmación de que estás actuando bien y siempre eso, es un momento de desajuste.

¿Qué cualidades admiras de tu personaje?

Esta capacidad un poco soñadora de poder imaginar, de poder visualizar cosas, de poder lanzarse al mundo imaginario y no tocar con los pies en el suelo en muchas situaciones. Me gusta este punto idealista, aunque luego no acabe de canalizarlo hacia ningún sitio (risas). Pero me gusta ese momento de improvisación, de liberación.

A veces pienso que los jóvenes de ahora no luchamos lo suficiente por nuestras convicciones. ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿No crees que en ocasiones somos “demasiado” conformistas?

Yo creo que luchamos más que nunca, en lo que nosotros creemos que podemos hacer y en lo que queremos. Por ejemplo, profesionalmente somos un poco más comprometidos que hace 40 años, porque la gente optaba más por seguir profesiones que su familia decía que podían ser buenas. Puede parecer un “topicazo”, pero antes la gente a nivel profesional le costaba más tirar hacia una línea, que no fuera la que sus familiares habían marcado. Igual en eso somos ahora más ambiciosos, nos decantamos por estudiar carreras que igual nos gustan, o igual no son carreras que nuestros padres hubieran estado esperando que hiciéramos, pero nos atrevemos. Sí que caemos un poco más en el conformismo, en el sentido en que a todos nos gusta más pues tener un iPhone, o estar conectados a internet, o tener este portátil, o vivir bien y salir el fin de semana y no pensar tanto a largo plazo, como lo hacían generaciones anteriores. Nosotros vivimos un poco más como a corto plazo y lo queremos todo y lo queremos ya. Somos un poco más conformistas con lo que la sociedad nos vende y nos lo tragamos un poco más rápido.




El equipo del musical.


En este sentido, ¿te parece que la sociedad de los sesenta luchaba más intensamente por sus ideales que por ejemplo ahora?

Quizás sí que lo exteriorizaban de manera más clara, en masa, y protestaban de una forma más salvaje.

Claude es el último de los personajes que interpretas, pero antes has sido Sky en Mamma Mía!, o has formado parte de obras tan importantes como, “Los chicos de Historia”, “My Fair Lady” o la premiada “Rent”. ¿Qué prefieres el teatro musical o el teatro de texto?

Como espectador me gusta tanto una cosa como la otra. Me encanta una obra de texto donde los personajes están muy definidos y ves conflictos humanos. Pero, también me gusta mucho la sensación del espectador en el teatro musical, donde la música te lleva a una profundidad emocional que va como el rayo, que va súper rápido y en cambio en el texto, no es tan sencillo de crear para el espectador. Una introducción musical te puede saltar una lágrima, en cambio el texto es más lento. Como actor he tenido la suerte de hacer las dos cosas. Del texto me gusta la idea de que por ejemplo, es muy curioso que el tempo de una función, la velocidad, el ritmo de una función, la tienes que crear siempre con el resto de actores y siempre tienes que ser muy cauteloso con ella, porque la fabricas tú, solo estás tú con tu palabra, con tus acciones y con los demás miembros de la compañía interaccionando para ello. En cambio, en un musical eso te viene dado por la música. La velocidad de la función está ahí latente porque la banda la toca, es otra manera de vivirla.


"Muchas veces vas a ver un espectáculo, lo ves tres veces seguidas"


Como intérprete pienso que me desvivo por el musical, porque la posibilidad de poder estar diciendo un texto y ponerte a cantar cuando emocionalmente sabes que no da más de sí, te eleva a la máxima potencia. Con la música todo cobra una vida espectacular, pues eso te sitúa en un sitio energético de fuerza, de compromiso. Es una situación muy especial, es como si la adrenalina fuera más alta en ese caso que en una obra de texto.

Si establecemos una comparación… ¿Crees que el musical es como por ejemplo enamorarse?

¡Podría serlo! (sonríe). Porque hay algo químico que igual escapa un poco a la razón y que se parece cuando al principio, te englobas con una persona. Muchas veces vas a ver un espectáculo, lo ves tres veces seguidas… Y no sabes qué es lo que te atrae, pero sabes que va a sonar esa canción… Y hay algo que empieza a latir dentro y no sabes qué es… Pero que te pone la piel de gallina.

¿Y cuál es la canción que te emociona y que como dices te pone la “piel de gallina”?

En Hair, hay dos momentos que me emocionan como intérprete. Una es cuando cantamos Hair, porque creo que es un himno, son unos momentos en los que como colectivo puedes demostrar los valores de los que habla la obra, de lo que supone dejarse el pelo largo que es protestar contra ir a la guerra que es donde te rapan… Pues poder coger ese momento y cantarlo todos juntos, para mí es brutal. Y luego el final de la función, donde mi personaje sufre “un cambio” y siempre me emociona mucho… Y porque musicalmente la pieza es de las más espectaculares.

Por otra parte, te hemos visto recientemente formar parte del profesorado de la nueva generación OT 2011. ¿Cuál es tu cometido dentro de la academia?

Allí doy una clase que se llama “educación auditiva”, que es como un entrenamiento de oído. Buscamos que en ese rato, los futuros cantantes -ahora concursantes-, puedan entrenar al máximo sus capacidades auditivas: la capacidad de reconocer sonidos, de diferenciarlos, de reproducirlos, combinar lo que es el ritmo con la afinación, y luego después de haberlo experimentado todo, ver cómo pueden o escribir partituras en base a eso, o al revés, si ven una partitura poder por ejemplo, ponerse a cantar la melodía o ver como sonaría rítmicamente. Mi asignatura está desvinculada de lo que hacen en las galas, es como un entrenamiento más que hacen a la semana.

¿Crees que un cantante nace o se hace?

Yo creo que nace y que se hace, y que las dos cosas son igual de importantes. Porque una persona por más que trabaje, si no tiene algo de dotes naturales, de talento, no va nunca a progresar o mostrar algo que sea interesante para el público. Hay algo con lo que se nace. Es un talento que o tienes, o no tienes. Pero a la vez, el que nace con ello y de repente no cuida sus cualidades, o no las optimiza, o no hace que sean cada vez mejores, igual puede caer en un momento en que tampoco, o no conozca sus posibilidades, o igual no sepa como cuidarlas para tenerlas siempre en el mejor de los estados.

¿Y talento sería igual a éxito?

No siempre, porque el talento es algo subjetivo y alguien que esté sentado en una platea, puede opinar a la vez que una persona tiene mucho talento y el de al lado opine que no tiene nada. Yo pienso que cuantas más personas ven talento en algo o en alguien, es cuando más puede alcanzar el éxito o puede lograr más cosas aquella persona. Me viene aquella frase que dice que: realmente no eres nadie, si nadie te ve, si nadie te quiere, si nadie te aprecia.

Joan, ¿te consideras un hombre afortunado?

¡Mucho! Porque el estar haciendo esta función hoy, después de 10 años de haber trabajado en lo que me gusta y poder disfrutar de este personaje noche tras noche, es algo que me llena mucho, que me hace ser mejor.

Si tuvieras que elegir una frase de la obra, ¿cuál sería? ¿Cuál es la que siempre te causa un gran impacto?

De mi personaje: “solo quiero tener mucha pasta” (risas). Son solo cinco palabras, pero definen mucho lo que a este pobre chico le pasa. Y de la función, “abre el alma” o en inglés “Let’s the Sunshine in”(deja que el sol pase). Es un himno brutal. “Abre el alma”, es como: “ahí no puedes engañar a nadie”. Si tú realmente te muestras desnudo con lo que eres, con lo que piensas, con lo que crees que tiene que ser, eso es como muy poderoso. Esta frase define mucho el espíritu de la función, no te puede dejar indiferente.

Hair, Love & Rock Musical, ganador del premio Tony 2009. Teatro Apolo de Barcelona hasta el 27 de febrero de 2011.

“Disfrutar de este personaje me hace ser mejor”

Joan Vázquez, "Claude" en el musical "Hair, Love & Rock Musical”
Redacción
lunes, 30 de noviembre de -1, 00:00 h (CET)
“Amor, paz y libertad”. Tres palabras que en la década de los sesenta, se convirtieron en todo un himno para una sociedad necesitada de nuevos valores. La igualdad racial y religiosa, la defensa del amor y la concordia o el pacifismo, fueron algunos de los temas que hicieron elevar la voz a la juventud de aquel entonces




Joan Vázquez, actor de "Hair, Love & Rock Musical".

Mónica González Álvarez

Imagino que los autores de Hair, Love & Rock Musical, influidos por la situación política en la que se encontraban inmersos –la guerra del Vietnam-, decidieron poner música a sus sentimientos, haciendo de este género teatral, todo un manifiesto de la defensa de la libertad individual.

Quizás por eso, ha acaparado tanto la atención del gran público desde su estreno el pasado 22 de diciembre en el Teatro Apolo de Barcelona. Se trata de un musical diferente, donde cada uno de los actores aporta su granito de arena, no sólo melódicamente, sino incluso emocionalmente. Como dice nuestro invitado, el actor y cantante Joan Vázquez: “con la música todo cobra una vida espectacular. Es como si la adrenalina fuera más alta”.

Joan interpreta a Claude, “un hombre más de mente que de hechos”, que forma parte de un grupo de hippies que viven en Central Park. Debido a la situación política que comentábamos, salen a relucir los sabores y sinsabores de una población que se sentía excluida por decir, “No a la guerra”.

A pesar de su juventud, Joan Vázquez lleva más de diez años sobre el escenario, inundando de frescura y alegría cada texto o cada canción que le ha tocado interpretar. De hecho, le hemos podido ver en funciones tan importantes como por ejemplo, Mamma Mía!, Rent o Los niños de historia. Actualmente, imparte clases de “educación auditiva” en la academia de OT 2011.


"Tienes que realmente sentir lo que estás diciendo"


Más de 15.000 personas, pasaron por las butacas del Teatro Apolo de Barcelona durante las primeras 20 funciones. Joan, ¿cómo se siente uno ante el inesperado éxito del musical Hair. Love & Rock Musical?

¡Afortunado! Porque la obra habla de unos valores que para mí como persona, no están muertos por más que sea del año 68. Habla de reivindicar, de decir las cosas que uno piensa en voz alta, de atreverse a ir contra el sistema, contra las cosas que aparentemente no nos gustan. Ver que eso, 40 años después, continúa siendo algo que emociona, que impacta al espectador y que todavía mueve masas, es muy excitante. Es reconfortante pensar que la gente recibe con la misma fuerza los valores en los que tú crees.

Imagino que también con cierta responsabilidad, ¿no?

Muchísimo, porque es un espectáculo que precisamente como habla de estas cosas, como políticamente se pronuncia tanto, como actor no lo puedes hacer a medias, tienes que realmente sentir lo que estás diciendo y optar por algo importante. Es una gran responsabilidad actuar desde este lado más honesto.

Como bien decías, la obra pertenece a los años sesenta. Joan, ¿en qué se diferencia la original puesta en escena de las posteriores versiones que se han ido haciendo? En concreto con esta española…

Creo que en poca cosa, porque esta producción ha intentado recuperar bastante el espíritu original de una puesta en escena, no muy virtuosa ni muy despampanante, sino más bien centrada en las emociones de los personajes, con una coreografía que no quiere romper muchos moldes, ni hacer muchos pasos, ni dar muchas espectacularidades, sino más bien ayudar a que la historia vaya y se dirija hacia al espectador y emocione al espectador.

¿Diferente? Quizás que en aquel momento, los personajes sí que podían estar viviendo esa realidad al mismo tiempo. O sea, era gente que vivía esa actualidad política y que por tanto, cuando protestaban de algo seguramente salían a la calle y seguían protestando de eso. En cambio a nosotros, nos viene un poco lejano, hemos tenido que crearlo más.


" Desde las masas se pueden mover cosas"


¿Y de qué trata Hair? ¿Con qué nos vamos a encontrar?

Va de un grupo de jóvenes, de un grupo de hippies que viven en Central Park, en un momento en que políticamente se está viviendo una situación muy tensa, como era la guerra del Vietnam. Entonces llamaban a filas a gente que no tenían oportunidades en la vida, como por ejemplo, la población afroamericana que era la más susceptible porque tenía poco acceso a la educación. Llamarte a filas tenía mucho que ver con no estar asignado a ningún instituto o a ninguna universidad. Concretamente, mi personaje tiene una línea un poco especial, porque no está muy relacionado con los hippies, sino que su conflicto se va distanciando de esta tribu. Pero básicamente, más que un hilo argumental, la función tiene flashes, momentos en que este grupo de gente protesta hacia lo que les rodea, y que en cierta manera les incomoda y piensan que no es una buena forma de seguir hacia el futuro.

De hecho, palabras como amor, paz y libertad inundan el escenario continuamente…

Claro, porque era un poco el lema de los hippies que se adecuó también al momento político que se vivía. Se intentaba tomar la iniciativa contra el pronóstico de las armas, de la guerra. Ellos tomaban la opción del amor, de la paz, de no involucrarse, de estar en esa especie de limbo activista pero no activo, como intentando no interaccionar de la misma manera que todos los demás estaban haciendo.

Pero la realidad es que hoy en día, todo suena más una utopía que a realidad, ¿o no?

Creo que sí y creo que no también. Pienso que estas utopías siempre se van repitiendo. Cuando hace cuatro o cinco años, tuvimos la desgracia de vivir otra vez la guerra de Irak, hubo otra vez la utopía de salir a la calle con banderas de arco iris, protestar y decir “paz”. Y aunque en cierta manera, no te transporta donde está habiendo el conflicto en ese momento, simplemente protestas y ya está. Desde las masas se pueden mover cosas.




Una escena del musical.


¿Se trataría como dices de un manifiesto de la defensa de los valores y libertades, no?

Sí. También coincidió que muchas minorías que hasta entonces no habían sido escuchadas, empezaron a emerger en los Estados Unidos. Por ejemplo, coincide también con el momento en que la población afroamericana deja de estar segregada. Eso es muy importante, porque mucha población que no había sido nunca escuchada, salía a la calle a hablar y a gritar en voz alta. También las minorías sexuales. Por ejemplo, los términos “homosexual” como lo entendemos ahora y la posibilidad de tener tendencias sexuales alternativas, nace con Stone Wall en el 68. Fue un momento en que en todo el mundo, muchos colectivos que no habían tenido voz, empiezan a tomar la identidad que 40 años después, se sigue manteniendo.

La década de los 60 es la época elegida para contar su historia. Joan, tú interpretas a Claude, uno de los chicos que conforman esa comunidad hippie. ¿Cómo lo definirías?

Indeciso, como un hombre más de mente que de hechos. Es alguien que tiene muchos ideales, que cree en muchas cosas, que sueña muchas cosas, pero que hay algo que le bloquea y le da miedo a la hora de decir: “vale pues yo opto por aquí, y si me equivoco me equivoco, y si tiro por esta línea pues que sea lo que sea, ¿no?”. Es alguien que tiene unos sueños -quiere ser director de cine-, tiene unas expectativas profesionales, pero que hoy podrían ser ésas y mañana podrían ser otras. Es decir, que está más bien perdido buscando dentro de ese momento, donde todo el mundo protesta y busca un sitio. Él también busca uno de manera fervorosa pero no acaba de encontrarlo, y entonces se encuentra que tiene un conflicto moral entre lo que su familia y la sociedad, teóricamente, esperan de él como americano, como hombre americano, de ir a luchar, de mostrar unos valores. Y por otra parte, la imposibilidad de demostrar que no cree en esos valores, pero tampoco se decanta por otros muy claros. Está ahí como en una especie de limbo.


"Me gusta este punto idealista, aunque luego no acabe de canalizarlo hacia ningún sitio"


¿Hay algo de Claude en Joan Vázquez?

Pues sí. Como todo ser humano, como todo adolescente en un momento determinado, hemos tenido este punto de: “¿qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que realmente sueño y qué es lo que la gente de alrededor espera de mí?”. Y muchas veces, en ese paso donde sales de la adolescencia y decides cosas, me he encontrado con que tirar hacia un lado suponía la desaprobación de gente que tenía al lado, y eso siempre te hace dudar. Porque en el fondo como ser humano, quieres satisfacer a la gente, buscas el afecto, buscas la confirmación de que estás actuando bien y siempre eso, es un momento de desajuste.

¿Qué cualidades admiras de tu personaje?

Esta capacidad un poco soñadora de poder imaginar, de poder visualizar cosas, de poder lanzarse al mundo imaginario y no tocar con los pies en el suelo en muchas situaciones. Me gusta este punto idealista, aunque luego no acabe de canalizarlo hacia ningún sitio (risas). Pero me gusta ese momento de improvisación, de liberación.

A veces pienso que los jóvenes de ahora no luchamos lo suficiente por nuestras convicciones. ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿No crees que en ocasiones somos “demasiado” conformistas?

Yo creo que luchamos más que nunca, en lo que nosotros creemos que podemos hacer y en lo que queremos. Por ejemplo, profesionalmente somos un poco más comprometidos que hace 40 años, porque la gente optaba más por seguir profesiones que su familia decía que podían ser buenas. Puede parecer un “topicazo”, pero antes la gente a nivel profesional le costaba más tirar hacia una línea, que no fuera la que sus familiares habían marcado. Igual en eso somos ahora más ambiciosos, nos decantamos por estudiar carreras que igual nos gustan, o igual no son carreras que nuestros padres hubieran estado esperando que hiciéramos, pero nos atrevemos. Sí que caemos un poco más en el conformismo, en el sentido en que a todos nos gusta más pues tener un iPhone, o estar conectados a internet, o tener este portátil, o vivir bien y salir el fin de semana y no pensar tanto a largo plazo, como lo hacían generaciones anteriores. Nosotros vivimos un poco más como a corto plazo y lo queremos todo y lo queremos ya. Somos un poco más conformistas con lo que la sociedad nos vende y nos lo tragamos un poco más rápido.




El equipo del musical.


En este sentido, ¿te parece que la sociedad de los sesenta luchaba más intensamente por sus ideales que por ejemplo ahora?

Quizás sí que lo exteriorizaban de manera más clara, en masa, y protestaban de una forma más salvaje.

Claude es el último de los personajes que interpretas, pero antes has sido Sky en Mamma Mía!, o has formado parte de obras tan importantes como, “Los chicos de Historia”, “My Fair Lady” o la premiada “Rent”. ¿Qué prefieres el teatro musical o el teatro de texto?

Como espectador me gusta tanto una cosa como la otra. Me encanta una obra de texto donde los personajes están muy definidos y ves conflictos humanos. Pero, también me gusta mucho la sensación del espectador en el teatro musical, donde la música te lleva a una profundidad emocional que va como el rayo, que va súper rápido y en cambio en el texto, no es tan sencillo de crear para el espectador. Una introducción musical te puede saltar una lágrima, en cambio el texto es más lento. Como actor he tenido la suerte de hacer las dos cosas. Del texto me gusta la idea de que por ejemplo, es muy curioso que el tempo de una función, la velocidad, el ritmo de una función, la tienes que crear siempre con el resto de actores y siempre tienes que ser muy cauteloso con ella, porque la fabricas tú, solo estás tú con tu palabra, con tus acciones y con los demás miembros de la compañía interaccionando para ello. En cambio, en un musical eso te viene dado por la música. La velocidad de la función está ahí latente porque la banda la toca, es otra manera de vivirla.


"Muchas veces vas a ver un espectáculo, lo ves tres veces seguidas"


Como intérprete pienso que me desvivo por el musical, porque la posibilidad de poder estar diciendo un texto y ponerte a cantar cuando emocionalmente sabes que no da más de sí, te eleva a la máxima potencia. Con la música todo cobra una vida espectacular, pues eso te sitúa en un sitio energético de fuerza, de compromiso. Es una situación muy especial, es como si la adrenalina fuera más alta en ese caso que en una obra de texto.

Si establecemos una comparación… ¿Crees que el musical es como por ejemplo enamorarse?

¡Podría serlo! (sonríe). Porque hay algo químico que igual escapa un poco a la razón y que se parece cuando al principio, te englobas con una persona. Muchas veces vas a ver un espectáculo, lo ves tres veces seguidas… Y no sabes qué es lo que te atrae, pero sabes que va a sonar esa canción… Y hay algo que empieza a latir dentro y no sabes qué es… Pero que te pone la piel de gallina.

¿Y cuál es la canción que te emociona y que como dices te pone la “piel de gallina”?

En Hair, hay dos momentos que me emocionan como intérprete. Una es cuando cantamos Hair, porque creo que es un himno, son unos momentos en los que como colectivo puedes demostrar los valores de los que habla la obra, de lo que supone dejarse el pelo largo que es protestar contra ir a la guerra que es donde te rapan… Pues poder coger ese momento y cantarlo todos juntos, para mí es brutal. Y luego el final de la función, donde mi personaje sufre “un cambio” y siempre me emociona mucho… Y porque musicalmente la pieza es de las más espectaculares.

Por otra parte, te hemos visto recientemente formar parte del profesorado de la nueva generación OT 2011. ¿Cuál es tu cometido dentro de la academia?

Allí doy una clase que se llama “educación auditiva”, que es como un entrenamiento de oído. Buscamos que en ese rato, los futuros cantantes -ahora concursantes-, puedan entrenar al máximo sus capacidades auditivas: la capacidad de reconocer sonidos, de diferenciarlos, de reproducirlos, combinar lo que es el ritmo con la afinación, y luego después de haberlo experimentado todo, ver cómo pueden o escribir partituras en base a eso, o al revés, si ven una partitura poder por ejemplo, ponerse a cantar la melodía o ver como sonaría rítmicamente. Mi asignatura está desvinculada de lo que hacen en las galas, es como un entrenamiento más que hacen a la semana.

¿Crees que un cantante nace o se hace?

Yo creo que nace y que se hace, y que las dos cosas son igual de importantes. Porque una persona por más que trabaje, si no tiene algo de dotes naturales, de talento, no va nunca a progresar o mostrar algo que sea interesante para el público. Hay algo con lo que se nace. Es un talento que o tienes, o no tienes. Pero a la vez, el que nace con ello y de repente no cuida sus cualidades, o no las optimiza, o no hace que sean cada vez mejores, igual puede caer en un momento en que tampoco, o no conozca sus posibilidades, o igual no sepa como cuidarlas para tenerlas siempre en el mejor de los estados.

¿Y talento sería igual a éxito?

No siempre, porque el talento es algo subjetivo y alguien que esté sentado en una platea, puede opinar a la vez que una persona tiene mucho talento y el de al lado opine que no tiene nada. Yo pienso que cuantas más personas ven talento en algo o en alguien, es cuando más puede alcanzar el éxito o puede lograr más cosas aquella persona. Me viene aquella frase que dice que: realmente no eres nadie, si nadie te ve, si nadie te quiere, si nadie te aprecia.

Joan, ¿te consideras un hombre afortunado?

¡Mucho! Porque el estar haciendo esta función hoy, después de 10 años de haber trabajado en lo que me gusta y poder disfrutar de este personaje noche tras noche, es algo que me llena mucho, que me hace ser mejor.

Si tuvieras que elegir una frase de la obra, ¿cuál sería? ¿Cuál es la que siempre te causa un gran impacto?

De mi personaje: “solo quiero tener mucha pasta” (risas). Son solo cinco palabras, pero definen mucho lo que a este pobre chico le pasa. Y de la función, “abre el alma” o en inglés “Let’s the Sunshine in”(deja que el sol pase). Es un himno brutal. “Abre el alma”, es como: “ahí no puedes engañar a nadie”. Si tú realmente te muestras desnudo con lo que eres, con lo que piensas, con lo que crees que tiene que ser, eso es como muy poderoso. Esta frase define mucho el espíritu de la función, no te puede dejar indiferente.

Hair, Love & Rock Musical, ganador del premio Tony 2009. Teatro Apolo de Barcelona hasta el 27 de febrero de 2011.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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