Si decimos que los sindicatos en España son decimonónicos, anticuados, farsantes y mediocres, seguramente se nos tachará de demagogos. Pero lo cierto es que eso es lo que se escucha en la calle. Y quede claro que los conceptos citados son los que más y mejor se pueden decir por aquello de la educación. Cierto es, también, que menos guapos se les suele llamar de todo. Y si además mencionamos a los liberados sindicales, entonces los vocablos son de grado mayor y malsonante.
Nos parece muy acertado que Esperanza Aguirre ajuste el número de liberados sindicales a lo que marca la ley, ya que están sobredimensionados y su cometido es muy dudoso: no tienen control de ningún tipo, no trabajan por sus compañeros de empresa y además les paga la empresa. Nos toman el pelo los sindicatos obreros y, por si no era suficiente, se ríen de los propios trabajadores. Nos vienen a la mente un par de anécdotas para demostrar el descontrol que hay con los liberados sindicales, el abuso y los motivos para ser objeto de liberación. Es evidente que esa no es la tónica general, pues de lo contrario estaríamos ante casos de Juzgado de guardia.
Una de las anécdotas que conocemos, muy propia de los sindicatos de clase o Sindicato Vertical Unificado, es la del liberado que se iba a pescar en horas sindicales descuidando y despreciando sus labores, si es que se las asignaba el sindicato. Nunca trabajó hasta que fue propuesto para un importante cargo sindical y salió elegido mediante una votación acordada previamente; a partir de ahí se convirtió en arreador de los trabajadores del sindicato y en denunciante de aberrantes situaciones y prácticas de los liberados de su propio ‘burdel’.
La otra anécdota muy extendida es la que consiste en liberar a sindicalistas con hijos pequeños para poder cuidarlos, no tener que desplazarse a otras provincias y evitar así el hecho de tener que pedir excedencia. Esta práctica sí es muy habitual, confundiendo la normativa, pues existen figuras de reducción horaria, excedencias y otras hasta que los niños tienen cierta edad.
Tales prácticas ponen de manifiesto la cantidad de carcas, aprovechados y sinvergüenzas que pululan por los ‘burdeles’ sindicales de corte obrero. De ahí nuestro aplauso a Esperanza Aguirre y nuestro reconocimiento a su empuje. Un empuje del que otros presidentes de Comunidades autónomas de su partido están obligados a tomar ejemplo, pues también consienten situaciones sindicales que se pueden calificar de sangrantes y catalogar como abusivas.
Sin duda la medida que llevará a cabo Esperanza es muy positiva por varias razones: va a permitir aprovechar mucho mejor los efectivos de la comunidad; el ahorro va a ser extraordinario, pues suponen muchos millones de euros al no tener que contratar sustitutos; más de 2.000 personas volverán a su trabajo, con lo que dejarán de holgazanear y mejorará la imagen sindical, aunque tenemos nuestras dudas en este punto; supondrá un reparto más justo y digno de la crisis, que "obliga a administrar con más rigor y eficacia los recursos públicos". Un recorte en forma de medida austera del que los sindicatos "no pueden ser ajenos" en unos momentos de tanto sufrimiento laboral para todos menos para los liberados del Gobierno que conforman el Sindicalismo Vertical Unificado.