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La población española en el futuro

El Estado y la natalidad

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El otro día hablábamos de la destrucción de la primigenia célula de la sociedad: La familia. Hoy nos vamos a centrar en otro gran problema que tiene España: La disminución a pasos agigantados de la natalidad y el envejecimiento de los españoles.

Hace poco tiempo oí en un medio de comunicación el siguiente anuncio: “Un coche, una casa y un perro”. Mi asombro no tuvo límites. ¿En eso cifran su felicidad los jóvenes matrimonios o parejas de hoy?

Y de hijos ¿qué? ¿Ya no hay necesidad de ellos?

De esta forma estamos entrando en una vía que puede ser que dentro de cien años o algo más no quede ningún español autóctono en nuestra España.

Posiblemente alguien me considere un catastrofista o piense que estoy ennegreciendo el futuro que le espera a nuestro País.

Pero no soy yo, son los datos los que hablan. El INE ha confeccionado una proyección de la población española que va desde el 2014 hasta el 2064. En él se asevera que si se continúan las tendencias demográficas, España perdería un millón de habitantes en los próximos quince años y de cinco millones seiscientos mil de aquí a cincuenta años.

Si la situación no se remedia, y parece ser que no hay visos de ello, el porcentaje de la población mayor de 65 años, actualmente es del 18,2%, llegaría a ser del 24,9% en 2029 y del 38,7 en 2064. Ello es debido al aumento de defunciones y reducción de nacimientos de forma que lenta, pero inexorablemente, gracias a las mayores y mejores posibilidades de prolongación de la vida, nuestra España se está convirtiendo en un país de ancianos.

Eso es debido a que, según los últimos datos facilitados por el INE, el número de nacimientos ha descendido en el año 2013 un 6,4% respecto al año anterior. Esta caída de nacimientos provoca que, al mismo tiempo que la población envejece y se reduce, sin que se origine el número de nacimientos necesarios que ocupen el lugar de los fallecidos, paulatina e inexorablemente España se esté quedando sin repuesto generacional que produzca el trabajo suficiente para sostener al País.

La causa de este pernicioso desnivel, según el INE, es en la menor fecundidad, ya que el número de hijos por mujer ha descendido del 1,32 en 2012 al 1,26 en 2013, o sea un 0,06% en sólo un año, siendo la edad media de fertilidad de 32,7 años.

En un riguroso estudio llevado a cabo en EE UU. Se ha puesto de manifiesto que antes de llegar a los 30 años comienza a decaer la fertilidad femenina.

Sin embargo las mujeres españolas son las mujeres que tienen los hijos más tarde.

No pretendo, ni mucho menos atosigar al lector con una serie numérica de datos sobre el aumento de ancianos y el descenso de nacimientos, ni tampoco el que los nuevos matrimonios o parejas releguen casi sine die el momento de engendrar un nuevo hijo.

Nuestro deseo es señalar lo que es vox populi y además reconocido por los diferentes Gobiernos que nos han regido: España está escasa de nacimientos, cosa que ya viene ocurriendo en otros países, como por ejemplo en Japón. No presenta una perspectiva halagüeña nuestra pirámide poblacional con la gravísima consecuencia de que al haber cada vez más ancianos y menos jóvenes, éstos no podrán mantener las pensiones de los jubilados.

Llegaremos, según las previsiones al momento en el que la población mayor de 59 años supere con creces a la de los nacimientos, cosa que ocurrirá en un tiempo no muy lejano.

Quizá para salvar este escollo y lograr el reemplazo generacional, si naciesen 719 niños diarios, se podría llegar a un equilibrio sostenible, según manifiesta el IPF (Instituto de Política Familiar). En una palabra, con 260.000 nacimientos más al año podríamos alejarnos de este abismo en el que irremediablemente, de continuar la situación actual, nos veremos precipitados.

Y mientras tanto ¿qué propósitos tienen nuestros gobernantes para esa irremisible situación a la que estamos abocados? Pocos son los planes públicos que existen para solucionarla.

Es más, nuestra Patria se encuentra en el furgón de cola de los países europeos respecto a los incentivos a la natalidad.

El problema está ahí. La solución también: Incentivar los nacimientos, dar facilidades a los matrimonios o parejas para que puedan compaginar sin gobios su vida familiar y laboral. Que el embarazo no sea, como viene ocurriendo con harta frecuencia, motivo de despido o de no contratación.

¿Qué hace falta mucho dinero para ayuda familiar? Es cierto, pero se puede detraer con la supresión de tantos pesebreros, tantas duplicidades de funciones en las administraciones, tantos consejeros innecesarios, tantos coches oficiales. En una palabra: eliminando la enorme cantidad de gastos inútiles que lastran nuestra España y que sufragamos solamente los que cobramos por nómina o pensión.

¿Lo harán nuestros Gobernantes? Pienso que no, pues se expondrían a perder tan ricos caladeros de votos que son los que los mantienen en el Poder.

El Estado y la natalidad

La población española en el futuro
Manuel Villegas
domingo, 12 de febrero de 2017, 12:20 h (CET)
El otro día hablábamos de la destrucción de la primigenia célula de la sociedad: La familia. Hoy nos vamos a centrar en otro gran problema que tiene España: La disminución a pasos agigantados de la natalidad y el envejecimiento de los españoles.

Hace poco tiempo oí en un medio de comunicación el siguiente anuncio: “Un coche, una casa y un perro”. Mi asombro no tuvo límites. ¿En eso cifran su felicidad los jóvenes matrimonios o parejas de hoy?

Y de hijos ¿qué? ¿Ya no hay necesidad de ellos?

De esta forma estamos entrando en una vía que puede ser que dentro de cien años o algo más no quede ningún español autóctono en nuestra España.

Posiblemente alguien me considere un catastrofista o piense que estoy ennegreciendo el futuro que le espera a nuestro País.

Pero no soy yo, son los datos los que hablan. El INE ha confeccionado una proyección de la población española que va desde el 2014 hasta el 2064. En él se asevera que si se continúan las tendencias demográficas, España perdería un millón de habitantes en los próximos quince años y de cinco millones seiscientos mil de aquí a cincuenta años.

Si la situación no se remedia, y parece ser que no hay visos de ello, el porcentaje de la población mayor de 65 años, actualmente es del 18,2%, llegaría a ser del 24,9% en 2029 y del 38,7 en 2064. Ello es debido al aumento de defunciones y reducción de nacimientos de forma que lenta, pero inexorablemente, gracias a las mayores y mejores posibilidades de prolongación de la vida, nuestra España se está convirtiendo en un país de ancianos.

Eso es debido a que, según los últimos datos facilitados por el INE, el número de nacimientos ha descendido en el año 2013 un 6,4% respecto al año anterior. Esta caída de nacimientos provoca que, al mismo tiempo que la población envejece y se reduce, sin que se origine el número de nacimientos necesarios que ocupen el lugar de los fallecidos, paulatina e inexorablemente España se esté quedando sin repuesto generacional que produzca el trabajo suficiente para sostener al País.

La causa de este pernicioso desnivel, según el INE, es en la menor fecundidad, ya que el número de hijos por mujer ha descendido del 1,32 en 2012 al 1,26 en 2013, o sea un 0,06% en sólo un año, siendo la edad media de fertilidad de 32,7 años.

En un riguroso estudio llevado a cabo en EE UU. Se ha puesto de manifiesto que antes de llegar a los 30 años comienza a decaer la fertilidad femenina.

Sin embargo las mujeres españolas son las mujeres que tienen los hijos más tarde.

No pretendo, ni mucho menos atosigar al lector con una serie numérica de datos sobre el aumento de ancianos y el descenso de nacimientos, ni tampoco el que los nuevos matrimonios o parejas releguen casi sine die el momento de engendrar un nuevo hijo.

Nuestro deseo es señalar lo que es vox populi y además reconocido por los diferentes Gobiernos que nos han regido: España está escasa de nacimientos, cosa que ya viene ocurriendo en otros países, como por ejemplo en Japón. No presenta una perspectiva halagüeña nuestra pirámide poblacional con la gravísima consecuencia de que al haber cada vez más ancianos y menos jóvenes, éstos no podrán mantener las pensiones de los jubilados.

Llegaremos, según las previsiones al momento en el que la población mayor de 59 años supere con creces a la de los nacimientos, cosa que ocurrirá en un tiempo no muy lejano.

Quizá para salvar este escollo y lograr el reemplazo generacional, si naciesen 719 niños diarios, se podría llegar a un equilibrio sostenible, según manifiesta el IPF (Instituto de Política Familiar). En una palabra, con 260.000 nacimientos más al año podríamos alejarnos de este abismo en el que irremediablemente, de continuar la situación actual, nos veremos precipitados.

Y mientras tanto ¿qué propósitos tienen nuestros gobernantes para esa irremisible situación a la que estamos abocados? Pocos son los planes públicos que existen para solucionarla.

Es más, nuestra Patria se encuentra en el furgón de cola de los países europeos respecto a los incentivos a la natalidad.

El problema está ahí. La solución también: Incentivar los nacimientos, dar facilidades a los matrimonios o parejas para que puedan compaginar sin gobios su vida familiar y laboral. Que el embarazo no sea, como viene ocurriendo con harta frecuencia, motivo de despido o de no contratación.

¿Qué hace falta mucho dinero para ayuda familiar? Es cierto, pero se puede detraer con la supresión de tantos pesebreros, tantas duplicidades de funciones en las administraciones, tantos consejeros innecesarios, tantos coches oficiales. En una palabra: eliminando la enorme cantidad de gastos inútiles que lastran nuestra España y que sufragamos solamente los que cobramos por nómina o pensión.

¿Lo harán nuestros Gobernantes? Pienso que no, pues se expondrían a perder tan ricos caladeros de votos que son los que los mantienen en el Poder.

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