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“Toda utopía comienza siendo un enorme paraíso que tiene como anexo un pequeño campo de concentración para rebeldes a tanta felicidad; con el tiempo, el paraíso mengua en bienaventurados y la prisión se abarrota de descontentos, hasta que las magnitudes se invierten” Milan Kundera

El ejército de Pancho Villa de la Colau

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Nada hay peor que darle, a un loco o un insensato, medios para que pueda desarrollar sus desvaríos o llevar a cabo las locuras que se van desarrollando en su mente enferma. Muchos de los grandes tiranos, que han llevado a cabo genocidios de millones de personas, no eran más que unos psicópatas a los que no se les supo ingresar a tiempo en un nosocomio, permitiéndoles que desarrollaran impunemente, ya fuere por miedo, por participar de la insania o por provecho propio, su potencial destructivo que los llegó a convertirse en monstruos asesinos para la humanidad. Los ejemplos son tan evidentes que no es necesario hacer una relación de ellos, sin que los más recientes ejemplos de estos seres nefastos desmerezcan, en absoluto, respecto a aquellos primeros grandes depredadores como Atila, Nerón, Gengis Kan etc. que se convirtieron en el terror de los pueblos sobre los que extendían su dominio despótico. Pol Pot, Hitler, Kim Il Sung, Tojo, Stalin, Leopoldo II de Bélgica etc. son, sin embargo, los que, junto a otros tanto o más criminales, los que han aterrorizado al mundo cuando éste parecía que se estaba civilizando.

No se trata, en este comentario, de hablar de los grandes criminales de la humanidad ni de evocar su recuerdo, sino más bien de poner en tela de juicio a aquellos que ocupan cargos públicos valiéndose de la demagogia y de utilizar los métodos de la subversión y de la protesta callejera, la amenaza o la fuerza para imponer sus ideas y ambiciones, prescindiendo de la legalidad y de la opinión de las mayorías legalmente representadas en las instituciones; desvirtuando, con su comportamiento arbitrario y contrario al ordenamiento jurídico de la nación, los principios de toda democracia, su seguridad jurídica, las libertades de los ciudadanos y la misma supervivencia nacional, sin duda amenazada por quienes se dejan arrastrar por sus pasiones, su intolerancia y su criterio erróneo de lo que conviene al país, obcecados por su fanatismo, su falta de preparación y su ambición de poder.

En Cataluña tenemos ejemplos claros de este tipo de políticos que han ido poblando de mediocridades las directivas de esta pléyade de grupos que se han ido formando en torno al nacionalismo y a esta izquierda desnortada, empeñada en conducir al país hacia un tipo de sistema político cuya única finalidad consiste en acabar con el bienestar del que hemos estado gozando para conducirnos a una situación, como aquella a la que estuvimos expuestos a finales del año 2011, en que la única esperanza de salvación se centre en que seamos rescatado por la UE, en el caso de que estuvieren dispuestos a hacerlo, algo que estaría por ver después de la experiencia griega.

Díganme ustedes como se puede tomar en serio a una persona, Ada Colau, de antecedentes como activista y agitadora, que se manifestó abiertamente dispuesta a no cumplir las leyes si no le parecían bien y que, vayan ustedes a saber por qué clase de combinaciones consiguió que, una parte especialmente agresiva y díscola de la izquierda catalana, extremadamente crítica con el PP y los partidos de la llamada derecha, la votase y la encumbrase a la alcaldía de la ciudad de Barcelona. Esta señora fue especialmente grosera con las FF.AA. españolas, cuando en el Salón de la Enseñanza, en el stand del Ejércitos (por cierto, uno de los más visitados del certamen), se encaró con dos oficiales, haciéndoles saber su desagrado por la presencia del Ejército en aquella exposición. Una postura desafortunada e impropia que, gracias a la buena educación de los militares, no acabó en un enfrentamiento entre ambas instituciones.

Vean, sin embargo, el cambio de la señora alcaldesa. Ahora se ha abierto un debate en el bloque separatista catalán, cuando se están planteando ¿quién se hará cargo de la defensa de Cataluña cuando consiga la independencia? En realidad, se trata de una cuestión baldía en la que no debieran perder ni un instante, dada la imposibilidad de que esta circunstancia se pueda producir; no obstante, dada la cabezonería que les caracteriza y, reconozcámoslo, la falta de una reacción contundente por parte de quienes tienen la obligación de zanjar esta cuestión; parece ser que, una llamada “Associació Cultural Vibrant”, defensora de una insurrección popular para lograr la independencia, ha conseguido de la alcaldesa Ada Colau que les ceda unas instalaciones municipales para que definan: “las formas que el ejército catalán puede adoptar, los conflictos del siglo XXI y las situaciones de conflicto moderno, tales como la guerra psicológica, mediática, ideológica, biológica, religiosa o informática, entre otras cosas”.

La ANC parece que proponía una Academia Naval de Cataluña, con una “armada” de patrulleras consistente en: tres o cuatro patrulleras de altura; 2 o 3 patrulleras litorales; de 4 a 6 embarcaciones no tripuladas y un remolcador de altura. No parece que, al menos de momento, piensen en ningún portaviones. Recordemos que, en estos momentos, la autonomía catalana soporta una deuda de unos 77.000 millones de euros, que las ratios de las tres agencias principales de rating califican la deuda catalana de bono basura y, si aún se consigue colocar alguna en el exterior, es porque goza de la garantía del Estado español. De ¿cómo la señora alcaldesa, de pacifista se ha convertido en guerrera?, la verdad, no tenemos noticia, pero todos sabemos que el poder se sube a la cabeza y esta señora, a la que nadie ha comparado con Trump, todavía parece estar dispuesta a convertir a Barcelona, de momento, y a la Generalitat si llega a conseguirla, en la expresión más parecida al Kremlin moscovita.

Pero no pierdan de vista a lo que alcanza la previsión de estos señores que están dispuestos a tratar de temas de tanta enjundia como, por ejemplo, “cooperación con los servicios de inteligencia” “logística e intendencia” y “de la capacidad de dar respuesta a las exigencias internacionales en el momento en el que Cataluña pase a formar parte de la comunidad internacional” ¿Cuándo será esto? Si tenemos que fiarnos de las leyes de la UE, “ninguna nación que se separara de una perteneciente a la UE podrá ser admitida dentro de la Unión”. Después de unos años de estar fuera de Europa podría pedir ser admitida, algo que no tendría lugar si, alguno de los 27 países que forman la UE, se opusiera a ello. Pero son tan intrigantes que han conseguido hacer creer, a los que se fían de ellos, que esto es un cuento inventado por los españoles para asustarlos. Claro que ya les llegará el tiempo de comprobar la certeza de cuanto se les viene diciendo o, lo más probable, es que no tengan nunca la ocasión de desengañarse debido a que no se va a consentir que se salgan con la suya.

Lo que parece que no admitirían nunca, los separatistas catalanes, sería que las FF. AA españolas se ocuparan de la defensa de la “nación catalana”. No es necesario que se preocupen por esto, porque nuestro Ejército está para ocuparse de menesteres más importantes que evitar que algún miembro del EI se presentara para reclamar la tierra de sus ancestros, los suníes. Otra cosa sucedería si alguien pretendiera que este pedazo de España nos fuera arrebatado a los españoles.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, observamos cómo, de lo grotesco, lo absurdo o lo ridículo, es posible que llegue un momento en que se deba pasar, cuando ya no quede otra solución o cuando se convierta en imposible la coexistencia dentro de las tierras catalanas, a lo dramático; de lo meramente contemplativo a la acción; de las conversaciones y diálogos a los hechos o de las amenazas, las advertencias o los avisos a la fuerza ejecutiva de las leyes.

El ejército de Pancho Villa de la Colau

“Toda utopía comienza siendo un enorme paraíso que tiene como anexo un pequeño campo de concentración para rebeldes a tanta felicidad; con el tiempo, el paraíso mengua en bienaventurados y la prisión se abarrota de descontentos, hasta que las magnitudes se invierten” Milan Kundera
Miguel Massanet
sábado, 21 de enero de 2017, 11:23 h (CET)
Nada hay peor que darle, a un loco o un insensato, medios para que pueda desarrollar sus desvaríos o llevar a cabo las locuras que se van desarrollando en su mente enferma. Muchos de los grandes tiranos, que han llevado a cabo genocidios de millones de personas, no eran más que unos psicópatas a los que no se les supo ingresar a tiempo en un nosocomio, permitiéndoles que desarrollaran impunemente, ya fuere por miedo, por participar de la insania o por provecho propio, su potencial destructivo que los llegó a convertirse en monstruos asesinos para la humanidad. Los ejemplos son tan evidentes que no es necesario hacer una relación de ellos, sin que los más recientes ejemplos de estos seres nefastos desmerezcan, en absoluto, respecto a aquellos primeros grandes depredadores como Atila, Nerón, Gengis Kan etc. que se convirtieron en el terror de los pueblos sobre los que extendían su dominio despótico. Pol Pot, Hitler, Kim Il Sung, Tojo, Stalin, Leopoldo II de Bélgica etc. son, sin embargo, los que, junto a otros tanto o más criminales, los que han aterrorizado al mundo cuando éste parecía que se estaba civilizando.

No se trata, en este comentario, de hablar de los grandes criminales de la humanidad ni de evocar su recuerdo, sino más bien de poner en tela de juicio a aquellos que ocupan cargos públicos valiéndose de la demagogia y de utilizar los métodos de la subversión y de la protesta callejera, la amenaza o la fuerza para imponer sus ideas y ambiciones, prescindiendo de la legalidad y de la opinión de las mayorías legalmente representadas en las instituciones; desvirtuando, con su comportamiento arbitrario y contrario al ordenamiento jurídico de la nación, los principios de toda democracia, su seguridad jurídica, las libertades de los ciudadanos y la misma supervivencia nacional, sin duda amenazada por quienes se dejan arrastrar por sus pasiones, su intolerancia y su criterio erróneo de lo que conviene al país, obcecados por su fanatismo, su falta de preparación y su ambición de poder.

En Cataluña tenemos ejemplos claros de este tipo de políticos que han ido poblando de mediocridades las directivas de esta pléyade de grupos que se han ido formando en torno al nacionalismo y a esta izquierda desnortada, empeñada en conducir al país hacia un tipo de sistema político cuya única finalidad consiste en acabar con el bienestar del que hemos estado gozando para conducirnos a una situación, como aquella a la que estuvimos expuestos a finales del año 2011, en que la única esperanza de salvación se centre en que seamos rescatado por la UE, en el caso de que estuvieren dispuestos a hacerlo, algo que estaría por ver después de la experiencia griega.

Díganme ustedes como se puede tomar en serio a una persona, Ada Colau, de antecedentes como activista y agitadora, que se manifestó abiertamente dispuesta a no cumplir las leyes si no le parecían bien y que, vayan ustedes a saber por qué clase de combinaciones consiguió que, una parte especialmente agresiva y díscola de la izquierda catalana, extremadamente crítica con el PP y los partidos de la llamada derecha, la votase y la encumbrase a la alcaldía de la ciudad de Barcelona. Esta señora fue especialmente grosera con las FF.AA. españolas, cuando en el Salón de la Enseñanza, en el stand del Ejércitos (por cierto, uno de los más visitados del certamen), se encaró con dos oficiales, haciéndoles saber su desagrado por la presencia del Ejército en aquella exposición. Una postura desafortunada e impropia que, gracias a la buena educación de los militares, no acabó en un enfrentamiento entre ambas instituciones.

Vean, sin embargo, el cambio de la señora alcaldesa. Ahora se ha abierto un debate en el bloque separatista catalán, cuando se están planteando ¿quién se hará cargo de la defensa de Cataluña cuando consiga la independencia? En realidad, se trata de una cuestión baldía en la que no debieran perder ni un instante, dada la imposibilidad de que esta circunstancia se pueda producir; no obstante, dada la cabezonería que les caracteriza y, reconozcámoslo, la falta de una reacción contundente por parte de quienes tienen la obligación de zanjar esta cuestión; parece ser que, una llamada “Associació Cultural Vibrant”, defensora de una insurrección popular para lograr la independencia, ha conseguido de la alcaldesa Ada Colau que les ceda unas instalaciones municipales para que definan: “las formas que el ejército catalán puede adoptar, los conflictos del siglo XXI y las situaciones de conflicto moderno, tales como la guerra psicológica, mediática, ideológica, biológica, religiosa o informática, entre otras cosas”.

La ANC parece que proponía una Academia Naval de Cataluña, con una “armada” de patrulleras consistente en: tres o cuatro patrulleras de altura; 2 o 3 patrulleras litorales; de 4 a 6 embarcaciones no tripuladas y un remolcador de altura. No parece que, al menos de momento, piensen en ningún portaviones. Recordemos que, en estos momentos, la autonomía catalana soporta una deuda de unos 77.000 millones de euros, que las ratios de las tres agencias principales de rating califican la deuda catalana de bono basura y, si aún se consigue colocar alguna en el exterior, es porque goza de la garantía del Estado español. De ¿cómo la señora alcaldesa, de pacifista se ha convertido en guerrera?, la verdad, no tenemos noticia, pero todos sabemos que el poder se sube a la cabeza y esta señora, a la que nadie ha comparado con Trump, todavía parece estar dispuesta a convertir a Barcelona, de momento, y a la Generalitat si llega a conseguirla, en la expresión más parecida al Kremlin moscovita.

Pero no pierdan de vista a lo que alcanza la previsión de estos señores que están dispuestos a tratar de temas de tanta enjundia como, por ejemplo, “cooperación con los servicios de inteligencia” “logística e intendencia” y “de la capacidad de dar respuesta a las exigencias internacionales en el momento en el que Cataluña pase a formar parte de la comunidad internacional” ¿Cuándo será esto? Si tenemos que fiarnos de las leyes de la UE, “ninguna nación que se separara de una perteneciente a la UE podrá ser admitida dentro de la Unión”. Después de unos años de estar fuera de Europa podría pedir ser admitida, algo que no tendría lugar si, alguno de los 27 países que forman la UE, se opusiera a ello. Pero son tan intrigantes que han conseguido hacer creer, a los que se fían de ellos, que esto es un cuento inventado por los españoles para asustarlos. Claro que ya les llegará el tiempo de comprobar la certeza de cuanto se les viene diciendo o, lo más probable, es que no tengan nunca la ocasión de desengañarse debido a que no se va a consentir que se salgan con la suya.

Lo que parece que no admitirían nunca, los separatistas catalanes, sería que las FF. AA españolas se ocuparan de la defensa de la “nación catalana”. No es necesario que se preocupen por esto, porque nuestro Ejército está para ocuparse de menesteres más importantes que evitar que algún miembro del EI se presentara para reclamar la tierra de sus ancestros, los suníes. Otra cosa sucedería si alguien pretendiera que este pedazo de España nos fuera arrebatado a los españoles.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, observamos cómo, de lo grotesco, lo absurdo o lo ridículo, es posible que llegue un momento en que se deba pasar, cuando ya no quede otra solución o cuando se convierta en imposible la coexistencia dentro de las tierras catalanas, a lo dramático; de lo meramente contemplativo a la acción; de las conversaciones y diálogos a los hechos o de las amenazas, las advertencias o los avisos a la fuerza ejecutiva de las leyes.

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