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Siempre se presta la buena Nochebuena a jugar con nuestros sentimientos

Buena, buena, Nochebuena

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Un poema traído hasta mis ojos por un amigo filólogo sobre la Nochebuena del poeta valdepeñero Juan Alcaide, me recuerda una actividad de animación lectora de hace tiempo, el poeta comenzaba hablando de un pueblo que soñaba en plenilunio, un valle en fiesta con olor de romero y sonido de pandero incluido en la obra “Trillos y Vilanos”.

Pero hay muchos más poetas que tratan el tema navideño. El poeta peruano César Vallejo escribe también sobre la Nochebuena y la luna: “… quimeras de luna, / pálidos celajes”. Pareciera que la luna se baja del belén junto con las estrellas en cada casa, en cada belén montado.

Ramón de Campoamor nos expresa el dolor de una madre y una hija muy desgraciadas en Nochebuena en un poema triste y de pobreza alimenticia de pan bendito.

San Juan de la Cruz cita a los animales del portal: “… entre unos animales / que a la sazón allí había, / los hombres decían cantares, / los ángeles melodía, “

Un poema de Gloria Fuertes nos habla sobre lo que pensamos todos: el Niño con los Reyes Magos no quiere el incienso, ni el oro, ni la mirra, sino un camellito para jugar: “¡No quiero oro ni incienso / ni esos tesoros tan fríos, / quiero al camello, le quiero./ Le quiero, -repitió el Niño.”

Fernando Pessoa nos recuerda que desgraciadamente en Navidad y siempre, al mismo tiempo que los niños nacen, otros niños mueren: “Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad / que no ha venido ni se ha ido…”

Carlos Murciano alude también a los vegetales olorosos de diciembre en su poema navideño: “Y ahora tan lejos, temblando / sobre el heno y la retama. / Malhaya mi blanda cama.” Eso ahora se llama intentar salir de nuestra zona de confort.

Gerardo Diego, opta por su “Villancico rifador” al decir: “¿Cuánto me dan por la estrella y la luna? / ¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna?”

Siempre se presta la buena Nochebuena a jugar con nuestros sentimientos, en la actividad citada de animación lectora le proponemos a los jóvenes lectores que expresen un listado de palabras, sobre todo adjetivos relacionados con la Nochebuena, Juan Alcaide, a menudo pesimista por los tiempos que le tocan vivir, la califica de mala Nochebuena, pero a los lectores se les ofrece la posibilidad de calificarla como buenamente la sientan. Después pondrán calificativos a las vacaciones navideñas, por muchos sitios llamadas vacaciones de invierno, y hacer un gran mural lleno de adjetivos, para calificar unas fiestas sensibles y nostálgicas que se van perdiendo, a cambio del consumismo y el ocio de las nuevas catedrales del comprar, del gastar y del tener. Y es que el adjetivo bueno de la Nochebuena no siempre importa.

Esta noche la queremos calificar de buena aunque no haya razones para serlo, porque alguna Nochebuena debe haber o ser buena para vivirla en común. Seamos más optimistas que el poeta. Y las vacaciones, para quien las tenga, también las calificaremos como buenas, por supuesto.

Buena, buena, Nochebuena

Siempre se presta la buena Nochebuena a jugar con nuestros sentimientos
Nieves Fernández
sábado, 24 de diciembre de 2016, 12:47 h (CET)
Un poema traído hasta mis ojos por un amigo filólogo sobre la Nochebuena del poeta valdepeñero Juan Alcaide, me recuerda una actividad de animación lectora de hace tiempo, el poeta comenzaba hablando de un pueblo que soñaba en plenilunio, un valle en fiesta con olor de romero y sonido de pandero incluido en la obra “Trillos y Vilanos”.

Pero hay muchos más poetas que tratan el tema navideño. El poeta peruano César Vallejo escribe también sobre la Nochebuena y la luna: “… quimeras de luna, / pálidos celajes”. Pareciera que la luna se baja del belén junto con las estrellas en cada casa, en cada belén montado.

Ramón de Campoamor nos expresa el dolor de una madre y una hija muy desgraciadas en Nochebuena en un poema triste y de pobreza alimenticia de pan bendito.

San Juan de la Cruz cita a los animales del portal: “… entre unos animales / que a la sazón allí había, / los hombres decían cantares, / los ángeles melodía, “

Un poema de Gloria Fuertes nos habla sobre lo que pensamos todos: el Niño con los Reyes Magos no quiere el incienso, ni el oro, ni la mirra, sino un camellito para jugar: “¡No quiero oro ni incienso / ni esos tesoros tan fríos, / quiero al camello, le quiero./ Le quiero, -repitió el Niño.”

Fernando Pessoa nos recuerda que desgraciadamente en Navidad y siempre, al mismo tiempo que los niños nacen, otros niños mueren: “Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad / que no ha venido ni se ha ido…”

Carlos Murciano alude también a los vegetales olorosos de diciembre en su poema navideño: “Y ahora tan lejos, temblando / sobre el heno y la retama. / Malhaya mi blanda cama.” Eso ahora se llama intentar salir de nuestra zona de confort.

Gerardo Diego, opta por su “Villancico rifador” al decir: “¿Cuánto me dan por la estrella y la luna? / ¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna?”

Siempre se presta la buena Nochebuena a jugar con nuestros sentimientos, en la actividad citada de animación lectora le proponemos a los jóvenes lectores que expresen un listado de palabras, sobre todo adjetivos relacionados con la Nochebuena, Juan Alcaide, a menudo pesimista por los tiempos que le tocan vivir, la califica de mala Nochebuena, pero a los lectores se les ofrece la posibilidad de calificarla como buenamente la sientan. Después pondrán calificativos a las vacaciones navideñas, por muchos sitios llamadas vacaciones de invierno, y hacer un gran mural lleno de adjetivos, para calificar unas fiestas sensibles y nostálgicas que se van perdiendo, a cambio del consumismo y el ocio de las nuevas catedrales del comprar, del gastar y del tener. Y es que el adjetivo bueno de la Nochebuena no siempre importa.

Esta noche la queremos calificar de buena aunque no haya razones para serlo, porque alguna Nochebuena debe haber o ser buena para vivirla en común. Seamos más optimistas que el poeta. Y las vacaciones, para quien las tenga, también las calificaremos como buenas, por supuesto.

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