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El hilo conductor de la personalidad propia presenta muchos nudos conflictivos desatendidos con frecuencia

Hilo conductor

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Es ese intercambio dialéctico atenuante y estimulante a la vez, que tanto añoramos en los momentos de disgregación social. El que atempere los exabruptos irrespetuosos y que favorezca las iniciativas personales con afanes comunitarios de rango antropológico básico. Su condicionante primordial radica en el carácter PARTICIPATIVO de cuántos quieran intervenir, sin cortapisas frívolas; pero con exigencia de una franqueza y rigor estimulantes.

Enseguida aparecen NUDOS en dicho hilo, en forma de dificultades de diverso género. Anudados por factores foráneos, sirven con demasiada frecuencia para soslayar las responsabilidades propias. Surgidos desde los fondos interiores del individuo, pueden parecernos inamovibles por su carácter constitutivo de la personalidad. En los ámbitos sociales aparecen con grados variables de fortaleza, con talante provocativo, patentes a la primera observación o disimulados en los múltiples resquicios de la convivencia. La rotura del nudo y del hilo al estilo gordiano disgrega las conductas posteriores con la consiguiente desorientación de los protagonistas. Son otras las soluciones preferentes.

Tropezamos con nudos de trabazones sencillas y otros de trama compleja. Los primeros como resultado del simple cruce de los trayectos individuales, el choque entre apetencias contrapuestas. El incremento de la complejidad dependerá de las confluencia de muchos factores de procedencias insospechadas. Por esa complicación progresiva llega a perderse el efecto directo de las labores personales, arrumbadas por la potencia de las FUERZAS exteriores. De donde deriva uno de los retos cruciales, la identificación de los obstáculos, puesto que su conocimiento permitirá los planteamientos superadores, deshaciendo los nudos o buscando otras vías. Las aportaciones colectivas hacen peligrar los trayectos individuales.

Aunque las casualidades estén presentes, recurramos a los condicionantes sociales o genéticos, incluso a la fuerza mayor, que marcan los caminos personales emprendidos; una parte importante en el diseño de los rumbos adoptados, depende desde los primeros embates, de los SENTIMIENTOS de sus protagonistas. Mucha gente permanece detenida en esas percepciones, sin mayores elucubraciones. Es la familia, soy republicano, ateo, creyente, abusón sin escrúpulos; apegados a la percepción iniciática. Ese anclaje no enlaza con la ampliación de los planteamientos, que no sienten, están fuera de su mentalidad. Pero, aún sintiéndolos, echan el ancla en una rutina demoledora, en un camino circular.

Sobrepasando los razonamientos y subiendo un escalón desde los sentimientos, surgen los impulsos incontrolados de las EMOCIONES, desbaratan cualquier esquema previo opuesto a su desarrollo. Protagonizan un sobresalto placentero o bien afligido, de enorme influencia sobre las tendencias de cada sujeto. Nada que ver con la moralidad razonada. Constituyen reacciones primitivas de gran proximidad a las áreas del subconsciente o instintivas. Influyen en la atracción o la repulsa experimentada a diario, expuesta a las valoraciones intempestivas, por su distanciamiento respecto de la razón social. Generan unos trazados inconvenientes, porque no apuntan calibrando todos los factores, con el peligro consiguiente.

Cuando estas exacerbaciones alcanzan el estremecimiento, el descontrol pasa a ser la regla dominante en cualquier área de las actuaciones en sociedad. Los actos aislados apenas representan un porcentaje minúsculo. Dicho aumento de la tensión impulsiva viene protagonizado por las PASIONES, cuyo dominio pasa a ser autónomo, no responde a normas o requerimientos. Su potencial dispara las conductas a grados de intemperancia notables; las querencias particulares llevadas a esos extremos, se transforman en imposiciones, a no ser que sean frenadas por fuertes medidas equilibrantes. Dineros, amores, política, violencia, planean en los entornos de su ejercicio. Los testimonios abundan.

El destino es incierto, nos acercamos a él, pero sin las certezas, que desearíamos conocer. Mientras, el hilo conductor mantiene su tensión a lo largo de las diferentes vidas, con señuelos de diverso calado. Uno de estos, convierte a las pasiones exacerbadas, a los defectos, a las actitudes maliciosas, en hábitos de conducta; son los VICIOS, manteniendo las tendencias perniciosas. Al ser adoptados por la costumbre, de un individuo, de un grupo social, su permanencia contamina los potenciales logros de esa gente. Afectan a la alimentación, a la manera de enfermar, incrementan la crispación en la convivencia y fomentan entuertos sucesivos. Fijan una serie de comportamientos inconvenientes, apoyados por tolerancias estúpidas.

Endurecidos por los espantos sucesivos, contemplamos a los vicios sobrepasados, el hilo no se interrumpió allí. Los asesinatos en nombre de una causa (Islámicos, ETA, guerras), las corrupciones desaforadas (ERES, Bankia, tarjetas opácas, Urdangarín, Pujol, Correa…), los desfases conceptuales (Despreocupación respecto de la vida, la muerte, los demás…); testimonian ese nuevo grado de empeoramiento funcional en una proliferación de los DESMANES en contra de la gente corriente. La lista es susceptible de amplicaciones lamentables, los afectados por los abusos incluirían diversos sectores con personajes abyectos. Es una competición escalofríante con multiplicación de los agentes desaprensivos.

La continuación por estos trazados acumula obstáculos y desorientaciones, hasta perder el hilo inicial; los que provoca desconexiones importantes con los ambientes y, lo que es peor, con el resto de las personas. De tal guisa, el desarreglo mental avanza hacia la INSANIA. Inmersos en dichas locuras, las acciones impulsivas emprendidas carecerán del mínimo sentido. Lo cual no impide que esta gente alocada alcance rangos sociales elevados; eso dependerá de las tendencias populares. El desquiciamiento tiene un componente contagioso, si los individuos contactados no presentan la suficiente clarividencia e integridad. El simple número no supone una justificación satisfactoria.

A la vista del panorama generado, asombra la ESTULTICIA pasiva de mucha gente, conocedora y sufridora de las diversas penalidades; pero, que son incapaces de una enérgica respuesta correctora. Una vez más, no basta con la mención de los muchos perjudicados, ni con la evidencia de las conductas perniciosas. La pasividad de las mayorías irrelevantes ejerce como cómplice fundamental de cara a los desafueros proyectados. Y, sea por ignorancia, comodidad, incompetencia o por necedad, que abundan; permiten el incremento de los desaguisados.

Seguramente, no será cuestión de la fortaleza de los hilos, ni de los nudos citados; porque en la época actual de las conexiones cambiantes, quizá lo fueron todas, los eventos no dependen de un único estímulo, ni de formatos estables. La síntesis es sólo una ficción útil; aunque de valor exclusivo para ese momento. Es precisa la ELABORACIÓN permanente de iniciativas pertinentes, para una eficacia pasajera. Las fijaciones rozan el absurdo, por su propia naturaleza evanescente.

Hilo conductor

El hilo conductor de la personalidad propia presenta muchos nudos conflictivos desatendidos con frecuencia
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 2 de diciembre de 2016, 09:11 h (CET)
Es ese intercambio dialéctico atenuante y estimulante a la vez, que tanto añoramos en los momentos de disgregación social. El que atempere los exabruptos irrespetuosos y que favorezca las iniciativas personales con afanes comunitarios de rango antropológico básico. Su condicionante primordial radica en el carácter PARTICIPATIVO de cuántos quieran intervenir, sin cortapisas frívolas; pero con exigencia de una franqueza y rigor estimulantes.

Enseguida aparecen NUDOS en dicho hilo, en forma de dificultades de diverso género. Anudados por factores foráneos, sirven con demasiada frecuencia para soslayar las responsabilidades propias. Surgidos desde los fondos interiores del individuo, pueden parecernos inamovibles por su carácter constitutivo de la personalidad. En los ámbitos sociales aparecen con grados variables de fortaleza, con talante provocativo, patentes a la primera observación o disimulados en los múltiples resquicios de la convivencia. La rotura del nudo y del hilo al estilo gordiano disgrega las conductas posteriores con la consiguiente desorientación de los protagonistas. Son otras las soluciones preferentes.

Tropezamos con nudos de trabazones sencillas y otros de trama compleja. Los primeros como resultado del simple cruce de los trayectos individuales, el choque entre apetencias contrapuestas. El incremento de la complejidad dependerá de las confluencia de muchos factores de procedencias insospechadas. Por esa complicación progresiva llega a perderse el efecto directo de las labores personales, arrumbadas por la potencia de las FUERZAS exteriores. De donde deriva uno de los retos cruciales, la identificación de los obstáculos, puesto que su conocimiento permitirá los planteamientos superadores, deshaciendo los nudos o buscando otras vías. Las aportaciones colectivas hacen peligrar los trayectos individuales.

Aunque las casualidades estén presentes, recurramos a los condicionantes sociales o genéticos, incluso a la fuerza mayor, que marcan los caminos personales emprendidos; una parte importante en el diseño de los rumbos adoptados, depende desde los primeros embates, de los SENTIMIENTOS de sus protagonistas. Mucha gente permanece detenida en esas percepciones, sin mayores elucubraciones. Es la familia, soy republicano, ateo, creyente, abusón sin escrúpulos; apegados a la percepción iniciática. Ese anclaje no enlaza con la ampliación de los planteamientos, que no sienten, están fuera de su mentalidad. Pero, aún sintiéndolos, echan el ancla en una rutina demoledora, en un camino circular.

Sobrepasando los razonamientos y subiendo un escalón desde los sentimientos, surgen los impulsos incontrolados de las EMOCIONES, desbaratan cualquier esquema previo opuesto a su desarrollo. Protagonizan un sobresalto placentero o bien afligido, de enorme influencia sobre las tendencias de cada sujeto. Nada que ver con la moralidad razonada. Constituyen reacciones primitivas de gran proximidad a las áreas del subconsciente o instintivas. Influyen en la atracción o la repulsa experimentada a diario, expuesta a las valoraciones intempestivas, por su distanciamiento respecto de la razón social. Generan unos trazados inconvenientes, porque no apuntan calibrando todos los factores, con el peligro consiguiente.

Cuando estas exacerbaciones alcanzan el estremecimiento, el descontrol pasa a ser la regla dominante en cualquier área de las actuaciones en sociedad. Los actos aislados apenas representan un porcentaje minúsculo. Dicho aumento de la tensión impulsiva viene protagonizado por las PASIONES, cuyo dominio pasa a ser autónomo, no responde a normas o requerimientos. Su potencial dispara las conductas a grados de intemperancia notables; las querencias particulares llevadas a esos extremos, se transforman en imposiciones, a no ser que sean frenadas por fuertes medidas equilibrantes. Dineros, amores, política, violencia, planean en los entornos de su ejercicio. Los testimonios abundan.

El destino es incierto, nos acercamos a él, pero sin las certezas, que desearíamos conocer. Mientras, el hilo conductor mantiene su tensión a lo largo de las diferentes vidas, con señuelos de diverso calado. Uno de estos, convierte a las pasiones exacerbadas, a los defectos, a las actitudes maliciosas, en hábitos de conducta; son los VICIOS, manteniendo las tendencias perniciosas. Al ser adoptados por la costumbre, de un individuo, de un grupo social, su permanencia contamina los potenciales logros de esa gente. Afectan a la alimentación, a la manera de enfermar, incrementan la crispación en la convivencia y fomentan entuertos sucesivos. Fijan una serie de comportamientos inconvenientes, apoyados por tolerancias estúpidas.

Endurecidos por los espantos sucesivos, contemplamos a los vicios sobrepasados, el hilo no se interrumpió allí. Los asesinatos en nombre de una causa (Islámicos, ETA, guerras), las corrupciones desaforadas (ERES, Bankia, tarjetas opácas, Urdangarín, Pujol, Correa…), los desfases conceptuales (Despreocupación respecto de la vida, la muerte, los demás…); testimonian ese nuevo grado de empeoramiento funcional en una proliferación de los DESMANES en contra de la gente corriente. La lista es susceptible de amplicaciones lamentables, los afectados por los abusos incluirían diversos sectores con personajes abyectos. Es una competición escalofríante con multiplicación de los agentes desaprensivos.

La continuación por estos trazados acumula obstáculos y desorientaciones, hasta perder el hilo inicial; los que provoca desconexiones importantes con los ambientes y, lo que es peor, con el resto de las personas. De tal guisa, el desarreglo mental avanza hacia la INSANIA. Inmersos en dichas locuras, las acciones impulsivas emprendidas carecerán del mínimo sentido. Lo cual no impide que esta gente alocada alcance rangos sociales elevados; eso dependerá de las tendencias populares. El desquiciamiento tiene un componente contagioso, si los individuos contactados no presentan la suficiente clarividencia e integridad. El simple número no supone una justificación satisfactoria.

A la vista del panorama generado, asombra la ESTULTICIA pasiva de mucha gente, conocedora y sufridora de las diversas penalidades; pero, que son incapaces de una enérgica respuesta correctora. Una vez más, no basta con la mención de los muchos perjudicados, ni con la evidencia de las conductas perniciosas. La pasividad de las mayorías irrelevantes ejerce como cómplice fundamental de cara a los desafueros proyectados. Y, sea por ignorancia, comodidad, incompetencia o por necedad, que abundan; permiten el incremento de los desaguisados.

Seguramente, no será cuestión de la fortaleza de los hilos, ni de los nudos citados; porque en la época actual de las conexiones cambiantes, quizá lo fueron todas, los eventos no dependen de un único estímulo, ni de formatos estables. La síntesis es sólo una ficción útil; aunque de valor exclusivo para ese momento. Es precisa la ELABORACIÓN permanente de iniciativas pertinentes, para una eficacia pasajera. Las fijaciones rozan el absurdo, por su propia naturaleza evanescente.

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Nos levantamos cada mañana, esperando y temiendo, que hoy, o en esta semana, algún personaje/persona de la política o de sus aledaños inventen un nuevo insulto contra alguien. Hasta la saciedad hemos indicado que se expongan datos, argumentos, razones, conceptos, ideas con respeto, con respeto a las posiciones del otro, con respeto a las posiciones ideológicas del otro, con respeto a las otras personas.

Necesitamos comprensión de hogar, máxime en un tiempo donde las familias son muy heterogéneas; ya que los diversos vínculos suelen sentir y vivir de manera distinta, además de que los espacios sean muy diferentes, pues aún se silencian voces en muchos de ellos, imperando el ordeno y mando, sin apenas diálogo alguno.

Yo me propongo, como un quijote real e histórico, quebrar lanzas aportando al desarrollo y al progreso cultural de nuestra nación sobre el fundador, no de la maravillosa Granada, ni de la sede del saber, como lo es nuestra querida occidental ciudad de León, sino del descubridor del nuevo mundo y en su cuarto viaje de la provincia o país Nicaragua.

 
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