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Somos mamíferos, ya lo sabes, y nos ayudamos los unos a los otros

Cartas a Noa. Mamíferos

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Querida Noa, llevas tan sólo 20 días con nosotros y tu presencia ya ha inundado nuestra vida de momentos de mucha felicidad. Por este motivo, porque hay muchas emociones que se sienten al tener la suerte de ser tu padre y porque no me gustaría que éstas se perdieran nunca, he querido empezar este pequeño diario sobre ti, una serie de cartas que hoy empiezo a escribir para ti y que espero que leas en un futuro.

Después de 20 días, he tenido muchos momentos para observarte, para fascinarme mirándote y sobretodo para intentar comprenderte, un reto importante para cualquier padre primerizo, como en este caso tu madre y yo.

En estos pocos días he sacado algunas conclusiones, la primera de ellas es que eres maravillosa, una criatura perfecta que la naturaleza y el amor nos ha querido regalar en este momento de nuestras vidas. No olvides esto nunca.

Mamíferos
La segunda conclusión es que no sólo compartes en tu ADN todo lo que tenemos en común los seres humanos, sino que además compartimos muchas más cosas con el resto de seres vivos. Pertenecemos a la categoría de los mamíferos, todos aquellos que se alimentan nada más nacer de la leche de sus madres. Tú y yo somos mamíferos.

Los mamíferos tenemos muchas cosas en común, pero una de ellas es nuestra capacidad de sentir emociones, de reconocerlas, de sentir apego, cariño, ternura, enamorarnos y apasionarnos. Tenemos un gran corazón todos los mamíferos y tú eres uno de ellos, para mí el pequeño mamífero más especial.

Nuestro sistema sensorial y nervioso se desarrolló muchísimo, hace ya algunos millones de años e hizo que en nosotros creciera un pequeño elemento que nos ayuda a sentir y a vivir emociones, que nos hace seres especialmente sensibles, la amígdala de nuestro cerebro.

Los réptiles o insectos no tienen amígdala, según parece no pueden reconocer a sus padres o sentir emoción alguna, más allá del instinto básico de supervivencia que veríamos en cualquiera de ellos: comer, huir, atacar, reproducirse…

Más adelante los mamíferos superiores, como el ser humano, desarrollamos el cortex, esa parte de tu cerebro que tiene “forma de cerebro” y que al parecer incluye todo aquello que nos hace inteligentes, hábiles con el lenguaje y otros asuntos prácticos que nos ayudan a ser la especie más desarrollada que existe.

Noa, cada vez que te miro descubro cómo de sensible eres, cómo de importantes son para ti las emociones y los sentimientos. Tengo muchos ejemplos:

Cada vez que yo estoy algo estresado o nervioso porque tengo muchas cosas que hacer tú respondes con más agitación, con más nerviosismo y sin poder dormirte. Sin duda tienes empatía.

Cada vez que tu madre te duerme sobre su pecho y te quiere dejar en tu carrito (sutilmente) para que duermas sola, tú te despiertas hábilmente, haciendo gala de una de tus principales habilidades: no querer estar sola o sentirte abandonada, una característica de los mamíferos que, como tú, acaban de nacer. Ser parte de la tribu y querer estar cerca de ella, está también en nuestro ADN.

Somos gregarios Noa, los mamíferos somos seres que formamos parte de algo más grande que nosotros de forma individual, intersomos. En este caso tú ya formas parte de nuestra manada, de nuestra familia, tus padres, abuelos y demás parientes, para todos nosotros eres especial. Pero también formas parte de la raza humana, esa familia a la que ya te has unido desde el día 5 de noviembre, y que es responsable de todo lo maravilloso que conoces (y también de algunas otras cosas que irás conociendo a lo largo de tu vida).

Según camines por la vida Noa, recuerda que eres parte de la tribu, que tienes un espacio entre todos ellos, y que en muchas ocasiones, cuando no te quedan fuerzas para seguir adelante, son los demás los que tienen la sorprendente habilidad de sacarte del pozo.

Me gusta mirarte Noa, me deleito haciéndolo. Y sólo te puedo comprender, en tus primeros días de vida, desde mi parte más mamífera también, oliéndote, acariciándote y cuidando de que estés segura. Al igual que haría una perra con sus perritos recién nacidos, nuestra función durante estos primeros meses de vida es tratar de comprenderte y cuidar de ti.

Tú no entiendes, con tan sólo 20 días, de lógica y de razón, no sabes lo que es un segundo, ni un minuto, ni lo que significa llegar tarde. Para ti las palabras economía, Europa o resultados, son tan sólo ruidos que escuchas de vez en cuando mientras tu padre, en lugar de mirarte un rato más, decide poner las noticias en TV. Discúlpame por ese momento si alguna vez lo hago.

En estos momentos de tu vida, el trabajo de tu madre y el mío, más que comprenderte es sentirte, porque sólo te podemos comprender si nos mimetizamos contigo, si entramos en ese fascinante universo de sensaciones que estás viviendo, estás descubriendo el mundo, mientras nosotros te descubrimos a ti. Cuando he podido sentir como tú, cuando esto me ha ocurrido Noa, es maravilloso, lo más bonito que podría ocurrir, entrar en tu mundo y contactar contigo. Eso es la felicidad.

Con admiración. Tu padre.

Cartas a Noa. Mamíferos

Somos mamíferos, ya lo sabes, y nos ayudamos los unos a los otros
César Piqueras
jueves, 24 de noviembre de 2016, 00:03 h (CET)
Querida Noa, llevas tan sólo 20 días con nosotros y tu presencia ya ha inundado nuestra vida de momentos de mucha felicidad. Por este motivo, porque hay muchas emociones que se sienten al tener la suerte de ser tu padre y porque no me gustaría que éstas se perdieran nunca, he querido empezar este pequeño diario sobre ti, una serie de cartas que hoy empiezo a escribir para ti y que espero que leas en un futuro.

Después de 20 días, he tenido muchos momentos para observarte, para fascinarme mirándote y sobretodo para intentar comprenderte, un reto importante para cualquier padre primerizo, como en este caso tu madre y yo.

En estos pocos días he sacado algunas conclusiones, la primera de ellas es que eres maravillosa, una criatura perfecta que la naturaleza y el amor nos ha querido regalar en este momento de nuestras vidas. No olvides esto nunca.

Mamíferos
La segunda conclusión es que no sólo compartes en tu ADN todo lo que tenemos en común los seres humanos, sino que además compartimos muchas más cosas con el resto de seres vivos. Pertenecemos a la categoría de los mamíferos, todos aquellos que se alimentan nada más nacer de la leche de sus madres. Tú y yo somos mamíferos.

Los mamíferos tenemos muchas cosas en común, pero una de ellas es nuestra capacidad de sentir emociones, de reconocerlas, de sentir apego, cariño, ternura, enamorarnos y apasionarnos. Tenemos un gran corazón todos los mamíferos y tú eres uno de ellos, para mí el pequeño mamífero más especial.

Nuestro sistema sensorial y nervioso se desarrolló muchísimo, hace ya algunos millones de años e hizo que en nosotros creciera un pequeño elemento que nos ayuda a sentir y a vivir emociones, que nos hace seres especialmente sensibles, la amígdala de nuestro cerebro.

Los réptiles o insectos no tienen amígdala, según parece no pueden reconocer a sus padres o sentir emoción alguna, más allá del instinto básico de supervivencia que veríamos en cualquiera de ellos: comer, huir, atacar, reproducirse…

Más adelante los mamíferos superiores, como el ser humano, desarrollamos el cortex, esa parte de tu cerebro que tiene “forma de cerebro” y que al parecer incluye todo aquello que nos hace inteligentes, hábiles con el lenguaje y otros asuntos prácticos que nos ayudan a ser la especie más desarrollada que existe.

Noa, cada vez que te miro descubro cómo de sensible eres, cómo de importantes son para ti las emociones y los sentimientos. Tengo muchos ejemplos:

Cada vez que yo estoy algo estresado o nervioso porque tengo muchas cosas que hacer tú respondes con más agitación, con más nerviosismo y sin poder dormirte. Sin duda tienes empatía.

Cada vez que tu madre te duerme sobre su pecho y te quiere dejar en tu carrito (sutilmente) para que duermas sola, tú te despiertas hábilmente, haciendo gala de una de tus principales habilidades: no querer estar sola o sentirte abandonada, una característica de los mamíferos que, como tú, acaban de nacer. Ser parte de la tribu y querer estar cerca de ella, está también en nuestro ADN.

Somos gregarios Noa, los mamíferos somos seres que formamos parte de algo más grande que nosotros de forma individual, intersomos. En este caso tú ya formas parte de nuestra manada, de nuestra familia, tus padres, abuelos y demás parientes, para todos nosotros eres especial. Pero también formas parte de la raza humana, esa familia a la que ya te has unido desde el día 5 de noviembre, y que es responsable de todo lo maravilloso que conoces (y también de algunas otras cosas que irás conociendo a lo largo de tu vida).

Según camines por la vida Noa, recuerda que eres parte de la tribu, que tienes un espacio entre todos ellos, y que en muchas ocasiones, cuando no te quedan fuerzas para seguir adelante, son los demás los que tienen la sorprendente habilidad de sacarte del pozo.

Me gusta mirarte Noa, me deleito haciéndolo. Y sólo te puedo comprender, en tus primeros días de vida, desde mi parte más mamífera también, oliéndote, acariciándote y cuidando de que estés segura. Al igual que haría una perra con sus perritos recién nacidos, nuestra función durante estos primeros meses de vida es tratar de comprenderte y cuidar de ti.

Tú no entiendes, con tan sólo 20 días, de lógica y de razón, no sabes lo que es un segundo, ni un minuto, ni lo que significa llegar tarde. Para ti las palabras economía, Europa o resultados, son tan sólo ruidos que escuchas de vez en cuando mientras tu padre, en lugar de mirarte un rato más, decide poner las noticias en TV. Discúlpame por ese momento si alguna vez lo hago.

En estos momentos de tu vida, el trabajo de tu madre y el mío, más que comprenderte es sentirte, porque sólo te podemos comprender si nos mimetizamos contigo, si entramos en ese fascinante universo de sensaciones que estás viviendo, estás descubriendo el mundo, mientras nosotros te descubrimos a ti. Cuando he podido sentir como tú, cuando esto me ha ocurrido Noa, es maravilloso, lo más bonito que podría ocurrir, entrar en tu mundo y contactar contigo. Eso es la felicidad.

Con admiración. Tu padre.

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