El Caisse d´Epargne puso el espectáculo en la primera etapa de la París-Niza 2010 con el corte que Chente García Acosta, José Iván Gutiérrez, Luis León Sánchez y Alejandro Valverde provocaron y que dio como resultado 17 segundos de ventaja respecto al pelotón, en el que se encontraban Alberto Contador, Levi Leipheimer, Frank Schleck, Samuel Sánchez y el resto de favoritos.

Álvaro Calleja / Siglo XXI
La carretera que dirigía al pelotón a Contres no era la misma que lo hacía a La Grande-Motte, al borde de La Camarga, el pasado 6 de julio. Tampoco el marco era el mismo. La París-Niza no es el Tour de Francia. Ni los protagonistas. Bueno, uno sí, el perjudicado, el que, en aquella ocasión, se vio superado por el atento Lance Armstrong. Alberto Contador, que era espectador de lujo del comienzo de la larga encerrona que el americano y su inseparable director, Johan Bruyneel, le guardaban para el resto de la ronda gala, volvió a vivir una experiencia que nunca es agradable si tú eres el damnificado. El viento aliándose con tus rivales.

El Caisse d´Epargne es un equipo que esconde tras sus colores mucha tradición. El equipo de Induráin y Perico. El equipo del Óscar Pereiro que puso patas arriba el Tour de 2006. El equipo de Alejandro Valverde y Luis León Sánchez, quienes hoy, ayudados por José Iván Gutiérrez y el eterno Chente García Acosta, que es uno de los grandes autores de la historia de la escuadra navarra, se hicieron amigos del viento y provocaron un abanico que recordó, por unos instantes, el ciclismo al que ahora tanto se añora. El ciclismo de las mil historias. El del caos, el de la improvisación, el de la locura. El ciclismo que atrapa a los aficionados y no les deja cambiar de canal hasta que se conoce al vencedor del día. Como ha vuelto a ocurrir hoy.

La emboscada que el conjunto de los líderes murcianos, Valverde y Luis León, preparó en la última parte de la etapa, creó un nerviosismo que acabó con Alberto Contador probando la hierba. El del Astana se cayó a menos de 3 kilómetros de meta y gracias a un compañero, que le prestó la bicicleta, y al coche del Rabobank, pudo entrar de nuevo en el pelotón. Un pelotón en el que se encontraban casi todos los favoritos para llevarse el triunfo final. Un pelotón del que salió como una furia, como Fabian Cancellara en aquella etapa del Tour, un Lars Boom que, en solitario, sin ayuda de nadie, contactó con las pocas unidades del grupo cabecero, entre las que estaba otro que ha pasado por la escuela navarra, Joaquim Rodríguez. Roman Kreuziger y Tony Martin fueron los únicos favoritos que no cayeron en la trampa del Caisse d´Epargne y no perdieron los 17 segundos que Contador, Leipheimer, Samuel Sánchez, Frank Shleck y compañía se dejaron camino de la meta, en un día que, en teoría, iba a ser tranquilo.

Un día destinado para los más rápidos o para algún valiente, como Romain Feillu, del Vacansoleil, y Albert Timmer, del Skil-Shimano, primero, y Gilbert, del Omega, y Veelers, del Skil-Shimano también, después. Los cuatro, de dos en dos, lo intentaron sin éxito. La segunda pareja nombrada aprovechó dos parones por caídas. Uno, para salir del pelotón, a falta de 43 kilómetros, y otro, a 31, para aumentar el hueco. Hueco que desaparecería con el paso de los kilómetros y que sirvió como aperitivo para lo que después sucedería.

Sucedió lo que ya les hemos contado y que acabó con Greg Henderson alzando los brazos en Contres y con una ventaja de 17 segundos para Valverde, Luisle, Kreuziger y Tony Martin, entre otros. Henderson, un ex del Columbia, ahora del Sky, que nació en el 76, que es neozelandés y que ya venció este año en la Cancer Council Classic, se comió a Tony Martin, compañero suyo la temporada pasada y que lo había intentado en el último kilómetro, y se impuso por centímetros a Grega Bole, del Lampre.