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“Disciplina, esfuerzo, productividad y eficiencia son músculos que tenemos que entrenar más a menudo”

No pierdas de vista tu sistema de gestión del tiempo

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Palabras como eficiencia, efectividad o productividad ya no nos son ajenas, en casi todas las empresas con las que trabajo se habla a menudo de ellas y se invierte en ellas. Hoy me gustaría invitarte a invertir tiempo en tu sistema de gestión del tiempo, pues sabemos que está comprobado que los resultados serán proporcionales al tiempo invertido.

Casi todos los profesionales hoy en día son contratados por varias razones. Algunas de ellas tienen que ver con la agilidad mental, es decir con personas capaces de dar soluciones de forma ágil y dinámica a los problemas que se encuentran.

Otra de las competencias clave es la agilidad con las personas, es decir en qué medida uno establece buenas relaciones con sus clientes, compañeros y colaboradores. Las relaciones en estos momentos son clave pues las empresas dependen en buena medida de que los equipos funcionen adecuadamente.

La siguiente agilidad a cultivar por cualquier profesional es la agilidad con los resultados, es decir, ser capaces de ofrecer los máximos resultados a su empresa, de hacer un delivery en tiempo y forma del proyecto.

Estas tres dimensiones son clave hoy en día para cualquier empresa, pero hay una de ellas que está pesando mucho más que las otras según las empresas van evolucionado: la agilidad con los resultados.

Ser fieles a nuestro sistema de gestión del tiempo
En esa línea, la invitación que te hago hoy tiene que ver con ser fiel a un sistema o método para gestionar tu tiempo y tus tareas. Suelo recomendar muchas formas de hacerlo posible, desde la más fácil y espartana de tener todo apuntado en algún lugar (el mismo lugar) y ceñir tus actividades a esta libreta, a una To-Do list, hasta un sistema más completo multiplataforma que ordene tus tareas por prioridades y horizontes temporales (día, semana, vista de pájaro), de forma que cualquier asunto a realizar tenga su espacio y tiempo para llevarse a cabo. En esa línea suelo organizar mi agenda.

“Pero, cuando no somos fieles a nuestro sistema, cualquiera que sea, perdemos productividad”.

Me suelo dar cuenta de esto cada vez que empiezo una mañana y no tengo un plan, cada vez que me pongo a trabajar sin un plan concreto y determinado para las próximas 10-12 horas. En ese momento sé que mi productividad caerá por los suelos.

El ser humano no se ha creado para ir detrás de un sistema de gestión del tiempo como si se tratara del aire que respiramos, esto es obvio.

“Por este motivo, como no es algo natural ni propio de nuestra condición, solemos sabotearnos y dejar para luego lo que tendríamos que hacer ahora”.

Una vez más aparece el concepto de la zona de confort, ese recinto de comodidad en el que gobierna la ley del mínimo esfuerzo, y del que todos somos potenciales esclavos. Por este motivo, y ya que somos conscientes de que nuestra tendencia natural es a quedarnos dentro de la zona de confort, para ser productivos tenemos que hacer un esfuerzo.

El esfuerzo que hace el que quiere hacer deporte y sin encontrar tiempo se despierta a las 6:00 de la mañana para correr 30 minutos.
El esfuerzo que hace el padre o madre de familia encuentre una hora extra en su día para jugar con sus hijos en el parque (esa costumbre que cada día se pierde más).
El esfuerzo que haces cada día por no permitir que tu canción se quede dentro de ti y lograr hacer de tu vida algo extraordinario.
De ahí que cada día de mi vida (cada día laborable, porque en el resto de días soy todo lo contrario) tenga en mente cuáles son mis objetivos, qué tareas tendría que hacer hoy para sacar el máximo partido de mi jornada y dónde tendría que poner la atención.

“El truco consiste en no despistarte, en no dejar que la marea te lleve, sino ser tú mismo quien incluso remando a contracorriente consigas lo que te propongas”.

La productividad requiere cierta disciplina y fuerza de voluntad, pero por suerte estos son músculos que se pueden entrenar.

Requiere también mucha valentía para decir no a ciertas cosas. Hace unos días me querían invitar a cenar un día laborable, pero dije que “no” porque tenía que dormir al menos las 7 horas que mi cuerpo necesita para estar al máximo al día siguiente. Me dolió porque en España se come muy bien y la cena prometía. Pero con los años he aprendido a decir no a todo lo que no aporta lo máximo a mi vida.

Cuando tienes el Norte definido es muy difícil que tu rumbo sea otro. Podrán venir temporales y huracanes a tu vida, querrán desestabilizarte, pero no perderás tu rumbo, porque actúas con determinación.

De ahí que te invite a ser fiel a tu sistema de gestión del tiempo, a cuidarlo, a mirarlo más a menudo, a ordenar las tareas por prioridades y a ceñirte al plan. Como dirían los ingleses “Stick to the agenda”.

Que tengas un gran día.

No pierdas de vista tu sistema de gestión del tiempo

“Disciplina, esfuerzo, productividad y eficiencia son músculos que tenemos que entrenar más a menudo”
César Piqueras
miércoles, 19 de octubre de 2016, 00:34 h (CET)
Palabras como eficiencia, efectividad o productividad ya no nos son ajenas, en casi todas las empresas con las que trabajo se habla a menudo de ellas y se invierte en ellas. Hoy me gustaría invitarte a invertir tiempo en tu sistema de gestión del tiempo, pues sabemos que está comprobado que los resultados serán proporcionales al tiempo invertido.

Casi todos los profesionales hoy en día son contratados por varias razones. Algunas de ellas tienen que ver con la agilidad mental, es decir con personas capaces de dar soluciones de forma ágil y dinámica a los problemas que se encuentran.

Otra de las competencias clave es la agilidad con las personas, es decir en qué medida uno establece buenas relaciones con sus clientes, compañeros y colaboradores. Las relaciones en estos momentos son clave pues las empresas dependen en buena medida de que los equipos funcionen adecuadamente.

La siguiente agilidad a cultivar por cualquier profesional es la agilidad con los resultados, es decir, ser capaces de ofrecer los máximos resultados a su empresa, de hacer un delivery en tiempo y forma del proyecto.

Estas tres dimensiones son clave hoy en día para cualquier empresa, pero hay una de ellas que está pesando mucho más que las otras según las empresas van evolucionado: la agilidad con los resultados.

Ser fieles a nuestro sistema de gestión del tiempo
En esa línea, la invitación que te hago hoy tiene que ver con ser fiel a un sistema o método para gestionar tu tiempo y tus tareas. Suelo recomendar muchas formas de hacerlo posible, desde la más fácil y espartana de tener todo apuntado en algún lugar (el mismo lugar) y ceñir tus actividades a esta libreta, a una To-Do list, hasta un sistema más completo multiplataforma que ordene tus tareas por prioridades y horizontes temporales (día, semana, vista de pájaro), de forma que cualquier asunto a realizar tenga su espacio y tiempo para llevarse a cabo. En esa línea suelo organizar mi agenda.

“Pero, cuando no somos fieles a nuestro sistema, cualquiera que sea, perdemos productividad”.

Me suelo dar cuenta de esto cada vez que empiezo una mañana y no tengo un plan, cada vez que me pongo a trabajar sin un plan concreto y determinado para las próximas 10-12 horas. En ese momento sé que mi productividad caerá por los suelos.

El ser humano no se ha creado para ir detrás de un sistema de gestión del tiempo como si se tratara del aire que respiramos, esto es obvio.

“Por este motivo, como no es algo natural ni propio de nuestra condición, solemos sabotearnos y dejar para luego lo que tendríamos que hacer ahora”.

Una vez más aparece el concepto de la zona de confort, ese recinto de comodidad en el que gobierna la ley del mínimo esfuerzo, y del que todos somos potenciales esclavos. Por este motivo, y ya que somos conscientes de que nuestra tendencia natural es a quedarnos dentro de la zona de confort, para ser productivos tenemos que hacer un esfuerzo.

El esfuerzo que hace el que quiere hacer deporte y sin encontrar tiempo se despierta a las 6:00 de la mañana para correr 30 minutos.
El esfuerzo que hace el padre o madre de familia encuentre una hora extra en su día para jugar con sus hijos en el parque (esa costumbre que cada día se pierde más).
El esfuerzo que haces cada día por no permitir que tu canción se quede dentro de ti y lograr hacer de tu vida algo extraordinario.
De ahí que cada día de mi vida (cada día laborable, porque en el resto de días soy todo lo contrario) tenga en mente cuáles son mis objetivos, qué tareas tendría que hacer hoy para sacar el máximo partido de mi jornada y dónde tendría que poner la atención.

“El truco consiste en no despistarte, en no dejar que la marea te lleve, sino ser tú mismo quien incluso remando a contracorriente consigas lo que te propongas”.

La productividad requiere cierta disciplina y fuerza de voluntad, pero por suerte estos son músculos que se pueden entrenar.

Requiere también mucha valentía para decir no a ciertas cosas. Hace unos días me querían invitar a cenar un día laborable, pero dije que “no” porque tenía que dormir al menos las 7 horas que mi cuerpo necesita para estar al máximo al día siguiente. Me dolió porque en España se come muy bien y la cena prometía. Pero con los años he aprendido a decir no a todo lo que no aporta lo máximo a mi vida.

Cuando tienes el Norte definido es muy difícil que tu rumbo sea otro. Podrán venir temporales y huracanes a tu vida, querrán desestabilizarte, pero no perderás tu rumbo, porque actúas con determinación.

De ahí que te invite a ser fiel a tu sistema de gestión del tiempo, a cuidarlo, a mirarlo más a menudo, a ordenar las tareas por prioridades y a ceñirte al plan. Como dirían los ingleses “Stick to the agenda”.

Que tengas un gran día.

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