Hoy, seguramente, será el día en el que todos estaremos pendientes de las palabras del señor Rajoy en el
Congreso. Unas palabras que, no puede ser de otro modo, van a ser repetición de lo que ha ido diciendo desde
el día en el que, por segunda vez, ganó las elecciones, sin que haya sido capaz de convencer a sus adversarios
políticos; no porque no estén cargadas de sentido común sus argumentos, ni dejen de ajustarse a lo que,
precisamente, sería conveniente para España en estos momentos ni, mucho menos, dejen de representar el
sentir de una gran mayoría de españoles, al menos de aquellos que no desean que los desvaríos de algunos, las
promesas irrealizables de otros o las teorías comunistoides de unos terceros, se implanten en nuestro país,
conscientes de los males que, un gobierno de semejantes características, significarían para la economía, los
ciudadanos y la convivencia entre los españoles.
El señor Felipe González, en unas palabras cargadas de buen sentido, de realismo y de razón de Estado tuvo,
sin embargo, un desliz que, más que un error, seguramente iban dirigidas a los socialistas más reacios a
permitir, aunque fuera con la mera abstención, que gobernara la derecha aún, como era el caso, que ésta
hubiera conseguido una victoria en las urnas lo suficientemente amplia para poder aspirar a dirigir el gobierno
de España. En una frase al final comentó: que era conveniente dejar gobernar al señor Rajoy, “aunque no se
lo merezca”, en bien de España y de los españoles. Como suele suceder en estos casos, los más contrarios al
PP, los que se han jurado a sí mismos hacer lo posible e imposible para impedir que gobiernen y aquellos que
ven peligrar su puesto en el partido si permitieran que ello llegara a suceder; de lo único que parece que se
enteraron de aquellas declaraciones del ex presidente español, fue de esta última frase de la que parece se han
apropiado para, como es corriente en las izquierdas, irla repitiendo machaconamente por aquello de que “una
mentira si se repite mil veces se convierte en una verdad”.
No hay personaje del PSOE, incluso los más tibios respecto al tema de impedir que Rajoy gobierne, que no
repita con insistencia este nuevo eslogan que parece que contiene, en estas pocas palabras, todo el resumen de
la estrategia del partido socialista del señor Pedro Sánchez. Lo que no se sabe, o al menos nos cuesta llegar a
intuirlo, es lo que se proponen estos señores y aquellos que, por otros intereses inconfesables
(hablamos de vascos y catalanes), aún que muchos de ellos sean de tendencias derechistas, se niegan en
redondo a prestar su apoyo a Rajoy sabiendo que, en el caso de los vascos, esta actitud les podría perjudicar
en las elecciones de Septiembre y en el de los catalanes, porque conocen de sobras la opinión del Presidente
en funciones, respecto a sus ambiciones secesionistas y, siendo así, ¿cómo iban a apoyar a quien quiere
mantener la unidad de España?
Y uno se pregunta, ante una situación semejante, ¿pero, qué es lo que, en realidad, han hecho todos estos
señores durante los cuatro años de legislatura del PP? O ¿qué hubieran hecho ellos si se hubieran encontrado
ante una situación, como la que dejaron los socialistas del señor Rodríguez Zapatero a Rajoy, cuando tiraron
la toalla a finales del año 2011? ¿Acaso el señor González apoyaría que su sucesor, el señor Zapatero,
mereciera una felicitación por sus errores garrafales, no sólo en temas económicos, sino en cuestiones de
financiación pública, de control de los gastos de las comunidades autónomas o de los despilfarros en
supuestas mejoras sociales que luego se ha visto que eran completamente insostenibles, amén de haberse
convertido en el hazmerreír en sus relaciones internacionales?, La realidad es que, la intervención del
mandatario español rozó los límites de la ilegalidad y, en algún caso, como el del Estatut catalán, se puede
decir que su participación no pudo ser más desafortunada, tanto que se puede afirmar que alguien la podría
haber calificado de traición al Estado español, cuando imprudentemente se desentendió del futuro Estatuto
catalán, cometiendo la irresponsabilidad de decirle, a Jordi Pujol y su camarilla, que el gobierno aprobaría el
proyecto que saliera del Parlamento catalán. ¡Y así nos ha ido!
Cuando escuchamos repetidamente a P.Sánchez, un señor que sólo se preocupa de su situación particular a la
que supedita el porvenir de España y de todos los españoles, hablar de lo necesario que es apartara a Rajoy del
poder, nos preguntamos cuáles son las garantías que nos ofrece este señor, lo mismo que Pablo Iglesias o
Rivera, de que tienen la fórmula para cumplir con sus extravagantes y desangelados programas de gobierno,
de qué elementos se van a valer para, como parece que comportará el acuerdo PP y Ciudadanos, con un coste
de unos 7.500 millones de euros, conseguir financiar en un periodo en el que Europa nos va a exigir
ajustarnos los cinturones para disminuir el excesivo desfase del gasto público, rebajar en 25.000 millones
nuestra Deuda pública y, al mismo tiempo, ajustar el déficit público de los próximos años para logran una
disminución de otros 10.000 millones de euros a los que, si se cumplieran los acuerdos previstos entre PP y
C’s se debería incrementar los citados 7.500 millones de aumento del gasto.
Claro que, todo ello, no sería más que calderilla si nos queremos referir a los programas de Podemos que, a
simple vista, ya se calculan que comportarían un incremente del gasto de unos 25.000 millones de euros. En
realidad ¿todos estos señores, que tanto critican a Rajoy cuando, precisamente, nos encontramos en un
momento dulce de nuestra situación económica, se vislumbran horizontes esperanzadores y el desempleo,
cada día que pasa, parece que va entrando en una fase de clara reducción, a medida que el despertar de las
industrias y del gasto interior van dotando de más dinamismo a nuestra economía, saben, de verdad, el trabajo
que han llevado a cabo los del PP para sacar adelante al país de la situación de quiebra en la que estaba?.
¿Acaso, el irreductible y monolítico señor P.Sánchez, del PSOE, y su cohorte de tiralevitas que le acompañan,
contribuyeron en algo, salvo en formular críticas, poner objeciones e intentar boicotear la acción del gobierno
popular durante la complicada y exigente legislatura anterior? Si algo se pudo hacer, si se pudo avanzar en
nuestras relaciones internacionales, si se logró reactivar la llegada de inversores extranjeros a nuestra Bolsa o
se incrementaron las exportaciones y mejoró notablemente el concepto que de España tenían los mandatarios
del resto de naciones de la UE, se debió a que, a pesar de los intentos de las izquierdas españolas, incluso
dentro de las instituciones europeas, por poner trabas a la acción gubernamental (porque no les interesaba que
el país saliera a flote), no consiguieron hacer fracasar los planes de regeneración económica de nuestro país.
No entraba en sus planes de dividir a España de los separatistas catalanes y vascos, ni en los de introducir el
comunismo bolivariano, como antesala de la bolcheviquización de nuestra nación de Podemos y su camarilla
de leninistas, o intentar entronizarse de nuevo en el poder, como ha sido el caso del señor Sánchez, con la sola
intención de salvar su posición privilegiada dentro del PSSOE, que ha estado peligrando después al fracaso
electoral al que los condujo en su obsesión por ir en contra de la derecha de Rajoy.
Y lo más curioso que el programa que han bosquejado los socialista y con el que intentaban, según ellos,
restaurar España no era más que una burda copia del que, su antecesor en la presidencia del Gobierno, señor
Rodríguez Zapatero puso en práctica con los deletéreos resultados de todos conocidos lo que llevó a su
partido y su gobierno a abandonar el gobierno y a convocar, con urgencia, unos nuevos comicios que
permitieron al PP conseguir una mayoría absoluta, aunque, en ello, han tenido la mala suerte de haberse
tenido que enfrentar a una de las épocas en las que la crisis y la recesión en todo el mundo occidental, han
impedido otra cosa que el intentar mantenerse con la cabeza fuera del agua respirando el poco oxígeno que el
vaivén de las finanzas permitía llegar a cada país.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que recriminar a todos estos
politicastros de vía estrecha de las izquierdas, que hoy ocupan cargos importantes en sus respectivas
formaciones políticas; su poca capacidad para desempeñar su misión a favor de los ciudadanos españoles; su
absoluta falta de respeto por el adversario político; su incuria y su adocenamiento a la hora de manifestar su
opinión en los órganos de decisión de sus partidos; su bajo nivel intelectual y su excesivo fanatismo, que
impiden que el sentido común y el pragmatismo se antepongan a sus intereses partidistas o, cuando su apego
al puesto que ocupan es tal que, en la mayoría de las ocasiones, se olvidan de sus responsabilidades de de la
ética que debe presidir sus actuaciones. No olvidemos que, en muchos casos, los emolumentos que perciben
en su calidad de políticos, son infinitamente superiores a los que conseguían en sus trabajos en la vida civil. O
sea que, todos aquellos que pretenden restar méritos al señor Rajoy, que también ha tenido sus defectos,
deberían mirarse antes a si mismos, analizar su propio comportamiento, sus engaños, mentiras, injurias y
calumnias, sus intrigas y zancadillas utilizadas malévolamente en contra de sus oponentes que, para ellos, no
son más que enemigos a los que, de una forma u otra, hay que despedazar y triturar para que nunca más
puedan oponerse a sus propias martingalas y provechosas actividades siempre en beneficio propio y no del
resto de ciudadanos.