Ayer comencé un crucigrama.

La primera horizontal no me costó mucho: “persona de profesión registrador, gallego, incapaz de responder públicamente con firmeza”…

La primera vertical era más peliaguda: “Sitio o lugar muy parecido a una plaza de toros, donde, sin serlo, se torea todos los días”…

La segunda horizontal ya era de nota: “señores que dicen lo que les mandan, les da tiempo a estar en tres sitios a la vez y cobran a pesar de la crisis”…

La segunda vertical era demasiado fácil: “Sistema de linchamiento público llevado a cabo fuera de los juzgados por personas seleccionadas en base a sus ideologías de enfrentamiento”…

Las respuestas las tenía claras pero, por si acaso, quiero que todos comprendan el trasfondo:

El crucigrama llevaba en clave el desarrollo de una película en la que se plantea que un señor llamado Rajoy acuda a una plaza de toros, de nombre habitual Congreso de los Diputados, para que una serie de mercenarios bien pagados le hagan trizas, utilizando la libertad como llave y la inquisición como herramienta.

Cerré el periódico y lo único que me quedó claro es “la incapacidad de responder con firmeza y sin rodeos de ese señor que muchos votamos, conocido en la calle como señor Rajoy, el pensador silencioso.