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Salud
Etiquetas | Obesidad | Sobrepeso | Obesidad infantil | Alimentación saludable | OMS | Remitido
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2022, 2.500 millones de adultos tenían sobrepeso

Obesidad: la forma más común de malnutrición

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Más de mil millones de personas son obesas. Es decir, 1 de cada 8 personas en el mundo viven con obesidad. La preocupante cifra se desprende de un informe publicado en la revista The Lancet que revela que desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha cuadruplicado entre los niños y adolescentes. En 2022, 879 millones de adultos y 159 millones de niños vivían con obesidad alrededor del mundo. Según la investigación, la Unión Europea se posiciona en el puesto 36 con las tasas más altas de obesidad femenina, mientras que ocupa el décimo puesto más alto en tasas de obesidad masculina. Al poner el foco en la obesidad infantil, la UE tampoco sale bien parada: las tasas de obesidad infantil aumentaron del 11.6% al 19.4% entre las niñas y del 11.5% al 21.7% entre los niños.


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Mientras las tasas de obesidad y sobrepeso crecieron a nivel mundial, las cifras de bajo peso han disminuido. Según la OMS, en 2022, 2500 millones de adultos tenían sobrepeso, de ellos 890 millones tenían obesidad, mientras que 390 millones tenían un peso insuficiente. Lo que genera nuevamente un desequilibrio.


La pandemia de Covid-19, la invasión rusa de Ucrania y el cambio climático, son algunos de los factores que han propiciado este desequilibrio al acarrear consecuencias como el aumento de los precios de los alimentos que impide el acceso a una alimentación saludable y nutritiva.


La obesidad es actualmente, la forma más común de malnutrición en la mayoría de los países. Entre los más vulnerables a sufrir algunas de las formas de malnutrición se encuentran las personas en situación de pobreza. Es por ello que desde la OMS aseguran que uno de los principales retos a nivel mundial es lograr combatir contra todas las formas de malnutrición. Para ello, consideran que es indispensable cumplir con los objetivos mundiales para frenar la obesidad acordados en el Plan de Aceleración para detener la Obesidad 2030. A su vez, recuerdan la importancia de coordinar el trabajo de los gobiernos y las comunidades a través de políticas basadas en la evidencia de la OMS y las agencias nacionales de salud pública.


Si hay algo en lo que los expertos están de acuerdo es en la necesidad de adoptar políticas integrales que permitan abordar los desafíos relacionados al aumento de las tasas de obesidad y sobrepeso. Poner el foco en la prevención desde las edades tempranas, impulsar dietas y estilos de vida saludable, promover la actividad física, son algunas de las claves. Sin embargo, las discrepancias aparecen a la hora de identificar esas políticas.


Entre las iniciativas que promueve la OMS, se encuentran, por ejemplo, las normas aplicables a la actividad física en las escuelas, las campañas de sensibilización y formación destinadas a promover el ejercicio físico y la alimentación saludable, la integración de los servicios de prevención de la obesidad en la atención primaria y las políticas del etiquetado nutricional, entre otras. Esta última ha  generado un gran debate en el último tiempo ya que no todos están de acuerdo en la utilidad de esta herramienta a la hora de mejorar las tasas de obesidad y sobrepeso. De hecho, la Comisión Europea aspiraba a adoptar un modelo de etiquetado nutricional armonizado a través de la UE y los planes se han congelado debido a la intensa polémica que suscitó uno de los modelos propuestos, el Nutri-Score.


La principal preocupación con respecto al modelo Nutri-Score está relacionada con la escasa evidencia científica que existe sobre su eficacia para ayudar a los consumidores a seguir dietas más saludables. Los expertos consideran que, en lugar de guiar a los consumidores hacia alimentos más nutritivos, el Nutri-Score otorga clasificaciones que acaban categorizando a los productos en "buenos" o "malos", sin tener en cuenta su impacto en una dieta global y personalizada. Además, según una investigación reciente llevada a cabo por el Dr. Stephan Peters y el Profesor Hans Verhagen, se ha demostrado que la mayor parte de la bibliografía a favor del sistema Nutri-Score está sujeta a sesgos de publicación al haber sido realizada por autores conectados con los desarrolladores del etiquetado. Teniendo en cuenta lo expuesto, es evidente que se requieren políticas respaldadas por una sólida evidencia científica.


Ante este alarmante panorama, es esencial adoptar medidas que aborden el problema en todos los sectores relevantes, desde la agricultura hasta la salud pública, para lograr un cambio significativo y combatir el incremento en las tasas de obesidad. Mientras tanto, nuevas soluciones comienzan a emerger en este desafiante escenario. Si bien aún se está explorando su potencial, los tratamientos farmacológicos como el famoso Ozempic, están surgiendo como prometedores complementos en ciertos casos específicos. En este sentido también, la evidencia científica deberá ser la que guíe y determine la seguridad y eficacia de estas nuevas herramientas.

Obesidad: la forma más común de malnutrición

Según la Organización Mundial de la Salud, en 2022, 2.500 millones de adultos tenían sobrepeso
Redacción
jueves, 7 de marzo de 2024, 09:03 h (CET)

Más de mil millones de personas son obesas. Es decir, 1 de cada 8 personas en el mundo viven con obesidad. La preocupante cifra se desprende de un informe publicado en la revista The Lancet que revela que desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos y se ha cuadruplicado entre los niños y adolescentes. En 2022, 879 millones de adultos y 159 millones de niños vivían con obesidad alrededor del mundo. Según la investigación, la Unión Europea se posiciona en el puesto 36 con las tasas más altas de obesidad femenina, mientras que ocupa el décimo puesto más alto en tasas de obesidad masculina. Al poner el foco en la obesidad infantil, la UE tampoco sale bien parada: las tasas de obesidad infantil aumentaron del 11.6% al 19.4% entre las niñas y del 11.5% al 21.7% entre los niños.


65e74db8d0fc4 weighing scale 7053082 1280


Mientras las tasas de obesidad y sobrepeso crecieron a nivel mundial, las cifras de bajo peso han disminuido. Según la OMS, en 2022, 2500 millones de adultos tenían sobrepeso, de ellos 890 millones tenían obesidad, mientras que 390 millones tenían un peso insuficiente. Lo que genera nuevamente un desequilibrio.


La pandemia de Covid-19, la invasión rusa de Ucrania y el cambio climático, son algunos de los factores que han propiciado este desequilibrio al acarrear consecuencias como el aumento de los precios de los alimentos que impide el acceso a una alimentación saludable y nutritiva.


La obesidad es actualmente, la forma más común de malnutrición en la mayoría de los países. Entre los más vulnerables a sufrir algunas de las formas de malnutrición se encuentran las personas en situación de pobreza. Es por ello que desde la OMS aseguran que uno de los principales retos a nivel mundial es lograr combatir contra todas las formas de malnutrición. Para ello, consideran que es indispensable cumplir con los objetivos mundiales para frenar la obesidad acordados en el Plan de Aceleración para detener la Obesidad 2030. A su vez, recuerdan la importancia de coordinar el trabajo de los gobiernos y las comunidades a través de políticas basadas en la evidencia de la OMS y las agencias nacionales de salud pública.


Si hay algo en lo que los expertos están de acuerdo es en la necesidad de adoptar políticas integrales que permitan abordar los desafíos relacionados al aumento de las tasas de obesidad y sobrepeso. Poner el foco en la prevención desde las edades tempranas, impulsar dietas y estilos de vida saludable, promover la actividad física, son algunas de las claves. Sin embargo, las discrepancias aparecen a la hora de identificar esas políticas.


Entre las iniciativas que promueve la OMS, se encuentran, por ejemplo, las normas aplicables a la actividad física en las escuelas, las campañas de sensibilización y formación destinadas a promover el ejercicio físico y la alimentación saludable, la integración de los servicios de prevención de la obesidad en la atención primaria y las políticas del etiquetado nutricional, entre otras. Esta última ha  generado un gran debate en el último tiempo ya que no todos están de acuerdo en la utilidad de esta herramienta a la hora de mejorar las tasas de obesidad y sobrepeso. De hecho, la Comisión Europea aspiraba a adoptar un modelo de etiquetado nutricional armonizado a través de la UE y los planes se han congelado debido a la intensa polémica que suscitó uno de los modelos propuestos, el Nutri-Score.


La principal preocupación con respecto al modelo Nutri-Score está relacionada con la escasa evidencia científica que existe sobre su eficacia para ayudar a los consumidores a seguir dietas más saludables. Los expertos consideran que, en lugar de guiar a los consumidores hacia alimentos más nutritivos, el Nutri-Score otorga clasificaciones que acaban categorizando a los productos en "buenos" o "malos", sin tener en cuenta su impacto en una dieta global y personalizada. Además, según una investigación reciente llevada a cabo por el Dr. Stephan Peters y el Profesor Hans Verhagen, se ha demostrado que la mayor parte de la bibliografía a favor del sistema Nutri-Score está sujeta a sesgos de publicación al haber sido realizada por autores conectados con los desarrolladores del etiquetado. Teniendo en cuenta lo expuesto, es evidente que se requieren políticas respaldadas por una sólida evidencia científica.


Ante este alarmante panorama, es esencial adoptar medidas que aborden el problema en todos los sectores relevantes, desde la agricultura hasta la salud pública, para lograr un cambio significativo y combatir el incremento en las tasas de obesidad. Mientras tanto, nuevas soluciones comienzan a emerger en este desafiante escenario. Si bien aún se está explorando su potencial, los tratamientos farmacológicos como el famoso Ozempic, están surgiendo como prometedores complementos en ciertos casos específicos. En este sentido también, la evidencia científica deberá ser la que guíe y determine la seguridad y eficacia de estas nuevas herramientas.

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