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A Edison se le atribuye un 1% de inspiración y un 99% de duro trabajo

Hábitos de los genios

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Un genio nace y se hace o, dicho de otro modo, es preciso nacer con un cierto nivel de talento natural, pero esto no suele ser suficiente. Es necesario cultivar este talento natural con mucha lectura y con un arduo trabajo con, al menos, 10.000 horas de esfuerzo para alcanzar un nivel superior. Con una gran cantidad de trabajo se desarrolla un talento que puede considerarse genial. A Edison se le atribuye un 1% de inspiración y un 99% de duro trabajo. Por supuesto, partiendo de que este gran inventor poseía una considerable inteligencia. Según una investigación de la Universidad de Cambridge es definible una especie de regla de los diez años, ya que, si el talento es sólido y considerable, se precisa al menos un decenio para, a través del trabajo y el esfuerzo, alcanzar la grandeza. El mismo Einstein era un escolar mediocre, pero cuando encontró lo que le apasionaba logró extraordinarios resultados. Es preciso diferenciar entre genios y grandes genios. Los primeros son los que tienen un cociente intelectual de 140 y a partir de 150 aproximadamente hasta 200 son grandes genios. Aristóteles se considera que tenía un cociente intelectual de 200, ya que fue un gran científico, erudito, investigador y profesor. Escribió unas 200 obras, aunque se conservan unas 30. Era un filósofo y sabio muy minucioso, con una actividad intelectual enorme durante toda su trayectoria vital.


Los genios tienen la costumbre de ser muy curiosos y creativos. Además, destacan por su gran capacidad para resolver problemas. Poseen también pensamiento divergente, ya que ven las cosas desde perspectivas diferentes y son muy ingeniosos. Suelen ver más allá de lo que ven otras muchas personas.  Saben analizar con una visión intuitiva completa las situaciones y los problemas y toman mejores decisiones. También suelen ser obsesivos con su esfuerzo y dedicación, lo que les hace llegar a unos niveles de virtuosismo excelente. Otros hábitos son la resiliencia, la perseverancia y la tenacidad que unidos a los conocimientos y experiencias constantemente acumuladas les convierten en grandes creadores. Se puede pensar en Sartre, un gran filósofo francés que, a pesar de ver muy mal por un ojo, fue unos de los mejores pensadores de la historia, ya que poseía una gran inteligencia y una capacidad de trabajo extraordinaria. Por supuesto, el talento es la base en la que se apoya el genio, ya que sin él no se pueden alcanzar resultados asombrosos o extraordinarios. De todas formas, los genios combinan ideas, conceptos, formas y modelos para crear y son incansables, porque no se rinden jamás.


Leibniz que fue un gran filósofo y polímata leía vorazmente todo lo que caía en sus manos y escribía un promedio de 10 páginas diarias.


Escribió un total de 200.000 páginas a lo largo de su vida y unas 14.500 cartas. Su forma de escribir era comentar ideas que se le ocurrían en relación con sus múltiples lecturas, sobre todo tipo de materias y desarrollaba de manera minuciosa y prodigiosa con letra pequeña textos que iba aumentando progresivamente hasta componer libros y tratados. Su cociente intelectual era de 180 o más. Lo normal es 100 o 110.


Los genios también pueden tener manías, por ejemplo, Edgar Allan Poe tenía la costumbre de escribir sus obras en tiras continuas de papel formando rollos interminables, que sus editores tenían que transformas en libros. Stephen King es uno de los genios del terror y sus novelas son auténticos fenómenos de ventas. Resulta que al escribir trata de evitar los adverbios, ya que piensa que le quitan fuerza y calidad a la escritura, aunque yo considero que no cuando son necesarios. 


Un gran novelista como Charles Dickens no podía concentrarse para escribir, si estaba despeinado o con aspecto desarreglado. Estaba obsesionado con el orden.  Agatha Christie que escribió muchas novelas policíacas y de misterio que han sido muy leídas cambiaba de sitio para escribir. Se ponía a la tarea de combinar palabras cuando le llegaba la inspiración.


En definitiva, las extravagancias de los genios están directamente relacionadas, con su facilidad para crear y con su capacidad combinatoria. Ven relaciones donde otros muchos no ven nada. Suelen ser observadores y muy reflexivos y también son muy intuitivos respecto a muchas cuestiones. Se atreven con riesgos controlados y no tienen miedo a los errores y a los fracasos, ya que forman parte del aprendizaje. Confían en sí mismos y son ambiciosos.


Les gusta lo nuevo, la aventura, lo asombroso, lo extraordinario y especialmente los retos. Los genios tienen un carácter apasionado y poseen un entusiasmo que los hace inasequibles al desaliento. Es otra de sus muchas virtudes. En muchas ocasiones son incomprendidos socialmente, sin motivo. Es más cómodo no desarrollar el talento que hacerlo para muchas personas. Es más fácil no salir de la zona de confort, pero es mejor hacerlo, sin duda. Los genios suelen ser perfeccionistas, pero no demasiado, porque la perfección absoluta no existe, aunque la excelencia si se puede lograr, en mayor o menor grado.

Hábitos de los genios

A Edison se le atribuye un 1% de inspiración y un 99% de duro trabajo
José Manuel López García
sábado, 2 de marzo de 2024, 10:05 h (CET)

Un genio nace y se hace o, dicho de otro modo, es preciso nacer con un cierto nivel de talento natural, pero esto no suele ser suficiente. Es necesario cultivar este talento natural con mucha lectura y con un arduo trabajo con, al menos, 10.000 horas de esfuerzo para alcanzar un nivel superior. Con una gran cantidad de trabajo se desarrolla un talento que puede considerarse genial. A Edison se le atribuye un 1% de inspiración y un 99% de duro trabajo. Por supuesto, partiendo de que este gran inventor poseía una considerable inteligencia. Según una investigación de la Universidad de Cambridge es definible una especie de regla de los diez años, ya que, si el talento es sólido y considerable, se precisa al menos un decenio para, a través del trabajo y el esfuerzo, alcanzar la grandeza. El mismo Einstein era un escolar mediocre, pero cuando encontró lo que le apasionaba logró extraordinarios resultados. Es preciso diferenciar entre genios y grandes genios. Los primeros son los que tienen un cociente intelectual de 140 y a partir de 150 aproximadamente hasta 200 son grandes genios. Aristóteles se considera que tenía un cociente intelectual de 200, ya que fue un gran científico, erudito, investigador y profesor. Escribió unas 200 obras, aunque se conservan unas 30. Era un filósofo y sabio muy minucioso, con una actividad intelectual enorme durante toda su trayectoria vital.


Los genios tienen la costumbre de ser muy curiosos y creativos. Además, destacan por su gran capacidad para resolver problemas. Poseen también pensamiento divergente, ya que ven las cosas desde perspectivas diferentes y son muy ingeniosos. Suelen ver más allá de lo que ven otras muchas personas.  Saben analizar con una visión intuitiva completa las situaciones y los problemas y toman mejores decisiones. También suelen ser obsesivos con su esfuerzo y dedicación, lo que les hace llegar a unos niveles de virtuosismo excelente. Otros hábitos son la resiliencia, la perseverancia y la tenacidad que unidos a los conocimientos y experiencias constantemente acumuladas les convierten en grandes creadores. Se puede pensar en Sartre, un gran filósofo francés que, a pesar de ver muy mal por un ojo, fue unos de los mejores pensadores de la historia, ya que poseía una gran inteligencia y una capacidad de trabajo extraordinaria. Por supuesto, el talento es la base en la que se apoya el genio, ya que sin él no se pueden alcanzar resultados asombrosos o extraordinarios. De todas formas, los genios combinan ideas, conceptos, formas y modelos para crear y son incansables, porque no se rinden jamás.


Leibniz que fue un gran filósofo y polímata leía vorazmente todo lo que caía en sus manos y escribía un promedio de 10 páginas diarias.


Escribió un total de 200.000 páginas a lo largo de su vida y unas 14.500 cartas. Su forma de escribir era comentar ideas que se le ocurrían en relación con sus múltiples lecturas, sobre todo tipo de materias y desarrollaba de manera minuciosa y prodigiosa con letra pequeña textos que iba aumentando progresivamente hasta componer libros y tratados. Su cociente intelectual era de 180 o más. Lo normal es 100 o 110.


Los genios también pueden tener manías, por ejemplo, Edgar Allan Poe tenía la costumbre de escribir sus obras en tiras continuas de papel formando rollos interminables, que sus editores tenían que transformas en libros. Stephen King es uno de los genios del terror y sus novelas son auténticos fenómenos de ventas. Resulta que al escribir trata de evitar los adverbios, ya que piensa que le quitan fuerza y calidad a la escritura, aunque yo considero que no cuando son necesarios. 


Un gran novelista como Charles Dickens no podía concentrarse para escribir, si estaba despeinado o con aspecto desarreglado. Estaba obsesionado con el orden.  Agatha Christie que escribió muchas novelas policíacas y de misterio que han sido muy leídas cambiaba de sitio para escribir. Se ponía a la tarea de combinar palabras cuando le llegaba la inspiración.


En definitiva, las extravagancias de los genios están directamente relacionadas, con su facilidad para crear y con su capacidad combinatoria. Ven relaciones donde otros muchos no ven nada. Suelen ser observadores y muy reflexivos y también son muy intuitivos respecto a muchas cuestiones. Se atreven con riesgos controlados y no tienen miedo a los errores y a los fracasos, ya que forman parte del aprendizaje. Confían en sí mismos y son ambiciosos.


Les gusta lo nuevo, la aventura, lo asombroso, lo extraordinario y especialmente los retos. Los genios tienen un carácter apasionado y poseen un entusiasmo que los hace inasequibles al desaliento. Es otra de sus muchas virtudes. En muchas ocasiones son incomprendidos socialmente, sin motivo. Es más cómodo no desarrollar el talento que hacerlo para muchas personas. Es más fácil no salir de la zona de confort, pero es mejor hacerlo, sin duda. Los genios suelen ser perfeccionistas, pero no demasiado, porque la perfección absoluta no existe, aunque la excelencia si se puede lograr, en mayor o menor grado.

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