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El viejo emperador del monopolio mediático reaccionario de Paraguay, Aldo Zucolillo, sufre una embestida política sin precedentes que lo pone contra las cuerda

Tiranosaurio de la Calle Yegros contra las cuerdas

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Zucolillo es un enemigo de la sociedad, me dijo en un encuentro casual mi amigo Ricardo de la Vega, poeta comprometido con la realidad social del Paraguay. Precisamente De la Vega dedicó al tiranosaurio de la calle Yegros unos versos magistrales, definiéndolo como alguien a quien nunca el pudor ensombreció la frente.

La historia de su diario ABC color, ciertamente, está marcada por la historia de sus desvergonzados intereses empresariales y crematísticos, tanto como por el sesgo ideológico que impone a sus publicaciones. Y la mayoría de las veces esos intereses han contravenido la conveniencia de las mayorías.

Hoy no puede hacer más que llorar sobre la influencia y credibilidad perdida, dado que sus campañas periodísticas y editoriales han perdido tanto prestigio que ni siquiera puede evitar el allanamiento de su domicilio. Paralelamente, sus argumentos para acusar a las autoridades han dejado de ser inapelables, al punto que hoy los políticos corruptos se defienden usando como prueba de su inocencia los ataques de ABC.

Peor aún, los políticos que lo enfrentan ganan predicamento político y apoyo popular de sus bases, fortaleciendo sus posicionamientos.

Es difícil decir cuándo empezó el derrumbe de la credibilidad del Hearst paraguayo, pero una ruptura profunda con sus lectores se dio cuando intentó convencerlos de que un vicepresidente paraguayo estaba muerto antes de ser asesinado. Según Zucolillo, el asesinato del vicepresidente Luis Maria Argaña en 1999 había sido un montaje, e insistió en ello por años para blanquear a sus allegados.

Décadas atrás, había reprochado al presidente de Estados Unidos Jimmy Carter por promover el respeto a los Derechos Humanos, argumentando que por residir en Washington, le resultaba fácil pontificar sobre las dictaduras genocidas pues estaba lejos del problema. Por aquellos años, era un entusiasta benefactor del Centro de Detenciones y torturas de la dictadura de Stroessner, pues contribuía con fuertes sumas al funcionamiento de “La Técnica”, según consta en documentos hallados en los Archivos del Terror.

Zucolillo también se solidarizaba por entonces con las dictaduras de Videla y Pinochet, y llegaría a ser socio de Massera en más de una empresa.

En el mismo Senado de la República del Paraguay, en varias oportunidades fue acusado de asesino, y de emprender campañas deshonrosas que convirtieron a su diario en una vergüenza para la ética periodística nacional.

Aun así, el lavado de cerebro al cual sometió por décadas a una parte importante de la sociedad paraguaya, sumado a su gran influencia en el mundo financiero y empresarial, hicieron que pueda conservar parte de su poder otrora omnímodo, hasta el día de hoy.

El senador Víctor Bogado lo acusa de hacerlo seguir con sus cronistas, que se encuentran conectados a una perversa red policíaca y fiscal que manipula mediáticamente para desprestigiar a quien osa enfrentarlo, y me consta que ello es verdad. Zucolillo logró montar un aparato mediático parapolicial y paramilitar del que no estuvo a salvo ningún ciudadano.

Hace pocos meses logró manipular a un cronista de un canal de TV, que llegó transportado en un móvil de su diario, para intentar desprestigiarme en un enredo provocado con policías que por lo general o son incompetentes o son corruptos, o ambas cosas en el mismo día. Y todo porque me encontraba en compañía de la hija de un presidente de la Corte Suprema con cuya familia mantuvo un enconado enfrentamiento.

Hoy sus acusaciones solo pueden producir hilaridad, en medio de la bancarrota moral y periodística en la cual se encuentra su diario, y que es de público conocimiento. Más le valdría usar su diario para defenderse de acusaciones vergonzosas y repulsivas, como la de mantener en cautiverio de manera ilegal a especies en peligro de extinción, usar sus medios para eliminar a la competencia en materia de telecomunicaciones, o pagar exorbitantes sobornos para beneficiar a su firma Personal.

Con más razón ahora que está sufriendo en carne propia la infidelidad dentro del monopolio mediático que creyó forjado con “unidad granítica”, y que el poder se encuentra desmantelando su andamiaje de jueces y fiscales serviles, cuya agenda estaba acostumbrado a marcar.

La natural pérdida de reflejos, ha llevado al tiranosaurio de la calle Yegros a pensar que el poder arrojaría a los leones a aquellos que seleccionaba como presa, de tal suerte que pueda aniquilarlos individualmente como a bestias indefensas. Craso error.

A la sociedad paraguaya, le queda el consuelo de que su enemigo público número uno se está cavando su propia fosa, autodestruyéndose por sus propios errores de cálculos. Lo decía un antiguo proverbio árabe: Siéntate en el umbral de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo.

Tiranosaurio de la Calle Yegros contra las cuerdas

El viejo emperador del monopolio mediático reaccionario de Paraguay, Aldo Zucolillo, sufre una embestida política sin precedentes que lo pone contra las cuerda
Luis Agüero Wagner
viernes, 8 de julio de 2016, 07:46 h (CET)
Zucolillo es un enemigo de la sociedad, me dijo en un encuentro casual mi amigo Ricardo de la Vega, poeta comprometido con la realidad social del Paraguay. Precisamente De la Vega dedicó al tiranosaurio de la calle Yegros unos versos magistrales, definiéndolo como alguien a quien nunca el pudor ensombreció la frente.

La historia de su diario ABC color, ciertamente, está marcada por la historia de sus desvergonzados intereses empresariales y crematísticos, tanto como por el sesgo ideológico que impone a sus publicaciones. Y la mayoría de las veces esos intereses han contravenido la conveniencia de las mayorías.

Hoy no puede hacer más que llorar sobre la influencia y credibilidad perdida, dado que sus campañas periodísticas y editoriales han perdido tanto prestigio que ni siquiera puede evitar el allanamiento de su domicilio. Paralelamente, sus argumentos para acusar a las autoridades han dejado de ser inapelables, al punto que hoy los políticos corruptos se defienden usando como prueba de su inocencia los ataques de ABC.

Peor aún, los políticos que lo enfrentan ganan predicamento político y apoyo popular de sus bases, fortaleciendo sus posicionamientos.

Es difícil decir cuándo empezó el derrumbe de la credibilidad del Hearst paraguayo, pero una ruptura profunda con sus lectores se dio cuando intentó convencerlos de que un vicepresidente paraguayo estaba muerto antes de ser asesinado. Según Zucolillo, el asesinato del vicepresidente Luis Maria Argaña en 1999 había sido un montaje, e insistió en ello por años para blanquear a sus allegados.

Décadas atrás, había reprochado al presidente de Estados Unidos Jimmy Carter por promover el respeto a los Derechos Humanos, argumentando que por residir en Washington, le resultaba fácil pontificar sobre las dictaduras genocidas pues estaba lejos del problema. Por aquellos años, era un entusiasta benefactor del Centro de Detenciones y torturas de la dictadura de Stroessner, pues contribuía con fuertes sumas al funcionamiento de “La Técnica”, según consta en documentos hallados en los Archivos del Terror.

Zucolillo también se solidarizaba por entonces con las dictaduras de Videla y Pinochet, y llegaría a ser socio de Massera en más de una empresa.

En el mismo Senado de la República del Paraguay, en varias oportunidades fue acusado de asesino, y de emprender campañas deshonrosas que convirtieron a su diario en una vergüenza para la ética periodística nacional.

Aun así, el lavado de cerebro al cual sometió por décadas a una parte importante de la sociedad paraguaya, sumado a su gran influencia en el mundo financiero y empresarial, hicieron que pueda conservar parte de su poder otrora omnímodo, hasta el día de hoy.

El senador Víctor Bogado lo acusa de hacerlo seguir con sus cronistas, que se encuentran conectados a una perversa red policíaca y fiscal que manipula mediáticamente para desprestigiar a quien osa enfrentarlo, y me consta que ello es verdad. Zucolillo logró montar un aparato mediático parapolicial y paramilitar del que no estuvo a salvo ningún ciudadano.

Hace pocos meses logró manipular a un cronista de un canal de TV, que llegó transportado en un móvil de su diario, para intentar desprestigiarme en un enredo provocado con policías que por lo general o son incompetentes o son corruptos, o ambas cosas en el mismo día. Y todo porque me encontraba en compañía de la hija de un presidente de la Corte Suprema con cuya familia mantuvo un enconado enfrentamiento.

Hoy sus acusaciones solo pueden producir hilaridad, en medio de la bancarrota moral y periodística en la cual se encuentra su diario, y que es de público conocimiento. Más le valdría usar su diario para defenderse de acusaciones vergonzosas y repulsivas, como la de mantener en cautiverio de manera ilegal a especies en peligro de extinción, usar sus medios para eliminar a la competencia en materia de telecomunicaciones, o pagar exorbitantes sobornos para beneficiar a su firma Personal.

Con más razón ahora que está sufriendo en carne propia la infidelidad dentro del monopolio mediático que creyó forjado con “unidad granítica”, y que el poder se encuentra desmantelando su andamiaje de jueces y fiscales serviles, cuya agenda estaba acostumbrado a marcar.

La natural pérdida de reflejos, ha llevado al tiranosaurio de la calle Yegros a pensar que el poder arrojaría a los leones a aquellos que seleccionaba como presa, de tal suerte que pueda aniquilarlos individualmente como a bestias indefensas. Craso error.

A la sociedad paraguaya, le queda el consuelo de que su enemigo público número uno se está cavando su propia fosa, autodestruyéndose por sus propios errores de cálculos. Lo decía un antiguo proverbio árabe: Siéntate en el umbral de tu casa, y verás pasar el cadáver de tu enemigo.

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