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Osadía existencial

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“Veo a los niños que beben voces contaminadas, y a la vida como nodriza criminal que los alimenta de venenos. Veo pueblos que disputan las palabras eternas, que se dicen predilectos y elegidos”.

ARREOLA, JUAN JOSÉ. VISIONES (El silencio de Dios) –.


Se dirá, se proclamará o se silenciará, pero se siente con toda crudeza; la desorientación se infiltra por cualquier resquicio de lo que experimentamos en la vida. Cuantas más informaciones recibimos, se agranda la sensación de la presencia humana desnortada, el reflejo de un progreso nefasto hacia una existencia turbulenta. Nos deslizamos por ese preocupante tobogán haciendo gala de un AUTOMATISMO necio, que nos convierte a la vez en víctimas y cómplices de su desarrollo. Esconder la cabeza no sirve de nada, pero salir a la superficie nos aboca sin remisión a un interrogante radical sobre nuestra estupidez contemplativa o la disposición de sacar a flote el mejor compromiso participativo.


No es sencillo, no es sencillo; el interrogante se las trae. Hay que tener agallas para mirar a las estrellas de tú a tú, sin interferencias, y mantener el tono vibrante entre ambas inmensidades de distinto calado. Quizá no sea tan diferente después de ciertas consideraciones. La contemplación puede diluirse en fondos inescrutables o asociarse a las inquietudes de la gente vitalista. Desde el ojo abierto de ese OBSERVATORIO se perfilan mejor las pequeñeces y las grandezas, ligeras afirmaciones y la incertidumbre majestuosa en todas partes. Planea el carácter inesquivable de las posiciones personales, son generadoras de su propio sentido y trascendentes también por su relación comunitaria.


Las visiones se multiplican cuando miramos con atención, compiten en un muestrario esplendoroso de posibilidades. Hacia el exterior, las ondas y partículas apenas representan una introducción somera alejada de los auténticos límites, ni siquiera los rozan. Por los adentros, cada descubrimiento nos ilustra de horizontes intrigantes. Del mismo modo, la enorme complejidad cuántica sólo nos introduce en el proceloso mar de las CONEXIONES en perpetuo estado de activación. Si nos sentimos embarcados, no damos abasto para asimilar semejante conjunto. Esas revelaciones nos absorben, como navegantes en busca del rumbo propio, minúsculos en comparación con la trama espacial.


En efecto, hacen falta potentes agallas para ponerse a pensar en medio de estos mares y la serie de marejadas acechantes. Las dudas no nos solucionan ningún problema ni suponen alicientes sugestivos; el aturdimiento provoca una parálisis castrante. Ponernos a imaginar y soñar en torno a las posibles luces, constituye la única rebeldía factible para los humanos, para atrevernos a poner en práctica esos pensamientos y convertirlos en un caudaloso río de aguas claras y aportaciones francas, impetuoso y generoso. Al menos, para poder introducir la SEMILLA de unas actuaciones gratificantes, superadoras de la catatonia destructiva que nos desestructura cualquier intento de convivencias inteligentes.


Como es fácil de deducir, no se trata de pensar en actitudes, y menos en actuaciones, presuntuosas; primero por improcedentes, pero también por quiméricas. Se trata de proceder con naturalidad, tras percibirnos como agentes menesterosos y sentirnos expuestos a las ventoleras mundanas. Pero, eso sí, con el talante animoso de aventureros decididos a incorporarnos de manera enérgica a la ceremonia existencial. Digámoslo con estos versos espontáneos:


IMPULSOS NATURALES


Cansados de líos y de monsergas,

Levantamos la mirada anhelante;

Manera de obviar lo desesperante,

Fiel al compromiso de mis entregas.

Ante la luna, el sol y las estrellas,

Propicios a la verdad rutilante;

Con limpieza de ánimo y buen talante,

El magnetismo evanescente atrapas.

Estimulado por aquellas ráfagas

Emprendí la ventura fascinante,

Altivo frente a las trochas tortuosas.

Alcancé decidido mi montante,

Reticente a las vidas endosadas,

Con todo el bagaje del caminante.


Con esa sencillez escueta de considerarnos personas, ni superiores ni inferiores a esa entidad, desde el comienzo afrontamos la relevancia de todo cuanto nos precede. La generación espontánea excluyente de las demás influencias no pasa de ser una necedad, tan en boga como enajenada. Hemos de considerar como punto de partida los determinantes fundacionales de cada persona, primeros elementos constitutivos. Ese LEGADO de los antecedentes inicia la configuración, desde la genética a los contactos ambientales y las numerosas incógnitas vitales. La mencionada naturalidad comprende ese conjunto de misterios y saberes, para enlazarlos con el desarrollo posterior de nuevas adquisiciones e iniciativas.


Dentro de la cuota de libertad disponible para cada persona, uno puede optar por las maldades problemáticas. Si algo tenemos claro es que no es tan difícil establecer la diferencia entre el bien y el mal; cuando miramos las estrellas sin interferencias, pronto nos aproximamos a la clarificación de los conceptos. Como gente muy necesitada, la proyección del futuro entraña la obtención de mejoras para la vida en común y para ello es imprescindible la buena disposición de la gente. Aunque nos hemos aplicado en dirección contraria y en excesivas ocasiones; degradamos el sentido del HONOR, la consideración de las buenas acciones y el enfoque comunitario pertinente con la tenacidad suficiente para no cejar en el empeño.


Como venía expresando, eso no se consigue con la indolencia de una rutina ramplona, fría en cuanto a los apegos y mediocre en cuanto a los resultados efectivos. Hacen falta agallas y coraje para actuar con la suficiente PASIÓN y energía, la de sentirnos vivos; no de una manera ciega sin valoraciones, sino con el discernimiento inteligente de acercarnos al conocimiento de las personas y sus circunstancias.


Con la poesía, la belleza y el afán de superación, como lema en el frontispicio; las trabas cotidianas, las penas y las alegrías se turnan las experiencias. Las grandes heroicidades son raras, en definitiva, afrontamos eso de las cuitas diarias en los ambientes concretos. Pero si hay pasión, buena disposición y afán de superación, hemos de introducir las gotas de EXCELENCIA que nos mantengan ilusionados.

Osadía existencial

Exige las mejores aspiraciones
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 12 de enero de 2024, 09:17 h (CET)

“Veo a los niños que beben voces contaminadas, y a la vida como nodriza criminal que los alimenta de venenos. Veo pueblos que disputan las palabras eternas, que se dicen predilectos y elegidos”.

ARREOLA, JUAN JOSÉ. VISIONES (El silencio de Dios) –.


Se dirá, se proclamará o se silenciará, pero se siente con toda crudeza; la desorientación se infiltra por cualquier resquicio de lo que experimentamos en la vida. Cuantas más informaciones recibimos, se agranda la sensación de la presencia humana desnortada, el reflejo de un progreso nefasto hacia una existencia turbulenta. Nos deslizamos por ese preocupante tobogán haciendo gala de un AUTOMATISMO necio, que nos convierte a la vez en víctimas y cómplices de su desarrollo. Esconder la cabeza no sirve de nada, pero salir a la superficie nos aboca sin remisión a un interrogante radical sobre nuestra estupidez contemplativa o la disposición de sacar a flote el mejor compromiso participativo.


No es sencillo, no es sencillo; el interrogante se las trae. Hay que tener agallas para mirar a las estrellas de tú a tú, sin interferencias, y mantener el tono vibrante entre ambas inmensidades de distinto calado. Quizá no sea tan diferente después de ciertas consideraciones. La contemplación puede diluirse en fondos inescrutables o asociarse a las inquietudes de la gente vitalista. Desde el ojo abierto de ese OBSERVATORIO se perfilan mejor las pequeñeces y las grandezas, ligeras afirmaciones y la incertidumbre majestuosa en todas partes. Planea el carácter inesquivable de las posiciones personales, son generadoras de su propio sentido y trascendentes también por su relación comunitaria.


Las visiones se multiplican cuando miramos con atención, compiten en un muestrario esplendoroso de posibilidades. Hacia el exterior, las ondas y partículas apenas representan una introducción somera alejada de los auténticos límites, ni siquiera los rozan. Por los adentros, cada descubrimiento nos ilustra de horizontes intrigantes. Del mismo modo, la enorme complejidad cuántica sólo nos introduce en el proceloso mar de las CONEXIONES en perpetuo estado de activación. Si nos sentimos embarcados, no damos abasto para asimilar semejante conjunto. Esas revelaciones nos absorben, como navegantes en busca del rumbo propio, minúsculos en comparación con la trama espacial.


En efecto, hacen falta potentes agallas para ponerse a pensar en medio de estos mares y la serie de marejadas acechantes. Las dudas no nos solucionan ningún problema ni suponen alicientes sugestivos; el aturdimiento provoca una parálisis castrante. Ponernos a imaginar y soñar en torno a las posibles luces, constituye la única rebeldía factible para los humanos, para atrevernos a poner en práctica esos pensamientos y convertirlos en un caudaloso río de aguas claras y aportaciones francas, impetuoso y generoso. Al menos, para poder introducir la SEMILLA de unas actuaciones gratificantes, superadoras de la catatonia destructiva que nos desestructura cualquier intento de convivencias inteligentes.


Como es fácil de deducir, no se trata de pensar en actitudes, y menos en actuaciones, presuntuosas; primero por improcedentes, pero también por quiméricas. Se trata de proceder con naturalidad, tras percibirnos como agentes menesterosos y sentirnos expuestos a las ventoleras mundanas. Pero, eso sí, con el talante animoso de aventureros decididos a incorporarnos de manera enérgica a la ceremonia existencial. Digámoslo con estos versos espontáneos:


IMPULSOS NATURALES


Cansados de líos y de monsergas,

Levantamos la mirada anhelante;

Manera de obviar lo desesperante,

Fiel al compromiso de mis entregas.

Ante la luna, el sol y las estrellas,

Propicios a la verdad rutilante;

Con limpieza de ánimo y buen talante,

El magnetismo evanescente atrapas.

Estimulado por aquellas ráfagas

Emprendí la ventura fascinante,

Altivo frente a las trochas tortuosas.

Alcancé decidido mi montante,

Reticente a las vidas endosadas,

Con todo el bagaje del caminante.


Con esa sencillez escueta de considerarnos personas, ni superiores ni inferiores a esa entidad, desde el comienzo afrontamos la relevancia de todo cuanto nos precede. La generación espontánea excluyente de las demás influencias no pasa de ser una necedad, tan en boga como enajenada. Hemos de considerar como punto de partida los determinantes fundacionales de cada persona, primeros elementos constitutivos. Ese LEGADO de los antecedentes inicia la configuración, desde la genética a los contactos ambientales y las numerosas incógnitas vitales. La mencionada naturalidad comprende ese conjunto de misterios y saberes, para enlazarlos con el desarrollo posterior de nuevas adquisiciones e iniciativas.


Dentro de la cuota de libertad disponible para cada persona, uno puede optar por las maldades problemáticas. Si algo tenemos claro es que no es tan difícil establecer la diferencia entre el bien y el mal; cuando miramos las estrellas sin interferencias, pronto nos aproximamos a la clarificación de los conceptos. Como gente muy necesitada, la proyección del futuro entraña la obtención de mejoras para la vida en común y para ello es imprescindible la buena disposición de la gente. Aunque nos hemos aplicado en dirección contraria y en excesivas ocasiones; degradamos el sentido del HONOR, la consideración de las buenas acciones y el enfoque comunitario pertinente con la tenacidad suficiente para no cejar en el empeño.


Como venía expresando, eso no se consigue con la indolencia de una rutina ramplona, fría en cuanto a los apegos y mediocre en cuanto a los resultados efectivos. Hacen falta agallas y coraje para actuar con la suficiente PASIÓN y energía, la de sentirnos vivos; no de una manera ciega sin valoraciones, sino con el discernimiento inteligente de acercarnos al conocimiento de las personas y sus circunstancias.


Con la poesía, la belleza y el afán de superación, como lema en el frontispicio; las trabas cotidianas, las penas y las alegrías se turnan las experiencias. Las grandes heroicidades son raras, en definitiva, afrontamos eso de las cuitas diarias en los ambientes concretos. Pero si hay pasión, buena disposición y afán de superación, hemos de introducir las gotas de EXCELENCIA que nos mantengan ilusionados.

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