Mientras las cornetas de los medios anuncian la retirada de las tropas estadounidenses de las zonas urbanas de Irak, la lección esencial de nuestra implicación debe ser recordada: No hay nada de nuestra implicación en Irak que haya acabado siendo lo que parecía.
No invadimos porque Saddam Hussein estuviera detrás de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, como sugirieron repetidamente funcionarios de la administración Bush, ni siquiera porque Irak amenazara a los Estados Unidos con arsenales de armas químicas y biológicas. Las elecciones iraquíes de 2005 simbolizadas por las imágenes de manchas de tinta morada en los dedos de los votantes -- una medida antifraude promovida más tarde por los Republicanos de la Cámara, que se mancharon sus propios dedos en apoyo al discurso del Estado de la Nación pronunciado por el Presidente George Bush poco después -- no acabaron en una democracia incipiente ni en el final de la presencia militar estadounidense. La sangrienta insurgencia se intensificó y Bush desplegó soterradamente efectivos adicionales para atajarla.
De manera que en el mejor de los casos, lo que estamos viendo esta semana con la redistribución de las tropas estadounidenses es otro más de aquellos "puntos de inflexión" de los que tanto oíamos hablar a nuestro expresidente. Esperamos que nos envíe, y a los iraquíes, a lo largo de un camino de salida corto y brillante de la violencia. Pero la visión desde esta encrucijada incluso a estas alturas sigue siendo eclipsada por el incremento en los asesinatos y la incertidumbre en torno al futuro político de Irak. La pregunta esencial que se plantea y se responde rutinariamente -- ¿están preparadas las fuerzas iraquíes de seguridad para reemplazar al ejército estadounidense? -- es demasiado limitada, y probablemente mal formulada.
¿Qué pasa si la respuesta resulta ser negativa? ¿Qué pasa si se suceden los atentados que se cobran las vidas de cientos de civiles, las milicias sectarias toman el control de algunas regiones y los levantamientos populares proliferan en otras? ¿Qué es, exactamente, lo que haremos?
A pesar de la presencia de 131.000 efectivos estadounidenses que van a permanecer estacionados en Irak, no hay apoyo político en el país a nada que se parezca a una reafirmación integral del control militar americano. Además, la retirada de tropas de las zonas urbanas es puramente cosmética, dado que las fuerzas estadounidenses simplemente han sido redesplegadas hacia zonas menos visibles de las afueras de las principales ciudades, según Joost Hilterman, director en funciones del programa de Oriente Medio del independiente International Crisis Group. "En cualquier caso, estarán disponibles si son movilizadas o invitadas a actuar por las fuerzas iraquíes seguridad. Eso es lo importante," decía en una entrevista telefónica desde Ammán, Jordania. "Es una entrega formal y se permite a los iraquíes reclamar la victoria. Pero gran cantidad de cosas no cambian."
El cambio que es necesario es el mismo cambio que viene siendo necesario desde el derrocamiento del antiguo régimen y el desmantelamiento del gobierno por parte de funcionarios estadounidenses en el año 2003. Irak tiene que reconstruir todas las instituciones que normalmente asociamos con un país funcional. Pero no puede hacerlo sin resolver los conflictos elementales que han impedido la reconciliación durante los seis últimos años.
Sigue sin resolverse si el poder estará en última instancia descentralizado o concentrado en un gobierno central -- ambas opciones son concebibles bajo la constitución ratificada en el año 2005. Sigue sin haber solución a cómo se van a distribuir los ingresos del petróleo entre aquellas regiones del país sin reservas petroleras. No hay respuesta a las preguntas volátiles que plantea la región kurda, la más importante de ellas el destino del étnicamente dividido Kirkuk, codiciado por su petróleo.
El desafío de responder a estas preguntas antes de la retirada programada de las fuerzas de combate estadounidenses, a completarse hacia septiembre del año que viene, es más difícil que la mini-prueba que el Pentágono afirma que tanto estadounidenses como iraquíes están aprobando con el redespliegue de las tropas urbanas. "¿Qué va a hacer Estados Unidos para estabilizar el país antes de marcharse?" pregunta Hiltermann.
La pregunta ha quedado sin respuesta clara hasta con la llegada del Presidente Barack Obama. Ganó las elecciones con la promesa de una retirada de efectivos estadounidenses y eso, en la mente de una opinión pública estadounidense harta, es lo que cuenta.
Pero hay un motivo para que la administración Bush fuera incapaz de salir de Irak rápidamente, y se encuentra en las diferencias regionales, étnicas y sectarias que persisten. "El problema con Irak es que en realidad no hay estado. Los iraquíes saben llegar a acuerdos pero no saben mantenerlos," dice Hiltermann. "Se dan todas estas fracturas. Los estadounidenses seguirán teniendo que servir de pegamento."
Bajo la excitación de otro punto de inflexión militar más, este es el riesgo que persiste.
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