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La necedad es una mala consejera en el momento de enseñar a los hijos

Educación sexual

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“Cuatro jugadores del plantel del Real Madrid ayer (14/09/2023) fueron arrestados, por la Guardia Civil, acusados de presunto delito de revelación de secretos de índole sexual, según El Confidencial, es una noticia confirmada más tarde por la Agencia EFE”. Ante el incremento de delitos sexuales cometidos por menores y adolescentes “¿qué es necesario hacer?” Desde la FAD (Centro Reina Sofía Juventud) lo tienen claro: concienciarlos desde pequeños y hacer talleres prácticos  para que los adolescentes entiendan qué es la intimidad”. “¿Qué es necesario hacer?”, se pregunta FAD.


Génesis 1: 25, 27, 28 relata la creación de las bestias y del hombre dotados de la facultad de reproducirse. Biológicamente la reproducción de los mamíferos y de los humanos es parecida: el semen del macho  fertiliza el óvulo de la hembra. En la práctica existe una gran diferencia. En los mamíferos la fecundación de las hembras solo puede producirse cuando éstas están en celo.


Terminado este período el sexo desaparece. En los humanos la cosa es distinta. La legítima relación sexual se da en el matrimonio (Génesis 2: 24). Es una relación motivada por el amor. Diferenciándose de los mamíferos que fuera del período de celo el sexo desaparece, en los humanos este período asexual no existe. En la pubertad se despierta la sexualidad que dura desde la adolescencia hasta la vejez. Es aquí donde puede hacerse un mal uso de la sexualidad, tanto por los hombres como por las mujeres. Repito, la relación sexual legítima es la que está motivada por el amor en el matrimonio. También puede practicar el sexo ilícitamente motivado por la lascivia, la inclinación a los exagerados placeres sexuales fomentados por el pecado. “Del corazón salen los pensamientos malos: los adulterios, las fornicaciones” (Mateo 15: 19).


Es evidente que “la fornicación, la impureza, la lascivia” (Gálatas 5: 19) se manifiestan en las personas que no han sido regeneradas, que no andan en novedad de vida, es decir en quienes no han creído en Jesús como Señor y Salvador. La lascivia que contamina a la persona es motivada por el infierno. Causa conflictos conyugales, fomenta las enfermedades venéreas. Convierte el hogar en un infiero. Sin el poder de Dios nadie puede controlar del todo lascivia que es veneno mortal.

Ante la multitud de casos parecidos  al de los jugadores del plantel del Real Madrid, con la FAD nos preguntamos: “¿Qué es necesario hacer?” Alejandro Villena, sicólogo y director clínico de la Asociación Dale una Vuelta, escribe: “Nos escandalizamos  de las agresiones sexuales, de las violaciones en grupo…Pero no hacemos nada, ni los políticos, ni tampoco la sociedad, ni los padres”.


Yo añadiría ni la Iglesia. ¿Qué pueden hacer los políticos, la sociedad los padres, la Iglesia, si en este tema son unos auténticos analfabetos? Si los adultos no saben cómo curar su disfunción sexual, ¿cómo van a poder corregir el comportamiento sexual de sus hijos que tanto preocupa? Es como pedir que la zarza dé peras. Si los padres son consumidores de pornografía, si son clientes habituales de prostíbulos, si no les importa romper la fidelidad conyugal, ¿cómo pueden tener autoridad para poder enseñar que sus hijos se comporten decentemente? Podrán decir que jamás han visto un peli porno, ni han comprado ninguna revista del mismo género. Me lo puedo creer. ¿Cómo se comportan cuando sentados en la butaca en la sala de estar ven una película en que aparecen desnudos y escenas de sexo? ¿Quién puede decir que yendo por la calle no ha visto a una mujer de buen ver y no se la ha mirado lujuriosamente? Jesús los condena cuando dice: “han cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5: 28).


Quien más quien menos todos no hemos dejado llevar por la lascivia. Todos tenemos que arrepentirnos ante Dios que ha legislado: “No desearás la mujer de tu prójimo” (Éxodo 20: 17). Si los padres no arreglan su situación con Dios no tienen autoridad para instruir sexualmente a sus hijos. La construcción de una casa no se empieza por el tejado. Primero se ponen los cimientos. Supongamos que los padres son verdaderos creyentes en Cristo. Que su fe no está depositada en “un dios desconocido” como hacían los antiguos atenienses para estar a bien con sus dioses, sino que la tienen puesta en Jesús que es la Roca por haber resucitado de entre los muertos, entonces se hará suyas la palabras  del profeta Joel: “De Éste (Jesús) contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a otra generación2 (1: 3).


Una vez obtenida la paz con Dios los padres  están en condiciones de enseñar sexualidad a los hijos sin tabúes. Reconocen que el sexo es un don de Dios que tiene que conservarse santo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2. 24). Algunos enseñan que el sexo es pecado incluso en el matrimonio, que únicamente tiene que servirse de él para la reproducción. De ahí viene el celibato sacerdotal y monacal. Es antinatural y causante de muchos problemas. En ningún lugar de la Biblia se enseña semejante majadería. Para desacreditarla basta con leer. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla, pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 11. 4).


Los padres saben que llegada la pubertad se despierta la libido de los hijos. Cuando les pregunten no respondan que los niños vienen de París. Díganles la verdad que les fortalecerá para enfrentarse a un mundo cruel. La tarea de educar a los hijos en el tema de la sexualidad es delicada y difícil. Pídanle a Dios la sabiduría necesaria. Él os la dará y lo que parecía imposible estará a vuestro alcance.

Educación sexual

La necedad es una mala consejera en el momento de enseñar a los hijos
Octavi Pereña
lunes, 2 de octubre de 2023, 09:02 h (CET)

“Cuatro jugadores del plantel del Real Madrid ayer (14/09/2023) fueron arrestados, por la Guardia Civil, acusados de presunto delito de revelación de secretos de índole sexual, según El Confidencial, es una noticia confirmada más tarde por la Agencia EFE”. Ante el incremento de delitos sexuales cometidos por menores y adolescentes “¿qué es necesario hacer?” Desde la FAD (Centro Reina Sofía Juventud) lo tienen claro: concienciarlos desde pequeños y hacer talleres prácticos  para que los adolescentes entiendan qué es la intimidad”. “¿Qué es necesario hacer?”, se pregunta FAD.


Génesis 1: 25, 27, 28 relata la creación de las bestias y del hombre dotados de la facultad de reproducirse. Biológicamente la reproducción de los mamíferos y de los humanos es parecida: el semen del macho  fertiliza el óvulo de la hembra. En la práctica existe una gran diferencia. En los mamíferos la fecundación de las hembras solo puede producirse cuando éstas están en celo.


Terminado este período el sexo desaparece. En los humanos la cosa es distinta. La legítima relación sexual se da en el matrimonio (Génesis 2: 24). Es una relación motivada por el amor. Diferenciándose de los mamíferos que fuera del período de celo el sexo desaparece, en los humanos este período asexual no existe. En la pubertad se despierta la sexualidad que dura desde la adolescencia hasta la vejez. Es aquí donde puede hacerse un mal uso de la sexualidad, tanto por los hombres como por las mujeres. Repito, la relación sexual legítima es la que está motivada por el amor en el matrimonio. También puede practicar el sexo ilícitamente motivado por la lascivia, la inclinación a los exagerados placeres sexuales fomentados por el pecado. “Del corazón salen los pensamientos malos: los adulterios, las fornicaciones” (Mateo 15: 19).


Es evidente que “la fornicación, la impureza, la lascivia” (Gálatas 5: 19) se manifiestan en las personas que no han sido regeneradas, que no andan en novedad de vida, es decir en quienes no han creído en Jesús como Señor y Salvador. La lascivia que contamina a la persona es motivada por el infierno. Causa conflictos conyugales, fomenta las enfermedades venéreas. Convierte el hogar en un infiero. Sin el poder de Dios nadie puede controlar del todo lascivia que es veneno mortal.

Ante la multitud de casos parecidos  al de los jugadores del plantel del Real Madrid, con la FAD nos preguntamos: “¿Qué es necesario hacer?” Alejandro Villena, sicólogo y director clínico de la Asociación Dale una Vuelta, escribe: “Nos escandalizamos  de las agresiones sexuales, de las violaciones en grupo…Pero no hacemos nada, ni los políticos, ni tampoco la sociedad, ni los padres”.


Yo añadiría ni la Iglesia. ¿Qué pueden hacer los políticos, la sociedad los padres, la Iglesia, si en este tema son unos auténticos analfabetos? Si los adultos no saben cómo curar su disfunción sexual, ¿cómo van a poder corregir el comportamiento sexual de sus hijos que tanto preocupa? Es como pedir que la zarza dé peras. Si los padres son consumidores de pornografía, si son clientes habituales de prostíbulos, si no les importa romper la fidelidad conyugal, ¿cómo pueden tener autoridad para poder enseñar que sus hijos se comporten decentemente? Podrán decir que jamás han visto un peli porno, ni han comprado ninguna revista del mismo género. Me lo puedo creer. ¿Cómo se comportan cuando sentados en la butaca en la sala de estar ven una película en que aparecen desnudos y escenas de sexo? ¿Quién puede decir que yendo por la calle no ha visto a una mujer de buen ver y no se la ha mirado lujuriosamente? Jesús los condena cuando dice: “han cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5: 28).


Quien más quien menos todos no hemos dejado llevar por la lascivia. Todos tenemos que arrepentirnos ante Dios que ha legislado: “No desearás la mujer de tu prójimo” (Éxodo 20: 17). Si los padres no arreglan su situación con Dios no tienen autoridad para instruir sexualmente a sus hijos. La construcción de una casa no se empieza por el tejado. Primero se ponen los cimientos. Supongamos que los padres son verdaderos creyentes en Cristo. Que su fe no está depositada en “un dios desconocido” como hacían los antiguos atenienses para estar a bien con sus dioses, sino que la tienen puesta en Jesús que es la Roca por haber resucitado de entre los muertos, entonces se hará suyas la palabras  del profeta Joel: “De Éste (Jesús) contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a otra generación2 (1: 3).


Una vez obtenida la paz con Dios los padres  están en condiciones de enseñar sexualidad a los hijos sin tabúes. Reconocen que el sexo es un don de Dios que tiene que conservarse santo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2. 24). Algunos enseñan que el sexo es pecado incluso en el matrimonio, que únicamente tiene que servirse de él para la reproducción. De ahí viene el celibato sacerdotal y monacal. Es antinatural y causante de muchos problemas. En ningún lugar de la Biblia se enseña semejante majadería. Para desacreditarla basta con leer. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla, pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 11. 4).


Los padres saben que llegada la pubertad se despierta la libido de los hijos. Cuando les pregunten no respondan que los niños vienen de París. Díganles la verdad que les fortalecerá para enfrentarse a un mundo cruel. La tarea de educar a los hijos en el tema de la sexualidad es delicada y difícil. Pídanle a Dios la sabiduría necesaria. Él os la dará y lo que parecía imposible estará a vuestro alcance.

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Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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