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Turismo sangriento de nuestros cazadores

España: líder en matanzas de leones

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¿Escucháis? Sí, son disparos, disparos de cazadores. Afinad un poco más el oído ahora.


¿Os llegan sus risas? Eso es que acaban de matar a otro animal y las carcajadas les brotan a borbotones, igual que la sangre a sus víctimas.


Pongamos que son 20 ó 30 detonaciones por escopetero y 4 ó 5 criaturas reventadas por cada uno de ellos. Otras veces se cuentan a cientos unas y otras. Luego oímos un “nos vemos en el bar de siempre”, percibimos los motores de sus vehículos alejándose y después silencio, porque la ausencia eterna en su hogar y en la memoria de los asesinados sin nombre, el terror de aquellos que sobrevivieron quizás por unos días, tal vez sólo por unas horas, las hemorragias coagulándose sobre la tierra que entrega vida y recoge inocentes ejecutados y los trozos inservibles de los cadáveres comenzando a pudrirse nunca emiten ruido, sólo una tristeza y un dolor que revientan los tímpanos del alma, pero para que eso ocurra hace falta ser persona con un mínimo de bondad y decencia, algo incompatible con ser cazador.


Vamos a escuchar de nuevo, esta vez en el bar: más risotadas con babas por la comisuras, los piques de "el mío es más grande" o "yo tengo más", el chocar los vasos con manos que poco antes empuñaron los cuchillos de rematar y todavía conservan restos sanguinolentos en esas uñas que serían la envidia de Ed Gein… Todo sociópata celebra sus crímenes y estos, como son crímenes legales, los festejan en grupo, públicamente y con orgullo.


Cualquier otro día: ahora van limpios, ya no vemos trozos de cuerpos junto a ellos, ni armas, tampoco alcohol. La risa se convierte en un gesto grave pero amable, los gritos se modulan para transformarse en voz formal y su indumentaria no recuerda para nada a la de un cazador. Hasta es muy posible que estén acariciando a un perro. Os pido que escuchemos una vez más: se dirigen a la gente, a esa inmensa cantidad de ciudadanas y ciudadanos que no salimos a los montes a disparar y acuchillar a otros seres, y nos están explicando que cuando cazan lo hacen por sostenibilidad y porque cumplen una labor social. Afirman que si no fuese por ellos las criaturas de otras especies ocuparían nuestros hogares, nos atacarían y dejarían tras de sí un rastro de destrucción (justo lo que hacen ellos). Eso sí, juran que nadie les gana en respeto y amor a los animales.


Pues bien, estos escopeteros nuestros que mienten con el castellano en sus bocas y matan con el plomo en la de sus armas, estos farsantes patrios con el embuste de la ternura en su discurso y la violencia en sus actos, estos cazadores españoles que cada año dejan a su paso millones de animales reventados y docenas de humanos heridos o muertos, son los líderes en Europa en la masacre de leones y los segundos a nivel mundial.


Ahorran para ir a otros países y matar a una especie incluida en la Lista Roja de la UICN de animales en peligro y catalogada como "vulnerable", que ha perdido el 50% de su población y se ha extinguido en 26 países en las últimas dos décadas. Pagan por hacerse con un trofeo de león porque no son más que eso: personajes cobardes y crueles que coleccionan las víctimas de su cobardía y crueldad, y se trata de generar admiración y envidia en sus colegas de diversión sin ponerse en riesgo, que miden ellas la feminidad, ellos la hombría y unas y otros su deleite de modo similar al confesado por Mary Bell, «Siento placer lastimando a los seres vivos, animales y personas que fueran más débiles que yo, que no se pudieran defender».


En una guerra se llenarían hasta las chirucas con su propia mierda, pero qué facil es ir de héroe y matar a una criatura acompañado por un guía de caza que te la pone a tiro, apretar el gatillo y acertarle con una mira telescópica.


Y los que por mucho que intenten ahorrar no tienen poder adquisitivo para sufragarse sus matanzas también en el extranjero, en este caso de leones, son los que exigen poder disparar a gatos aquí.

La próxima vez que les escuches asegurar que cazan por hacernos un favor, ¿les vas a creer?

España: líder en matanzas de leones

Turismo sangriento de nuestros cazadores
Julio Ortega Fraile
sábado, 12 de agosto de 2023, 10:26 h (CET)

¿Escucháis? Sí, son disparos, disparos de cazadores. Afinad un poco más el oído ahora.


¿Os llegan sus risas? Eso es que acaban de matar a otro animal y las carcajadas les brotan a borbotones, igual que la sangre a sus víctimas.


Pongamos que son 20 ó 30 detonaciones por escopetero y 4 ó 5 criaturas reventadas por cada uno de ellos. Otras veces se cuentan a cientos unas y otras. Luego oímos un “nos vemos en el bar de siempre”, percibimos los motores de sus vehículos alejándose y después silencio, porque la ausencia eterna en su hogar y en la memoria de los asesinados sin nombre, el terror de aquellos que sobrevivieron quizás por unos días, tal vez sólo por unas horas, las hemorragias coagulándose sobre la tierra que entrega vida y recoge inocentes ejecutados y los trozos inservibles de los cadáveres comenzando a pudrirse nunca emiten ruido, sólo una tristeza y un dolor que revientan los tímpanos del alma, pero para que eso ocurra hace falta ser persona con un mínimo de bondad y decencia, algo incompatible con ser cazador.


Vamos a escuchar de nuevo, esta vez en el bar: más risotadas con babas por la comisuras, los piques de "el mío es más grande" o "yo tengo más", el chocar los vasos con manos que poco antes empuñaron los cuchillos de rematar y todavía conservan restos sanguinolentos en esas uñas que serían la envidia de Ed Gein… Todo sociópata celebra sus crímenes y estos, como son crímenes legales, los festejan en grupo, públicamente y con orgullo.


Cualquier otro día: ahora van limpios, ya no vemos trozos de cuerpos junto a ellos, ni armas, tampoco alcohol. La risa se convierte en un gesto grave pero amable, los gritos se modulan para transformarse en voz formal y su indumentaria no recuerda para nada a la de un cazador. Hasta es muy posible que estén acariciando a un perro. Os pido que escuchemos una vez más: se dirigen a la gente, a esa inmensa cantidad de ciudadanas y ciudadanos que no salimos a los montes a disparar y acuchillar a otros seres, y nos están explicando que cuando cazan lo hacen por sostenibilidad y porque cumplen una labor social. Afirman que si no fuese por ellos las criaturas de otras especies ocuparían nuestros hogares, nos atacarían y dejarían tras de sí un rastro de destrucción (justo lo que hacen ellos). Eso sí, juran que nadie les gana en respeto y amor a los animales.


Pues bien, estos escopeteros nuestros que mienten con el castellano en sus bocas y matan con el plomo en la de sus armas, estos farsantes patrios con el embuste de la ternura en su discurso y la violencia en sus actos, estos cazadores españoles que cada año dejan a su paso millones de animales reventados y docenas de humanos heridos o muertos, son los líderes en Europa en la masacre de leones y los segundos a nivel mundial.


Ahorran para ir a otros países y matar a una especie incluida en la Lista Roja de la UICN de animales en peligro y catalogada como "vulnerable", que ha perdido el 50% de su población y se ha extinguido en 26 países en las últimas dos décadas. Pagan por hacerse con un trofeo de león porque no son más que eso: personajes cobardes y crueles que coleccionan las víctimas de su cobardía y crueldad, y se trata de generar admiración y envidia en sus colegas de diversión sin ponerse en riesgo, que miden ellas la feminidad, ellos la hombría y unas y otros su deleite de modo similar al confesado por Mary Bell, «Siento placer lastimando a los seres vivos, animales y personas que fueran más débiles que yo, que no se pudieran defender».


En una guerra se llenarían hasta las chirucas con su propia mierda, pero qué facil es ir de héroe y matar a una criatura acompañado por un guía de caza que te la pone a tiro, apretar el gatillo y acertarle con una mira telescópica.


Y los que por mucho que intenten ahorrar no tienen poder adquisitivo para sufragarse sus matanzas también en el extranjero, en este caso de leones, son los que exigen poder disparar a gatos aquí.

La próxima vez que les escuches asegurar que cazan por hacernos un favor, ¿les vas a creer?

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