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Julio Ortega Fraile
Julio Ortega Fraile
Donde la destrucción y la muerte sean tan continuas e indiscriminadas como la caída del agua, la luz del sol o el golpear del viento

Imagina un lugar como el que te voy a describir: donde las bombas sean gotas de lluvia cayendo sin cesar día y noche cubriendo cada metro cuadrado de tierra, ladrillo o piel. Donde la humedad esté cargada de metralla desbocada y abrasadora. Donde el frío se tiemble en hemorragias por agujeros en el cuerpo y se estornude a través de fracturas abiertas y órganos descolgados.

¿El animalismo es terrorismo?

Decía Thomas Fuller que la desesperación infunde valor al cobarde y es cierto, porque los de Jara y Sedal (conocidos también como Jarra y Pedal) están tan desesperados que se sienten envalentonados como para tirar del embuste cada vez con menos disimulo. Veamos la última bufonada de estos histriones que dicen dedicarse al periodismo cinegético pero se quedan en pseudologos al servicio del matar por diversión.

Los cazadores comentan el "accidente"

"El muerto se creía que todo el monte era orégano". "El muerto era un inconsciente". "El muerto estaba mirando pajaritos". "El muerto estaba avisado". "Que se hubiese quedado en casa el muerto". "Esta muerte es caviar para los sibaritas". Y el no va más: "El muerto era gilipollas". Son comentarios de cazadores en una publicación de Jara y Sedal refiriéndose al hombre (hoy sin vida) que recibió el disparo de uno de ellos.

Aunque a ese colectivo le interese negarlo

Un conductor que, con su permiso en vigor, circula a 130 Km/h. por una vía limitada a 50, atropella a alguien y se da a la fuga es conductor cuando lo hace, ¿a que sí? Un enfermero titulado que mata a pacientes que tiene a su cargo en una residencia es enfermero al cometer esos crímenes, ¿verdad? Pues los (muchos) cazadores, con su licencia al día, que vulneran la ley cazando donde o cuando no está autorizado SON CAZADORES al delinquir, por más que desde ese colectivo lo nieguen.

¿Escucháis? Sí, son disparos, disparos de cazadores. Afinad un poco más el oído ahora. ¿Os llegan sus risas? Eso es que acaban de matar a otro animal y las carcajadas les brotan a borbotones, igual que la sangre a sus víctimas. Pongamos que son 20 ó 30 detonaciones por escopetero y 4 ó 5 criaturas reventadas por cada uno de ellos. Otras veces se cuentan a cientos unas y otras.

Canarias autoriza el asesinato de perros, gatos y hurones sin dueño o libres (el tecnicismo que usan para condenarlos a muerte es "asilvestrados") hasta que en septiembre se implante la Ley que ya no permitirá asesinarlos. El valor de una misma vida y la categoría de que sea crimen o no arrebatarla depende de la disposición final de un Real Decreto en forma de plazo. Y de la suerte o desdicha de la víctima de ser localizada por los escopeteros antes o después de su entrada en vigor.

Un torturador de toros, Vicente Barrera Simó, es el nuevo responsable de Cultura y vicepresidente de la Generalitat Valenciana por VOX. Y Vicente, cuyo nombre sólo suma uno más entre muchos como él, con su maleta repleta de palas legislativas para desenterrar políticas reaccionarias cargadas de sufrimiento y enterrar avances que tanto ha costado lograr, llegó a esos cargos a hombros de ciudadanas y ciudadanos. Eso es lo más desolador.

Quienes acaban con millones de animales por crueldad, diversión y por una foto de M. son algunos humanos, no los gatos. Flaco favor le hacéis a la verdad con este programa, Equipo de Investigación de La Sexta. Los cazadores, que sí representan lo más dañino de nuestra especie para otras, esos que animan públicamente a matar gatos ferales (lo que incluye a los de colonias controladas) y a menudo lo hacen jactándose de ello sin esconderse, os aplauden por él.

La @ftorodelidia, una Asociación que defiende la tortura de animales como negocio, espectáculo y educación, no sólo alimenta la crueldad extrema con toros, becerros o vaquillas desde la mentira al servicio de sus intereses sangrientos y la perversión de la ciencia en aras de la crueldad, es que también cae en la depravación de asegurar que esa violencia es sana para la infancia y que los niños que la practican son mejores que los que no.

Podríamos celebrar las concentraciones de hoy asomados a fosas llenas de esqueletos y cadáveres a medio descomponer de perros de cazadores. O alrededor de árboles en cuyas ramas crecen galgos con sus tráqueas aplastadas. O frente a cheniles donde es difícil distinguir entre las heces y los cuerpos desnutridos e infectados, entre el hedor a mierda y el olor a muerte lenta y dolorosa.

Cuando creces y te educas en una casa donde la caza es pasatiempo, satisfacción y arrogancia pasan estas cosas. Lo hemos visto tantas veces que la ceguera moral de ciertos políticos (la mayoría) para permitir rifles y escopetas en manos de personajes violentos les convierte en cómplices de los innumerables muertos que el mundo de la caza va dejando.

Si no los siega la guadaña de una muerte con dientes de leche porque nacieron "sobrantes" o con algún "defecto" para la función cinegética, o si no lo hace una muerte ya desdentada porque el tiempo los convirtió en enfermos o incapacitados para seguir cazando, lo hará una muerte con dentadura de plomo y aliento de pólvora durante alguno de sus "lances".

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