Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Democracia | Voto | Poder Judicial | Elecciones generales | 23-J
No estaría de más sopesar qué candidaturas son más peligrosas o más favorables para asuntos trascendentales como la división de poderes

Democracia y voto

|

Aristóteles, en el libro VI de la Política, atisbó la División de Poderes, y el propio Montesquieu, considerado padre de la idea, se basó en el estagirita sin citarlo, si bien nuestra “Escuela de Salamanca” se había anticipado al francés. También el inglés Locke se adelantó y propuso limitar la soberanía del Poder estatal. Hablamos de liberalismo, cuyo cuerpo doctrinal, además del sufragio, estableció la soberanía nacional, el parlamentarismo y la división de poderes como pilares básicos de la nueva concepción política. Fue ello el origen de las denominadas por Gustavo Bueno democracias realmente existentes, es decir, las democracias liberales o parlamentarias, sin otros atributos o adjetivos añadidos (orgánica, popular, verdadera…), que no complementan, sino que niegan el sustantivo al que acompañan.


No se restringe el concepto de democracia solo al sufragio; de hecho, se vota con cierta regularidad en algunos países dictatoriales o totalitarios. Además del voto, el pluralismo, las libertades individuales y la división de poderes resultan indispensables para que un espacio político pueda ser calificado como democrático.


Lo que venimos nombrando Occidente, ahora en declive, fue la cuna, y la casa, de la Democracia. Pero la innovación, la libertad, el pluralismo y el bienestar, como signos característicos de este ámbito geopolítico y cultural, a la vez concreto y etéreo, se van desvaneciendo en una suerte de merengue en el que, como decía el tango, “vivimos revolcaos”. Queda, tal vez, algo de la primera y del último, pero libertad y pluralismo fenecen, poco a poco, en el mar de lo políticamente correcto, que va más allá del lenguaje y que, en una suerte de programa, que firmaría Gobbels y que Orwell reconocería como ejemplo de su distopía, incita a la mendacidad y propaganda sin rubor ni cortapisas y nos muestra el camino hacia el universo de la checa.


En el caso de España, algunos de esos elementos parecen en claro retroceso. Si tomamos como paradigma la división de poderes, en nuestra Monarquía parlamentaria el poder ejecutivo emana del legislativo, funcionando ambos como uno solo a través de los pactos parlamentarios; el judicial, se advierte crecientemente controlado por los otros dos, en un proceso de menoscabo que, a su vez, será nocivo, a medio plazo, para el pluralismo y las libertades.


Por todo ello, no estaría de más sopesar, antes de emitir un voto, qué candidaturas son más peligrosas o más favorables para asuntos trascendentales como la División de Poderes (menguante y casi inexistente en nuestro país), las libertades individuales y la igualdad ante la ley basada en el pluralismo. No solo es votar, sino vetar mediante esa acción, a todos los que suponen un peligro para otros elementos constitutivos del Estado democrático igual de importantes, o más, que el sufragio mismo.

Democracia y voto

No estaría de más sopesar qué candidaturas son más peligrosas o más favorables para asuntos trascendentales como la división de poderes
Juan Antonio Freije Gayo
viernes, 21 de julio de 2023, 11:53 h (CET)

Aristóteles, en el libro VI de la Política, atisbó la División de Poderes, y el propio Montesquieu, considerado padre de la idea, se basó en el estagirita sin citarlo, si bien nuestra “Escuela de Salamanca” se había anticipado al francés. También el inglés Locke se adelantó y propuso limitar la soberanía del Poder estatal. Hablamos de liberalismo, cuyo cuerpo doctrinal, además del sufragio, estableció la soberanía nacional, el parlamentarismo y la división de poderes como pilares básicos de la nueva concepción política. Fue ello el origen de las denominadas por Gustavo Bueno democracias realmente existentes, es decir, las democracias liberales o parlamentarias, sin otros atributos o adjetivos añadidos (orgánica, popular, verdadera…), que no complementan, sino que niegan el sustantivo al que acompañan.


No se restringe el concepto de democracia solo al sufragio; de hecho, se vota con cierta regularidad en algunos países dictatoriales o totalitarios. Además del voto, el pluralismo, las libertades individuales y la división de poderes resultan indispensables para que un espacio político pueda ser calificado como democrático.


Lo que venimos nombrando Occidente, ahora en declive, fue la cuna, y la casa, de la Democracia. Pero la innovación, la libertad, el pluralismo y el bienestar, como signos característicos de este ámbito geopolítico y cultural, a la vez concreto y etéreo, se van desvaneciendo en una suerte de merengue en el que, como decía el tango, “vivimos revolcaos”. Queda, tal vez, algo de la primera y del último, pero libertad y pluralismo fenecen, poco a poco, en el mar de lo políticamente correcto, que va más allá del lenguaje y que, en una suerte de programa, que firmaría Gobbels y que Orwell reconocería como ejemplo de su distopía, incita a la mendacidad y propaganda sin rubor ni cortapisas y nos muestra el camino hacia el universo de la checa.


En el caso de España, algunos de esos elementos parecen en claro retroceso. Si tomamos como paradigma la división de poderes, en nuestra Monarquía parlamentaria el poder ejecutivo emana del legislativo, funcionando ambos como uno solo a través de los pactos parlamentarios; el judicial, se advierte crecientemente controlado por los otros dos, en un proceso de menoscabo que, a su vez, será nocivo, a medio plazo, para el pluralismo y las libertades.


Por todo ello, no estaría de más sopesar, antes de emitir un voto, qué candidaturas son más peligrosas o más favorables para asuntos trascendentales como la División de Poderes (menguante y casi inexistente en nuestro país), las libertades individuales y la igualdad ante la ley basada en el pluralismo. No solo es votar, sino vetar mediante esa acción, a todos los que suponen un peligro para otros elementos constitutivos del Estado democrático igual de importantes, o más, que el sufragio mismo.

Noticias relacionadas

Utilizar al Rey como actor forzado en la escena final de su opereta y ni siquiera anunciar una moción de confianza prueban que este hombre buscaba - sin mucho éxito - provocar a los malos, al enemigo, a los periodistas y tertulianos que forman parte de ese imaginario contubernio fascista que le quiere desalojar del poder.

En bastantes ocasiones he escrito sobre este pobre hombre que preside, para desgracia de todos, el gobierno de España. Y otras tantas le he tachado de cateto (solo hay que ver cómo se contonea, para exhibir su supuesta guapura), también de plagiador (porque ha plagiado más de una vez) y de embustero (porque ha mentido en innumerables ocasiones).

El 30 de abril de 1935 el embajador mexicano en Río de Janeiro, el conocido escritor Alonso Reyes Ochoa, informaba al gobierno de Lázaro Cárdenas del súbito interés brasileño en la resolución del conflicto entre Paraguay y Bolivia. El gobierno brasileño, invitado en Washington para participar con Argentina y Chile en la conferencia de Buenos Aires para pacificar el Chaco, declinó al principio este ofrecimiento.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto