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Etiquetas | Ciencias | Creencias | Científicos | Negacionismo
La comunidad científica ha descuidado la tarea de explicarle al público sus logros, o no se ha sabido articular bien el funcionamiento de la ciencia en una sociedad democrática

​La anticiencia

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Parece duro empezar afirmando que los negacionistas suelen ser gente peligrosa, pero hablando histórica y antropológicamente, todo cobra sentido, cuando comparamos con perspectiva histórica a quienes en 1600 negaban que la Tierra da vueltas en torno al Sol, y acabaron con Giordano Bruno en la hoguera y a punto estuvieron de hacer lo mismo con Galileo Galilei, afirmando que el sol era solo una estrella más.


Con lo que años después, negaban la evolución de las especies según demostró Darwin, y produjeron verdaderos estragos en el sistema educativo de EEUU, provocando que en muchos Estados estuviera prohibido enseñar el evolucionismo durante años, basándose en una interpretación literal de la Biblia sobre el origen del mundo.


Posteriormente con quienes negaban el holocausto judío, que solían ser nazis, con una propaganda racista por parte de grupos antisemitas y neonazis, se consideró un problema social grave en muchos lugares donde ocurrió y ocurre, lo que es ilegal en varios países europeos, entre ellos Alemania y Austria, así como en Israel, que llega hasta nuestros días.


Con quien niega que la Tierra sea esférica a pesar de la evidencia científica, ciencia que demuestra que sólo hay que ver lo que tardan los aviones por ir de un punto a otro, para comprender que no puede ser plana, a pesar de todas las evidencias matemáticas que calcularon los griegos con sus conocimientos de geometría y navegación, de la duración de los viajes largos que evidencian que es distinta si viajas hacia el este o hacia el oeste. Este hecho no tiene ninguna explicación en una Tierra plana, el movimiento del cielo nocturno en el que, el hemisferio norte, todo el cielo nocturno gira alrededor de la estrella Polar en el sentido antihorario, mientras que en el hemisferio sur todo gira en torno a la Cruz del Sur, en sentido contrario, en las horas de salida y puesta de sol que son distintas en cada lugar del mundo, en lo que tampoco sería así en una Tierra plana, etc.


Y a día de hoy más cercano e igual de peligrosos son, los antivacunas, los anticiencia COVID , por su falta de respeto a la salud pública, y  para los cuales la información científica carece de valor frente a la que aportan teorías conspiranoicas, basadas en una oculta fuente de conocimiento, con un lenguaje y mensajes que sugieren un comportamiento sectario que explicaría por qué algunos antivacunas rechazan verdades obvias.


En coordinación con la ONU, naciones de todo el mundo han creado grupos de expertos que han abordado amenazas globales complejas como el terrorismo islámico, la seguridad cibernética y el armamento nuclear. Ahora, cuando la anticiencia se está acercando a niveles similares de peligro, ha llegado el momento de que un grupo de trabajo interinstitucional de alto nivel de la ONU evalúe el impacto total de la agresión contra las vacunas y proponga medidas duras y equilibradas, porque cada vez es más evidente que avanzar en la inmunización global requiere una contraofensiva también global.


La mayoría de las personas somos más críticas con la información que nos contradice que con la información que nos apoya, de ahí que los negacionistas suelen defenderse diciendo que ellos representan el sano escepticismo, y actitud crítica que debe predominar en la ciencia, algo que creen inventar , pero es algo que no es nuevo, ya que, los argumentos religiosos contra la inoculación ya existían incluso antes del trabajo de Edward Jenner; por ejemplo, en un sermón de 1772 titulado "La Peligrosa y Pecaminosa Práctica de la Inoculación", el teólogo inglés Reverendo Edmund Massey argumentaba que las enfermedades son enviadas por Dios para castigar el pecado y que cualquier intento de prevenir la viruela a través de la vacunación es una "operación diabólica".


El negacionismo consistiría en un rechazo del consenso científico con argumentos ajenos a la propia ciencia, o sin argumento consistente alguno. Esto genera la impresión de que hay debate donde realmente no lo hay, un terreno donde el falso experto puede argumentar y donde gracias al empujón que Donald Trump dio a todos los ávidos de salir del armario para proclamar a los cuatro vientos teorías ridículas sobre cualquier cosa y a que, en la presidencia regional de Madrid, con Isabel Díaz Ayuso, se haya entronizado el cuñadismo cañí, los negacionistas hicieron su aparición, sin miedo a hacer el ridículo.


Estos argumentos están basados en el recurso a ideas conspiranoicas, que te llevan a falsos expertos, con un desprecio a los expertos universitarios , con años de estudios , publicaciones refutadas etc.., a un sesgo de datos a su conveniencia sin análisis, al uso de falacias lógicas, y a una formación de expectativas imposibles sobre lo que la ciencia puede proporcionarnos como sociedad, misterios que los seres humanos seguimos necesitando para dar sentido a nuestras vidas, las posiciones anticiencia, por estar fuera de las corrientes de opinión mayoritarias, refuerzan en sus seguidores el sentimiento de pertenencia a un grupo.


Teniendo en cuenta que para los negacionistas ellos son los únicos que conocen la verdad en vez de todos esos científicos preparados, epidemiólogos, médicos de la sanidad pública etc…, que llevan años estudiando a los mejores ejemplos de la historia, que se empeñan en exponer datos científicos y estadísticas recogidas en los hospitales y no la primera majadería dicha por algún lunático por internet.


En muchas épocas de nuestras vidas no soportamos tener que aceptar que somos una parte más de una naturaleza regida por leyes que no se preocupa de nosotros y en la que no hay magia alguna, ni más misterio que el que implica la limitación de nuestro conocimiento.


Es la situación de los que prefieren la calidez vital que les puede proporcionar la creencia en algo trascendente o insondable frente a la sequedad y frialdad de la indagación racional.


Las pseudociencias son disciplinas o teorías que pretenden ser científicas sin serlo, sin pruebas empíricas, sin estudios, basándose únicamente en teorías conspiranoicas, y llevar el debate hacia donde no existe. Ejemplos populares hoy en día serían la astrología, la homeopatía, la parapsicología y la “medicina cuántica” (aunque esta recibe otros nombres y tiene diversas ramificaciones).


En las manifestaciones callejeras ha sido habitual ver a los tradicionales partidos franquistas de largo recorrido, como es el caso de España 2000, trasnochados, como a la nueva ultraderecha que representa Vox, en manifestaciones contra la ciencia.


El ultimo lado que forma la figura, creo que es la parte científica ha descuidado la tarea de explicarle al público sus logros, o no se ha sabido todavía articular bien el funcionamiento de la ciencia en una sociedad democrática. No es sorprendente en tales circunstancias que muchas personas, especialmente en los países más desarrollados, se sientan desconectadas de un progreso científico y tecnológico que no asumen como propio.


Como sociedad avanzada se deben poner herramientas para mejorar la educación científica y, con ella, la de promover su divulgación cultural como eje transversal de avance como especie. Aunque difícilmente se podrá paliar de forma significativa los otros factores que se han señalado y que tienen que ver con actitudes políticas y con visiones alternativas del mundo. 

​La anticiencia

La comunidad científica ha descuidado la tarea de explicarle al público sus logros, o no se ha sabido articular bien el funcionamiento de la ciencia en una sociedad democrática
Miguel Jesús Castillo Garrido
miércoles, 10 de mayo de 2023, 10:01 h (CET)

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Parece duro empezar afirmando que los negacionistas suelen ser gente peligrosa, pero hablando histórica y antropológicamente, todo cobra sentido, cuando comparamos con perspectiva histórica a quienes en 1600 negaban que la Tierra da vueltas en torno al Sol, y acabaron con Giordano Bruno en la hoguera y a punto estuvieron de hacer lo mismo con Galileo Galilei, afirmando que el sol era solo una estrella más.


Con lo que años después, negaban la evolución de las especies según demostró Darwin, y produjeron verdaderos estragos en el sistema educativo de EEUU, provocando que en muchos Estados estuviera prohibido enseñar el evolucionismo durante años, basándose en una interpretación literal de la Biblia sobre el origen del mundo.


Posteriormente con quienes negaban el holocausto judío, que solían ser nazis, con una propaganda racista por parte de grupos antisemitas y neonazis, se consideró un problema social grave en muchos lugares donde ocurrió y ocurre, lo que es ilegal en varios países europeos, entre ellos Alemania y Austria, así como en Israel, que llega hasta nuestros días.


Con quien niega que la Tierra sea esférica a pesar de la evidencia científica, ciencia que demuestra que sólo hay que ver lo que tardan los aviones por ir de un punto a otro, para comprender que no puede ser plana, a pesar de todas las evidencias matemáticas que calcularon los griegos con sus conocimientos de geometría y navegación, de la duración de los viajes largos que evidencian que es distinta si viajas hacia el este o hacia el oeste. Este hecho no tiene ninguna explicación en una Tierra plana, el movimiento del cielo nocturno en el que, el hemisferio norte, todo el cielo nocturno gira alrededor de la estrella Polar en el sentido antihorario, mientras que en el hemisferio sur todo gira en torno a la Cruz del Sur, en sentido contrario, en las horas de salida y puesta de sol que son distintas en cada lugar del mundo, en lo que tampoco sería así en una Tierra plana, etc.


Y a día de hoy más cercano e igual de peligrosos son, los antivacunas, los anticiencia COVID , por su falta de respeto a la salud pública, y  para los cuales la información científica carece de valor frente a la que aportan teorías conspiranoicas, basadas en una oculta fuente de conocimiento, con un lenguaje y mensajes que sugieren un comportamiento sectario que explicaría por qué algunos antivacunas rechazan verdades obvias.


En coordinación con la ONU, naciones de todo el mundo han creado grupos de expertos que han abordado amenazas globales complejas como el terrorismo islámico, la seguridad cibernética y el armamento nuclear. Ahora, cuando la anticiencia se está acercando a niveles similares de peligro, ha llegado el momento de que un grupo de trabajo interinstitucional de alto nivel de la ONU evalúe el impacto total de la agresión contra las vacunas y proponga medidas duras y equilibradas, porque cada vez es más evidente que avanzar en la inmunización global requiere una contraofensiva también global.


La mayoría de las personas somos más críticas con la información que nos contradice que con la información que nos apoya, de ahí que los negacionistas suelen defenderse diciendo que ellos representan el sano escepticismo, y actitud crítica que debe predominar en la ciencia, algo que creen inventar , pero es algo que no es nuevo, ya que, los argumentos religiosos contra la inoculación ya existían incluso antes del trabajo de Edward Jenner; por ejemplo, en un sermón de 1772 titulado "La Peligrosa y Pecaminosa Práctica de la Inoculación", el teólogo inglés Reverendo Edmund Massey argumentaba que las enfermedades son enviadas por Dios para castigar el pecado y que cualquier intento de prevenir la viruela a través de la vacunación es una "operación diabólica".


El negacionismo consistiría en un rechazo del consenso científico con argumentos ajenos a la propia ciencia, o sin argumento consistente alguno. Esto genera la impresión de que hay debate donde realmente no lo hay, un terreno donde el falso experto puede argumentar y donde gracias al empujón que Donald Trump dio a todos los ávidos de salir del armario para proclamar a los cuatro vientos teorías ridículas sobre cualquier cosa y a que, en la presidencia regional de Madrid, con Isabel Díaz Ayuso, se haya entronizado el cuñadismo cañí, los negacionistas hicieron su aparición, sin miedo a hacer el ridículo.


Estos argumentos están basados en el recurso a ideas conspiranoicas, que te llevan a falsos expertos, con un desprecio a los expertos universitarios , con años de estudios , publicaciones refutadas etc.., a un sesgo de datos a su conveniencia sin análisis, al uso de falacias lógicas, y a una formación de expectativas imposibles sobre lo que la ciencia puede proporcionarnos como sociedad, misterios que los seres humanos seguimos necesitando para dar sentido a nuestras vidas, las posiciones anticiencia, por estar fuera de las corrientes de opinión mayoritarias, refuerzan en sus seguidores el sentimiento de pertenencia a un grupo.


Teniendo en cuenta que para los negacionistas ellos son los únicos que conocen la verdad en vez de todos esos científicos preparados, epidemiólogos, médicos de la sanidad pública etc…, que llevan años estudiando a los mejores ejemplos de la historia, que se empeñan en exponer datos científicos y estadísticas recogidas en los hospitales y no la primera majadería dicha por algún lunático por internet.


En muchas épocas de nuestras vidas no soportamos tener que aceptar que somos una parte más de una naturaleza regida por leyes que no se preocupa de nosotros y en la que no hay magia alguna, ni más misterio que el que implica la limitación de nuestro conocimiento.


Es la situación de los que prefieren la calidez vital que les puede proporcionar la creencia en algo trascendente o insondable frente a la sequedad y frialdad de la indagación racional.


Las pseudociencias son disciplinas o teorías que pretenden ser científicas sin serlo, sin pruebas empíricas, sin estudios, basándose únicamente en teorías conspiranoicas, y llevar el debate hacia donde no existe. Ejemplos populares hoy en día serían la astrología, la homeopatía, la parapsicología y la “medicina cuántica” (aunque esta recibe otros nombres y tiene diversas ramificaciones).


En las manifestaciones callejeras ha sido habitual ver a los tradicionales partidos franquistas de largo recorrido, como es el caso de España 2000, trasnochados, como a la nueva ultraderecha que representa Vox, en manifestaciones contra la ciencia.


El ultimo lado que forma la figura, creo que es la parte científica ha descuidado la tarea de explicarle al público sus logros, o no se ha sabido todavía articular bien el funcionamiento de la ciencia en una sociedad democrática. No es sorprendente en tales circunstancias que muchas personas, especialmente en los países más desarrollados, se sientan desconectadas de un progreso científico y tecnológico que no asumen como propio.


Como sociedad avanzada se deben poner herramientas para mejorar la educación científica y, con ella, la de promover su divulgación cultural como eje transversal de avance como especie. Aunque difícilmente se podrá paliar de forma significativa los otros factores que se han señalado y que tienen que ver con actitudes políticas y con visiones alternativas del mundo. 

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