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El PP, bajo sospecha de ser un partido corrupto

¡Catacroc!, caímos y España queda abandonada a sus miserias

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Es evidente que, la eficaz campaña de acoso y derribo del PP, en España, tiene todos los visos de haber sido planeada concienzudamente para que, todas las miserias y podredumbres que, por lo visto, se han estado fraguando dentro de los arcanos más recónditos del partido de los populares, salieran a la luz en el momento más adecuado ( e inoportuno), en la situación más comprometida y en el espacio político que más pudiera dañar, desautorizar y poner en evidencia, ante sus propios votantes, a una formación que venía precedida de una serie de hechos de corrupción incomprensibles, si pensamos que se trata de un partido que debiera de anteponer, ante todo, su honradez, su calidad de intachable y su asunción de los principios y valores básicos de aquella Alianza Popular, creada por el señor Fraga Iribarne, para ser ejemplo de honradez y de amor a la patria, con el objetivo de luchar contra los intentos de las fuerzas de izquierdas de llevarnos, de nuevo, a aquellos infumables años 30 del siglo pasado, previos al Alzamiento Nacional de 1936.

No obstante, no se puede negar la evidencia. Una evidencia que pone al PP bajo sospecha de ser un partido corrupto, en el que no se ha vigilado suficientemente el comportamiento de algunos de sus dirigentes; que se han formado camarillas preparadas para delinquir en provecho de sus miembros o artimañas impropias para la autofinanciación del partido ( algo que, señores, aunque no lo confiesen han venido practicando todos los partidos, que ahora simulan rasgarse las vestiduras cuando los culpables son los del PP), cuya dirección no ha sabido, no ha permanecido atenta y no ha cumplido suficientemente con su función “in vigilando”, ni se actuado con rotundidad y presteza en el instante en que se han ido destapando los diversos casos de corrupción que, en la actualidad, han dejado a los pies de los caballos las esperanzas que pudiera tener el señor Rajoy de formar parte de un gobierno, de cualquier clase que fuere.

No se han podido producir estas investigaciones judiciales en un peor momento para los populares y, yo me atrevería a decir, en una peor circunstancia para los intereses de España y de los españoles. Porque, señores, las alternativas a las que parece vamos a enfrentarnos, no pueden ser más preocupantes, más peligrosas y menos fiables para lo que respecta al porvenir de nuestra nación y de sus habitantes.

Europa nos está vigilando de cerca con el ceño fruncido y, los inversores foráneos, que hace apenas un tiempo se volcaban para invertir en nuestra deuda pública o se estaban interesando en financiar empresas e industrias radicadas en nuestro país; hace ya meses que han decidido esperar los resultados de esta situación inestable que, por partida doble, pone en cuarentena cualquier decisión de arriesgar sus inversiones en un país donde no se sabe si van a gobernar unas izquierdas antieuropeas, antisistema, de carácter comunistoide, que lo primero que han anunciado es que van a retroceder el Artº 35 de la Constitución ( aprobado con el beneplácito del PSOE); que van a tirar abajo la reforma laboral puesta en práctica por el PP, siguiendo las instrucciones de Bruselas y, como intentó Varufakis ( por cierto, parece que visitará España para reunirse con alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la vicepresidenta valenciana, Mònica Oltra, la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, o el eurodiputado Miguel Urbán; para tratar de esta nueva utopía o Plan B, contra la austeridad, por una Europa democrática, y es un “llamamiento para construir un espacio de convergencia europeo contra la austeridad y para la construcción de una verdadera democracia”.) cuando se enfrento a Europa con sus “exigencias” para que se retrasara el pago de sus obligaciones con los bancos acreedores de Grecia; hacerse el gallito con quienes nos vienen ayudando con sus préstamos en una más de estas insensateces producto de aquellos que se creen que, todos nuestros vecinos de la CE, van a bailar al son de nuestros deseoso.

Se nos pone la piel de gallina cuando observamos al señor P.Sánchez, que ha confundido el encargo del Rey para que forme gobierno, como si ya hubiese sido investido presidente del Gobierno. Si no fuera porque estamos en una situación de extrema gravedad, hasta resultaría cómico el ver con qué petulancia se desenvuelve, con qué desprecio se muestra hacia sus adversarios políticos y con qué displicencia se atreve a tratar al Partido Popular, que por el número de votos, por su labor durante la anterior legislatura ( con todos los errores que se le puedan atribuir), por el número de militantes que lo avalan y por haber sido vencedor en los últimos comicios, con una ventaja de casi dos millones sobre su partido, el PSOE, que bajo su dirección obtuvo el peor resultado de toda su historia, desde que en España tenemos democracia. Mucho nos tememos que este iluso pronto va a darse cuenta de lo que significa pactar con Podemos, lo que va a suceder con su partido absorbido por los bolivarianos y el poco tiempo que le queda para hacerse la ilusión de que es él quien lleva la batuta en España.

Pero la situación del PP ( hace ya muchos meses, cuando perdió las autonómicas, que pensábamos que lo correcto hubiera sido un relevo en la presidencia del Gobierno.) se ha hecho insostenible y, como pide la señora Isabel Bonig, presidenta en funciones del PPV hasta la convocatoria del nuevo congreso, es preciso una renovación integral del PP en la que soltar el lastre que lo ha conducido a esta etapa del mismo en la que, los problemas de corrupción, se han hecho tan frecuentes e importantes que hacen imposible que el partido siga así sin el peligro evidente de que sus votantes acaben por abandonarlo definitivamente.

Antes de que la situación se agrave aún más, de que la figura de Rajoy se convierta en una carga demasiado pesada para la derecha española, es preciso que dentro del PP se produzca una catarsis, todo lo ordenada que se quiera, que pudiera salir de un nuevo congreso, como muchos ya están pidiendo; para intentar, al menos, asegurarse de que, en su calidad de oposición y valiéndose de su mayoría absoluta en el Senado, se puedan seguir defendiendo los valores que han venido caracterizando a la formación de centro-derecha, hasta que este equipo que ha venido apoyando a Rajoy, se ha querido mostrar más liberal de lo que a muchos nos hubiera gustado; menos enérgico y eficaz contra el separatismo catalán y más activo en temas, abandonados desde el principio, como la abolición de este bodrio al que, pomposamente, se ha definido como Ley de la Memoria Histórica; o un tratamiento más valiente en contra del aborto o una legislación menos complaciente con el tema de los homosexuales y lesbianas que, sin interferir en sus tendencias sexuales, tampoco se los tratara como si tuvieran un plus de mérito o de consideración moral que mereciera un tratamiento que semeja que los pone en un escalón más alto que a los heterosexuales.

No sabemos si aún se está a tiempo, ni tampoco qué posibilidades tendría el PP con un nuevo presidente para cambiar la actual situación política de España (quizá pocas), pero es evidente que, el mantener al señor Mariano Rajoy, con todos sus méritos y su honradez no cuestionada, en estos momentos de grave crisis de las instituciones, de evidente desconcierto de la ciudadanía y de acoso de la izquierda más extremista y revolucionaria, al frente del PP es una imprudencia. El partido necesita una renovación a fondo, prescindiendo de toda esta vieja guardia y de algunos de la nueva, que lo haga retornar a aquella situación, de la que nunca debió de apartarse, cuando algunos creyeron que mostrándose más flexibles, menos duros y dando tiempo al tiempo, los graves problemas que azotan a nuestra nación se solucionarían por si solos. Grave error que ahora estamos pagando y que, si Dios no lo remedia y parece que no está por la labor, vamos a tener que soportar, al menos por cuatro años, un gobierno filocomunista, integrado por partidos de izquierdas, pero con distintas concepciones y sensibilidades de lo que debe ser una política a favor de los ciudadanos y no una política partidista o, lo que aún nos asusta más, una política impuesta por los comunistas bolivarianos, que nos conduzca hacia donde ellos, con sus consejos y colaboración, han ayudado al régimen de Maduro, en Venezuela, a crear el más absoluto caos, miseria y dictadura proletaria.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos asombrados como los más tristes pronósticos que nos hicimos hace ya muchos meses, por no decir años, los españoles, tienen todas las trazas de convertirse en realidades, en obscenas pesadillas de las que, como ocurre en casi todas las dictaduras, se sabe cuando se entra pero nunca cuando se va a poder salir de ellas.

¡Catacroc!, caímos y España queda abandonada a sus miserias

El PP, bajo sospecha de ser un partido corrupto
Miguel Massanet
sábado, 13 de febrero de 2016, 00:53 h (CET)
Es evidente que, la eficaz campaña de acoso y derribo del PP, en España, tiene todos los visos de haber sido planeada concienzudamente para que, todas las miserias y podredumbres que, por lo visto, se han estado fraguando dentro de los arcanos más recónditos del partido de los populares, salieran a la luz en el momento más adecuado ( e inoportuno), en la situación más comprometida y en el espacio político que más pudiera dañar, desautorizar y poner en evidencia, ante sus propios votantes, a una formación que venía precedida de una serie de hechos de corrupción incomprensibles, si pensamos que se trata de un partido que debiera de anteponer, ante todo, su honradez, su calidad de intachable y su asunción de los principios y valores básicos de aquella Alianza Popular, creada por el señor Fraga Iribarne, para ser ejemplo de honradez y de amor a la patria, con el objetivo de luchar contra los intentos de las fuerzas de izquierdas de llevarnos, de nuevo, a aquellos infumables años 30 del siglo pasado, previos al Alzamiento Nacional de 1936.

No obstante, no se puede negar la evidencia. Una evidencia que pone al PP bajo sospecha de ser un partido corrupto, en el que no se ha vigilado suficientemente el comportamiento de algunos de sus dirigentes; que se han formado camarillas preparadas para delinquir en provecho de sus miembros o artimañas impropias para la autofinanciación del partido ( algo que, señores, aunque no lo confiesen han venido practicando todos los partidos, que ahora simulan rasgarse las vestiduras cuando los culpables son los del PP), cuya dirección no ha sabido, no ha permanecido atenta y no ha cumplido suficientemente con su función “in vigilando”, ni se actuado con rotundidad y presteza en el instante en que se han ido destapando los diversos casos de corrupción que, en la actualidad, han dejado a los pies de los caballos las esperanzas que pudiera tener el señor Rajoy de formar parte de un gobierno, de cualquier clase que fuere.

No se han podido producir estas investigaciones judiciales en un peor momento para los populares y, yo me atrevería a decir, en una peor circunstancia para los intereses de España y de los españoles. Porque, señores, las alternativas a las que parece vamos a enfrentarnos, no pueden ser más preocupantes, más peligrosas y menos fiables para lo que respecta al porvenir de nuestra nación y de sus habitantes.

Europa nos está vigilando de cerca con el ceño fruncido y, los inversores foráneos, que hace apenas un tiempo se volcaban para invertir en nuestra deuda pública o se estaban interesando en financiar empresas e industrias radicadas en nuestro país; hace ya meses que han decidido esperar los resultados de esta situación inestable que, por partida doble, pone en cuarentena cualquier decisión de arriesgar sus inversiones en un país donde no se sabe si van a gobernar unas izquierdas antieuropeas, antisistema, de carácter comunistoide, que lo primero que han anunciado es que van a retroceder el Artº 35 de la Constitución ( aprobado con el beneplácito del PSOE); que van a tirar abajo la reforma laboral puesta en práctica por el PP, siguiendo las instrucciones de Bruselas y, como intentó Varufakis ( por cierto, parece que visitará España para reunirse con alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la vicepresidenta valenciana, Mònica Oltra, la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, o el eurodiputado Miguel Urbán; para tratar de esta nueva utopía o Plan B, contra la austeridad, por una Europa democrática, y es un “llamamiento para construir un espacio de convergencia europeo contra la austeridad y para la construcción de una verdadera democracia”.) cuando se enfrento a Europa con sus “exigencias” para que se retrasara el pago de sus obligaciones con los bancos acreedores de Grecia; hacerse el gallito con quienes nos vienen ayudando con sus préstamos en una más de estas insensateces producto de aquellos que se creen que, todos nuestros vecinos de la CE, van a bailar al son de nuestros deseoso.

Se nos pone la piel de gallina cuando observamos al señor P.Sánchez, que ha confundido el encargo del Rey para que forme gobierno, como si ya hubiese sido investido presidente del Gobierno. Si no fuera porque estamos en una situación de extrema gravedad, hasta resultaría cómico el ver con qué petulancia se desenvuelve, con qué desprecio se muestra hacia sus adversarios políticos y con qué displicencia se atreve a tratar al Partido Popular, que por el número de votos, por su labor durante la anterior legislatura ( con todos los errores que se le puedan atribuir), por el número de militantes que lo avalan y por haber sido vencedor en los últimos comicios, con una ventaja de casi dos millones sobre su partido, el PSOE, que bajo su dirección obtuvo el peor resultado de toda su historia, desde que en España tenemos democracia. Mucho nos tememos que este iluso pronto va a darse cuenta de lo que significa pactar con Podemos, lo que va a suceder con su partido absorbido por los bolivarianos y el poco tiempo que le queda para hacerse la ilusión de que es él quien lleva la batuta en España.

Pero la situación del PP ( hace ya muchos meses, cuando perdió las autonómicas, que pensábamos que lo correcto hubiera sido un relevo en la presidencia del Gobierno.) se ha hecho insostenible y, como pide la señora Isabel Bonig, presidenta en funciones del PPV hasta la convocatoria del nuevo congreso, es preciso una renovación integral del PP en la que soltar el lastre que lo ha conducido a esta etapa del mismo en la que, los problemas de corrupción, se han hecho tan frecuentes e importantes que hacen imposible que el partido siga así sin el peligro evidente de que sus votantes acaben por abandonarlo definitivamente.

Antes de que la situación se agrave aún más, de que la figura de Rajoy se convierta en una carga demasiado pesada para la derecha española, es preciso que dentro del PP se produzca una catarsis, todo lo ordenada que se quiera, que pudiera salir de un nuevo congreso, como muchos ya están pidiendo; para intentar, al menos, asegurarse de que, en su calidad de oposición y valiéndose de su mayoría absoluta en el Senado, se puedan seguir defendiendo los valores que han venido caracterizando a la formación de centro-derecha, hasta que este equipo que ha venido apoyando a Rajoy, se ha querido mostrar más liberal de lo que a muchos nos hubiera gustado; menos enérgico y eficaz contra el separatismo catalán y más activo en temas, abandonados desde el principio, como la abolición de este bodrio al que, pomposamente, se ha definido como Ley de la Memoria Histórica; o un tratamiento más valiente en contra del aborto o una legislación menos complaciente con el tema de los homosexuales y lesbianas que, sin interferir en sus tendencias sexuales, tampoco se los tratara como si tuvieran un plus de mérito o de consideración moral que mereciera un tratamiento que semeja que los pone en un escalón más alto que a los heterosexuales.

No sabemos si aún se está a tiempo, ni tampoco qué posibilidades tendría el PP con un nuevo presidente para cambiar la actual situación política de España (quizá pocas), pero es evidente que, el mantener al señor Mariano Rajoy, con todos sus méritos y su honradez no cuestionada, en estos momentos de grave crisis de las instituciones, de evidente desconcierto de la ciudadanía y de acoso de la izquierda más extremista y revolucionaria, al frente del PP es una imprudencia. El partido necesita una renovación a fondo, prescindiendo de toda esta vieja guardia y de algunos de la nueva, que lo haga retornar a aquella situación, de la que nunca debió de apartarse, cuando algunos creyeron que mostrándose más flexibles, menos duros y dando tiempo al tiempo, los graves problemas que azotan a nuestra nación se solucionarían por si solos. Grave error que ahora estamos pagando y que, si Dios no lo remedia y parece que no está por la labor, vamos a tener que soportar, al menos por cuatro años, un gobierno filocomunista, integrado por partidos de izquierdas, pero con distintas concepciones y sensibilidades de lo que debe ser una política a favor de los ciudadanos y no una política partidista o, lo que aún nos asusta más, una política impuesta por los comunistas bolivarianos, que nos conduzca hacia donde ellos, con sus consejos y colaboración, han ayudado al régimen de Maduro, en Venezuela, a crear el más absoluto caos, miseria y dictadura proletaria.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos asombrados como los más tristes pronósticos que nos hicimos hace ya muchos meses, por no decir años, los españoles, tienen todas las trazas de convertirse en realidades, en obscenas pesadillas de las que, como ocurre en casi todas las dictaduras, se sabe cuando se entra pero nunca cuando se va a poder salir de ellas.

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