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Finalmente hubo acuerdo

Cataluña ya tiene gobierno

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Como en las competiciones más interesantes en Cataluña hubo acuerdo en el último minuto y las dos formaciones independentistas, Junts pel Si y la CUP llegaron a un acuerdo cuando el President en funciones, Artur Mas, ya tenía sobre la mesa de su despacho el decreto de convocatoria de elecciones para el primer domingo del próximo mes de Marzo. Los catalanes, después de tres largos meses de conversaciones que parecían no llevar a un puerto seguro, el pasado sábado, a la hora del postre, fueron sorprendidos con la noticia de que, finalmente, se había llegado a un acuerdo y al día siguiente el hasta entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont sería investido President de la Generalitat de Catalunya.

Las campanas no voltearon para celebrar la noticia. El precio pagado por ambas partes era muy alto e incluso incomprensible. La CUP había conseguido la cabeza de Artur Mas pero ellos inmolaban a dos de sus parlamentarios que, por el acuerdo firmado entre ambas partes, debían dimitir de su puesto de diputados y ceder el escaño a otros dos. Además el acuerdo estipula que la CUP no podrá aliarse en el voto con los partidos unionistas cuando se diriman cuestiones relativas a la hoja de ruta del camino que, en 18 meses, debe llevar a conseguir la Republica Catalana y dos de sus parlamentarios se integraran en el grupo JpS sin perder su condición de miembros de la CUP. Como contrapartida JpS firmaba una amplia gama de medidas sociales que el Gobierno entrante debe llevar a cabo, y también se vetaba el nombre de algunos de los anteriores Consellers que no podían repetir en el nuevo Gobierno catalán. Un precio alto para las dos formaciones, pero un acuerdo que desbloqueaba la situación de sede vacante en Cataluña y que retornaba las esperanzas a los partidarios de la independencia.

La noticia sentó como un jarro de agua fría tanto en las filas del unionismo como entre quienes esperaban, como agua llovida del cielo, nuevas elecciones en Marzo que les sirvieran para confirmar que los buenos resultados obtenidos en los comicios del 20-D no eran una quimera. Esa izquierda que tiene la mirada más puesta en Madrid que en su país no digirió bien el acuerdo entre JpS y la Cup, y con ellos muchos comentaristas, tanto unionistas como escorados a babor, que aprovecharon sus tribunas para ir calentando el terreno a la vista de que, durante año y medio, van a tener que ver cómo desde el Gobierno catalán con el apoyo de la CUP se caminará con valor, alegría, seguridad, trabajo y constancia hacia la Republica Catalana.

Las reacciones contrarias desde las instituciones no se hicieron esperar, el primero en abrir fuego fue Felipe VI negándose a recibir, como es uso y costumbre, a la Presidenta del Parlament para que ésta le comunicara la investidura de Carles Puigdemont como el 130 President de la Generalitat catalana, una falta de tacto que continuó después al “olvidar” agradecer los servicios prestados al President saliente, este agradecimiento se ha hecho con todos los presidentes salientes, incluso con Ibarretxe. Al parecer este monarca, que, no lo olvidemos, no ha sido elegido por el pueblo sino que su legitimidad viene dada por el nombramiento como Rey de su antecesor por parte de un dictador sanguinario, no olvida los silbidos que le fueron dedicados hace algún tiempo en el Liceu barcelonés. El Rey es un funcionario del Estado, su sueldo lo pagamos con nuestros impuestos, y debe mostrarse neutral ante cualquier circunstancia política. Que no lo olviden ni él ni quienes le aconsejaron tal conducta ante lo que, todavía hoy, es una parte de España.

Y a rebufo de la conducta real se han manifestado tanto el Presidente del Gobierno español como los líderes de los partidos unionistas y algunos de los principales miembros de dichos partidos. El único que debe estar contento con el nombramiento de Carles Puigdemont como President, aunque le cueste citar correctamente su nombre, es Mariano Rajoy ya que el nuevo rumbo de Cataluña, sin elecciones en Marzo y con Gobierno estable, le puede llevar a volver a ser Presidente al frente de un Gobierno de salvación nacional ante lo que para el unionismo es un desafío de los catalanes. De momento ya hemos visto cómo para formar la Mesa del Congreso han ido cogidos de la mano el PP, el PSOE y Ciudadanos constituyendo una Mesa que para nada representa la pluralidad resultante de las votaciones del pasado Diciembre. Todos juntos en unión y compaña han decidido dejar fuera, por primera vez, a catalanes y vascos, ellos se lo han guisado y ellos se lo comerán, aunque corren el peligro de que se les atragante y tengan que volver a convocar elecciones en primavera porque nadie quiera participar en una nueva investidura de Mariano Rajoy.

Cataluña ya tiene gobierno, España todavía no, aún es pronto, pero las combinaciones de escaños para constituirlo no son fáciles, al Ibex35 y al PP les falló la jugada Ciudadanos ya que este partido no obtuvo los óptimos resultados que le vaticinaba la presencia constante de su líder en los platós de las dos cadenas privadas más importantes. No han conseguido sumar, como tampoco lo han conseguido PSOE y PODEMOS, así que las quinielas para la formación de Gobierno admiten diversas combinaciones y más de dos socios para llevarla a buen término.

En cuanto al Gobierno de Cataluña hay que remarcar que es un ejecutivo con una media de edad diez años más joven que el anterior, con ganas de trabajar y llevar adelante el mandato que el pueblo les dio en las urnas y con una composición en la que se sientan juntos militantes de CDC, de ERC e independientes, lo que hace inviable que, como están afirmando algunos comentaristas tanto en los medios de comunicación como en la red, estemos ante un Gobierno de la burguesía catalana, una burguesía que, por cierto, hace años que dimitió de las aspiraciones soberanistas.

Cataluña ya tiene gobierno

Finalmente hubo acuerdo
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 15 de enero de 2016, 00:14 h (CET)
Como en las competiciones más interesantes en Cataluña hubo acuerdo en el último minuto y las dos formaciones independentistas, Junts pel Si y la CUP llegaron a un acuerdo cuando el President en funciones, Artur Mas, ya tenía sobre la mesa de su despacho el decreto de convocatoria de elecciones para el primer domingo del próximo mes de Marzo. Los catalanes, después de tres largos meses de conversaciones que parecían no llevar a un puerto seguro, el pasado sábado, a la hora del postre, fueron sorprendidos con la noticia de que, finalmente, se había llegado a un acuerdo y al día siguiente el hasta entonces alcalde de Girona, Carles Puigdemont sería investido President de la Generalitat de Catalunya.

Las campanas no voltearon para celebrar la noticia. El precio pagado por ambas partes era muy alto e incluso incomprensible. La CUP había conseguido la cabeza de Artur Mas pero ellos inmolaban a dos de sus parlamentarios que, por el acuerdo firmado entre ambas partes, debían dimitir de su puesto de diputados y ceder el escaño a otros dos. Además el acuerdo estipula que la CUP no podrá aliarse en el voto con los partidos unionistas cuando se diriman cuestiones relativas a la hoja de ruta del camino que, en 18 meses, debe llevar a conseguir la Republica Catalana y dos de sus parlamentarios se integraran en el grupo JpS sin perder su condición de miembros de la CUP. Como contrapartida JpS firmaba una amplia gama de medidas sociales que el Gobierno entrante debe llevar a cabo, y también se vetaba el nombre de algunos de los anteriores Consellers que no podían repetir en el nuevo Gobierno catalán. Un precio alto para las dos formaciones, pero un acuerdo que desbloqueaba la situación de sede vacante en Cataluña y que retornaba las esperanzas a los partidarios de la independencia.

La noticia sentó como un jarro de agua fría tanto en las filas del unionismo como entre quienes esperaban, como agua llovida del cielo, nuevas elecciones en Marzo que les sirvieran para confirmar que los buenos resultados obtenidos en los comicios del 20-D no eran una quimera. Esa izquierda que tiene la mirada más puesta en Madrid que en su país no digirió bien el acuerdo entre JpS y la Cup, y con ellos muchos comentaristas, tanto unionistas como escorados a babor, que aprovecharon sus tribunas para ir calentando el terreno a la vista de que, durante año y medio, van a tener que ver cómo desde el Gobierno catalán con el apoyo de la CUP se caminará con valor, alegría, seguridad, trabajo y constancia hacia la Republica Catalana.

Las reacciones contrarias desde las instituciones no se hicieron esperar, el primero en abrir fuego fue Felipe VI negándose a recibir, como es uso y costumbre, a la Presidenta del Parlament para que ésta le comunicara la investidura de Carles Puigdemont como el 130 President de la Generalitat catalana, una falta de tacto que continuó después al “olvidar” agradecer los servicios prestados al President saliente, este agradecimiento se ha hecho con todos los presidentes salientes, incluso con Ibarretxe. Al parecer este monarca, que, no lo olvidemos, no ha sido elegido por el pueblo sino que su legitimidad viene dada por el nombramiento como Rey de su antecesor por parte de un dictador sanguinario, no olvida los silbidos que le fueron dedicados hace algún tiempo en el Liceu barcelonés. El Rey es un funcionario del Estado, su sueldo lo pagamos con nuestros impuestos, y debe mostrarse neutral ante cualquier circunstancia política. Que no lo olviden ni él ni quienes le aconsejaron tal conducta ante lo que, todavía hoy, es una parte de España.

Y a rebufo de la conducta real se han manifestado tanto el Presidente del Gobierno español como los líderes de los partidos unionistas y algunos de los principales miembros de dichos partidos. El único que debe estar contento con el nombramiento de Carles Puigdemont como President, aunque le cueste citar correctamente su nombre, es Mariano Rajoy ya que el nuevo rumbo de Cataluña, sin elecciones en Marzo y con Gobierno estable, le puede llevar a volver a ser Presidente al frente de un Gobierno de salvación nacional ante lo que para el unionismo es un desafío de los catalanes. De momento ya hemos visto cómo para formar la Mesa del Congreso han ido cogidos de la mano el PP, el PSOE y Ciudadanos constituyendo una Mesa que para nada representa la pluralidad resultante de las votaciones del pasado Diciembre. Todos juntos en unión y compaña han decidido dejar fuera, por primera vez, a catalanes y vascos, ellos se lo han guisado y ellos se lo comerán, aunque corren el peligro de que se les atragante y tengan que volver a convocar elecciones en primavera porque nadie quiera participar en una nueva investidura de Mariano Rajoy.

Cataluña ya tiene gobierno, España todavía no, aún es pronto, pero las combinaciones de escaños para constituirlo no son fáciles, al Ibex35 y al PP les falló la jugada Ciudadanos ya que este partido no obtuvo los óptimos resultados que le vaticinaba la presencia constante de su líder en los platós de las dos cadenas privadas más importantes. No han conseguido sumar, como tampoco lo han conseguido PSOE y PODEMOS, así que las quinielas para la formación de Gobierno admiten diversas combinaciones y más de dos socios para llevarla a buen término.

En cuanto al Gobierno de Cataluña hay que remarcar que es un ejecutivo con una media de edad diez años más joven que el anterior, con ganas de trabajar y llevar adelante el mandato que el pueblo les dio en las urnas y con una composición en la que se sientan juntos militantes de CDC, de ERC e independientes, lo que hace inviable que, como están afirmando algunos comentaristas tanto en los medios de comunicación como en la red, estemos ante un Gobierno de la burguesía catalana, una burguesía que, por cierto, hace años que dimitió de las aspiraciones soberanistas.

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