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Aprendizajes interminables

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Se acaban cuando uno rehúsa los nuevos conocimientos que nos conciernen. Pese a tal actitud de renuncia, siempre se pega algo. No todo está basado en la erudición de datos concretos y cifras. Las percepciones abstractas, las emociones, el psiquismo en general, los misterios, las conexiones imperceptibles, las influencias externas; están alejados de la precisión que pudiéramos desear. Las posibilidades de CAPTACIÓN son inmensas, todo un reflejo de lo que somos; espléndidamente representadas en “El peine del viento” de Eduardo Chillida; con los garfios metálicos enhiestos, bien fijados en la roca, como tenaces antenas receptivas, abiertas al conglomerado cósmico de realidades.

Para entendernos mejor en la asimilación de cuanto surge en los entornos, recurrimos a las diferentes disciplinas configuradas en el curso de las sucesivas generaciones. La Historia trata de fijarnos las experiencias vividas, la geografía orienta sobre la potencia de los lugares, los adelantos científicos, las neurociencias, la psicología, entre otras; establecen sus propiasmodalidades de observación, estudio, organización, accesibilidad. Acaban en ESTRUCTURAS asentadas en sus funcionamientos, de las que disfrutamos el aporte de novedades relevantes. Con la servidumbre inconveniente de su rigidez al pretender la exclusividad de sus condiciones. Esa reclusión en sus normas reducirá su valía.

Son múltiples los valores que invalidan dicha rigidez estructural, introducen modificaciones decisivas, que no siempre percibimos. Con el tiempo distinguimos una serie de CATEGORÍAS influyentes de los cambios detectados, cada uno con sus matices. El enigma de los ritmos es una de ellas, sean cósmicos o de cada célula del organismo; con sus cadencias modelan amplios sectores vitales. Nos adaptamos a sus cauces con aciertos y errores. En los intentos de modificar estos ritmos naturales radican muchas de las desventuras que padecemos, precisamente porque sus dominios pertenecen a lo desconocido. Inmersos en sus oscilaciones, hemos de reconocer su fuerza, atareados en suavizar sus peores repercusiones.

Las características temporales generan variaciones determinantes. La duración de cada fenómeno, de las personas, introduce de lleno la brevedad en las valoraciones, aunque suele olvidarse su relevancia. La secuencia correlativa o no de los hechos, como la relatividad, dejan también su sello. Si bien, en la medida que nos comunican descubrimientos cuánticos, cobra especial significación la SIMULTANEIDAD de varias respuestas ante un determinado estímulo; al mismo tiempo y distancias importantes. Dichas respuestas pueden ser desiguales e incluso contradictorias. Serían suficientes argumentos para que las estructuras no saturen nuestras cabezas. Sin embargo, los tropiezos chocan en idénticos obstáculos.

La evolución demográfica refleja una paulatina despoblación rural, gente atraída a las oportunidades ofrecidas por las urbes importantes. La certeza de esta impresión, no empaña la impresión menos satisfactoria de la entrada en un mundo encapsulado entre enormes construcciones; con barrios dormitorio, plazas hormigueros pero con poca vida real, distancias complicadas, aglomeraciones, ruido o barreras arquitectónicas. Realidades evidentes de las CIUDADES, cuya asimilación es una auténtica asignatura pendiente. El crecimiento cuajó con notorias deficiencias en el funcionamiento, que requieren la intensidad necesaria de planificación humana, para la superación de los frios tecnicismos.

Aún con buenas intenciones, es frecuente la frustración sobrevenida a raíz de ciertas expectativas estimadas como saludables. Pensábamos que, daba la impresión, todo apuntaba; sin embargo, los rumbos no respondieron a lo previsto. Fiados de las apariencias, brotan por doquier los desencantos. ¿Ya barruntábamos las desviaciones? ¿La sorpresa fue total? Dependerá de las circunstancias de cada caso. Los EQUÍVOCOS debieran estimularnos a una mayor atención preventiva. Sucede con los amores, embebidos en sus lances; tratamos con negociantes adheridos a las artes embaucadoras; somos arrastrados por manifestaciones políticas muy demagógicas; los medios informativos deformantes, abundan. Nos conviene detectarlos a tiempo.

Pienso que delegamos en exceso en cuestiones de índole personal. Bien recibida será la colaboración de los colectivos; aunque de eso a conferirles por sistema la superioridad conceptual va un trecho. Nunca podrán suplantar la asimilación personal de las ideas. De no desarrollarse esta función en los individuos tendremos sujetos nulos, porque serán incapaces de pronunciarse ante los dilemas. La contrapartida eficiente está centrada en la cualidad de la ASERTIVIDAD. La maduración de los conocimientos adquiridos, para la transformación de los sujetos inútiles, sin atributos; en verdaderos entes participativos, con aportaciones de fundamento, conocimiento de causa, creatividad, sentido solidario y entusiasmo por los aprendizajes necesarios.

Disfrutamos de un curioso plan, abocados al final trágico como única certeza, apenas disponemos de la intuición para una estancia menos agobiante, en la que hacemos lo que podemos. Quizá no sea siempre así. Razonamos, es cierto, pero sobre bases inestables. A sabiendas de todo eso, seguimos apegados a las APARIENCIAS de estabilidad, no acabamos de asimilar el dinamismo permanente. Sin querer darnos cuenta, integramos una versión nítida del cambio incesante. Las fijaciones son un empeño imposible.

De lo inmenso venimos, yendo también a su encuentro en los finales. Mientras, confluyen las múltiples versiones del horizonte. Impresionan las lejanías y grandezas cósmicas. También la riqueza de los componentes mundanos accesibles. Si bien, las extensiones internas de la mente y de la personalidad humana en su conjunto, añaden por su parte fondos impresionantes, en una verdadera competición de INMENSIDADES. Accedemos sólo a una minúscula porción con el desconcierto propio de la incertidumbre en que nos desenvolvemos.

Termino el comentario en pleno recuerdo de la obra de Eduardo Chillida, en torno a la escultura “El elogio del horizonte”. Las primeras maquetas acabaron en la recia esctructura de hormigón ubicada en lo alto de una colina asturiana. Muestra unos enormes brazos receptivos ante la inmensidad; asentados, eso sí, en lo que somos y donde estamos, en la actitud creativa de la CAPTACIÓN universal. Revela la insuficiencia de la mera pasividad contemplativa; al menos, necesitamos el esfuerzo de dirigir los entendimientos hacia la fascinante realidad.

Y en esas lides, detectamos con claridad los mediocres intentos de los cenizos, que pretenden cercarnos con limitaciones absurdas. El ensamblaje cósmico supera los agujeros negros y la negrura de muchas propuestas sociales; establece una valoración en estado puro de las actitudes. Lo que va de las pequeñeces rutinarias a la GRANDEZA de nuestra presencia en el mundo.

Aprendizajes interminables

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 6 de noviembre de 2015, 06:30 h (CET)
Se acaban cuando uno rehúsa los nuevos conocimientos que nos conciernen. Pese a tal actitud de renuncia, siempre se pega algo. No todo está basado en la erudición de datos concretos y cifras. Las percepciones abstractas, las emociones, el psiquismo en general, los misterios, las conexiones imperceptibles, las influencias externas; están alejados de la precisión que pudiéramos desear. Las posibilidades de CAPTACIÓN son inmensas, todo un reflejo de lo que somos; espléndidamente representadas en “El peine del viento” de Eduardo Chillida; con los garfios metálicos enhiestos, bien fijados en la roca, como tenaces antenas receptivas, abiertas al conglomerado cósmico de realidades.

Para entendernos mejor en la asimilación de cuanto surge en los entornos, recurrimos a las diferentes disciplinas configuradas en el curso de las sucesivas generaciones. La Historia trata de fijarnos las experiencias vividas, la geografía orienta sobre la potencia de los lugares, los adelantos científicos, las neurociencias, la psicología, entre otras; establecen sus propiasmodalidades de observación, estudio, organización, accesibilidad. Acaban en ESTRUCTURAS asentadas en sus funcionamientos, de las que disfrutamos el aporte de novedades relevantes. Con la servidumbre inconveniente de su rigidez al pretender la exclusividad de sus condiciones. Esa reclusión en sus normas reducirá su valía.

Son múltiples los valores que invalidan dicha rigidez estructural, introducen modificaciones decisivas, que no siempre percibimos. Con el tiempo distinguimos una serie de CATEGORÍAS influyentes de los cambios detectados, cada uno con sus matices. El enigma de los ritmos es una de ellas, sean cósmicos o de cada célula del organismo; con sus cadencias modelan amplios sectores vitales. Nos adaptamos a sus cauces con aciertos y errores. En los intentos de modificar estos ritmos naturales radican muchas de las desventuras que padecemos, precisamente porque sus dominios pertenecen a lo desconocido. Inmersos en sus oscilaciones, hemos de reconocer su fuerza, atareados en suavizar sus peores repercusiones.

Las características temporales generan variaciones determinantes. La duración de cada fenómeno, de las personas, introduce de lleno la brevedad en las valoraciones, aunque suele olvidarse su relevancia. La secuencia correlativa o no de los hechos, como la relatividad, dejan también su sello. Si bien, en la medida que nos comunican descubrimientos cuánticos, cobra especial significación la SIMULTANEIDAD de varias respuestas ante un determinado estímulo; al mismo tiempo y distancias importantes. Dichas respuestas pueden ser desiguales e incluso contradictorias. Serían suficientes argumentos para que las estructuras no saturen nuestras cabezas. Sin embargo, los tropiezos chocan en idénticos obstáculos.

La evolución demográfica refleja una paulatina despoblación rural, gente atraída a las oportunidades ofrecidas por las urbes importantes. La certeza de esta impresión, no empaña la impresión menos satisfactoria de la entrada en un mundo encapsulado entre enormes construcciones; con barrios dormitorio, plazas hormigueros pero con poca vida real, distancias complicadas, aglomeraciones, ruido o barreras arquitectónicas. Realidades evidentes de las CIUDADES, cuya asimilación es una auténtica asignatura pendiente. El crecimiento cuajó con notorias deficiencias en el funcionamiento, que requieren la intensidad necesaria de planificación humana, para la superación de los frios tecnicismos.

Aún con buenas intenciones, es frecuente la frustración sobrevenida a raíz de ciertas expectativas estimadas como saludables. Pensábamos que, daba la impresión, todo apuntaba; sin embargo, los rumbos no respondieron a lo previsto. Fiados de las apariencias, brotan por doquier los desencantos. ¿Ya barruntábamos las desviaciones? ¿La sorpresa fue total? Dependerá de las circunstancias de cada caso. Los EQUÍVOCOS debieran estimularnos a una mayor atención preventiva. Sucede con los amores, embebidos en sus lances; tratamos con negociantes adheridos a las artes embaucadoras; somos arrastrados por manifestaciones políticas muy demagógicas; los medios informativos deformantes, abundan. Nos conviene detectarlos a tiempo.

Pienso que delegamos en exceso en cuestiones de índole personal. Bien recibida será la colaboración de los colectivos; aunque de eso a conferirles por sistema la superioridad conceptual va un trecho. Nunca podrán suplantar la asimilación personal de las ideas. De no desarrollarse esta función en los individuos tendremos sujetos nulos, porque serán incapaces de pronunciarse ante los dilemas. La contrapartida eficiente está centrada en la cualidad de la ASERTIVIDAD. La maduración de los conocimientos adquiridos, para la transformación de los sujetos inútiles, sin atributos; en verdaderos entes participativos, con aportaciones de fundamento, conocimiento de causa, creatividad, sentido solidario y entusiasmo por los aprendizajes necesarios.

Disfrutamos de un curioso plan, abocados al final trágico como única certeza, apenas disponemos de la intuición para una estancia menos agobiante, en la que hacemos lo que podemos. Quizá no sea siempre así. Razonamos, es cierto, pero sobre bases inestables. A sabiendas de todo eso, seguimos apegados a las APARIENCIAS de estabilidad, no acabamos de asimilar el dinamismo permanente. Sin querer darnos cuenta, integramos una versión nítida del cambio incesante. Las fijaciones son un empeño imposible.

De lo inmenso venimos, yendo también a su encuentro en los finales. Mientras, confluyen las múltiples versiones del horizonte. Impresionan las lejanías y grandezas cósmicas. También la riqueza de los componentes mundanos accesibles. Si bien, las extensiones internas de la mente y de la personalidad humana en su conjunto, añaden por su parte fondos impresionantes, en una verdadera competición de INMENSIDADES. Accedemos sólo a una minúscula porción con el desconcierto propio de la incertidumbre en que nos desenvolvemos.

Termino el comentario en pleno recuerdo de la obra de Eduardo Chillida, en torno a la escultura “El elogio del horizonte”. Las primeras maquetas acabaron en la recia esctructura de hormigón ubicada en lo alto de una colina asturiana. Muestra unos enormes brazos receptivos ante la inmensidad; asentados, eso sí, en lo que somos y donde estamos, en la actitud creativa de la CAPTACIÓN universal. Revela la insuficiencia de la mera pasividad contemplativa; al menos, necesitamos el esfuerzo de dirigir los entendimientos hacia la fascinante realidad.

Y en esas lides, detectamos con claridad los mediocres intentos de los cenizos, que pretenden cercarnos con limitaciones absurdas. El ensamblaje cósmico supera los agujeros negros y la negrura de muchas propuestas sociales; establece una valoración en estado puro de las actitudes. Lo que va de las pequeñeces rutinarias a la GRANDEZA de nuestra presencia en el mundo.

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