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El futuro de Europa

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Se que muchos de los que tengan la amabilidad de leer este pequeño trabajo me tacharán de xenófobo, racista y mil cosas más, pero sólo me voy a limitar a señalar un hecho objetivo, con datos reales y poco discutibles.

La población europea, es una verdad incontrovertible, cada día está más envejecida, al mismo tiempo que igualmente hay menos nacimientos, por lo que la pirámide poblacional se ha invertido.

Es una grave preocupación para casi todos, por no decir todos, los Gobiernos europeos el mantenimiento del coste que supondrá el pago de las pensiones de los jubilados, precisamente por la falta de nacimientos que serían la futura mano de obra que con su trabajo podría hacer frente a tan cuantioso gasto.

¿Qué nos encontramos al otro lado de esta situación? Que cada día aumenta más el número de emigrantes que ven en Europa un paraíso utópico del que quieren disfrutar y por ello, exponiéndose a peligros sin cuento y engatusados por las mafias que les ofrecen las delicias de este edén, se desprenden, a veces con muchos sacrificios, del dinero que estas bandas les exigen, o se someten a vejaciones sin cuento, viviendo en condiciones de cuasi esclavitud, con tal de conseguir este nuevo “El Dorado”

Los que logran llegar, el mar Mediterráneo está plagado de cadáveres, se encuentran con la triste realidad de la falta de trabajo, la carencia de un techo que los cobije, y, en muchos casos, su forma de subsistencia es la mendicidad o, posiblemente, acciones que bordean el margen de la ley o se encuentran fuera de ella.

Otra forma de subsistir es vivir de las ayudas y subvenciones que les proporcionan los países que los acogen, que las pagamos todos los ciudadanos de los mismos. Dándose el caso, por lo menos en España, que, en ocasiones, reciben más asistencia que cualquier parado español al que se la hayan agotado todos los tipos de subsidios que pueda recibir.

¿De dónde proceden estas masas ingentes de foráneos? La mayoría de ellos de países en los que la única religiones el islamismo.

Los musulmanes, ya sean chiies o sunitas, tienen un credo común que es el Corán que no es sólo el libro de una religión, sino también de su forma de vida, cuyos preceptos siguen con toda escrupulosidad y, a veces, hasta con fanatismo. Además poseen los Hadices que son dichos y conversaciones, que para los muslimes tienen el valor de las frases y las acciones del profeta Mahoma, y de los imanes relatadas por sus compañeros y compiladas por aquellos sabios que les sucedieron.

Pues bien, tanto uno como otros hablan de la hospitalidad como una especie de virtud cuasi religiosa que hay que practicar con los extraños que lleguen a casa de cualquier buen seguidor de Mahoma.

Por ser voluntad de Alá, ambos, prescriben cómo ésta ha de ser llevada a cabo. La hospitalidad o diyâfa es inseparable del Islam. Todo él es acogedor.

Ahora, en cambio nos encontramos en una situación, en la que la que sus seguidores no están dando lo que preconiza su libro sagrado, ni lo que se espera de la hospitalidad musulmana.

Existe un grave y terrible problema en el mundo musulmán, concretamente en Siria que ha ocasionado una crisis de refugiados sin precedentes. Son millones de familias las que buscan asilo en Europa, pero no sólo sirios, sino también de otros países musulmanes casi todos africanos donde existen unos Estado fallidos en los que el terror campa a sus anchas.

Dicen que Mahoma prometió: "Que ningún niño musulmán pasaría hambre”

¿Cumplen los países musulmanes este mandato de Mahoma y la diyâfa? Rotundamente no. Se han desentendido de ello, a pesar de los mandatos del Corán y de los Hadices. No se preocupan por sus hermanos de religión en absoluto. Si embargo es la vieja Europa, la cristiana tan denostada por los musulmanes, la que se está haciendo cargo de los huidos, los está acogiendo, cuidando y alimentando, sin tener en cuenta que puede ocurrirle como al labrador con la víbora.

En Europa, hay por ahora, aproximadamente 38 millones de inmigrantes/refugiados/ciudadanos musulmanes, posiblemente más. Muchos de ellos asentados y de segunda generación. A éstos hay que añadir los cientos de miles a los que la CEE ha abierto las puertas y ha mandado que sean distribuidos por todos los países miembros, algunos de los cuales como Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa han expresado claramente su oposición al sistema de cuotas, como lo hiciera en su momento Francia, país en que el 56% de sus ciudadanos se opone a recibir refugiados.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, por un lado, sostuvo que estas naciones no cumplían un papel de acogida. "Nadie quiere quedarse en Hungría, Eslovaquia, Estonia, Polonia. Todos desean ir a Alemania. Nuestra tarea es sólo registrarlos y los registramos", sostuvo Orban, rechazando el sistema de cupos.

Pero Orban afirmó sobre todo que el flujo de refugiados representaba una amenaza para las “raíces cristianas” de Europa. “Tenemos el derecho de no recibir una gran cantidad de musulmanes”, aseveró.

Ciertamente esta avalancha de mahometanos socavará, cuando no eliminará, los pilares que han sustentado la civilización europea durante siglos. Son bastantes los países que ya están ofreciendo resistencia a esta invasión masiva de emigrantes islámicos, pues parece ser que están empezando a percibir el peligro que ello supone para nuestras costumbres.

A Europa le está pasando, poco más o menos, lo que le ocurre al labriego en la fábula de Esopo “El labrador y la víbora”,a la que hemos mencionado más arriba. Éste, al encontrase una mañana gélida de invierno a una víbora aletargada por el frió, la tomó y la introdujo en su pecho para proporcionarle calor. Ella, cuando lo recibió, premió a su benefactor clavándole sus colmillos y produciéndole la muerte.

La capacidad de procreación de las mujeres musulmanas hay que tenerla en cuenta, pues entre ellos familias de cuatro o más hijos es cosa normal, mientras que la natalidad europea disminuye a ojos vistas.

¿Qué deducción podemos extraer de este axioma? Que dentro de tres o cuatro generaciones, la mayoría de la población que habite el Viejo Mundo será musulmana que socavará, cuando no eliminará, los pilares y fundamentos que han sustentado nuestra civilización europea durante siglos.

Ya estamos viendo, son muchos los casos, que no se adaptan a nuestras costumbres, ni a nuestras formas de vida. Quieren imponer, a toda costa sus hábitos, se resisten a aceptar, y, en muchos casos, no obedecen las leyes de los países que los han recibido y, en fin, su propósito es introducir poco a poco, solapada o abiertamente la sharía.

No hará falta una invasión armada, aunque haya grupos de musulmanes extremistas sembrando el terror y practicando la táctica guerrera de “tierra quemada” en distintos lugares del Mundo.

Aunque en Europa se hayan dado casos de terrorismo, no será de esta forma como lleguen a imponerse. No será por el miedo, el horror o mediante tácticas bélicas, sino por la imposición paulatina, pues llegará el momento en el que sean mayoría y podrán imponer su religión y sus leyes, y mientras nuestros gobernantes practicando una bondad que puede ser nuestra perdición.

No estoy exagerando en cuanto a que impongan sus costumbres, pues en España, tengo entendido, que los musulmanes ya pueden presentarse a las elecciones de oficios públicos.

Pero no quiero denunciar sin proponer una medida que creo que el Concierto de las Naciones podría adoptar y es que no abandonen sus países, pero para que no se exilien, los europeos y las grandes potencias deben de solucionarles sus problemas en sus países de origen, esforzándose en eliminar a los terroristas que tienen aterrorizados a sus habitantes, y acabando con los Estados fallidos cuyos gobernantes sólo procuran su enriquecimiento personal, y dejan a sus ciudadanos en la mas horrible miseria, aunque para ello tuvieran que declarar una EMERGENCIA HUMANITARIA en estos países que pusiese fin a las múltiples calamidades que padecen.

El futuro de Europa

Manuel Villegas
sábado, 31 de octubre de 2015, 10:48 h (CET)
Se que muchos de los que tengan la amabilidad de leer este pequeño trabajo me tacharán de xenófobo, racista y mil cosas más, pero sólo me voy a limitar a señalar un hecho objetivo, con datos reales y poco discutibles.

La población europea, es una verdad incontrovertible, cada día está más envejecida, al mismo tiempo que igualmente hay menos nacimientos, por lo que la pirámide poblacional se ha invertido.

Es una grave preocupación para casi todos, por no decir todos, los Gobiernos europeos el mantenimiento del coste que supondrá el pago de las pensiones de los jubilados, precisamente por la falta de nacimientos que serían la futura mano de obra que con su trabajo podría hacer frente a tan cuantioso gasto.

¿Qué nos encontramos al otro lado de esta situación? Que cada día aumenta más el número de emigrantes que ven en Europa un paraíso utópico del que quieren disfrutar y por ello, exponiéndose a peligros sin cuento y engatusados por las mafias que les ofrecen las delicias de este edén, se desprenden, a veces con muchos sacrificios, del dinero que estas bandas les exigen, o se someten a vejaciones sin cuento, viviendo en condiciones de cuasi esclavitud, con tal de conseguir este nuevo “El Dorado”

Los que logran llegar, el mar Mediterráneo está plagado de cadáveres, se encuentran con la triste realidad de la falta de trabajo, la carencia de un techo que los cobije, y, en muchos casos, su forma de subsistencia es la mendicidad o, posiblemente, acciones que bordean el margen de la ley o se encuentran fuera de ella.

Otra forma de subsistir es vivir de las ayudas y subvenciones que les proporcionan los países que los acogen, que las pagamos todos los ciudadanos de los mismos. Dándose el caso, por lo menos en España, que, en ocasiones, reciben más asistencia que cualquier parado español al que se la hayan agotado todos los tipos de subsidios que pueda recibir.

¿De dónde proceden estas masas ingentes de foráneos? La mayoría de ellos de países en los que la única religiones el islamismo.

Los musulmanes, ya sean chiies o sunitas, tienen un credo común que es el Corán que no es sólo el libro de una religión, sino también de su forma de vida, cuyos preceptos siguen con toda escrupulosidad y, a veces, hasta con fanatismo. Además poseen los Hadices que son dichos y conversaciones, que para los muslimes tienen el valor de las frases y las acciones del profeta Mahoma, y de los imanes relatadas por sus compañeros y compiladas por aquellos sabios que les sucedieron.

Pues bien, tanto uno como otros hablan de la hospitalidad como una especie de virtud cuasi religiosa que hay que practicar con los extraños que lleguen a casa de cualquier buen seguidor de Mahoma.

Por ser voluntad de Alá, ambos, prescriben cómo ésta ha de ser llevada a cabo. La hospitalidad o diyâfa es inseparable del Islam. Todo él es acogedor.

Ahora, en cambio nos encontramos en una situación, en la que la que sus seguidores no están dando lo que preconiza su libro sagrado, ni lo que se espera de la hospitalidad musulmana.

Existe un grave y terrible problema en el mundo musulmán, concretamente en Siria que ha ocasionado una crisis de refugiados sin precedentes. Son millones de familias las que buscan asilo en Europa, pero no sólo sirios, sino también de otros países musulmanes casi todos africanos donde existen unos Estado fallidos en los que el terror campa a sus anchas.

Dicen que Mahoma prometió: "Que ningún niño musulmán pasaría hambre”

¿Cumplen los países musulmanes este mandato de Mahoma y la diyâfa? Rotundamente no. Se han desentendido de ello, a pesar de los mandatos del Corán y de los Hadices. No se preocupan por sus hermanos de religión en absoluto. Si embargo es la vieja Europa, la cristiana tan denostada por los musulmanes, la que se está haciendo cargo de los huidos, los está acogiendo, cuidando y alimentando, sin tener en cuenta que puede ocurrirle como al labrador con la víbora.

En Europa, hay por ahora, aproximadamente 38 millones de inmigrantes/refugiados/ciudadanos musulmanes, posiblemente más. Muchos de ellos asentados y de segunda generación. A éstos hay que añadir los cientos de miles a los que la CEE ha abierto las puertas y ha mandado que sean distribuidos por todos los países miembros, algunos de los cuales como Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa han expresado claramente su oposición al sistema de cuotas, como lo hiciera en su momento Francia, país en que el 56% de sus ciudadanos se opone a recibir refugiados.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, por un lado, sostuvo que estas naciones no cumplían un papel de acogida. "Nadie quiere quedarse en Hungría, Eslovaquia, Estonia, Polonia. Todos desean ir a Alemania. Nuestra tarea es sólo registrarlos y los registramos", sostuvo Orban, rechazando el sistema de cupos.

Pero Orban afirmó sobre todo que el flujo de refugiados representaba una amenaza para las “raíces cristianas” de Europa. “Tenemos el derecho de no recibir una gran cantidad de musulmanes”, aseveró.

Ciertamente esta avalancha de mahometanos socavará, cuando no eliminará, los pilares que han sustentado la civilización europea durante siglos. Son bastantes los países que ya están ofreciendo resistencia a esta invasión masiva de emigrantes islámicos, pues parece ser que están empezando a percibir el peligro que ello supone para nuestras costumbres.

A Europa le está pasando, poco más o menos, lo que le ocurre al labriego en la fábula de Esopo “El labrador y la víbora”,a la que hemos mencionado más arriba. Éste, al encontrase una mañana gélida de invierno a una víbora aletargada por el frió, la tomó y la introdujo en su pecho para proporcionarle calor. Ella, cuando lo recibió, premió a su benefactor clavándole sus colmillos y produciéndole la muerte.

La capacidad de procreación de las mujeres musulmanas hay que tenerla en cuenta, pues entre ellos familias de cuatro o más hijos es cosa normal, mientras que la natalidad europea disminuye a ojos vistas.

¿Qué deducción podemos extraer de este axioma? Que dentro de tres o cuatro generaciones, la mayoría de la población que habite el Viejo Mundo será musulmana que socavará, cuando no eliminará, los pilares y fundamentos que han sustentado nuestra civilización europea durante siglos.

Ya estamos viendo, son muchos los casos, que no se adaptan a nuestras costumbres, ni a nuestras formas de vida. Quieren imponer, a toda costa sus hábitos, se resisten a aceptar, y, en muchos casos, no obedecen las leyes de los países que los han recibido y, en fin, su propósito es introducir poco a poco, solapada o abiertamente la sharía.

No hará falta una invasión armada, aunque haya grupos de musulmanes extremistas sembrando el terror y practicando la táctica guerrera de “tierra quemada” en distintos lugares del Mundo.

Aunque en Europa se hayan dado casos de terrorismo, no será de esta forma como lleguen a imponerse. No será por el miedo, el horror o mediante tácticas bélicas, sino por la imposición paulatina, pues llegará el momento en el que sean mayoría y podrán imponer su religión y sus leyes, y mientras nuestros gobernantes practicando una bondad que puede ser nuestra perdición.

No estoy exagerando en cuanto a que impongan sus costumbres, pues en España, tengo entendido, que los musulmanes ya pueden presentarse a las elecciones de oficios públicos.

Pero no quiero denunciar sin proponer una medida que creo que el Concierto de las Naciones podría adoptar y es que no abandonen sus países, pero para que no se exilien, los europeos y las grandes potencias deben de solucionarles sus problemas en sus países de origen, esforzándose en eliminar a los terroristas que tienen aterrorizados a sus habitantes, y acabando con los Estados fallidos cuyos gobernantes sólo procuran su enriquecimiento personal, y dejan a sus ciudadanos en la mas horrible miseria, aunque para ello tuvieran que declarar una EMERGENCIA HUMANITARIA en estos países que pusiese fin a las múltiples calamidades que padecen.

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