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Cuando terminé, su cara era un poema de Allan Poe, cerré la puerta y con una sonrisa perversa llamé a mi abogado

​Cornuda y peligrosa

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Al empezar etapa colegios, mi hijo, cada dos semanas se pone enfermo, entre la época de exámenes que no lleva bien la presión, a pesar de sacar buenas notas, y los resfriados, ya tengo un agotamiento físico y mental que no recuerdo ni quien soy cuando me miro al espejo.


El caso es que esta noche no la ha echado del todo mal, por lo que, a pesar de mi desvelo, he podido hasta soñar, bueno, más bien, tener una pesadilla que terminó en comedia, os preguntaréis cómo es posible que una pesadilla termine en comedia, yo también me lo hubiera preguntado, pero esta noche me he dado cuenta de lo retorcida que puedo ser si me tocan los farolillos.


En mi sueño, resulta que acogíamos en nuestra casa temporalmente a una compañera de trabajo de mi marido, algo totalmente ilógico, ya que yo nunca acojo a nadie, ya se trate del mismísimo Rey, pero en fin, cosa de los sueños.


Mi sueño trascurría conmigo algo irritada por su presencia y con mi marido feliz, se ve que conforme fueron trascurriendo los días, mi marido estaba aún más feliz, y mi mal presentimiento fue confirmado, ¡mi marido me estaba siendo infiel! Al principio creí que mi mundo dejaba de existir, tan solo deseaba salir a la calle y huir de aquella realidad tan dolorosa, pero como bien aprendí en una película de Clint Easwood, cuando te muerde una serpiente no puedes correr porque el veneno se te extiende aún más rápido. Por lo que me senté y medité, por cierto, si veis a una mujer meditar, ya podéis rezar todo lo que sepáis.


Bueno, pues tras mi meditación subí a la casa, y no, no monté ningún espectáculo, como estabais pensando, simplemente la eché, y lo que le dije en ese momento fue lo que convirtió mi pesadilla en comedia:


“Quiero que ahora mismo recojas tus cosas y salgas de mi casa, y no te preocupes que mañana mismo estoy pidiendo los papeles del divorcio. Te puedes quedar con mi marido perfectamente, todo para ti solita, pero… querida, si te llevas a mi marido también te llevas a mis dos hijos, pues voy a darle la custodia compartida. Ah, varios consejos antes de irte, bueno, en primer lugar, decirte que te olvides de salir de fiesta o cervezas, tal vezpueda darte tiempo aalguna cerveza rápida y sin saborear antes de recoger a los nenes del colegio. Que no se te olvide que, a mi Guille, a las siete de la mañana le tienes que hacer una tila si está en época de exámenes, y a mi Paula le gusta la leche sola calentita pero no demasiado. Los bocadillos se los haces de pavo, pero Guille no quiere queso, y por supuesto, déjaselos encima de la mesa junto a los zumos porque se les olvida. Vuelve y haz las camas, plancha el uniforme de mi marido y mete la lavadora con los chándal de los niños para que en una hora puedas poner otra mientras tiendes esa. Ah, por cierto, el robot que barre me lo quedo yo, así que búscate la vida.


Cuando te despiertes a las siete de la mañana que no se te olvide sacar del congelador la carne o lo que sea que vayas a hacer de almorzar, porque mi marido entra a trabajar pronto y tiene que comer en cuanto lleguéis con los nenes del cole.


Por los uniformes de los nenes, no te preocupes, no se los tienes que pedir para lavarlos, ya que te los sueltan en la puerta para que tropieces cuando salgas de la cocina y no se te olvide meter una lavadora. Al planchar la falda de Paula ten cuidado, porque como es tan corta, si le planchas mal uno de los pliegues se le sube. Por la tarde la tienes ocupada con los deberes de los niños, así que ve viendo videos de YouTube para ponerte al día. Ah, mi Guille es muy tierno pero muy aprensivo, y mi Paula tiene un carácter de mil demonios, es feminista y activista.


Olvídate de cualquier tipo de intimidad, ellos cierran sus puertas, pero si vosotros cerráis la vuestra parece que suena una alarma y todos aparecen.


Bueno, querida lo peor ya lo irás descubriendo con el tiempo. Y por mí no te preocupes, ahora me toca disfrutar un poquito, que también me lo merezco”.


Cuando terminé, su cara era un poema de Allan Poe, cerré la puerta y con una sonrisa perversa llamé a mi abogado. He descubierto con este sueño lo cabrona que puedo ser incluso soñando.

​Cornuda y peligrosa

Cuando terminé, su cara era un poema de Allan Poe, cerré la puerta y con una sonrisa perversa llamé a mi abogado
María Beatriz Muñoz Ruiz
jueves, 28 de octubre de 2021, 08:39 h (CET)

Al empezar etapa colegios, mi hijo, cada dos semanas se pone enfermo, entre la época de exámenes que no lleva bien la presión, a pesar de sacar buenas notas, y los resfriados, ya tengo un agotamiento físico y mental que no recuerdo ni quien soy cuando me miro al espejo.


El caso es que esta noche no la ha echado del todo mal, por lo que, a pesar de mi desvelo, he podido hasta soñar, bueno, más bien, tener una pesadilla que terminó en comedia, os preguntaréis cómo es posible que una pesadilla termine en comedia, yo también me lo hubiera preguntado, pero esta noche me he dado cuenta de lo retorcida que puedo ser si me tocan los farolillos.


En mi sueño, resulta que acogíamos en nuestra casa temporalmente a una compañera de trabajo de mi marido, algo totalmente ilógico, ya que yo nunca acojo a nadie, ya se trate del mismísimo Rey, pero en fin, cosa de los sueños.


Mi sueño trascurría conmigo algo irritada por su presencia y con mi marido feliz, se ve que conforme fueron trascurriendo los días, mi marido estaba aún más feliz, y mi mal presentimiento fue confirmado, ¡mi marido me estaba siendo infiel! Al principio creí que mi mundo dejaba de existir, tan solo deseaba salir a la calle y huir de aquella realidad tan dolorosa, pero como bien aprendí en una película de Clint Easwood, cuando te muerde una serpiente no puedes correr porque el veneno se te extiende aún más rápido. Por lo que me senté y medité, por cierto, si veis a una mujer meditar, ya podéis rezar todo lo que sepáis.


Bueno, pues tras mi meditación subí a la casa, y no, no monté ningún espectáculo, como estabais pensando, simplemente la eché, y lo que le dije en ese momento fue lo que convirtió mi pesadilla en comedia:


“Quiero que ahora mismo recojas tus cosas y salgas de mi casa, y no te preocupes que mañana mismo estoy pidiendo los papeles del divorcio. Te puedes quedar con mi marido perfectamente, todo para ti solita, pero… querida, si te llevas a mi marido también te llevas a mis dos hijos, pues voy a darle la custodia compartida. Ah, varios consejos antes de irte, bueno, en primer lugar, decirte que te olvides de salir de fiesta o cervezas, tal vezpueda darte tiempo aalguna cerveza rápida y sin saborear antes de recoger a los nenes del colegio. Que no se te olvide que, a mi Guille, a las siete de la mañana le tienes que hacer una tila si está en época de exámenes, y a mi Paula le gusta la leche sola calentita pero no demasiado. Los bocadillos se los haces de pavo, pero Guille no quiere queso, y por supuesto, déjaselos encima de la mesa junto a los zumos porque se les olvida. Vuelve y haz las camas, plancha el uniforme de mi marido y mete la lavadora con los chándal de los niños para que en una hora puedas poner otra mientras tiendes esa. Ah, por cierto, el robot que barre me lo quedo yo, así que búscate la vida.


Cuando te despiertes a las siete de la mañana que no se te olvide sacar del congelador la carne o lo que sea que vayas a hacer de almorzar, porque mi marido entra a trabajar pronto y tiene que comer en cuanto lleguéis con los nenes del cole.


Por los uniformes de los nenes, no te preocupes, no se los tienes que pedir para lavarlos, ya que te los sueltan en la puerta para que tropieces cuando salgas de la cocina y no se te olvide meter una lavadora. Al planchar la falda de Paula ten cuidado, porque como es tan corta, si le planchas mal uno de los pliegues se le sube. Por la tarde la tienes ocupada con los deberes de los niños, así que ve viendo videos de YouTube para ponerte al día. Ah, mi Guille es muy tierno pero muy aprensivo, y mi Paula tiene un carácter de mil demonios, es feminista y activista.


Olvídate de cualquier tipo de intimidad, ellos cierran sus puertas, pero si vosotros cerráis la vuestra parece que suena una alarma y todos aparecen.


Bueno, querida lo peor ya lo irás descubriendo con el tiempo. Y por mí no te preocupes, ahora me toca disfrutar un poquito, que también me lo merezco”.


Cuando terminé, su cara era un poema de Allan Poe, cerré la puerta y con una sonrisa perversa llamé a mi abogado. He descubierto con este sueño lo cabrona que puedo ser incluso soñando.

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