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“Triste mundo el nuestro, donde es más fácil dividir un átomo que unir las personas” Anónimo

Los falsos gurús

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Decía el general José de San Martín que “Hace más ruido un sólo hombre gritando que cien mil que están callados.”

Y eso es lo que ha ocurrido con motivo de la inasistencia a la conmemoración del día de la Hispanidad algunos de aquellos, que con arreglo a las leyes del Estado Español, son sus legítimos y legales representantes del mismo en su comunidad y sin embargo les produce urticaria la palabra España y los símbolos que la representan.

Tienen estos tipejos muy poca sustancia como para que sirvamos de altavoz a su deslealtad ocupándonos de su intencionada inexistencia en tan significada celebración. Sin embargo, ello no es obstáculo para reconocer, que una vez más, se volvió a escenificar la tragedia de las dos Españas: la de quien se preciaba de ser español y la de quien se avergonzaba de sus raíces; la de quien se enorgullecía de nuestra historia y la de quien bajaba los ojos abochornado por nuestras gestas; la de quien consideraba que nuestra hazaña americana nos hizo ser el país más grande del mundo y la de quien pensaba que nuestra presencia el nuevo mundo constituyó un genocidio.

No sé si son unos pobres ignorantes que ni siquiera conocen el significado de las palabras, unos engañadores sectarios, que por ideología solo pretenden desprestigiar a España o ambas cosas a la vez.

¿Qué es lo que nos pasa a los españoles que con tres mil años de historia a las espaldas hemos sido capaces de construir un Estado pero no una nación? ¿Se imaginan como sonaría la marsellesa si “la grandeur de la France” hubiese sido protagonista de nuestras hazañas? ¿Pueden hacerse una idea de cómo se ufanarían los súbditos de su graciosa majestad de haber sido protagonistas de nuestra epopeya histórica?

Nosotros, desde hace siglos, nos dedicamos a tirar piedras a nuestro propio tejado para regocijo de extraños que ven como somos nuestros peores enemigos.

No hay un solo país en el mundo en el que ocurra lo que sucede en esta vieja piel de toro, para disgusto también de los anti taurinos.

Pero claro, aquí antes que españoles, somos de izquierdas o nacionalistas, después seremos ecologistas, laicistas, marxistas, utopistas, abortistas, activistas, comunistas, leninistas, pacifistas, anarquistas y todos los istas habidos y por haber.

¿Por qué lo que no encontraremos en ningún otro país del mundo, y que es precisamente nuestro patrimonio más valioso, el que nos enriquece, es precisamente el que nos separa?

Entre Toledo, Santiago, Salamanca, Barcelona, Sevilla, Granada, Segovia, Cuenca, Gerona, ¿es posible elegir?

Sin duda un profundo complejo de inferioridad, una gran falta de autoestima y la sumisión a aquellos que siempre fueron enemigos de España, es lo que a algunos les impide enorgullecernos de ser quienes son, de venir de dónde vienen y de ser los herederos de nuestra historia.

Y estos son los que un día juraron defender la Constitución española cuando tomaron posesión de sus cargos institucionales y a los que algunos, con tal de acceder al poder, como sea y a costa de lo que sea, pretender complacer bajo el oscuro manto del reconocimiento de unas singularidades, que ya están reconocidas en la Constitución.

Por favor, no caigamos ingenuamente en la trampa que a diario nos tienden los falsos gurús que fingen estar de vuelta de todo, cuando nunca estuvieron de ida de nada.

Los falsos gurús

“Triste mundo el nuestro, donde es más fácil dividir un átomo que unir las personas” Anónimo
César Valdeolmillos
martes, 13 de octubre de 2015, 06:15 h (CET)
Decía el general José de San Martín que “Hace más ruido un sólo hombre gritando que cien mil que están callados.”

Y eso es lo que ha ocurrido con motivo de la inasistencia a la conmemoración del día de la Hispanidad algunos de aquellos, que con arreglo a las leyes del Estado Español, son sus legítimos y legales representantes del mismo en su comunidad y sin embargo les produce urticaria la palabra España y los símbolos que la representan.

Tienen estos tipejos muy poca sustancia como para que sirvamos de altavoz a su deslealtad ocupándonos de su intencionada inexistencia en tan significada celebración. Sin embargo, ello no es obstáculo para reconocer, que una vez más, se volvió a escenificar la tragedia de las dos Españas: la de quien se preciaba de ser español y la de quien se avergonzaba de sus raíces; la de quien se enorgullecía de nuestra historia y la de quien bajaba los ojos abochornado por nuestras gestas; la de quien consideraba que nuestra hazaña americana nos hizo ser el país más grande del mundo y la de quien pensaba que nuestra presencia el nuevo mundo constituyó un genocidio.

No sé si son unos pobres ignorantes que ni siquiera conocen el significado de las palabras, unos engañadores sectarios, que por ideología solo pretenden desprestigiar a España o ambas cosas a la vez.

¿Qué es lo que nos pasa a los españoles que con tres mil años de historia a las espaldas hemos sido capaces de construir un Estado pero no una nación? ¿Se imaginan como sonaría la marsellesa si “la grandeur de la France” hubiese sido protagonista de nuestras hazañas? ¿Pueden hacerse una idea de cómo se ufanarían los súbditos de su graciosa majestad de haber sido protagonistas de nuestra epopeya histórica?

Nosotros, desde hace siglos, nos dedicamos a tirar piedras a nuestro propio tejado para regocijo de extraños que ven como somos nuestros peores enemigos.

No hay un solo país en el mundo en el que ocurra lo que sucede en esta vieja piel de toro, para disgusto también de los anti taurinos.

Pero claro, aquí antes que españoles, somos de izquierdas o nacionalistas, después seremos ecologistas, laicistas, marxistas, utopistas, abortistas, activistas, comunistas, leninistas, pacifistas, anarquistas y todos los istas habidos y por haber.

¿Por qué lo que no encontraremos en ningún otro país del mundo, y que es precisamente nuestro patrimonio más valioso, el que nos enriquece, es precisamente el que nos separa?

Entre Toledo, Santiago, Salamanca, Barcelona, Sevilla, Granada, Segovia, Cuenca, Gerona, ¿es posible elegir?

Sin duda un profundo complejo de inferioridad, una gran falta de autoestima y la sumisión a aquellos que siempre fueron enemigos de España, es lo que a algunos les impide enorgullecernos de ser quienes son, de venir de dónde vienen y de ser los herederos de nuestra historia.

Y estos son los que un día juraron defender la Constitución española cuando tomaron posesión de sus cargos institucionales y a los que algunos, con tal de acceder al poder, como sea y a costa de lo que sea, pretender complacer bajo el oscuro manto del reconocimiento de unas singularidades, que ya están reconocidas en la Constitución.

Por favor, no caigamos ingenuamente en la trampa que a diario nos tienden los falsos gurús que fingen estar de vuelta de todo, cuando nunca estuvieron de ida de nada.

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