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“Todo lo fui y de nada me ha servido” Septimio Severo

El gran “bluff” socialista y la desbandada de barones en el PP

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Debo confesar que me siento perdido en este cúmulo de cambios que las elecciones del pasado 24 de Mayo nos han deparado, después de que a la sorpresa del cambio político haya sucedido una etapa de verdadero desconcierto entre los perdedores que, paradójicamente, han sido los vencedores y una inexplicable euforia entre los verdaderos perdedores, los del PSOE, que nos intentan vender que, a pesar de haber quedado dos puntos por debajo del sonado fracaso del 20N del 2011; da la sensación, si escuchamos al señor Pedro Sánchez o a sus inmediatos valedores, de que son ellos los que se han llevado el gato al agua, quienes han derrotado al PP y quienes van a poder llevar a cabo el llamado “cambio” ( esta palabra, vacía de contenido, que todavía no sabemos muy bien en qué consiste).

Eso sí, para conseguirlo, han de poner en marcha este pacto tácito de las izquierdas, de impedir cualquier acuerdo con el PP y sí aliarse con este partido de extremistas, Podemos, advenedizos financiados por el bolivarismo de Ecuador y Venezuela, cuyas intenciones parecen ir más allá del camino democrático para intentar alcanzar, por los medios que sean, el poder absoluto; con el objetivo primero de convertirlo en perpetuo, imitando el ejemplo del señor Maduro en Venezuela, que se ha hecho con el control de los tres poderes del Estado, aparte del control del estamento militar. En realidad, si alguno había pensado que, el señor Pedro Sánchez, se diferenciaba del señor Rodríguez Zapatero; que se trataba de un verdadero social demócrata de centro izquierda y que no incurriría en los mismos errores que su antecesor, tanto en política económica como en sus relaciones internacionales o sus fracasos en política interna, ha quedado demostrado que estaba equivocado de pies a cabeza. Sólo el hecho de acusar al PP de ser el causante de la crisis española (mundial) ya demuestra la catadura moral y ética del personaje.

El señor Pedro Sánchez, puede que inducido por su afán de conquistar el poder, parece dispuesto a pactar hasta con el mismo Diablo si con ello logra hacerse con la presidencia de algún gobierno autonómico o la alcaldía de cualquier ciudad importante. Y cuando me he referido a pactar con el Diablo no lo he hecho al buen tuntún, sino que me he referido a estos señores de Podemos, una rama más del filocomunismo mundial que se creía vencido pero que, a causa de la política equivocada de muchos países de Hispanoamérica, sigue vivo. También el gobierno del señor Obama, en su empeño de conseguir presentar a los estadounidenses algún logro, como el de abrir relaciones con Cuba, que le permitan conseguir algunos votos y remontar la pérdida de popularidad en su país; ha sido corresponsable cuando ha permitido que se le hayan subido a las barbas, perdiendo la influencia que venía ostentando en aquel sector hispano hablante.

Es posible que, Sánchez, piense que ha actuado inteligentemente cuando ha conseguido engañar, una vez más, a la ciudadanía española, prometiendo cambios que sabe perfectamente que no están en sus manos el convertirlos en realidad; acusando al PP de haber estafado a los españoles cuando, gracias a él, a pesar de sus múltiples errores, se ha defendido a España de caer en manos de los Hombres de Negro y se ha conseguido que hayamos entrado en un nuevo ciclo que permitía pensar que el desempleo iría bajando, como hasta ahora viene sucediendo, y nuestras empresas recuperando su fortaleza y competitividad con las del extranjero, gracias a una clara y evidente mejora de la demanda interna, de la financiación externa (animada por la confianza de los inversores en nuestra economía y en la solidez del Estado español) y del convencimiento de nuestra nación estaba en una tapa que garantiza la estabilidad social.

El optar por pactar con partidos situados en el extremismo de la izquierda leninista; el darles protagonismo a formaciones como Podemos y entregarles poder en las instituciones, es como abrirles la puerta a reforzarse e ir incrementando su presencia en todo el mecanismo de la Administración del Estado desde donde, como les sucedió a los de Bildu, poder ir desarrollando su labor de infiltración y captación de seguidores, como un primer paso hacia fagocitar a quienes han pactado con ellos, comerles el terreno y disponer de una sólida plataforma que les permita presentarse a las legislativas desde una posición de fuerza. Alguien ha afirmado que puede que no pase ni medio año antes de que los socialistas se percaten de su error y sientan no haber aceptado la propuesta, por otra parte sensata y patriótica, de la señora Aguirre cuando les ha ofrecido un pacto de gobernación, incluso cediendo el derecho que le correspondía como partido más votado en Madrid, para evitar que Manuela Carmena, de Podemos, llegara a ocupar la alcaldía de Madrid.

Es evidente que pretender que, en el PP, no haya sucedido nada; que los resultados de estas votaciones autonómicas y municipales, aún habiendo sido el partido más votado, han significado una debacle para la dirección del partido y que es preciso que se tome nota, se analice la realidad, se reconozcan los errores, se depuren personas y se renueve y regenere, tanto la dirección como sus órganos de gobierno, despejando el camino a nuevas caras, personas sin historia y sin posibles problemas que puedan perjudicar al buen nombre y solvencia de la formación, de modo que se recuperen aquellos valores y principios fundamentales en los que se venía apoyando la formación de Manuel Fraga que, en los últimos años, parece que han sido desatendidos por la nueva dirección, más preocupada de no indisponerse, no tocar temas escabrosos que generaran una fuerte oposición entre el resto de partidos ( ejemplos: el aborto, el tema de los homosexuales, el de la reducción de la estructura del Estado o el del separatismo catalán), que en satisfacer a sus votantes.

El señor Rajoy debiera hacer una reflexión desapasionada sobre los últimos fracasos de su gestión política; entre los cuales están los resultados de las elecciones Europeas; la forma permisiva con la que ha tratado el desafío catalanista; el descalabro de estas últimas elecciones y el evidente desgaste, tanto personal como de su gobierno, que hacen pensar en un relevo en la cúpula. No vale que se diga que ya no queda tiempo para nombrar un sustituto ni que sea preciso que sea él el que se presente de nuevo para las legislativas. El hecho de que el PP haya perdido más de 2.400.000 votos en estas elecciones últimas es lo suficientemente ilustrativo para entender que no es probable que, en apenas medio año, el señor Rajoy pueda remontar la desconfianza y antipatía que ha despertado su persona entre el electorado español y, no solamente, entre la izquierda, sino que son ya muchos los de derechas que desean ver caras nuevas y otras propuestas en la cúpula del partido.

De hecho, ya aparecen nuevas figuras que reúnen las condiciones para ser dignos sucesores en la dirección del PP. La circunstancia de que ya sean cuatro presidentes autonómicos los que han anunciado que no se presentarán a nuevas elecciones, es el mejor indicativo del descontento existente en el PP. Es evidente que, entre las nuevas generaciones y en personas veteranas del partido que han estado alejadas de la primera fila política, se pueden encontrar valiosos candidatos para sustituir a los actuales, con la fuerza y los ánimos precisos para afrontar una nueva etapa, con ideas nuevas y ánimos renovados para sacar adelante las propuestas tradicionales del partido. Se han de recuperar lo que vinieron siendo los planteamientos democristianos, de defensa de la vida y tradicionales de una sociedad defensora del orden, las tradiciones, la moral y ética de nuestros padres. No creemos que el señor Mariano Rajoy, reconociéndole el mérito de haber sacado a España de la quiebra, ahora esté en condiciones de evitar que su trabajo se le vaya por las alcantarillas si, como es posible que ocurra, la extrema izquierda sigue aumentando su presencia en las instituciones españolas y llega a hacerse con el gobierno en España. Hay que buscar quien tenga la fuerza para evitar que esto suceda.

O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tememos que se siga manteniendo el mismo inmovilismo que nos ha llevado a esta situación, si sigue en su puesto quien ha sido el verdadero responsable del mismo. Urge el cambio.

El gran “bluff” socialista y la desbandada de barones en el PP

“Todo lo fui y de nada me ha servido” Septimio Severo
Miguel Massanet
miércoles, 27 de mayo de 2015, 22:07 h (CET)
Debo confesar que me siento perdido en este cúmulo de cambios que las elecciones del pasado 24 de Mayo nos han deparado, después de que a la sorpresa del cambio político haya sucedido una etapa de verdadero desconcierto entre los perdedores que, paradójicamente, han sido los vencedores y una inexplicable euforia entre los verdaderos perdedores, los del PSOE, que nos intentan vender que, a pesar de haber quedado dos puntos por debajo del sonado fracaso del 20N del 2011; da la sensación, si escuchamos al señor Pedro Sánchez o a sus inmediatos valedores, de que son ellos los que se han llevado el gato al agua, quienes han derrotado al PP y quienes van a poder llevar a cabo el llamado “cambio” ( esta palabra, vacía de contenido, que todavía no sabemos muy bien en qué consiste).

Eso sí, para conseguirlo, han de poner en marcha este pacto tácito de las izquierdas, de impedir cualquier acuerdo con el PP y sí aliarse con este partido de extremistas, Podemos, advenedizos financiados por el bolivarismo de Ecuador y Venezuela, cuyas intenciones parecen ir más allá del camino democrático para intentar alcanzar, por los medios que sean, el poder absoluto; con el objetivo primero de convertirlo en perpetuo, imitando el ejemplo del señor Maduro en Venezuela, que se ha hecho con el control de los tres poderes del Estado, aparte del control del estamento militar. En realidad, si alguno había pensado que, el señor Pedro Sánchez, se diferenciaba del señor Rodríguez Zapatero; que se trataba de un verdadero social demócrata de centro izquierda y que no incurriría en los mismos errores que su antecesor, tanto en política económica como en sus relaciones internacionales o sus fracasos en política interna, ha quedado demostrado que estaba equivocado de pies a cabeza. Sólo el hecho de acusar al PP de ser el causante de la crisis española (mundial) ya demuestra la catadura moral y ética del personaje.

El señor Pedro Sánchez, puede que inducido por su afán de conquistar el poder, parece dispuesto a pactar hasta con el mismo Diablo si con ello logra hacerse con la presidencia de algún gobierno autonómico o la alcaldía de cualquier ciudad importante. Y cuando me he referido a pactar con el Diablo no lo he hecho al buen tuntún, sino que me he referido a estos señores de Podemos, una rama más del filocomunismo mundial que se creía vencido pero que, a causa de la política equivocada de muchos países de Hispanoamérica, sigue vivo. También el gobierno del señor Obama, en su empeño de conseguir presentar a los estadounidenses algún logro, como el de abrir relaciones con Cuba, que le permitan conseguir algunos votos y remontar la pérdida de popularidad en su país; ha sido corresponsable cuando ha permitido que se le hayan subido a las barbas, perdiendo la influencia que venía ostentando en aquel sector hispano hablante.

Es posible que, Sánchez, piense que ha actuado inteligentemente cuando ha conseguido engañar, una vez más, a la ciudadanía española, prometiendo cambios que sabe perfectamente que no están en sus manos el convertirlos en realidad; acusando al PP de haber estafado a los españoles cuando, gracias a él, a pesar de sus múltiples errores, se ha defendido a España de caer en manos de los Hombres de Negro y se ha conseguido que hayamos entrado en un nuevo ciclo que permitía pensar que el desempleo iría bajando, como hasta ahora viene sucediendo, y nuestras empresas recuperando su fortaleza y competitividad con las del extranjero, gracias a una clara y evidente mejora de la demanda interna, de la financiación externa (animada por la confianza de los inversores en nuestra economía y en la solidez del Estado español) y del convencimiento de nuestra nación estaba en una tapa que garantiza la estabilidad social.

El optar por pactar con partidos situados en el extremismo de la izquierda leninista; el darles protagonismo a formaciones como Podemos y entregarles poder en las instituciones, es como abrirles la puerta a reforzarse e ir incrementando su presencia en todo el mecanismo de la Administración del Estado desde donde, como les sucedió a los de Bildu, poder ir desarrollando su labor de infiltración y captación de seguidores, como un primer paso hacia fagocitar a quienes han pactado con ellos, comerles el terreno y disponer de una sólida plataforma que les permita presentarse a las legislativas desde una posición de fuerza. Alguien ha afirmado que puede que no pase ni medio año antes de que los socialistas se percaten de su error y sientan no haber aceptado la propuesta, por otra parte sensata y patriótica, de la señora Aguirre cuando les ha ofrecido un pacto de gobernación, incluso cediendo el derecho que le correspondía como partido más votado en Madrid, para evitar que Manuela Carmena, de Podemos, llegara a ocupar la alcaldía de Madrid.

Es evidente que pretender que, en el PP, no haya sucedido nada; que los resultados de estas votaciones autonómicas y municipales, aún habiendo sido el partido más votado, han significado una debacle para la dirección del partido y que es preciso que se tome nota, se analice la realidad, se reconozcan los errores, se depuren personas y se renueve y regenere, tanto la dirección como sus órganos de gobierno, despejando el camino a nuevas caras, personas sin historia y sin posibles problemas que puedan perjudicar al buen nombre y solvencia de la formación, de modo que se recuperen aquellos valores y principios fundamentales en los que se venía apoyando la formación de Manuel Fraga que, en los últimos años, parece que han sido desatendidos por la nueva dirección, más preocupada de no indisponerse, no tocar temas escabrosos que generaran una fuerte oposición entre el resto de partidos ( ejemplos: el aborto, el tema de los homosexuales, el de la reducción de la estructura del Estado o el del separatismo catalán), que en satisfacer a sus votantes.

El señor Rajoy debiera hacer una reflexión desapasionada sobre los últimos fracasos de su gestión política; entre los cuales están los resultados de las elecciones Europeas; la forma permisiva con la que ha tratado el desafío catalanista; el descalabro de estas últimas elecciones y el evidente desgaste, tanto personal como de su gobierno, que hacen pensar en un relevo en la cúpula. No vale que se diga que ya no queda tiempo para nombrar un sustituto ni que sea preciso que sea él el que se presente de nuevo para las legislativas. El hecho de que el PP haya perdido más de 2.400.000 votos en estas elecciones últimas es lo suficientemente ilustrativo para entender que no es probable que, en apenas medio año, el señor Rajoy pueda remontar la desconfianza y antipatía que ha despertado su persona entre el electorado español y, no solamente, entre la izquierda, sino que son ya muchos los de derechas que desean ver caras nuevas y otras propuestas en la cúpula del partido.

De hecho, ya aparecen nuevas figuras que reúnen las condiciones para ser dignos sucesores en la dirección del PP. La circunstancia de que ya sean cuatro presidentes autonómicos los que han anunciado que no se presentarán a nuevas elecciones, es el mejor indicativo del descontento existente en el PP. Es evidente que, entre las nuevas generaciones y en personas veteranas del partido que han estado alejadas de la primera fila política, se pueden encontrar valiosos candidatos para sustituir a los actuales, con la fuerza y los ánimos precisos para afrontar una nueva etapa, con ideas nuevas y ánimos renovados para sacar adelante las propuestas tradicionales del partido. Se han de recuperar lo que vinieron siendo los planteamientos democristianos, de defensa de la vida y tradicionales de una sociedad defensora del orden, las tradiciones, la moral y ética de nuestros padres. No creemos que el señor Mariano Rajoy, reconociéndole el mérito de haber sacado a España de la quiebra, ahora esté en condiciones de evitar que su trabajo se le vaya por las alcantarillas si, como es posible que ocurra, la extrema izquierda sigue aumentando su presencia en las instituciones españolas y llega a hacerse con el gobierno en España. Hay que buscar quien tenga la fuerza para evitar que esto suceda.

O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tememos que se siga manteniendo el mismo inmovilismo que nos ha llevado a esta situación, si sigue en su puesto quien ha sido el verdadero responsable del mismo. Urge el cambio.

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