La visita de los monarcas a las ciudades de Ceuta y Melilla ha traído y traerá cola para rato. No tengo la menor duda de que esta decisión política conllevará un recrudecimiento en las relaciones entre los dos países. Estas relaciones además de estratégicas recordemos que tienen un claro signo económico.
Desde la “lógica institucional” la visita de los monarcas a las ciudades de Ceuta y Melilla no tendría que tener mayor repercusión que la propia de una visita a una comarca perdida y dejada de la mano de Dios en la meseta española, pero es imposible obviar la realidad geográfica de ambas ciudades, situadas en continente africano y rodeadas por territorio marroquí.
Nadie podrá negar y mucho menos Mohamed VI, un especialista en provocación, que los habitantes de Ceuta y Melilla desean seguir siendo españoles de pleno derecho. Claro, la contraposición de esta opción es sumarse a un Estado con grandes carencias en libertad de expresión y reconocimiento de derechos humanos – Véase la situación del Sahara Occidental –, además de una economía muy débil sustentada por el turismo principalmente, con el Islam como referente religioso. Es evidente que para los ciudadanos y ciudadanas de Ceuta y Melilla el cambio sería grande y traumático. De ahí que no quieran oír ni hablar de Marruecos y vitoreen cánticos a favor de los monarcas, con la bandera española en una mano y en la otra un pañuelo para cortar las lagrimas que desprenden de la emoción.
Mi posición al respecto es clara y concisa. Los ciudadanos y ciudadanas de Ceuta y Melilla tienen la última palabra, tienen en sus manos su futuro. Cualquier otra opción basada en la imposición o en preceptos constitucionales no tiene ni pies ni cabeza. La soberanía por tanto, reside en sus corazones y en sus elecciones. Ojalá estas palabras sirviesen para regir el futuro de todos los pueblos y comunidades de personas del mundo.
¿Provocación o derecho legítimo? Para responder a esta pregunta tan sólo debemos hacer un fácil ejercicio de reflexión comparándolo con el Caso de Gibraltar. ¿Qué les parecería a los españoles y a las instituciones españolas una visita de la Reina de Inglaterra a Gibraltar?. ¿Sería una provocación o sería un derecho legítimo?. Ambas afirmaciones tienen su parte de razón y por eso mismo es tan importante ponerse en la piel del prójimo para entender sus reflexiones y sus pensamientos antes de lanzarnos a corear consignas y vocablos que no nos llevan más que a un enfrentamiento absurdo e inútil que tiene como mayores perjudicados a los ciudadanos y ciudadanas de a pie.
Dicho esto, sólo cabe recordar que si en algún momento Ceuta y Melilla, así como sus habitantes, desean dejar de pertenecer al Estado español, sólo cabrá escuchar y conceder sus demandas y sus deseos. Eso es una democracia.