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Opinión
Etiquetas | Masonería | Orden Mundial | George Soros
​Soros es el gran impulsor, al igual que los masones, del Nuevo Orden Mundial y coinciden en el propósito de borrar el cristianismo de la faz de la Tierra.

Novus ordo seclorum

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Ni soy un paranoico ni padezco manía persecutoria, simplemente me cuento entre los ciudadanos normales y corrientes, vamos, lo que se dice un hombre de a pie, pero no puedo negar que sí poseo una buena capacidad de observación y presto atención a las cosas y circunstancias que me rodean e influyen en la sociedad en la que vivo.

La traducción al español de frase latina con la que encabezo este escrito es la siguiente NUEVO ORDEN DE LOS SIGLOS (literal) o NUEVO ORDEN MUNDIAL.

La oímos continuamente en los medios de comunicación, las tertulias y en los discursos de nuestros políticos.


Pues bien, esta frase es el propósito, la guía y el norte de la masonería que desea instaurar un nuevo orden social que elimine toda la cultura anterior, especialmente la implantada por el Catolicismo, e implantar la que ellos aportan de nuevo cuño, barriendo y eliminando todo lo precedente.

Expresión que ya se recoge en las Constituciones de Anderson, que fueron redactadas a petición de las cuatro grandes logias masónica de Londres, constituidas en una sola, por los pastores protestantes James Anderson y Teófilo Desaguliers por las que se regirían, tanto esta nueva Gran Logia como las que se creasen posteriormente; aunque hayan pasado a la historia únicamente con el nombre del primero.

Hoy nos asombramos de que los pilares en los que se ha sostenido la civilización cristiana occidental y que han constituido durante siglos el basamento de nuestra cultura se estén desmoronando y sean arrinconados por unas nuevas normas de comportamiento por las que todo se relativiza, pierde su importancia y no existe una clara línea de división entro el bien y el mal.

La autoridad de los padres, educadores, fuerzas del orden público, y todo a lo que se le deba de prestar obediencia y acatamiento están siendo conculcadas, menospreciadas y vilipendiadas. Son públicos y notorios los casos de agresión de hijos a sus padres, educandos a sus educadores, pacientes a los sanitarios: médicos, enfermeros y a cualquiera que tenga un ápice de autoridad por nimia que sea.

Lo estamos contemplando en las revueltas callejeras que no son solamente manifestaciones de protesta, sino expresiones del anarquismo más primitivo y visceral que destruye lo mismo las propiedades públicas que las privadas, siendo, en muchos casos, jaleadas, aprobadas y bendecidas por nuestros políticos. El vicepresidente de nuestro Gobierno, Pablo Iglesias, ya manifestó que sentía una especie de orgasmo cuando veía que las turbas le pateaban la cabeza a un policía nacional.

Pablo Echenique, que mejor hubiese sido que se hubiera quedado en su Argentina natal, que maldita sea la falta que nos hacía aquí, antes que venir a conturbar nuestro orden constitucional y a disfrutar de los beneficios de nuestra Seguridad Social que los españoles hemos levantado con nuestro esfuerzo y contribución económica, ha manifestado su aprobación y aplauso con los vándalos que han asolado Cataluña últimamente, y el Alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, en un alarde de falta de vergüenza y dignidad se ha sumado a las voces podemitas que prefieren criticar a la Policía en vez de a los violentos radicales de los disturbios en apoyo de Pablo Hasél.

El regidor ha escrito un tuit en el que asegura que “una actuación desproporcionada de la policía nacional no aumenta la seguridad. Aumenta la crispación social de forma gratuita”.

Pedro Sánchez desde que fue investido presidente del Gobierno en julio de 2018, se ha reunido más veces con el especulador de las finanzas George Soros y miembros de su clan que con el presidente del Partido Popular y líder de la oposición, Pablo Casado.

El primer encuentro duró hora y media. ¿De qué hablaron? ¿Le dio Soros a Pedro Sánchez instrucciones de cómo había de destruir España? Es público y notorio que los independentistas catalanes reciben ayuda económica de este magnate que desea la ruina del orden establecido e implantar el Nuevo Orden Mundial (Novus ordo seclorum), en coincidencia con la Masonería.

También está a la orden del día que los pilares que sustentan a nuestro Presidente son los independentistas catalanes, vascos y los filoetarras de EH Bildu cuya máxima aspiración es devastar la unidad de España.

Tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, el inquilino de La Moncloa ha llegado a entrevistarse hasta ocho veces con George Soros y su equipo, ¿con qué fines? ¿cuáles propósitos?

Soros es el gran impulsor, al igual que los masones, del Nuevo Orden Mundial y coinciden en el propósito de borrar el cristianismo de la faz de la Tierra.

Exponer los símbolos masónicos que contiene el billete de un dólar estadounidense, es cosa de otro trabajo, que, posiblemente, en otra ocasión emprenderemos. Solamente diremos que nueve de los representantes de las colonias inglesas que firmaron la declaración de independencia de los EE.UU. eran masones, o sea, Ellery, Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple.

La masonería no tiene prisa, no se apremia, lenta, pausada, pero ininterrumpidamente irá avanzando en la implantación de su Nuevo Orden Mundial, que acabará con los valores que sustentan nuestra civilización desde hace siglos.

Novus ordo seclorum

​Soros es el gran impulsor, al igual que los masones, del Nuevo Orden Mundial y coinciden en el propósito de borrar el cristianismo de la faz de la Tierra.
Manuel Villegas
miércoles, 10 de marzo de 2021, 12:40 h (CET)

Ni soy un paranoico ni padezco manía persecutoria, simplemente me cuento entre los ciudadanos normales y corrientes, vamos, lo que se dice un hombre de a pie, pero no puedo negar que sí poseo una buena capacidad de observación y presto atención a las cosas y circunstancias que me rodean e influyen en la sociedad en la que vivo.

La traducción al español de frase latina con la que encabezo este escrito es la siguiente NUEVO ORDEN DE LOS SIGLOS (literal) o NUEVO ORDEN MUNDIAL.

La oímos continuamente en los medios de comunicación, las tertulias y en los discursos de nuestros políticos.


Pues bien, esta frase es el propósito, la guía y el norte de la masonería que desea instaurar un nuevo orden social que elimine toda la cultura anterior, especialmente la implantada por el Catolicismo, e implantar la que ellos aportan de nuevo cuño, barriendo y eliminando todo lo precedente.

Expresión que ya se recoge en las Constituciones de Anderson, que fueron redactadas a petición de las cuatro grandes logias masónica de Londres, constituidas en una sola, por los pastores protestantes James Anderson y Teófilo Desaguliers por las que se regirían, tanto esta nueva Gran Logia como las que se creasen posteriormente; aunque hayan pasado a la historia únicamente con el nombre del primero.

Hoy nos asombramos de que los pilares en los que se ha sostenido la civilización cristiana occidental y que han constituido durante siglos el basamento de nuestra cultura se estén desmoronando y sean arrinconados por unas nuevas normas de comportamiento por las que todo se relativiza, pierde su importancia y no existe una clara línea de división entro el bien y el mal.

La autoridad de los padres, educadores, fuerzas del orden público, y todo a lo que se le deba de prestar obediencia y acatamiento están siendo conculcadas, menospreciadas y vilipendiadas. Son públicos y notorios los casos de agresión de hijos a sus padres, educandos a sus educadores, pacientes a los sanitarios: médicos, enfermeros y a cualquiera que tenga un ápice de autoridad por nimia que sea.

Lo estamos contemplando en las revueltas callejeras que no son solamente manifestaciones de protesta, sino expresiones del anarquismo más primitivo y visceral que destruye lo mismo las propiedades públicas que las privadas, siendo, en muchos casos, jaleadas, aprobadas y bendecidas por nuestros políticos. El vicepresidente de nuestro Gobierno, Pablo Iglesias, ya manifestó que sentía una especie de orgasmo cuando veía que las turbas le pateaban la cabeza a un policía nacional.

Pablo Echenique, que mejor hubiese sido que se hubiera quedado en su Argentina natal, que maldita sea la falta que nos hacía aquí, antes que venir a conturbar nuestro orden constitucional y a disfrutar de los beneficios de nuestra Seguridad Social que los españoles hemos levantado con nuestro esfuerzo y contribución económica, ha manifestado su aprobación y aplauso con los vándalos que han asolado Cataluña últimamente, y el Alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, en un alarde de falta de vergüenza y dignidad se ha sumado a las voces podemitas que prefieren criticar a la Policía en vez de a los violentos radicales de los disturbios en apoyo de Pablo Hasél.

El regidor ha escrito un tuit en el que asegura que “una actuación desproporcionada de la policía nacional no aumenta la seguridad. Aumenta la crispación social de forma gratuita”.

Pedro Sánchez desde que fue investido presidente del Gobierno en julio de 2018, se ha reunido más veces con el especulador de las finanzas George Soros y miembros de su clan que con el presidente del Partido Popular y líder de la oposición, Pablo Casado.

El primer encuentro duró hora y media. ¿De qué hablaron? ¿Le dio Soros a Pedro Sánchez instrucciones de cómo había de destruir España? Es público y notorio que los independentistas catalanes reciben ayuda económica de este magnate que desea la ruina del orden establecido e implantar el Nuevo Orden Mundial (Novus ordo seclorum), en coincidencia con la Masonería.

También está a la orden del día que los pilares que sustentan a nuestro Presidente son los independentistas catalanes, vascos y los filoetarras de EH Bildu cuya máxima aspiración es devastar la unidad de España.

Tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, el inquilino de La Moncloa ha llegado a entrevistarse hasta ocho veces con George Soros y su equipo, ¿con qué fines? ¿cuáles propósitos?

Soros es el gran impulsor, al igual que los masones, del Nuevo Orden Mundial y coinciden en el propósito de borrar el cristianismo de la faz de la Tierra.

Exponer los símbolos masónicos que contiene el billete de un dólar estadounidense, es cosa de otro trabajo, que, posiblemente, en otra ocasión emprenderemos. Solamente diremos que nueve de los representantes de las colonias inglesas que firmaron la declaración de independencia de los EE.UU. eran masones, o sea, Ellery, Franklin, Hancock, Hewes, Hooper, Paine, Stockton, Walton y Whipple.

La masonería no tiene prisa, no se apremia, lenta, pausada, pero ininterrumpidamente irá avanzando en la implantación de su Nuevo Orden Mundial, que acabará con los valores que sustentan nuestra civilización desde hace siglos.

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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