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Tengo la impresión, Sr. Director, que Arabia Saudí y las Monarquías del Golfo no van a tolerar la caída de Yemen en manos de los chiíes de obediencia iraní, pero tampoco van a consentir que en este río revuelto ganen las sucursales de Al Qaeda y el Estado Islámico. Yemen acaba de ampliar la zona en la que Irán y Arabia Saudí disputan su particular guerra caliente por la hegemonía en la región.
El tablero es tan complejo que en estos momentos no hay mejor política exterior que la que se mueve paso a paso y por adaptación, buscando siempre la protección de unas poblaciones víctimas de una violencia absurda, y cerrando el paso a los radicales que provocarían una desestabilización total que aumentaría el sufrimiento y el miedo en todo el Medio Oriente.
A quienes estamos convencidos de la iniquidad intrínseca de Sánchez, no nos va a confundir la supuesta “carta de amor” de este cateto personaje a su Begoña amada, redactada de su “puño y letra” (con sus tradicionales errores y faltas gramaticales) y exceso de egolatría.
Recuerdo con nostalgia la época en la que uno terminaba sus estudios universitarios y metía de lleno la cabeza en el mundo laboral. Ya no había marchas atrás. Se terminaron para siempre esos años de universitario, nunca más ya repetibles. Las conversaciones sobre cultura, sobre política, sobre música. Los exámenes, los espacios de relajamiento en la pradera de césped recién cortado que rodeaba la Facultad, los vinos en Argüelles, las copas en Malasaña...
Tras su inicial construcción provisional, el Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, reforzado en su interior por cables de acero para así acrecentar su firmeza. Se organizó, asimismo, la denominada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día.
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