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Etiquetas | Vacuna | Pandemia | 2021
Tenemos que defendernos de pandemias, malos gobiernos y propaganda interesada.

Las preocupaciones del año que empieza

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Ha empezado el año preñado de incertidumbres. No sabemos si la vacuna será eficaz, tampoco si estamos libres de un nuevo confinamiento. Los medios de comunicación nos marean con número de vacunados, contagiados, internados y fallecidos sin que tengamos garantía alguna de la fiabilidad de tales datos.

Cada vez que me pongo la mascarilla pienso que es un símbolo de sumisión. Tenemos que pensar lo que otros quieran y aceptar las ideas pergeñadas, no sé si por la inteligencia artificial, para toda la población.

Creo que lo peor que puede pasarnos es que dejemos de pensar por nuestra cuenta, pero no tonterías, sino serias reflexiones sobre nuestras propias vidas, nuestro futuro y qué podemos hacer que sea útil y beneficioso para todos.

La economía pienso que no va a arreglarse con problemáticas ayudas en manos de incompetentes. Tendrá que ser la gente, todos a una como en Fuenteovejuna, los que podrán sacar a España a flote de nuevo.

Pero es necesario que nos dejemos de banderías, de atizar viejos odios que deben quedar, si acaso, para los libros de historia, pero de historia de verdad, no la que quieran imponernos desde leyes de educación que, entre otras majaderías, quiere eliminar de España ¡nada menos que el español! En un mundo cada vez más intercomunicado quieren acaso que nos entendamos con lenguas minoritarias y anticuadas como… el castúo, por ejemplo.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua, que limpia, fija y da esplendor, no podemos eliminarlo pues con él nos entendemos muchos millones de personas de ambos hemisferios. Que entre las incertidumbres de este 2021 no entre también la gloriosa lengua de Cervantes.

Me alegro de poder comunicarme a través del móvil, de recibir mensajes de WhatsApp, de ver a los amigos mientras hablamos... Bienvenidos sean estos adelantos siempre que no nos absorban el sentido y el tiempo. Las cadenas televisivas con más propaganda que periodismo las voy eliminando de mi interés y creo que hay mucho que leer de forma reposada para saber y comprender.

Creo que lo que se cantaba desde las ventanas y balcones cuando empezó el pasado confinamiento hay que llevarlo a la práctica: resistir frente a todos los malos presagios de calentamiento global, del Nuevo Orden Mundial que quieren instaurar los poderosos, de la incompetencia de los gobernantes, de los que quieren pescar en aguas revueltas, de los que se aprovechan de las circunstancias para enriquecerse, de los que proponen soluciones tan rancias como el comunismo, de los que quieren desacreditar llamándoles fachas a los que no piensan como ellos.

Como creyente espero en Dios y en la vida eterna que estará muy por encima de nuestras esperanzas. ¡Qué triste vida ésta si no esperáramos otra mejor! Los que creemos en Dios también creemos en el demonio que trata de extraviarnos, que atiza odios, envidias, rencillas y lujurias. Es el demonio el que está detrás de todas las cosas malas que tememos y nos preocupan.

Hasta la semana que viene.

Las preocupaciones del año que empieza

Tenemos que defendernos de pandemias, malos gobiernos y propaganda interesada.
Francisco Rodríguez
martes, 5 de enero de 2021, 14:14 h (CET)

Ha empezado el año preñado de incertidumbres. No sabemos si la vacuna será eficaz, tampoco si estamos libres de un nuevo confinamiento. Los medios de comunicación nos marean con número de vacunados, contagiados, internados y fallecidos sin que tengamos garantía alguna de la fiabilidad de tales datos.

Cada vez que me pongo la mascarilla pienso que es un símbolo de sumisión. Tenemos que pensar lo que otros quieran y aceptar las ideas pergeñadas, no sé si por la inteligencia artificial, para toda la población.

Creo que lo peor que puede pasarnos es que dejemos de pensar por nuestra cuenta, pero no tonterías, sino serias reflexiones sobre nuestras propias vidas, nuestro futuro y qué podemos hacer que sea útil y beneficioso para todos.

La economía pienso que no va a arreglarse con problemáticas ayudas en manos de incompetentes. Tendrá que ser la gente, todos a una como en Fuenteovejuna, los que podrán sacar a España a flote de nuevo.

Pero es necesario que nos dejemos de banderías, de atizar viejos odios que deben quedar, si acaso, para los libros de historia, pero de historia de verdad, no la que quieran imponernos desde leyes de educación que, entre otras majaderías, quiere eliminar de España ¡nada menos que el español! En un mundo cada vez más intercomunicado quieren acaso que nos entendamos con lenguas minoritarias y anticuadas como… el castúo, por ejemplo.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua, que limpia, fija y da esplendor, no podemos eliminarlo pues con él nos entendemos muchos millones de personas de ambos hemisferios. Que entre las incertidumbres de este 2021 no entre también la gloriosa lengua de Cervantes.

Me alegro de poder comunicarme a través del móvil, de recibir mensajes de WhatsApp, de ver a los amigos mientras hablamos... Bienvenidos sean estos adelantos siempre que no nos absorban el sentido y el tiempo. Las cadenas televisivas con más propaganda que periodismo las voy eliminando de mi interés y creo que hay mucho que leer de forma reposada para saber y comprender.

Creo que lo que se cantaba desde las ventanas y balcones cuando empezó el pasado confinamiento hay que llevarlo a la práctica: resistir frente a todos los malos presagios de calentamiento global, del Nuevo Orden Mundial que quieren instaurar los poderosos, de la incompetencia de los gobernantes, de los que quieren pescar en aguas revueltas, de los que se aprovechan de las circunstancias para enriquecerse, de los que proponen soluciones tan rancias como el comunismo, de los que quieren desacreditar llamándoles fachas a los que no piensan como ellos.

Como creyente espero en Dios y en la vida eterna que estará muy por encima de nuestras esperanzas. ¡Qué triste vida ésta si no esperáramos otra mejor! Los que creemos en Dios también creemos en el demonio que trata de extraviarnos, que atiza odios, envidias, rencillas y lujurias. Es el demonio el que está detrás de todas las cosas malas que tememos y nos preocupan.

Hasta la semana que viene.

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