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Etiquetas | Salvador Illa | Pandemia | Ministerio de Sanidad
Recordarán que se preocuparon de difundir que Mariano Rajoy salió de casa sin mascarilla, incluso insistieron en que sería denunciado por el delegado del Gobierno en Madrid.

Salvador Illa nos chulea

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Estábamos en que el Gobierno es mentiroso, pero también irresponsable. Tomemos como modelo a Salvador Illa que acaba de ser pillado ‘in fraganti’ sin mascarilla en la estación barcelonesa de Sants. Las fotos muestran al titular de Sanidad expuesto al público y como que la cosa no va con él. ¡Valiente irresponsable! Esa actitud chulesca y desafiante no es de recibo y confiamos en que pida perdón, aunque, en palabras de Pablo Iglesias: “En política no se pide perdón, se dimite”.

La imagen de Salvador incumpliendo la norma que él dictó se ha hecho viral. Y como la calle no se calla, ya ha comenzado su ridiculización por tierra, mar y aire. Todos empezamos a pensar que nos toman el pelo y que pretenden asustarnos con su “plandemia”. No va de broma. Cada día hay más cuestiones oscuras que nos oculta el Gobierno, tal vez por el temor a que, tan pronto como recuperemos la libertad y nos quiten el bozal de la esclavitud, podamos ponerlos frente a su espejo y ante su ineficacia e irresponsabilidad.

Salvador Illa no es el primero que se echa al hombro la norma. Desde que es obligatorio el paño que anula voluntades ya hemos visto sin él al ¿vicepandemias’ segundo del Gobierno, a Fernando Simón en la playa portuguesa, a la ministra Darias, a Carmen Calvo, al presidente…y ahora a Salvador Illa, todavía ministro de la cosa. Él, precisamente él, que es de quien procede la orden de la obligatoriedad de la ‘mascarada’. Recordarán que se preocuparon de difundir que Mariano Rajoy salió de casa sin mascarilla, incluso insistieron en que sería denunciado por el delegado del Gobierno en Madrid; pues ahora le ha tocado al inepto ministro de Sanidad y las redes le están poniendo a caldo: se le ha llamado de todo menos guapo y decente. Y eso le pasa por chulear a la ciudadanía.

Si se tiene por honrado, se habrá autoimpuesto la sanción pertinente, al igual que lo hacen con los grupos que encuentra la Policía o la Guardia Civil saltándose la legalidad. Supongo que también la Guardia Civil se tomará en serio la sanción al miembro de Podemos de La Rioja que en Nochevieja estrelló su BMW X3 contra un árbol a horas intempestivas y se dio a la fuga abandonando su vehículo, tal vez para que no se le practicara la prueba de alcoholemia.

Razón tiene Toni Cantó quien, con toda la guasa del mundo ha dicho que “Como medida de seguridad y de prevención contra el covid-19 es obligatorio el uso de mascarillas en espacios al aire libre y en los transportes públicos de viajeros, a no ser que seas el ministro de Sanidad”. Y añado yo: esa misma norma también es aplicable al director general de Participación Ciudadana y Derechos Humanos del Gobierno riojano, Mario Herrera, que en Nochevieja se dio a la fuga tras estrellar su vehículo a altas horas de la madrugada, sin señalizarlo en la vía y sin avisar a los servicios de emergencia. Se sienten por encima de la ley y pisotean a la ciudadanía como si ellos estuvieran por encima del bien el mal. ¡Cuánto calamidad a dedo impide el desarrollo y proyección de España con toda su mala fe!

Creo recordar que fue en febrero cuando Salvador Illa dijo que “no es necesario usar mascarilla en la calle”. Ahora, para viajar en AVE y en plena rúa, el todavía titular de Sanidad da ejemplo pasándose las normas y la salud pública por el arco del triunfo. ¡Qué insensato y qué cafre! Estamos ante la impunidad de la casta socialcomunista. Insisto: nos mienten y esconden mucho más de lo que imaginamos. Tal vez pretendan con las mascarillas anular la voluntad de la ciudadanía, sabedores de que se encontrarán a la calle en contra en cuanto esto pase. Es el momento de que entrenen para correr y si aprenden a volar…mejor aún, por si acaso. ¡Ya está bien de chulearnos!

Sin querer negar el covid, lo que nos están haciendo es inhumano, represivo, dictatorial y abusivo. Si sale este falsete como presidente en Cataluña -- que lo dudo-- pues que lo disfruten allí. Quien actúa como él, en mi tierra es un miserable y creo en la suya también, además de hipócrita e insensato. Como mienten tanto, no sabemos lo que esconden ni conocemos sin ya están vacunados sin avisar. Recuerden que, a la ineficaz e incompetente ministra de Igual-Da, le hicieron cuatro test tras contraer el coronavirus mientras que el resto de la población no sabía aún a qué carta quedarse. Pero lo pagarán: todo animal de bellota tiene su San Martín. El sino siempre llega y el karma se manifiesta equitativo.

No me imagino si hubiera sido un político de la oposición quien estuviera sin mascarilla. Los medios afines al Gobierno, comprados y mentirosos con la información, se hubieran ocupado de decir que ese personaje había infectado a varios cientos y dos docenas habían fallecido por su culpa. Y lo hubieran repetido en las cadenas que todos sabemos hasta la saciedad.

Lo raro es que el rojerío no haya echado la culpa de la covid19 a Franco, sobre todo porque para ese sector aún sigue vivo y sin él no saben vivir. Con la exhumación del Caudillo en noviembre de 2019, desde la “Secta” y “Newtrola” conectaban todos los días para saber qué había desayunado y hacer noticia, bulo y tragedia. Pero Salvador Illa nos chulea y no pasa nada.

Salvador Illa nos chulea

Recordarán que se preocuparon de difundir que Mariano Rajoy salió de casa sin mascarilla, incluso insistieron en que sería denunciado por el delegado del Gobierno en Madrid.
Jesús  Salamanca
martes, 5 de enero de 2021, 14:06 h (CET)

Estábamos en que el Gobierno es mentiroso, pero también irresponsable. Tomemos como modelo a Salvador Illa que acaba de ser pillado ‘in fraganti’ sin mascarilla en la estación barcelonesa de Sants. Las fotos muestran al titular de Sanidad expuesto al público y como que la cosa no va con él. ¡Valiente irresponsable! Esa actitud chulesca y desafiante no es de recibo y confiamos en que pida perdón, aunque, en palabras de Pablo Iglesias: “En política no se pide perdón, se dimite”.

La imagen de Salvador incumpliendo la norma que él dictó se ha hecho viral. Y como la calle no se calla, ya ha comenzado su ridiculización por tierra, mar y aire. Todos empezamos a pensar que nos toman el pelo y que pretenden asustarnos con su “plandemia”. No va de broma. Cada día hay más cuestiones oscuras que nos oculta el Gobierno, tal vez por el temor a que, tan pronto como recuperemos la libertad y nos quiten el bozal de la esclavitud, podamos ponerlos frente a su espejo y ante su ineficacia e irresponsabilidad.

Salvador Illa no es el primero que se echa al hombro la norma. Desde que es obligatorio el paño que anula voluntades ya hemos visto sin él al ¿vicepandemias’ segundo del Gobierno, a Fernando Simón en la playa portuguesa, a la ministra Darias, a Carmen Calvo, al presidente…y ahora a Salvador Illa, todavía ministro de la cosa. Él, precisamente él, que es de quien procede la orden de la obligatoriedad de la ‘mascarada’. Recordarán que se preocuparon de difundir que Mariano Rajoy salió de casa sin mascarilla, incluso insistieron en que sería denunciado por el delegado del Gobierno en Madrid; pues ahora le ha tocado al inepto ministro de Sanidad y las redes le están poniendo a caldo: se le ha llamado de todo menos guapo y decente. Y eso le pasa por chulear a la ciudadanía.

Si se tiene por honrado, se habrá autoimpuesto la sanción pertinente, al igual que lo hacen con los grupos que encuentra la Policía o la Guardia Civil saltándose la legalidad. Supongo que también la Guardia Civil se tomará en serio la sanción al miembro de Podemos de La Rioja que en Nochevieja estrelló su BMW X3 contra un árbol a horas intempestivas y se dio a la fuga abandonando su vehículo, tal vez para que no se le practicara la prueba de alcoholemia.

Razón tiene Toni Cantó quien, con toda la guasa del mundo ha dicho que “Como medida de seguridad y de prevención contra el covid-19 es obligatorio el uso de mascarillas en espacios al aire libre y en los transportes públicos de viajeros, a no ser que seas el ministro de Sanidad”. Y añado yo: esa misma norma también es aplicable al director general de Participación Ciudadana y Derechos Humanos del Gobierno riojano, Mario Herrera, que en Nochevieja se dio a la fuga tras estrellar su vehículo a altas horas de la madrugada, sin señalizarlo en la vía y sin avisar a los servicios de emergencia. Se sienten por encima de la ley y pisotean a la ciudadanía como si ellos estuvieran por encima del bien el mal. ¡Cuánto calamidad a dedo impide el desarrollo y proyección de España con toda su mala fe!

Creo recordar que fue en febrero cuando Salvador Illa dijo que “no es necesario usar mascarilla en la calle”. Ahora, para viajar en AVE y en plena rúa, el todavía titular de Sanidad da ejemplo pasándose las normas y la salud pública por el arco del triunfo. ¡Qué insensato y qué cafre! Estamos ante la impunidad de la casta socialcomunista. Insisto: nos mienten y esconden mucho más de lo que imaginamos. Tal vez pretendan con las mascarillas anular la voluntad de la ciudadanía, sabedores de que se encontrarán a la calle en contra en cuanto esto pase. Es el momento de que entrenen para correr y si aprenden a volar…mejor aún, por si acaso. ¡Ya está bien de chulearnos!

Sin querer negar el covid, lo que nos están haciendo es inhumano, represivo, dictatorial y abusivo. Si sale este falsete como presidente en Cataluña -- que lo dudo-- pues que lo disfruten allí. Quien actúa como él, en mi tierra es un miserable y creo en la suya también, además de hipócrita e insensato. Como mienten tanto, no sabemos lo que esconden ni conocemos sin ya están vacunados sin avisar. Recuerden que, a la ineficaz e incompetente ministra de Igual-Da, le hicieron cuatro test tras contraer el coronavirus mientras que el resto de la población no sabía aún a qué carta quedarse. Pero lo pagarán: todo animal de bellota tiene su San Martín. El sino siempre llega y el karma se manifiesta equitativo.

No me imagino si hubiera sido un político de la oposición quien estuviera sin mascarilla. Los medios afines al Gobierno, comprados y mentirosos con la información, se hubieran ocupado de decir que ese personaje había infectado a varios cientos y dos docenas habían fallecido por su culpa. Y lo hubieran repetido en las cadenas que todos sabemos hasta la saciedad.

Lo raro es que el rojerío no haya echado la culpa de la covid19 a Franco, sobre todo porque para ese sector aún sigue vivo y sin él no saben vivir. Con la exhumación del Caudillo en noviembre de 2019, desde la “Secta” y “Newtrola” conectaban todos los días para saber qué había desayunado y hacer noticia, bulo y tragedia. Pero Salvador Illa nos chulea y no pasa nada.

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Estamos fuertemente imbuidos, cada uno en lo suyo, de que somos algo consistente. Por eso alardeamos de un cuerpo, o al menos, lo notamos como propio. Al pensar, somos testigos de esa presencia particular e insustituible. Nos situamos como un estandarte expuesto a la vista de la comunidad y accesible a sus artefactos exploradores.

En medio de los afanes de la semana, me surge una breve reflexión sobre las sectas. Se advierte oscuro, aureolar que diría Gustavo Bueno, su concepto. Las define el DRAE como “comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Se entienden también como desviación de una Iglesia, pero, en general, y por extensión, se aplica la noción a cualquier grupo con esos rasgos.

Acostumbrados a los adornos políticos, cuya finalidad no es otra que entregar a las gentes a las creencias, mientras grupos de intereses variados hacen sus particulares negocios, quizá no estaría de más desprender a la política de la apariencia que le sirve de compañía y colocarla ante esa realidad situada más allá de la verdad oficial. Lo que quiere decir lavar la cara al poder político para mostrarle sin maquillaje.

 
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