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Los pater y mater-familias españoles nos estamos volviendo locos para entender las diversas decisiones emanadas de nuestros dirigentes políticos con referencia a las comidas familiares de las próximas fiestas navideñas.
Las familias numerosas, como es mi caso, estamos estableciendo una especie de puzzle con el que encajar los encuentros –distancia de seguridad y mascarilla por medio- con los hijos y nietos. Tendremos que parar los calendarios, celebrar tres o cuatro nochebuenas y tres o cuatro fines de año, así como comer a metro y medio de distancia en platitos individuales.
Te entran ganas de meterte en la cama y olvidarte del mundo que te rodea hasta la próxima primavera en la que, Dios mediante, estemos todos vacunados y podamos volver a la “antigua normalidad”.
Hoy he estado en el colegio de mis nietos a la hora del recreo. Una riada de cientos y cientos de alumnos han disfrutado de media hora de esparcimiento. Me he puesto en un rincón y he observado con detenimiento. Ni un solo alumno sin mascarilla. Todo un ejemplo. Lo mismo nos pasa a los de la tercera edad. Hemos renunciado a la calle y al abrazo de los nuestros. Pero entonces se plantea en nuestras mentes: ¿Quién contamina a esos cientos de malagueños que cada día incrementan las cifras de los contagiados? Pienso que se trata de esos listos que organizan comilonas, festorros o bailoteos. Se contagian y después lo transmiten entre ellos y, posteriormente, a los niños y a los ancianos que seguimos escrupulosamente las “recomendaciones” de los expertos.
Vemos en la tele como aquellas figuras Vips que deberían ser ejemplo para los demás, se saltan las “recomendaciones” y hacen de su capa un sayo. Y enciman lo cuentan como una “gracieta”. Multazo y tentetieso. ¡Ya está bien!
Por favor. No nos den más recomendaciones ni normativas. Creo que los resultados de las mismas no han sido demasiado positivos. Ya sabemos lo que tenemos que hacer. Tener mucho cuidado con las distancias, lavarnos las manos y ponernos mascarillas como si fuéramos a entrar en un quirófano. Y rezar muy fuerte ¡Virgencita, que me quede como estoy! Guardemos las zambombas para mejor ocasión.
Hace ahora cuatro años se declaraba en España, como en casi todo el mundo, el estado de alerta y se cerraba una gran parte de la actividad económica por la expansión de un coronavirus que comenzaba a provocar docenas de miles de muertos. Hace ahora cuatro años, la oposición de derechas decía que en España gobernaba “el peor gobierno de la historia democrática”.
Bitácora de futuro. Este tema que, quede escrito para los anales de la historia y la conciencia universal, y todos lo que he escrito en los diversos Periódicos y Diarios del mundo y todos mis libros. Vivir por nada o morir por algo, ese es el lema. En consecuencia, cada país tiene sus normas. El gobierno de EEUU., debería estar claro que, es un país más del planeta.
Aunque la historia se remonta a varias décadas anteriores, en España, la conmemoración del “Día del Padre”, parece que encuentra su origen en 1948. Fue la maestra Manuela Vicente Ferrero, quien propuso que el 19 de marzo, coincidiendo con el día de San José, padre adoptivo de Jesús según la tradición cristiana, se rindiese homenaje a la figura paterna, reconociendo así su importancia en la formación de la familia y su papel en la sociedad.
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