Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas
Como combatir a la Peste Negra

Los médicos del Apocalipsis

|

La Crisis del siglo XIV fue solo el comienzo de un periodo de cambio, un cambio radical que supone la decadencia, pero eso sí, también innovaciones y una renovación de las estructuras básicas. Este periodo de crisis tiene un telón de fondo muy terrorífico: la Peste Negra. Una enfermedad que asolaba países enteros, todos eran alcanzados por las epidemias de peste, y los médicos de la época no daban con una solución. Pero hubo innovaciones para paliarla un poco, es el caso de los médicos de pico de ave.

Los datos de mortandad sobre la Peste Negra son muy dispares pero en total pudo matar a unos 26 millones de personas. Una enfermedad que tiene un nivel de mortalidad tan elevado no debe de ser fácil de atrapar y destruir, por ello los médicos del momento no daban abasto a la hora de buscar remedios. Durante los años 1656-1658, Europa vivían unos brotes de peste, sífilis, sarna y tifus, una autentica pesadilla. Si nos ponemos en la piel de los galenos de esos años o incluso de los siglos anteriores donde la medicina es muy rudimentaria, donde el experimentar con la muerte daba las soluciones para la vida, donde cada médico sagaz debía de jugarse su propio pellejo y el de otros para innovar, esos hombres que a ciegas basaban sus estudios en su política mecanicista. Resulta difícil dar con un remedio único, por ello si no podían proteger a los demás del contagio pues se protegerían ellos mismos.

En Roma, en el siglo XVII, los médicos creían que las plagas y epidemias se transmitían a través de las aves, las cuales portaban el gen virulento, por ello el vestirse como pájaros podría ser un remedio claro para que la muerte pasara de largo al cruzarse con ellos.

Vestidos con un abrigo de cuero negro, largo, hasta los tobillos, con guantes negros de cuero, un sombrero de ala ancha negro, botas de piel y una máscara, una terrible mascara puntiaguda a modo de pico de ave donde en su interior se metían perfumes o sustancias con sabor para no respirar la fetidez que los moribundos soltaban. Era como una especie de mascara de gas, pero mucho más rudimentaria. Una lentes de vidrio rojo acompañaban a la máscara, toda precaución es poca para evitar filtraciones de las plagas. Así son los médicos de la peste, precavidos, atentos y terroríficos. Llevaban consigo un bastón blanco, con un reloj de arena en lo alto para examinar a los pacientes. Esta vestimenta fue inventada por el doctor Charles de L’Orme.

Es una enorme contradicción todo esto, persona que estudian para salvar vidas, persona que dedican su vida a ayudar a los demás, y tras tantas precauciones y esa vestimenta inusual se convirtieron en la imagen de la muerte. Los que se cruzaban en su camino huían despavoridas por el terror que sentían al presenciar a esas aves del apocalipsis. Un ejemplo de estos médicos de la muerte fue el doctor Giovanni de Ventura, doctor de la plaga de la ciudad de Pavía, fue contratado para tratar a los pacientes de peste. Su salaria era de 34 florines al mes.

Este tipo de médicos son contratados en ocasiones especiales, no todos los doctores vestían así, eran como una especie de gremio que actuaba en situaciones límite. Eran contratados en casos de extrema necesidad como pueblos infectados o altos cargos asolados por las plagas. Sus métodos eran poco ortodoxos y muy desagradables como las sangrías o el tratamiento de las infecciones con sanguijuelas puestas en los bubones. Métodos que veían realizar los familiares de los infectados, no podían tener relación de ningún tipo con el doctor de la muerte, ni podían hablar con él ni tener contacto físico, solo fiarse de sus expertos cuidados.

En definitiva, la imagen del médico suele ser de alguien que inspire confianza y tranquilidad al paciente pues en este caso todo lo contrario, el miedo y la incertidumbre enmarcaban la figura del médico de la muerte, el ave del Apocalipsis.

Los médicos del Apocalipsis

Como combatir a la Peste Negra
Jesús Campos
miércoles, 31 de diciembre de 2014, 08:42 h (CET)
La Crisis del siglo XIV fue solo el comienzo de un periodo de cambio, un cambio radical que supone la decadencia, pero eso sí, también innovaciones y una renovación de las estructuras básicas. Este periodo de crisis tiene un telón de fondo muy terrorífico: la Peste Negra. Una enfermedad que asolaba países enteros, todos eran alcanzados por las epidemias de peste, y los médicos de la época no daban con una solución. Pero hubo innovaciones para paliarla un poco, es el caso de los médicos de pico de ave.

Los datos de mortandad sobre la Peste Negra son muy dispares pero en total pudo matar a unos 26 millones de personas. Una enfermedad que tiene un nivel de mortalidad tan elevado no debe de ser fácil de atrapar y destruir, por ello los médicos del momento no daban abasto a la hora de buscar remedios. Durante los años 1656-1658, Europa vivían unos brotes de peste, sífilis, sarna y tifus, una autentica pesadilla. Si nos ponemos en la piel de los galenos de esos años o incluso de los siglos anteriores donde la medicina es muy rudimentaria, donde el experimentar con la muerte daba las soluciones para la vida, donde cada médico sagaz debía de jugarse su propio pellejo y el de otros para innovar, esos hombres que a ciegas basaban sus estudios en su política mecanicista. Resulta difícil dar con un remedio único, por ello si no podían proteger a los demás del contagio pues se protegerían ellos mismos.

En Roma, en el siglo XVII, los médicos creían que las plagas y epidemias se transmitían a través de las aves, las cuales portaban el gen virulento, por ello el vestirse como pájaros podría ser un remedio claro para que la muerte pasara de largo al cruzarse con ellos.

Vestidos con un abrigo de cuero negro, largo, hasta los tobillos, con guantes negros de cuero, un sombrero de ala ancha negro, botas de piel y una máscara, una terrible mascara puntiaguda a modo de pico de ave donde en su interior se metían perfumes o sustancias con sabor para no respirar la fetidez que los moribundos soltaban. Era como una especie de mascara de gas, pero mucho más rudimentaria. Una lentes de vidrio rojo acompañaban a la máscara, toda precaución es poca para evitar filtraciones de las plagas. Así son los médicos de la peste, precavidos, atentos y terroríficos. Llevaban consigo un bastón blanco, con un reloj de arena en lo alto para examinar a los pacientes. Esta vestimenta fue inventada por el doctor Charles de L’Orme.

Es una enorme contradicción todo esto, persona que estudian para salvar vidas, persona que dedican su vida a ayudar a los demás, y tras tantas precauciones y esa vestimenta inusual se convirtieron en la imagen de la muerte. Los que se cruzaban en su camino huían despavoridas por el terror que sentían al presenciar a esas aves del apocalipsis. Un ejemplo de estos médicos de la muerte fue el doctor Giovanni de Ventura, doctor de la plaga de la ciudad de Pavía, fue contratado para tratar a los pacientes de peste. Su salaria era de 34 florines al mes.

Este tipo de médicos son contratados en ocasiones especiales, no todos los doctores vestían así, eran como una especie de gremio que actuaba en situaciones límite. Eran contratados en casos de extrema necesidad como pueblos infectados o altos cargos asolados por las plagas. Sus métodos eran poco ortodoxos y muy desagradables como las sangrías o el tratamiento de las infecciones con sanguijuelas puestas en los bubones. Métodos que veían realizar los familiares de los infectados, no podían tener relación de ningún tipo con el doctor de la muerte, ni podían hablar con él ni tener contacto físico, solo fiarse de sus expertos cuidados.

En definitiva, la imagen del médico suele ser de alguien que inspire confianza y tranquilidad al paciente pues en este caso todo lo contrario, el miedo y la incertidumbre enmarcaban la figura del médico de la muerte, el ave del Apocalipsis.

Noticias relacionadas

A quienes estamos convencidos de la iniquidad intrínseca de Sánchez, no nos va a confundir la supuesta “carta de amor” de este cateto personaje a su Begoña amada, redactada de su “puño y letra” (con sus tradicionales errores y faltas gramaticales) y exceso de egolatría.

Recuerdo con nostalgia la época en la que uno terminaba sus estudios universitarios y metía de lleno la cabeza en el mundo laboral. Ya no había marchas atrás. Se terminaron para siempre esos años de universitario, nunca más ya repetibles. Las conversaciones sobre cultura, sobre política, sobre música. Los exámenes, los espacios de relajamiento en la pradera de césped recién cortado que rodeaba la Facultad, los vinos en Argüelles, las copas en Malasaña...

Tras su inicial construcción provisional, el Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, reforzado en su interior por cables de acero para así acrecentar su firmeza. Se organizó, asimismo, la denominada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto