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El PSOE ha demostrado que es un partido malvado, donde la corrupción se ha extendido en grandes dosis y mentiras

Reválida de Pedro Sánchez

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Pedro Sánchez demuestra día a día que aún le quedan muchos chuscos por comer y muchas guardias por hacer. En una palabra: le queda “más mili que a Cascorro”. Tiene que empezar por levantar al PSOE de su adormecimiento y del lastre en que lo dejó sumido Pérez Rubalcaba y anteriormente Rodríguez Zapatero. Alguna de esas consecuencias las estamos viendo en la salida de las cárceles de etarras con condenas de sangre. Rubalcaba ‘faisaneó’ lo suyo y Zapatero ‘amamantó’ a la serpiente etarra cuando estaba aletargada por los golpes de los dos gobiernos de Aznar: ahora vienen las consecuencias.

Durante años, el PSOE ha demostrado que es un partido malvado, donde la corrupción se ha extendido en grandes dosis y mentiras. Con ello no quiero decir que el partido de la gaviota sea mejor; ni mucho menos: ya he contado cómo la perversión del lenguaje por parte del PP llega a límites y niveles insospechados desde hace años. Pero hoy no toca arremeter contra el PP, pues ya lo hacemos a diario y lo seguiremos haciendo. El Gürtel, el HUBU, caso Bárcenas, caso Lasarte,… No son casos para menospreciar y mucho menos para olvidar.

Dice mi buen amigo, Xavier Carrió, que “el PSOE es un partido maleado, desmotivado y sin cohesión en sus distintos territorios. Entre sus dirigentes no abundan abogados del estado y sobran políticos profesionales. Un partido que tiene que ganarse el crédito de sus posibles electores y de la ciudadanía. Un partido con mucha historia y futuro incierto”. Viene a ser lo mismo antes expresado, aunque Xavier lo haga con más elegancia y precisión que este articulista que intenta explicarse.

Un problema importante del PSOE, y del que parece que no se han dado cuenta sus dirigentes o lo ignoran por conveniencia, es la irrupción de eso que llaman “Podemos” y que empieza a conocerse entre los más como simplemente “Potemos”. ¿Por qué será? Pues posiblemente por sus monstruosas teorías económicas, al más puro estilo de Evo Morales, el fallecido ‘gorila rojo’ o el actual presidente venezolano, Nicolás ‘Inmaduro’.

Pedro Sánchez y ‘su’ PSOE están instalados en una atalaya que les permite observar cómo Izquierda Unida se tambalea y lentamente es absorbida por el citado “Potemos”. De aquí a las generales tenemos el circo político garantizado. No podemos pedir más ni menos. La diversión ha comenzado, tomen asiento; verán a Pablo Iglesias en todas las televisiones y estará en todos los cocidos periodísticos. Se necesitaba algo así y ya lo tenemos.

Un problema que no controla Pedro Sánchez es la tentación de Susana Díaz. Esta señora, presidenta de la autonomía con la mayor corrupción del Estado, no acaba de definirse ni se orientarse. No suelta el palo y la zanahoria pero no sabe cómo se utiliza ese artilugio. Su ambición es brutal, de ahí tanto viaje a la capital de España para tantear, estudiar y esperar el momento de golpear, si es capaz de hacerlo algún día. Lo que no entiendo es quién gobierna en Andalucía: está señora no entiende eso de “quien tenga tienda que la atienda”.

Pedro se la juega en las elecciones próximas. Indirectamente estará presente en las autonomías y en los municipios. Pero el PSOE está convencido de que ya ha pasado su tiempo. Y lo que es peor: no se puede retrasar ese ni recuperarlo.

Reválida de Pedro Sánchez

El PSOE ha demostrado que es un partido malvado, donde la corrupción se ha extendido en grandes dosis y mentiras
Jesús  Salamanca
martes, 16 de diciembre de 2014, 07:56 h (CET)
Pedro Sánchez demuestra día a día que aún le quedan muchos chuscos por comer y muchas guardias por hacer. En una palabra: le queda “más mili que a Cascorro”. Tiene que empezar por levantar al PSOE de su adormecimiento y del lastre en que lo dejó sumido Pérez Rubalcaba y anteriormente Rodríguez Zapatero. Alguna de esas consecuencias las estamos viendo en la salida de las cárceles de etarras con condenas de sangre. Rubalcaba ‘faisaneó’ lo suyo y Zapatero ‘amamantó’ a la serpiente etarra cuando estaba aletargada por los golpes de los dos gobiernos de Aznar: ahora vienen las consecuencias.

Durante años, el PSOE ha demostrado que es un partido malvado, donde la corrupción se ha extendido en grandes dosis y mentiras. Con ello no quiero decir que el partido de la gaviota sea mejor; ni mucho menos: ya he contado cómo la perversión del lenguaje por parte del PP llega a límites y niveles insospechados desde hace años. Pero hoy no toca arremeter contra el PP, pues ya lo hacemos a diario y lo seguiremos haciendo. El Gürtel, el HUBU, caso Bárcenas, caso Lasarte,… No son casos para menospreciar y mucho menos para olvidar.

Dice mi buen amigo, Xavier Carrió, que “el PSOE es un partido maleado, desmotivado y sin cohesión en sus distintos territorios. Entre sus dirigentes no abundan abogados del estado y sobran políticos profesionales. Un partido que tiene que ganarse el crédito de sus posibles electores y de la ciudadanía. Un partido con mucha historia y futuro incierto”. Viene a ser lo mismo antes expresado, aunque Xavier lo haga con más elegancia y precisión que este articulista que intenta explicarse.

Un problema importante del PSOE, y del que parece que no se han dado cuenta sus dirigentes o lo ignoran por conveniencia, es la irrupción de eso que llaman “Podemos” y que empieza a conocerse entre los más como simplemente “Potemos”. ¿Por qué será? Pues posiblemente por sus monstruosas teorías económicas, al más puro estilo de Evo Morales, el fallecido ‘gorila rojo’ o el actual presidente venezolano, Nicolás ‘Inmaduro’.

Pedro Sánchez y ‘su’ PSOE están instalados en una atalaya que les permite observar cómo Izquierda Unida se tambalea y lentamente es absorbida por el citado “Potemos”. De aquí a las generales tenemos el circo político garantizado. No podemos pedir más ni menos. La diversión ha comenzado, tomen asiento; verán a Pablo Iglesias en todas las televisiones y estará en todos los cocidos periodísticos. Se necesitaba algo así y ya lo tenemos.

Un problema que no controla Pedro Sánchez es la tentación de Susana Díaz. Esta señora, presidenta de la autonomía con la mayor corrupción del Estado, no acaba de definirse ni se orientarse. No suelta el palo y la zanahoria pero no sabe cómo se utiliza ese artilugio. Su ambición es brutal, de ahí tanto viaje a la capital de España para tantear, estudiar y esperar el momento de golpear, si es capaz de hacerlo algún día. Lo que no entiendo es quién gobierna en Andalucía: está señora no entiende eso de “quien tenga tienda que la atienda”.

Pedro se la juega en las elecciones próximas. Indirectamente estará presente en las autonomías y en los municipios. Pero el PSOE está convencido de que ya ha pasado su tiempo. Y lo que es peor: no se puede retrasar ese ni recuperarlo.

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