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Esta situación se está paliando en parte por la labor social que lleva a cabo la Iglesia, Caritas en su mayor parte, coadyuvada por las parroquias y las cofradías de Semana Santa

Las colas del hambre

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Estamos en el Siglo XXI, llevamos consumido casi un cuarto de este. Nos encontramos, según nuestros políticos, y pregonan los medios de comunicación, gozando de un estado de bienestar casi incomparable, pero hete aquí que muchos ciudadanos sin habérselo propuesto han retrocedido casi ochenta años y se encuentran en una situación similar a la de los años de la posguerra incivil.

Cuando finalizó esta, España se encontró en un estado tal de desolación, destrucción y falta de los bastimentos más necesarios que los años siguientes, desde 1939 hasta 1951 fueron conocidos como “los años del hambre”. No fue una hambre como la de la Unión soviética en la que perecieron por inanición millones de personas.

Fue un periodo de carencia de productos de primera necesidad, además de una penuria muy extendida, de tal manera que nuestra Patria se encontró totalmente abandonada por el aislamiento diplomático y económico del resto del mundo, situación que se pudo paliar, en parte, gracias a que Argentina rompió el bloqueo.

La carencia y necesidad eran tan grandes y estaban tan extendidas que, por un Decreto de la Jefatura del Estado del 17 de mayo de 1940, el Auxilio Social se convirtió en una entidad oficial del régimen para cumplir funciones benéficas y político sanitarias. Disfrutaba de una personalidad jurídica independiente de la del Estado y una organización propia.

Entre las muchas ocupaciones de asistencia a las que atendía, se encontraba la de proporcionar alimento a las personas más necesitadas y desfavorecidas de la sociedad.

Se creó el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones cuya finalidad era dirigir e inspeccionar los proyectos de reconstrucción, tanto de viviendas, monumentos artísticos, como de infraestructuras, dañadas por la guerra.

Hoy no estamos sometidos a ningún bloqueo ni interdicción. Pertenecemos a la UE en la que ocupamos un puesto de relevancia. España no está devastada físicamente, pero sí gran parte de nuestra sociedad.

La deuda pública se situó en marzo de 2020 en 1.224.242,63 millones de euros, lo que supone una variación de 22.472,47 millones de euros en comparación con el mes anterior, según los datos y la estadística del Banco de España. Representa el 99,01% del PIB y a cada español se le ha cargado sobre sus espaldas la no despreciable cantidad de 25.992€. Como no dejará de aumentar por la desastrosa gestión de los componentes de este inepto Gobierno, quedaran endeudados hasta nuestros bisnietos.

Se cuentan por miles las personas que acuden por primera vez a centros de ayuda de la Iglesia pidiendo alimentos

Tres de cada diez hogares carecen de ingresos. La pobreza no deja de crecer en nuestra Patria. Según el informe elaborado por Caritas en 2018 el número de personas en exclusión social ha aumentado hasta los 8,5 millones, o lo que es igual ha crecido en 1,2 millones más que en 2007. El 3,8% de la población malvive en la exclusión más severa.

Esta situación se está paliando en parte por la labor social que lleva a cabo la Iglesia, Caritas en su mayor parte, coadyuvada por las parroquias y las cofradías de Semana Santa.

Ante los distintos locales de estas entidades se forman largas filas de peticionarios de ayuda, son las conocidas como “las colas del hambre”.

Las colas del hambre

Esta situación se está paliando en parte por la labor social que lleva a cabo la Iglesia, Caritas en su mayor parte, coadyuvada por las parroquias y las cofradías de Semana Santa
Manuel Villegas
jueves, 11 de junio de 2020, 09:37 h (CET)

Estamos en el Siglo XXI, llevamos consumido casi un cuarto de este. Nos encontramos, según nuestros políticos, y pregonan los medios de comunicación, gozando de un estado de bienestar casi incomparable, pero hete aquí que muchos ciudadanos sin habérselo propuesto han retrocedido casi ochenta años y se encuentran en una situación similar a la de los años de la posguerra incivil.

Cuando finalizó esta, España se encontró en un estado tal de desolación, destrucción y falta de los bastimentos más necesarios que los años siguientes, desde 1939 hasta 1951 fueron conocidos como “los años del hambre”. No fue una hambre como la de la Unión soviética en la que perecieron por inanición millones de personas.

Fue un periodo de carencia de productos de primera necesidad, además de una penuria muy extendida, de tal manera que nuestra Patria se encontró totalmente abandonada por el aislamiento diplomático y económico del resto del mundo, situación que se pudo paliar, en parte, gracias a que Argentina rompió el bloqueo.

La carencia y necesidad eran tan grandes y estaban tan extendidas que, por un Decreto de la Jefatura del Estado del 17 de mayo de 1940, el Auxilio Social se convirtió en una entidad oficial del régimen para cumplir funciones benéficas y político sanitarias. Disfrutaba de una personalidad jurídica independiente de la del Estado y una organización propia.

Entre las muchas ocupaciones de asistencia a las que atendía, se encontraba la de proporcionar alimento a las personas más necesitadas y desfavorecidas de la sociedad.

Se creó el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones cuya finalidad era dirigir e inspeccionar los proyectos de reconstrucción, tanto de viviendas, monumentos artísticos, como de infraestructuras, dañadas por la guerra.

Hoy no estamos sometidos a ningún bloqueo ni interdicción. Pertenecemos a la UE en la que ocupamos un puesto de relevancia. España no está devastada físicamente, pero sí gran parte de nuestra sociedad.

La deuda pública se situó en marzo de 2020 en 1.224.242,63 millones de euros, lo que supone una variación de 22.472,47 millones de euros en comparación con el mes anterior, según los datos y la estadística del Banco de España. Representa el 99,01% del PIB y a cada español se le ha cargado sobre sus espaldas la no despreciable cantidad de 25.992€. Como no dejará de aumentar por la desastrosa gestión de los componentes de este inepto Gobierno, quedaran endeudados hasta nuestros bisnietos.

Se cuentan por miles las personas que acuden por primera vez a centros de ayuda de la Iglesia pidiendo alimentos

Tres de cada diez hogares carecen de ingresos. La pobreza no deja de crecer en nuestra Patria. Según el informe elaborado por Caritas en 2018 el número de personas en exclusión social ha aumentado hasta los 8,5 millones, o lo que es igual ha crecido en 1,2 millones más que en 2007. El 3,8% de la población malvive en la exclusión más severa.

Esta situación se está paliando en parte por la labor social que lleva a cabo la Iglesia, Caritas en su mayor parte, coadyuvada por las parroquias y las cofradías de Semana Santa.

Ante los distintos locales de estas entidades se forman largas filas de peticionarios de ayuda, son las conocidas como “las colas del hambre”.

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