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La enseña como arma

Vivan las caenas, grito de 1814 pidiendo el retorno del absolutismo al regresar el 2º mayor genocida español, el Borbón Fernando VII, estos energúmenos de hoy vociferaban y desean vivir con privilegios e impunidad
José Enrique Centén
lunes, 18 de mayo de 2020, 08:46 h (CET)

En ciertos lugares han salido en tropel la calaña más rastrera, ruin, indigna, innoble, abyecta, miserables sin escrúpulos vociferando «Libertad, Libertad, Libertad», denigrando su verdadero significado: la facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad. Pero esa gentuza no solo denigran su significado, lo tergiversan, porque su grito camuflado es: Vivan las caenas, grito de 1814 pidiendo el retorno del absolutismo al regresar el 2º mayor genocida español, el Borbón Fernando VII, estos energúmenos de hoy vociferaban y desean vivir con privilegios e impunidad, tal como vivían con el mayor genocida de España, el enano del Pardo, F. Franco, lo hacen envueltos en una bandera bicolor, la que nos representa a todos los españoles, aunque en el corazón de muchos y en el mío, es la Tricolor, pero ellos la enarbolan como lo que fue en 1936, el mismo bastión de guerra utilizado por la Marina española en 1785 en sus enfrentamientos con otras realezas europeas para distinguirse en la lejanía, ya que todas enarbolaban estandartes blancos, y marino español se le ocurrió colocar la bicolor, que aparece oficialmente en todos los edificios gubernamentales desde 1908. Y que Franco tomó en la incivil guerra, oficialmente el 30 de agosto de 1936, cuando en un principio utilizó la tricolor, como se puede ver en el Museo del Ejercito de Toledo, un estandarte bicolor con tres franjas iguales, y el aguilucho se colocó en 1938. Pero lo que más duele es la mala utilización de la enseña nacional, por ello se termina repudiando y despreciando, a ella y a todos aquellos que la llevan en pulseras, colgada en el automóvil, mascarillas, en la cadena del reloj, en la del perro, balcones y ventanas, algunos las respetamos sin aspavientos, porque es la que nos representa, pero está empezando a asquear por su mala utilización al enarbolarse a modo de arma y bastión guerrero al igual que desde agosto de 1936, no con el corazón como yo siento la Tricolor.

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